Jorge Ricaurte vive dentro de su bus, al que llama Morgan, que está estacionado en un parqueadero de Fontibón.
Antes de la pandemia del coronavirus, el vehículo daba de comer a su papá, sus cuatro hijos y su exesposa, pero ahora ya no tiene ni para los medicamentos de su hija menor.
“El carro no producía lo que tiene que llevar la cuota del dueño, de lo que uno vive, para el combustible no alcanzaba. Con el 35% (del cupo) no vive un bus de estos que se come 150 mil pesos de combustible diario”, dice.
Para calmar el frío de las noches cubrió las ventanas con bolsas de plástico. Su lavadora y estufa están donde quedaba la salida de emergencia y la ropa está colgada en las barandas donde los pasajeros se sostenían.
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“Los que son conductores me entienden”, afirmó este hombre que no sabe a quién recurrir para volver a ser el sustento de su familia, que vive en Mosquera, Cundinamarca.