Cuando se trata de su salud, el agua que consume desempeña un papel crucial. En algunos lugares de Colombia, como en Bogotá, confiar en el agua de la llave puede parecer una opción viable, según autoridades. Sin embargo, la realidad es que en la mayoría del país, esta práctica es desaconsejable y podría acarrear consecuencias para su bienestar.
¿Qué consecuencia podría tener el consumo de agua de llave?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte sobre los riesgos asociados con el consumo de agua no potable. Este tipo de agua puede albergar microorganismos patógenos, sustancias químicas nocivas y contaminantes biológicos que representan una amenaza directa para su salud. Los efectos adversos más comunes suelen manifestarse en forma de enfermedades gastrointestinales, que pueden ser debilitantes e incluso poner en peligro su vida.
La transparencia del agua de la llave puede ser engañosa. Aunque parezca limpia a simple vista, puede albergar bacterias peligrosas como la Escherichia coli (E. coli), que se origina principalmente a través de la contaminación fecal. Los suministros de agua rurales son especialmente susceptibles a esta contaminación, lo que aumenta el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua.
Los síntomas de las enfermedades relacionadas con el consumo de agua contaminada pueden variar desde dolores estomacales y diarrea hasta complicaciones más graves, como insuficiencia renal. La leptospirosis, la hepatitis A y el cólera son solo algunas de las enfermedades que pueden propagarse a través del agua contaminada, especialmente en áreas donde las fuentes de agua no están adecuadamente tratadas.
Ante esta realidad, la OMS recomienda algunas medidas de precaución, especialmente en áreas donde el agua de la llave no es segura para el consumo humano. Una de estas medidas es hervir el agua durante al menos un minuto en una olla de acero inoxidable. Es esencial evitar el uso de recipientes de aluminio, cobre o plástico, ya que pueden interactuar con el agua y provocar reacciones químicas no deseadas.
Según la prestigiosa Clínica Mayo, el agua constituye entre el 50 % y el 70 % de su cuerpo, desempeñando funciones vitales para su bienestar general. Entre estas funciones se incluye la regulación de la temperatura corporal, la protección de tejidos sensibles y la lubricación de las articulaciones, entre otras.
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Sin embargo, tanto la falta como el exceso de agua pueden tener consecuencias negativas para su salud. La deshidratación puede manifestarse a través de signos de fatiga, cansancio y falta de energía, mientras que el consumo excesivo de agua puede llevar a problemas renales, como la hiponatremia, una condición peligrosa que puede afectar la función cardíaca y la presión arterial.