En el encuentro con el Sangha, el pontífice expresó que es "necesario superar todas las formas de incomprensión, prejuicio y de odio" en este país.
Tras haber recomendado "el perdón" a los 150.000 fieles católicos reunidos en un estadio deportivo para una misa al aire libre, el papa se reunió por la tarde con la Sangha, la mayor instancia budista del país.
El obispo de Roma, que fue criticado porque no mencionó explícitamente a los rohinyás durante su viaje al país asiático, no puede "resolver problemas imposibles" dijo el miércoles su portavoz Greg Burke.
El jerarca de la Iglesia católica no ha perdido su "autoridad moral" al mostrar cautela diplomática, declaró Burke en rueda de prensa.
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En este viaje inédito en el país de mayoría budista, Francisco abogó por la unidad y afirmó que no es posible "permanecer aislados los unos de los otros", durante su encuentro con los dignatarios budistas en un templo de Rangún.
Para el papa, "toda la sociedad debe compartir la tarea de superar el conflicto y la injusticia".
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El argentino actúa con cautela desde su llegada a Birmania el pasado lunes, teniendo en cuenta que la opinión pública budista ve con malos ojos las críticas internacionales sobre el trato a la minoría apátrida a esta comunidad.
De hecho, el pontífice ha procurado no pronunciar esa palabra tabú, a pesar de que en Roma se refirió públicamente a sus "hermanos rohinyás torturados y asesinados".
En Birmania, la xenofobia y el odio de los musulmanes ganan terreno y una gran mayoría de los habitantes considera a esa tribu, a los que llaman "bangladesíes", como inmigrantes ilegales que no forman parte del país.
Más de 620.000 miembros de esta minoría están refugiados en Bangladés, desde finales de agosto, para huir de la violencia del Ejército birmano, culpable de "limpieza étnica", según la ONU.
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Pero el alto clero budista, que tardó años en expulsar al movimiento de los monjes extremistas de Wirathu, que propaga el odio del islam, nunca se ha expresado a favor de la minoría musulmana discriminada.
Los monjes, que son más de 500.000 en el país, forman una fuerza considerable y siempre han participado en la política de este país del sudeste asiático.
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En la época de la Junta Militar, estuvieron a menudo al frente de las manifestaciones contra la dictadura, pagándolo a veces con su vida.
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