Hillary Rodham ha sido la primera mujer varias veces. Cuando se convirtió en socia de la firma de abogados para la que trabajaba, al resultar electa por Nueva York al Senado, al recibir la nominación de su partido para la Presidencia.
Así que lo normal hubiera sido convertirse en la primera en ocupar el salón oval. Así lo predecían las encuestas que, aunque apretadas, mostraban su triunfo en las elecciones presidenciales.
Batalló en una campaña llena de ataques personales de su contrincante y en la que la sombra del uso de correos personales cuando fue secretaria de Estado estuvo presente todo el tiempo. También tuvo que hacerle el quite a acusaciones, algunas muy serias, de corrupción de ella y su esposo.
Finalmente, pese a ganar por 2.800.000 en número de votos populares no logró los estados clave para asegurar los electores que necesitaba.
Un gran golpe para ella, su partido y el mundo. Así se vio en su primera aparición pública tras su derrota en la que confesó que había momentos en los que “no quería salir de la casa”.
¿Se dedicará a su hogar y a ser abuela? ¿Volverá a su exitosa carrera como abogada? ¿Continuará con su esposo la labor de la Fundación Clinton? ¿Regresará a la arena política?
A su edad, 69 años, muchos solo soñarían el retiro para dedicarse a los viajes o la jardinería.
Pero no ella, que ha sido lo suficientemente ambiciosa para estar a las puertas del cargo más importante del mundo. Con todo lo bueno y malo que eso le ha traído.
Updated: diciembre 21, 2016 04:12 p. m.