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Y habló el presidente de Millos. Luego de meses de haberse posesionado como presidente de Millonarios se decidió a trabajar o al menos a aparentar que eso hace. Paseó por Brasil con la selección, hablo con otros compañeros de la Dimayor, tomaron caipirinhas y felices. Eso ha sido la gestión del Sr. Camacho. Lo importante de las declaraciones de Camacho es que se ha comprobado que los floreros hablan. Porque Enrique Camacho, que seguramente debe ser una persona decente y correcta, es ahora una simple figura decorativa. Un florero para adornar la sala, que todos pasen y lo miren. Y nada más. Explicó el recipiente, que él no gestiona refuerzos, que la parte económica es la misma de marzo y que todo marcha en orden a un estricto control financiero del equipo. Indicó que 5.300 abonados es la misma cifra de abonados de los últimos años (Ah?) y que la nómina de Millonarios es cara porque a los jugadores les da “temor” venir a Millonarios. Si un jugador dice que le da “miedo” vestir la camiseta de Millonarios por la presión o responsabilidad, es digno de trabajar en la institución deportiva más grande de Colombia? Claro, los periodistas no le contrapreguntaron porque aún no está científicamente comprobado que los floreros tengan estas interacciones. Lo inquietante de Millos es ver como tiene dinero para traer floreros extranjeros. Este último como mucha pompa y altivez. Dicen que ni saluda y que solo habla para irse un mes de vacaciones y para cobrar el cheque. El florero de marca “Portolez” dirige la dirección de planeación deportiva del cuadro azul. 156 millones mensuales se embolsilla por gestionar las promesas azules tipo Messi, Gotze o James y por conseguir buenos refuerzos y tenerlos a tiempo para la temporada de Millonarios. Me pregunto si el florero ha pensado en empezar a ejercer su labor. Estos son los directivos de Millonarios hoy por hoy. Figuras decorativas para que todos las miren o chapetones que no hacen nada y se siguen robando la plática de estas tierras. Espero que tanto Lillo y los jugadores se aparten de todo esto y saquen adelante el barco. Que jueguen bien, entrenen como profesionales y ganen partidos. Nosotros los hinchas siempre estaremos pendientes que los floreros hagan algo y alentando a los jugadores en la cancha. A Don Alfonso Senior en el más allá mil disculpas por dejar su legado en un par de floreros azules. MINUTO FINAL: Ojala pueda tener más minutos Agudelo. Empezó bien y el esquema que propuso para el primer partido Juan Manuel Lillo le favorece. Que sean muchos goles para el juvenil azul. MAURICIO GORDILLO @MAUGOR
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“James es un talento de esos que suceden cada 100 años”, dice su mánager Fernán Martínez. Es cierto. El cuento de hadas de James emociona, es irrepetible, pero también abre el debate acerca de qué tan fácil hoy la gente se hace “hincha” de un equipo de fútbol. Con James a bordo es más fácil que un colombiano vitoree al equipo merengue. Y nada de malo tiene desear el bien al que puede ser el mejor futbolista en toda la historia de nuestro país (James tiene 23 años, ya fue goleador de un Mundial y acaba de aterrizar en el Olimpo del fútbol). La pregunta es si es políticamente correcto que las nuevas generaciones en Colombia se encanten solo con lo que ven en TV y no con lo que pasa en los estadios de sus ciudades y comarcas. Cada vez hay más hinchas de estrellas del exterior, no solo de los equipos. “Ser colombiano e hincha del Real Madrid o del Bayern Leverkusen nos hace sentir ciudadanos del mundo. No importa cuán ilusoria es esta sensación”, opina sobre el tema Carlos Uribe Celis, sociólogo y profesor de la Universidad Nacional de Colombia. James, como lo escribió Marca, fue, como todos los cracks, “un talento precoz”. Los niños de hoy se pueden encandilar fácilmente con su talento. Es un ídolo sano para imitar. Pasó del Pony Fútbol, usando el 10 a la espalda, al Santiago Bernabéu con el mismo número a cuestas. Opacó a Falcao en el último tiempo –lo cual parecía imposible porque Radamel es otro crack- y los nuevos amantes del fútbol en nuestro país lo verán a él como espejo. Lo que está haciendo James, contando además su innegable carisma, se podría escribir todo en mayúsculas. Él lo escribió así en Twitter: “El sueño ya es REAL. Feliz de hacer parte del mejor club del mundo”. Desde estos tiempos de moda de James, el Pibe Valderrama, Faustino Asprilla y compañía dejaron de ser referentes absolutos para pasar a ser puntos de comparación. El Pibe fue profeta. Antes del tsunami colombiano en Brasil 2014 dijo: “Yo soy un admirador de James en Colombia, uno de sus protectores (…) Ha hecho la diferencia, y en la selección de mayores no le ha pesado la camiseta. Estamos tranquilos porque está apenas arrancando, tenemos un jugador de categoría por mucho tiempo”. Dos colombianos vistieron antes la camiseta del Real Madrid. Freddy Rincón (1995) y Edwin Congo (1999). Histórico no es que James se ponga la camiseta del Real Madrid, histórico es el poder mediático que ha despertado y los casi 80 millones de euros ($202.536 millones) que pagaron en la capital española por sus servicios. “875 James podrían pagar la deuda externa de Colombia”, atinó a decir el diario La República. “Yo no tenía el cartel que tiene James”, apuntó Congo al hablar de su llegada al Real Madrid, conjunto que "apenas” pagó US$3.5 millones para tenerlo en su nómina. A muchos no les gusta el Real Madrid por su prepotencia justificada en bolsillos llenos, porque a costa de euros ha irrespetado el mercado cuantas veces le ha dado la gana y porque ha pasado por encima de otros clubes sin pena. Basta recordar tantos encontrones con la gente del Bayern Munich o el Manchester United, por ejemplo. James, hay que aceptarlo, también hace parte de ese juego serio de Florentino Pérez de vender camisetas (85 euros cuesta la original de James) y de hacer una oda del mercadeo. James llega al Real porque es un crack y, de vuelta a las palabras de su mánager, lo que viene para él, al margen de su entorno, es “monstruoso porque tiene todos los elementos para hacerlo y todo lo que hace es sorprendente”. Por su bien, por el del fútbol colombiano, por este presente increíble de los jugadores de nuestro país, que todo le salga muy bien en un club que también ha desechado figuras sin vergüenza (Owen, Saviola, Robinho, Cassano, Huntelaar, Robben, Adebayor, Fernando Morientes, etc.). No está de más recordar que es bueno navegar con calma. “Se disparó la Jamesmanía en todas las ciudades de Colombia”, se escuchó en Caracol Radio. “James, queremos verte bailar”, se pudo leer en una pancarta de aficionados. “Ha llegado a la galaxia la estrella que faltaba”, decía otra. Los noticieros hicieron referencia a las decenas de bautizos que se realizaron en Colombia con su nombre... Como compatriota, prefiero la zurda de James a la de Messi. Todo esto es impresionante. Habrá que pensar entonces si los nuevos hinchas de James seguirán siendo del Real Madrid cuando él se vaya y qué comentarán los colombianos que se confiesan hinchas del Barcelona. Sea como sea, la mejor opción es disfrutar este presente porque no sabremos cómo será el mañana de nuestro fútbol. Buen viento y buena mar, James. Esta vez Colombia lloró de pura felicidad, no de dolor como contra Brasil. Seguir a @javieraborda
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Ya pasó un mes largo desde que llegó el nuevo presidente de Millonarios, Sr. Enrique Camacho Matamoros. Un mes con un par de entrevistas (¿?) en la web del club http://millonarios.com.co/sitio/?q=content/%E2%80%9Ctenemos-un-gran-equipo-ahora-tenemos-que-construir-un-gran-club%E2%80%9D-enrique-camacho-presidente , otro par en El Deportivo http://www.eldeportivo.com.co/notiInt.php?id=15103&name=%27Pensamos_en_invertir%27,_presidente_de_Millonarios y en Futbolred http://www.futbolred.com/liga-postobon/noticias/pretemporadaligaii2014/liga-postobon-ii-2014-millonarios-entrevista-presidente-enrique-camacho-matamoros/14221158 Esperábamos que las salidas a medios fueran menos libreteadas y más pregunta-contrapregunta pero lo registrado hasta hoy viernes 18 de Julio es un mensaje con muchas interpretaciones acerca del momento en que se deben hacer las inversiones y en qué frentes del equipo. Como si resultara más cómodo meter la cabeza en la tierra. El grueso de hinchas esperamos refuerzos para cada torneo o cuando la necesidad evidente así lo indique (como ocurre hoy día) y eso no ha sido precisamente la mejor carta de presentación de Camacho. Ido Dayro Moreno y Harrison Otálvaro, M`bami y Wesley era esperable que se cubrieran esos cupos de la plantilla de manera quirúrgica. Pues no. Como un parto natural de quintillizos resultaron los poco menos de dos meses entre el final del 2014-I y el 2014-II. La pregunta de todos los hinchas embajadores fue: ¿Por qué tanta demora?. Hierve twitter y los programas deportivos en radio cuando se habla del asunto. Las respuestas creo que pasan por el flujo de caja estrecho: el coletazo de deberes evidentemente financieros (Fondo Premium), pago al Chicó FC por Jhonny Ramírez y - hay que decirlo - los altos honorarios del cuerpo técnico español. Lo que vale cuesta, dirían por ahí. Es cierto que poca plata hay, pero también es cierto que no contar con una cabeza gerencial entre Enero y Junio de 2014 que equilibrara el efectivo disponible con potenciales nuevos ingresos a través del mercadeo, afectó avanzar sobre el norte institucional. El Real Madrid vende miles y miles de camisetas con el nombre y número de sus jugadores estrellas, entonces ¿por qué a nadie en Millonarios - así no se tuviera gerente - se le ocurrió por lo menos vender la # 17 de Dayro, o la #10 de Mayer o la #19 de Pedro Franco, o la #2 de Román? ¿O un plan de retención de abonados regalando una camiseta? ¿O alguna vaina medianamente creativa? Pero nada !!! Un torneo completo, el 2014-I sin cabeza gerencial para emprender ejecutorias. Es evidente la falta de mensajes claros a la hinchada desde la Gerencia de Camacho sobretodo en medios radiales. La junta directiva se siente lejana desde el lugar del hincha: por allá una gente divinamente que no baja línea sobre la manera de relacionarse con quienes compramos los abonos, ninguneando a los socios minoritarios y evadiendo la exposición pública frente a la expectativa de los hinchas. Sin comunicar cuál es el norte institucional, sin mencionar objetivos de corto, mediano y largo plazo (refuerzos, divisiones menores, sede deportiva, ficha de un equipo de la B, participación de ex-jugadores en la gestión deportiva, etc, etc) Falla la comunicación desde la junta y la gerencia para hablarle claro a los hinchas: si no hay plata por razones sólidas, que salgan a hablar claro desde el comienzo y no hasta el momento en que la hinchada en masa expone su molestia por todo lado. Salgan y digan que nos la jugamos con varios canteranos porque no se puede inyectar capital de manera inmediata y porque endeudarse con terceros potencia el equilibrio económico de la institución. Pero salgan y oigan al hincha. Quiero pensar que el problema no es Camacho, ni siquiera Alfonso Gómez y su junta directiva. Quiero suponer que el nudo está más arriba. Si Gustavo Serpa y los otros (¿?) socios mayoritarios que tanto pelearon y carbonearon para quedarse con el poder accionario de Millonarios FC no desean inyectarle recursos al equipo, que también se lo digan claro a los hinchas y a los socios minoritarios. Y sabremos a qué atenernos. Pero acudir al mutismo institucional no es una forma de enviar mensajes de confianza hacia nosotros, que tanto nos dicen valorar (no parece). Señor Serpa & Cia, Señor Alfonso Gómez, Señor Camacho: los hinchas no somos ingenuos, no menosprecien nuestra capacidad de análisis de la realidad. un poco de respeto hacia nosotros. Somos la hinchada más taquillera, la más numerosa, la más fiel, la más incondicional. Para Ustedes será un asunto de mirar un Estado de Resultados (P&G) de una "empresa como cualquier otra" pero no caigan en ese error. Por lo menos NO es como cualquier empresa en términos absolutos, hay diferencias importantísimas. El producto (fútbol) básicamente potencia los ingresos por mercadeo, no al revés. ¿Qué reflexión nos queda a muchos hinchas? Pasar de un mafioso (Rodríguez Gacha), a un agalludo cometero (Chiqui García), paralelamente a ineptos y oscuros gerentes (Juan Carlos López, Jorge Franco), seguir con un ladrón especulador de bolsa (Juan Carlos Ortiz) y finalmente caer en un personaje incierto como Gustavo Serpa NO ES lo que los hinchas de Millonarios FC merecemos. Se acerca más a un motivo de vergüenza, a los hechos me remito.
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Fue una promesa de vida. En cama, después de sufrir un accidente de tránsito, la meta se convirtió en motivación: volver a caminar y viajar a Brasil, no como periodista, sino como un hincha más con ganas de ondear la bandera de Colombia. Y así fue. Sin tristezas ni lamentos. Solo con la convicción de hacer lo que se quiere, decidí irme a pesar de no estar recuperado de una dolorosa fractura de pelvis y otros menesteres (aún no lo estoy). El viaje era una irresponsabilidad si se tenía en cuenta el desorden que alcanzaron a armar quienes estaban en contra del Mundial. Además, el dinero, ese bendito y maldito que va y viene, no sobraba y tampoco tenía boletas para ver a la Selección. En otras palabras, la cabeza decía una cosa y el corazón, otra. Pero ahora, ya en plena resaca postmundial, la gran lección que me queda y que bien le puede quedar a todo el país es que se debe aprender a vivir con lo que se siente, naturalmente dentro de los cabales de la responsabilidad. Entre tanto fervor no podemos desconocer que volvimos a fallar. Fue demasiado estúpido ver que de nuevo en Colombia, como después del 5-0 ante Argentina en 1993, nos volvimos a disparar mientras celebramos lo que fue en cada momento la mejor fiesta de fútbol de nuestra historia. Este 2014, sin embargo, es un momento irrepetible y mucho mejor cualificado. El país después de hacer sus conclusiones debe entender al fútbol como lo que es y, sin alcanzar la exageración, aprender la trillada frase que nos recuerda que “el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes”. No es posible que mientras el equipo en la cancha mejora, nosotros en la calle sigamos siendo tan subdesarrollados, tan ebrios de idiotez. Esta Selección unió, aglomeró multitudes y despertó un fervoroso patriotismo que exclusivamente es capaz de producir un gol. Para ser ganadores esta vez no necesitamos trofeo. Falcao, como muchos, dijo alguna vez que después del primero todos eran perdedores, aunque no es así, al menos no en esta oportunidad. El Mundial de Brasil dejó demasiadas victorias. Los cuartos de final, el juego limpio del equipo, el goleador del torneo, el récord de Mondragón, el golazo de James (su figura opacó de lejos a estrellas como Messi y Cristiano Ronaldo), la seriedad de un cuerpo técnico y, entre muchas otras cosas, la victoria de cada persona que vivió, gozó y lloró con esta participación del equipo nacional. Qué cierto fue lo que apuntó el difunto Gabo: “La vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Así que cada persona tendrá sus propios recuerdos de esta fantasiosa competición. En mi caso, ver la victoria de Colombia ante Uruguay en el Maracaná será simplemente inolvidable. Fue el premio que me di a la mayor adversidad que me ha enfrentado hasta ahora la vida. Y así Colombia hubiera perdido creo que valía la pena arriesgarse. Ojalá este sea un punto de partida que haga crecer más nuestro fútbol y nos convierta en gente más civilizada. El recibimiento al equipo en Bogotá fue memorable por eso, fue la prueba de lo que está dentro de nosotros y que muchas veces negamos relucir. Para mí, esta Selección Colombia nos representó muchísimo mejor de lo que somos, pero no tanto como lo que podemos llegar a ser. Seguir a @javieraborda
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Llegamos nuevamente a la conclusión de una Copa del Mundo. Un triste momento teniendo en cuenta que vivimos partidos espectaculares y teniendo en cuenta que sólo hasta dentro de cuatro años volveremos a vivir esta gran emoción. Y llegaron a la final, a mi parecer, dos dignos finalistas. Alemania, fuerte, potente y poderosa, pero que se vio con complicaciones cuando enfrentó a Ghana, Estados Unidos y Argelia. Y esta Argentina que viene de menos a más. A continuación, y brevemente, explicaré por qué desde mi óptica Argentina debe ganar el Mundial de fútbol: 1. Un equipo europeo NUNCA ha ganado un Mundial en suelo americano. Caso contrario, Brasil en 1958 irrespetó al viejo continente. 2. Ganando el Mundial Argentina, Sudamérica igualaría en títulos a Europa. Brasil (5), Argentina (3) y Uruguay (2) contra Italia (4), Alemania (3), Francia, España e Inglaterra, con un título cada uno. ¡Quedaría cada uno con 10 mundiales! 3. Para nadie es un secreto que además de su maravilloso fútbol y de su sobrenatural talento, Pelé, Maradona y Zidane están un escalón por encima de todos. Y ese escalón, entre otras cosas, lo da la Copa del Mundo. ¿Es tal vez el escalón que le falta a Lionel Messi para alcanzar la cima de una maravillosa carrera llena de magia y talento?... Espero que saquen sus propias conclusiones estimados lectores. 4. Algunos dicen que NO quieren que Argentina sea campeón porque ellos son "crecidos", "petulantes" y "engreídos". Yo a esas personas les respondo que esa es la naturaleza del ser humano, no solo del argentino. Los argentinos sacan pecho por los títulos mundiales, por Maradona y por Messi ¡y con razón! Cuando James Rodriguez hizo el hasta hoy mejor gol del Mundial, TODA COLOMBIA SACÓ PECHO... Y aún estamos engreídos y orgullosos porque hoy por hoy es el goleador. Seguramente hay más razones, como por ejemplo el hecho de tratar tan bien a nuestros futbolistas en su liga: Ángel, Serna, Falcao, Bermúdez, Córdoba, Balanta, Teo, Carbonero, Moreno, Yepes y muchos más han sido idolatrados allá. ¿Qué otras se le ocurren a ustedes para preferir que se gane la copa Argentina?
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La noticia era monumental: semifinal de una Copa del Mundo, las dos mayores potencias en la historia del fútbol frente a frente, un resultado abrumador, un reto periodístico enorme y, de pronto, el centro de medios quedó en silencio. Un periodista brasileño, con la camiseta de su selección, la misma que acababa de ser eliminada humillantemente de la Copa del Mundo, estalló en llanto. Por supuesto, no fue el único. Un país gigante lloró por la peor humillación que ha sufrido en su casi siempre gloriosa historia futbolística. El día había comenzado, claro, de otra manera. Brasil recibió con batucada su undécima semifinal. Claro, no tenía a Neymar, no tenía a Thiago Silva, pero 200 millones de brasileños pensaban en todo menos en ser eliminados por Alemania. A fin de cuentas, en el único duelo entre los dos en una Copa del Mundo, la canarinha había logrado su pentacampeonato mundial con un 2-0 en Japón y Corea 2002, y esta vez, con todo Belo Horizonte de su lado, con todo el Mundial de su parte, no había por qué pensar que iba a ser diferente. No importaba la condición social, no importaba el lugar, Brasil era uno solo, un gigante de 200 millones de cabezas que iba por su hexacampeonato Mundial tras eliminar a Colombia en el partido de la polémica. Sin embargo, la alegría pronto se convirtió en tristeza y la tristeza en una sensación de estar viendo lo imposible. No fue uno, ni fueron dos, fueron siete los goles de Alemania y los brasileños, entusiastas en un comienzo, fueron retirándose de los lugares en los que decidieron acompañar a su selección. Era increíble: 5 goles en 30 minutos, algo nunca visto, algo que ni el más optimista de los alemanes habría pensado, algo para la historia, pues nunca se había dado en un partido de Copa del Mundo. Pero la cifra fue peor. No sólo se trató de que Miroslav Klose le quitara el récord de goleador de los Mundiales a Ronaldo convirtiendo el segundo de la tarde; desde 1930, cuando Uruguay aplastó 6-1 a Yugoslavia y argentina hizo lo mismo con Estados Unidos, nunca una semifinal del torneo más importante de la FIFA había tenido tal paliza. Y esta fue la peor. Los brasileños, por supuesto, pasaron de la frustración a la negación, y de ahí a la risa nerviosa de quien prefiere burlarse de la tragedia para no hacerle frente. Fue 7-1. Una paliza histórica. La peor en la historia del pentacampeón del mundo, cuya derrota más abultada había sido el 6-0 a manos de Uruguay en la Copa América de 1920 disputada en Chile. La más dolorosa desde el Maracanazo de 1950 frente a los celestes, que hoy parece un dulce de mora. Brasil, la selección más poderosa de todos los tiempos, sufrió una goleada que nunca será olvidada ni por sus hinchas ni por el fútbol, ni por los periodistas que la vimos y presenciamos cómo un colega no la pudo resistir. Todos los que hemos perdido sabemos qué se siente. En Twitter: @PinoCalad
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Este 7 de julio de 2014 murió Alfredo Di Stéfano, el mejor jugador del mundo antes de que Pelé eclipsara al planeta, el responsable de que el Real Madrid se volviera la superpotencia internacional que es hoy en día y, antes de eso, el hombre que convirtió a Millonarios en el equipo más poderoso de un país en el que el fútbol estaba en pañales. Di Stéfano llegó en 1949 a Colombia e hizo 96 goles en 111 partidos oficiales (Liga y Copa), aparte de los 51 con los que maravilló al planeta en 61 partidos de exhibición o amistosos. Fue campeón en 1949, 1951, 1952 y comenzó la campaña que llevaría a Millos al título de 1953 antes de irse a cambiar la historia del Real. Un crack en la cancha, un tipo de duro temperamento fuera de ella, esta es la verdadera historia de su paso por nuestro país vestido de azul: Con ustedes, El Dorado Cuando Adolfo Pedernera bajó del avión que lo trajo de Buenos Aires a Bogotá el 10 de junio de 1949, ya era un ídolo. Miles de personas lo esperaban en el aeropuerto con pancartas y gritos de euforia, y lo mejor es que nunca lo habían visto jugar. Este recibimiento se lo debía a la prensa, que se había encargado de difundir su nombre desde hacía varios años cuando Pedernera fue el motor de la selección Argentina que le había ganado 6-0 a la colombiana en la Copa América de 1947. La “pederneritis” (término utilizado por todos los medios del interior del país al hablar del nuevo jugador del naciente fútbol profesional colombiano) se había tomado al país y todos comentaban su paso arrollador por River Plate, que él había sido el líder del mejor equipo del mundo de los 30 y los 40, y que Millonarios ahora sería imparable con él. Ese 10 de junio se bajó en el aeropuerto de Bogotá la leyenda de El Dorado. Jugó Pedernera por primera vez en Colombia el 26 de ese mes asombrando a las 25.000 personas que llenaron El Campín. Era un fútbol nuevo, un fútbol mágico con el que no sólo se ganaba, sino que también se le daba el mejor espectáculo del mundo a unos espectadores que estaban ávidos de entretenimiento pues para la fecha el país vivía un momento caótico: desde 1946 el poder lo ejercía el Partido Conservador con Mariano Ospina como presidente y Laureano Gómez como canciller y líder ideológico; en 1948 había sido asesinado el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán y había explotado La Violencia (así, con mayúsculas) en los campos y ciudades del país, con lo que la aparición de un campeonato profesional de fútbol se había convertido en el mayor tubo de escape de un país a punto de explotar. Después de ese primer partido, Pedernera mismo se encargó de llevar a Millonarios a sus antiguos compañeros de River, Néstor Raúl Rossi y Alfredo Di Stéfano, y tras ellos llegaron los mejores jugadores del continente a Colombia. La FIFA sancionó a la Dimayor por establecer contratos con jugadores y no con clubes, y expulsó a Colombia impidiéndole jugar en torneos de selecciones nacionales, pero eso no le importó a nadie porque aquí se veía el mejor fútbol del mundo. Había taquitos, chilenas, túneles, sombreritos, ochos... en fin, un lirismo en el deporte que nunca se había visto y que fascinaba al público y a los medios, que descubrían en esos términos un nuevo lenguaje popular que captaba lectores y radioescuchas. Carlos Arturo Rueda desde las transmisiones de radio creaba leyendas en torno a los equipos y los jugadores con la asignación de apodos. Millonarios era “el ballet azul” y eso lo decía todo, el Deportivo Cali era “el rodillo negro” porque su delantera la conformaban los imparables afroperuanos Valeriano López, Vides Mosquera y Guillermo Barbadillo, el Pereira era invencible en “El fortín de Libaré”, y el tercer gran equipo del país era el Medellín, llamado la “Danza del sol” gracias a sus cracks peruanos. Pedernera pasaría a ser llamado por todos los colombianos “El Maestro”, quien luego fuera el mejor jugador del mundo sería conocido como “La saeta rubia” Di Stéfano, Valeriano López era el imparable “Tanque de Casma”, Rigoberto García era tan feo que se le llamó “Memuerde” y así, todos los grandes jugadores de El Dorado tuvieron un apodo que los acercó mucho más al público. El aspecto de los apodos y los grandes partidos dieron el trascendental paso a la total sublimación del fútbol a la guerra, propicio para la catarsis colectiva de ese momento. El fútbol fue la gran salida de los habitantes de las ciudades al impulso horrible de La Violencia. La frase: “No hay mejor antídoto contra la violencia que un buen partido de fútbol”, aparecía constantemente en la revista Estadio, publicación especializada y muy popular durante El Dorado. Precisamente esa revista, en los días más cruentos de 1949, después de que se realizara en Cali una masacre en la Casa Liberal, escribió la siguiente editorial: “Hasta las puertas de los estadios llegan rescoldos del caldeado ambiente político pero no las traspasan. No obstante las inmensas muchedumbres de todas las clases sociales y clasificaciones partidistas que llegan a ocupar la gradería, los estadios permanecen como los únicos lugares en el país que representan el más auténtico y afirmativo índice de civilización. No todo está perdido en Colombia. Por el contrario: mientras un país como el nuestro asista en masa a los estadios, todo los bueno se puede esperar de él”. El Dorado significó un momento irónico para la historia del país pues, desde el punto de vista del país rural fueron los años más aciagos del siglo y los que darían el índice a la interminable guerra de los siguientes, mientras que para el país urbano fueron años de felicidad y alegría desbordante: los viernes se bailaba en algún salón al son de una buena orquesta, los sábados el hipódromo era el centro de reunión, y todos los domingos se podían presenciar excelentes partidos. Pero lo mejor se daba cada vez que Millonarios visitaba una ciudad pues se volvía motivo de fiesta; como bien lo escribiera Andrés Dávila: “Cuando Los Millonarios saltaban al terreno de juego el resultado era apenas un elemento más”. Los Embajadores de Colombia La importancia social y política del “Ballet azul” como exponente del mejor espectáculo del mundo, en tanto representaba el nombre de Colombia y aparentaba que en el país todo estaba bien, hizo que Europa, la cuna del fútbol, se empezara a fijar en nosotros. Las noticias sobre Colombia en el extranjero habían sufrido una transición: del Bogotazo, pasando por la violencia posterior a la muerte de Gaitán, hasta llegar a Pedernera y Di Stéfano. Mientras el Partido Liberal renunciaba a las elecciones de 1950 aduciendo falta de garantías y patrocinaba emisoras y periódicos clandestinos en contra del presidente electo, Laureano Gómez, por primera vez venían a Colombia equipos europeos dispuestos a medirse con el mundialmente conocido Millonarios del 'Maestro' y la 'Saeta'. Ese año el equipo azul le ganó y empató con el campeón húngaro el Hungarian de Budapest, que luego se convertiría en el Samarios. Le propinó derrotas a equipos argentinos, uruguayos y brasileños y se fue de gira por Sudamérica dando espectáculo por todas partes. Las consecuencias de esto fueron que ese año el campeón en Colombia fue el Deportes Caldas, cuyo arquero era el lituano Vitatutas, y que a Millonarios le empezaran a decir “los embajadores” pues habían hecho la mejor campaña diplomática y propagandística de Colombia en toda su historia: para el mundo en Colombia no había 50.000 muertos al año, para el mundo en Colombia estaba el mejor equipo, y eso lo alentaban los diarios nacionales que parecían olvidar las masacres, o al menos las dejaban en un segundo plano, frente a la fama del punto de atención de todo el país; Millonarios. Esto hizo que los seguidores del equipo se multiplicaran y que se convirtiera en cuestión de orgullo ser hincha de Los Millonarios, el mejor equipo de América. El culmen de esto se dio en 1952 cuando el Real Madrid invitó a Millonarios a España para jugar un partido en marzo, en el que se celebrarían los 50 años de fundación del equipo madrileño. Los periódicos colombianos no escatimaron elogios para el club colombiano y El Espectador planteó este partido como el enfrentamiento que dirimiría cuál era el mejor equipo del mundo. Millonarios derrotó al Real Madrid 4 goles por 2 y el público europeo quedó maravillado. El embajador de Colombia en España, Guillermo León Valencia dijo que “más han hecho los hombres del fútbol en 90 minutos que yo como embajador en dos años”resumiendo el sentimiento general del país frente al fútbol y dejando para la historia su eficiencia en su cargo. En junio el Real Madrid devolvió la visita y vino a Bogotá en la única presentación de uno de los grandes e históricos clubes del fútbol mundial en nuestro país hasta hace poco, que enfrentó a Santa Fe. Los diarios no paraban de hablar de eso y los abusos de la regencia de Roberto Urdaneta, quien ejerció la designatura por un derrame cerebral que sufrió el presidente Gómez, pasaron a un segundo plano. Millonarios volvió a ganar, esta vez por 2-1, y hasta El Heraldo de Barranquilla le dio primera página al hecho. El hecho de que se viera el mejor fútbol del mundo y una constelación de jugadores que realizaban siempre lo impensable, sumado a la censura oficial que evitaba difundir ciertas informaciones y daba cierto espacio en los medios, hizo que los periódicos tuvieran tres y hasta cinco páginas deportivas, especialmente los lunes, lo que era una desproporción para una época en que la prensa tenía 18 páginas e, históricamente, nunca hubiese tenido más de dos páginas deportivas que, además, eran semanales. Pero es que el fútbol de Di Stéfano daba para todo, tanto como para ocultar el caos de la administración de Laureano. Por eso es casi una ironía que sus respectivas despedidas coincidieran. Laureano y Alfredo En 1949, cuando llega Di Stéfano, Gómez era el canciller de la República y muchos consideran que es el verdadero poder detrás del presidente. En ese año es proclamado como candidato único del Partido Conservador para las elecciones de 1950. El Partido Liberal, que se encontraba bajo una represión policiva, no participa en la elecciones y Laureano llega al poder después de 30 años de ser el máximo representante de las ideas católicas y de derecha en el país. Una enfermedad lo haría retirarse temporalmente de la presidencia y llevaría al poder como designado a Roberto Urdaneta, pero Gómez seguiría teniendo el poder absoluto del país a imagen de las ideas fascistas por las que se había interesado tanto durante los 30. El liberalismo estaba afincado en la oposición desde distintos frentes: las emisoras clandestinas que criticaban al gobierno frente a la censura de prensa vigente, las guerrillas liberales que se enfrentaban a los paramilitares conservadores llamados “pájaros”, y el total abandono de los líderes nacionales del partido al gobierno rompiendo el “Unionismo” que había tratado de implantar Ospina Pérez. Ante la incesante violencia el pueblo sólo veía con confianza al ejército, que se mantenía neutral frente a los intereses partidistas, pues había estado lejos de la coyuntura representando al país en la Guerra de Corea bajo las órdenes de Gustavo Rojas Pinilla, en desarrollo de la política exterior de adhesión a los intereses norteamericanos y lucha contra el comunismo. Pero, mientras la situación política y social parecía insoportable, el país estaba encantado con Di Stéfano y compañía. Incluso en 1951 el gobierno, en vez de dar fondos para ayudar a los desplazados campesinos que se contaban por miles en todo el país y trastornaban el orden y desarrollo de las ciudades, mandó a ampliar el Estadio Nacional Nemesio Camacho “El Campín”, que con su aforo de 25.000 personas no tenía suficiente espacio para la cantidad de público que quería ver a Millonarios. La acciones gubernamentales a favor del fútbol iban desde pasajes y cupos en vuelos a la permisividad penal. En 1952, por ejemplo, Néstor Rossi se lió a trompadas con un árbitro quien le entabló una demanda por lesiones personales y agresión. Esto representaba cárcel para el argentino, pero el Ministro de Gobierno en persona ordenó no hacerle indagatoria y exonerarlo de todos los cargos en junio, pues el equipo se desestabilizaría sin una de sus grandes estrellas y estaba próximo el partido en Bogotá contra el Real Madrid. Ahotra, buscar qué tanta responsabilidad directa tuvieron el gobierno de Mariano Ospina y el poder, y posterior gobierno, de Laureano Gómez en el establecimiento de El Dorado como espacio de catarsis en el periodo de La Violencia es imposible. Alfonso Senior, el gran responsable de El Dorado, siempre negó que el gobierno organizara el fútbol profesional como un vulgar circo romano tan sólo cuatro meses después del Bogotazo, pues, en palabras suyas, “el gobierno de Ospina Pérez no nos presto más ayuda que la de alquilar los estadios. El campeonato empezó en agosto porque estábamos sobre la carrera y queríamos ambientar la cosa para darle fuerza a la DIMAYOR” (Entrevista concedida a José Cipriano Ramos; Colombia vs. Colombia, 1998). Sin embargo, varias veces el mismo Senior admitió que ese primer campeonato profesional ayudó a calmar los ánimos y que el fútbol fue útil, por ejemplo, cuando mataron a un hermano de Darío Echandía en 1949 pues a los directivos de Millonarios se les pidió un partido de fútbol y “la gente se fue al estadio y se olvidó de los problemas". Lo realmente curioso, e incluso anecdótico, de defender una tesis en la que El Dorado fue una cortina de humo de la violencia rural partidista de finales de los 40 e inicios de los 50, es que el mejor circo que ha visto la historia del país durara el mismo tiempo que el mayor auge de poder de quien mejor lo supo aprovechar: Laureano Gómez, y el mismo tiempo de la actuación de quién más brilló en las canchas: Alfredo Di Stéfano. En 1953 la dirigencia del fútbol colombiano y la FIFA firman el Pacto de Lima que reintegra a Colombia a la organización internacional de fútbol, con lo que deja de ser una liga “pirata” y ya los clubes del mundo pueden negociar legalmente con los colombianos. El Real Madrid, inmediatamente, se hace a los servicios de Di Stéfano tras una disputa económica con el Barcelona que fue ampliamente cubierta por los medios nacionales. En mayo de 1953 “La Saeta rubia” se va para España lo que representa, oficialmente, el fin de El Dorado. Ese mismo mes la situación política del Gobierno de Laureano Gómez se volvió insostenible pues tanto liberales como conservadores criticaban su represión, y empezaban a circular rumores de que el gobierno no terminaría su mandato de cuatro años. La salida fue darle el poder a un líder militar que uniera al país por encima de los partidos políticos y, ante la creciente popularidad y respeto que tenía en la ciudadanía el jefe de la Fuerzas Militares, el 13 de junio el Teniente General Gustavo Rojas Pinilla tomó pacíficamente el poder entre vítores y apoyo de los líderes del liberalismo, y envió a Gómez al exilio a España. Irónicamente el patrocinador de las funciones y la máxima estrella del circo fueron a parar el mismo año, y con un mes de diferencia, a Madrid. La llegada al poder del que fue llamado “segundo libertador” le dio un respiro a la tensión sociopolítica del país y eso, además de en las marchas de alegría y los homenajes al General, se vio reflejado en la disminución de espectáculo que representó el final de El Dorado. La desbandada de figuras del fútbol colombiano al extranjero fue masiva, y el 1º de agosto de 1954 Adolfo Pedernera se iba del país entre lágrimas y marchas de despedida para volver a Argentina. Finalizaba así un año (junio de1953-agosto de 1954) de disminución de las pasiones políticas y las presiones sociales, con la maravillosa novedad de la llegada de la televisión y la disminución de la necesidad de catarsis en el fútbol. Sin embargo este año de paz tuvo un fin que daba visos de lo que vendría en adelante. El 8 de junio de 1954 la policía mata a un estudiante en una marcha de la Universidad Nacional. Los líderes de los partidos siguen apoyando al general- presidente pero en las zonas rurales empiezan a reactivarse los pájaros como bandoleros, y los guerrilleros liberales que habían entregado las armas empiezan a ser eliminados selectivamente. Había empezado una nueva Colombia, muchísimo más compleja que la anterior... y sin Di Stéfano y Pedernera para conducir un equipo que nos hiciera no pensar en ella. En Twitter: @PinoCalad Bibliografía: Alape, Arturo. El Bogotazo, Memorias del olvido. Planeta. Bogotá. 1992. Pedraza, Zandra. En Cuerpo y alma: visiones del progreso y de la felicidad. Universidad de los Andes. Bogotá. 1999 Peláez, Hernán. Nuestro Fútbol. Alfonso Rentería Editores. Bogotá. 1976 Ramos, José Cipriano. Colombia vs Colombia. Intermedio editores. Bogotá. 1998 Tirado Mejía, Alvaro. Nueva Historia de Colombia. Planeta. Bogotá. 1989 Ediciones de: El Tiempo, El Espectador, El Siglo, El Nuevo Tiempo, El País, Diario del Pacífico, El Colombiano, El Mundo, El Heraldo, Deportivísimas, Medellín Sportivo, Estadio, Cromos, Semana, El Gráfico, Gaceta, Revista Cambio
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Gol Caracol
Antes de que arrancara el partido, Scolari ya había dicho que sus clásicos eran con Argentina, Uruguay o Chile, con los equipos que salen a la guerra… Estoy seguro que hoy sigue pensando lo mismo, y eso, señores, eso es lo que más vale dentro de todo lo bueno que hicieron durante estas tres semanas. Esa maldita palabra, que es guerra, no pertenece a la idiosincrasia de este país, mucho menos de ustedes. No salieron a la guerra, salieron a demostrar esa valentía y ese coraje de ese colombiano de a pie que trabaja, que le gusta trabajar y que no se arruga. Por eso, Mario Alberto, David, Pablo, Camilo, Carlos, Abel, Freddy, Juan Guillermo, Víctor, Teo, Jackson, Faryd, JAMES, Radamel, don José, y a todos ustedes, señores, GRACIAS, gracias por enseñarnos a ganar. Han escrito las páginas más doradas de la historia del fútbol colombiano pero no las únicas porque ustedes se dieron el lujo de brillar comenzando a crecer. GRACIAS por las lágrimas; las lágrimas de caballeros, las lágrimas de varones, las lágrimas de esos señores que son, dando ejemplo en la derrota pero especialmente dando la lección de vida más grande que merecía este pueblo…el éxito es fruto del trabajo no de la casualidad. Como lo supo Radamel tras su lesión, hoy vuelvo a repetirlo para todos ustedes… Ustedes nos ayudaron a cumplir nuestro sueño, el sueño de regresar a un Mundial después de 16 años, nos ayudaron a saber lo que se siente ser protagonista. Cuenten con 47 millones de colombianos… Si les toca ir a la luna para ser campeones en Rusia, cuenten con esta tripulación, hagamos espacio que seguramente cabemos todos. Y sí, Tigre, el arco iris sí salió. GRACIAS selección Colombia. Por: Jaime Andrés Barbosa // @Janbaro
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Gol Caracol
Después de ver el partido de Bélgica contra Estados Unidos, el corazón de los argentinos, lejos de haber vuelto a sus latidos normales, seguramente se alteró más.
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Gol Caracol
Una de las sensaciones de la Copa del Mundo ha sido Colombia. No se trata sólo del fútbol de James Rodríguez, de las ya convertidas en .gif y coreográficas celebraciones que conduce Pablo Armero, del emotivo récord de Faryd Mondragón que en medio de las lágrimas y de una ovación generalizada del estadio de Cuiabá se convirtió en el jugador de más edad en actuar en un Mundial con 43 años y tres días, se trata, por encima de todo, de su hinchada. Periodistas de todo el mundo quedaron impactados cuando la mancha amarilla que se tomó el Mineirao para el Colombia-Grecia del 14 de junio siguió cantando el Himno Nacional a pesar de que los acordes de la ceremonia oficial habían terminado. A partir de ese día la prensa local e internacional ha estado pendiente de la llamada “febre amarela”, pues muchos están sorprendidos con la pasión de los colombianos, presentes masivamente en cada partido y en todos los Fan Fest. Se estima que en Brasil viven cerca de 45.000 colombianos, la gran mayoría estudiantes, pero con los 60.000 que viajaron desde Colombia y otros rincones del mundo para acompañar a la Selección hay más de 100.000 compatriotas haciendo sentir local al equipo en cada ciudad, como bien lo dijeron los jugadores desde el primer partido. No sólo se trata de haber sido prácticamente locales en Belo Horizonte, Brasilia, Cuiabá y, especialmente, en el mítico Maracaná de Río de Janeiro; se trata de calles pintadas de amarillo, azul y rojo a miles de kilómetros de casa, del Himno Nacional entonado a capela en diferentes esquinas de Brasil, de la unión de un pueblo que sueña... El problema está en que entre esos 100.000, por supuesto, se colaron varios que aprovecharon el Mundial para mostrar esa otra cara de Colombia, la que no nos gusta aceptar. Las noticias fueron saliendo como en botica: 18 compatriotas arrestados en Belo Horizonte por atracar en modalidad de pandilla, dos más detenidos en Brasilia por robo, dos que terminaron en la cárcel al ser capturados vendiendo boletas falsas en Río de Janeiro, cuatro más siguieron esa suerte por estar vendiendo droga, otro se hizo famoso al quedar en YouTube robándole a un compatriota la boleta de entrada al duelo en Cuiabá… incluso en medio de la celebración que significó para todos los presentes el estar en Río de Janeiro en la primera clasificación de Colombia a unos cuartos de final en una Copa del Mundo, apareció la mancha y otra vez en YouTube quedaron registradas las trompadas entre unos tipos con la camiseta de la Selección y otros evidentemente uruguayos en pleno Fan Fest de la FIFA. También se colaron otros que sí son malandros profesionales y con PhD en crimen. Los organismos de seguridad internacionales aprovechan los Mundiales para cazar delincuentes perseguidos en todo el mundo y, según fuentes de la Policía Nacional, que por supuesto también tiene a varios representantes suyos acá pendientes de esto y de la seguridad de los colombianos, a estas alturas ya cayeron tres capos centroamericanos y se espera que antes del viernes caiga uno de los herederos de la Oficina de Envigado, que se metió a Brasil desde Montevideo. Sin embargo, estas manchas no logran ensuciar el brillo de la fiesta tricolor, y Colombia y sus hinchas se convirtieron en unos consentidos de la afición local, que celebró como si fuera propia la victoria sobre Uruguay. Claro, ahora el duelo es con ellos y es claro que el objetivo es hacernos sentir por primera vez visitantes en esta Copa del Mundo, pero como bien lo dijo uno de los miles de compatriotas que se tomaron la playa de Copacabana el sábado pasado no para irse a las manos contra los uruguayos sino para celebrar con el alma un hecho histórico: "si vamos a soñar, ¡deliremos!". Y acá seguimos delirando... Noticias desde Brasil 2014 en Twitter: @PinoCalad