Se trata de los obsequios que están asociados a alguna marca, pues quieren evitar hacer publicidad indirectamente. Los estiman en 9 millones de dólares.
Las reglas de la monarquía británica señalan que "cuando se aceptan regalos, el consentimiento del integrante de la familia real no deberá estar sujeto a una empresa que tenga que ver con explotar la imagen de dicho regalo con fines comerciales".
Esta norma no es nueva, pues rige desde el año 2003.
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