Este municipio antioqueño, ubicado a unas tres horas de Medellín, cuenta con 21 iglesias y una riqueza histórica admirable.
Jericó es conocido como la ’Atenas del suroeste’, dado el progreso y la cultura de su gente; también lo consideran el ‘pueblo más hermoso de Antioquia’, por su arquitectura, estilo republicano y paisajes extraordinarios.
Está en la subregión del suroeste de Antioquia y a 105 kilómetros de la capital del departamento, en lo más alto de la montaña, adentrándose en su vasta geografía de grandes monumentos cubiertos de bosque, fauna y nacimientos de agua.
David Toro, el alcalde municipal, lo define así: “la arquitectura, nuestros paisajes, la gente, nuestros centros culturales, la religiosidad, eso hace que Jericó sea diferente a todos, es mágico y por eso todo el que viene quiere volver”.
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Para el año 1850 subió a las estribaciones de la cordillera occidental de Los Andes don Santiago Sanitaria y Bermúdez de Castro procedente de Fredonia.
Llegó en compañía de hombres fortalecidos descuajando las montañas para dar inició a un pueblo mágico, que al final llevó por nombre, Jericó.
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“La Cámara Provincial de Antioquia en la Ordenanza 15 del 28 de septiembre de 1850 reconoce que es Aldeas de Piedras, posteriormente Jericó toma otro nombre que es Felixin y posteriormente llega el nombre de Jericó, que se le da como tributo a los israelitas al pisar tierra prometida”, indicó el historiador Óscar Alonso Ospina.
En el gobierno del general Rafael Reyes, entre 1908 y 1911, el municipio fue considerado departamento. Hoy entre los cuatro museos que tiene, usted puede encontrar todos los detalles de la historia de esta población ubicada en el suroeste antioqueño.
Su historia es encantadora. Fue el único municipio en tener su propio billete, operaba el Banco de Jericó, además, después de Medellín, fue el primero en tener suministro de energía eléctrica, gracias al padre Ramón Nicolás Cadavid.
Sus calles están talladas por la historia y la amabilidad de su gente, cada casa es un homenaje a la tradición antioqueña, sus portones, ventanas y balcones están cuidadosamente elaborados en madera y acariciados por un sinfín de colores.
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Su población es cercana a los 13 mil habitantes, su fe y religiosidad es mucho mayor. Cuenta con 21 iglesias y oratorios, como una catedral construida en ladrillo, la casa natal de la primera santa colombiana, la Madre Laura, y la iglesia de San Francisco, próxima a cumplir 100 años.
“La llaman la pollita, porque monseñor Naranjo pedía a los campesinos que le trajeran una pollita y él la rifaba y con esos dineros construyeron este templo”, recuerda el sacerdote Gonzalo Puerta Zapata.
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El esfuerzo para levantarla no solo fue de los jericoanos, también de quienes en una travesía desde Europa, en barco y hasta a lomo de mula, trajeron las imágenes religiosas.
En esta tierra se creó hace más de 140 años el famoso carriel, orgullo de los antioqueños y elemento infaltable en la vestimenta de los paisas.
“Se empezó a fabricar por la necesidad de los arrieros del municipio que en sus trayectos necesitan un bolso donde cargar todos sus elementos de trabajo y elementos personales como tenazas, martillos, clavos, las herraduras y también cáñamo con la aguja para algún remiendo”, afirma el artesano del carriel Santiago Agudelo.
Sentarse a ver pasar la vida en compañía de un buen café jericoano es un encanto más de estepueblo patrimonio de los colombianos.
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Jericó, además, es la cuna de reconocidos personajes, como la Madre Laura, el maestro de la ética periodística Javier Darío Restrepo, de Héctor Abad Gómez, del exdirigente deportivo León Londoño Tamayo, y del escritor Manuel Mejía Vallejo, entre otros.
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