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Feria del Libro de Bogotá también tiene espacios para los privados de la libertad

La Feria del Libro llegó hasta la Cárcel Distrital de Varones y Anexo de Mujeres demostrando que la literatura es para todos. Los presos pudieron conversar con la autora española Irene Vallejo.

Para las personas privadas de la libertad que permanecen en la Cárcel Distrital de Varones y Anexo de Mujeres, los libros que encuentran en la biblioteca del penal son la manera de salir de los muros y barrotes en los que habitan todos los días, a través de su imaginación. Es por eso que en medio de los primeros días de la edición 36 de la Feria del Libro de Bogotá, este evento encontró una nueva manera de llegar a ellos.

En su segundo día, la FILBo salió de Corferias y llegó hasta el centro carcelario para demostrar que la literatura no está limitada y que puede ser una gran herramienta para aquellos personajes que, vestidos de overoles naranjas y cafés, anhelan un mejor mañana.

A través de la Red Distrital de Bibliotecas y la Feria del Libro, 50 privados de la libertad tuvieron la oportunidad de compartir un espacio con la autora española Irene Vallejo, que se extendió por unas dos horas y en el que lograron resolver dudas, compartir reflexiones y, en general, hablar sobre lo que los apasiona a todos: los libros.

Nataly Camacho, una de las mujeres privadas de la libertad que logró compartir este espacio con la famosa autora de El infinito en un junco, señaló que "es un privilegio porque, de tantos espacios que hubiera podido escoger una escritora que es la invitada de honor de la Feria del Libro, haber escogido un establecimiento penitenciario es algo que marca la diferencia, no solo para ella, sino para nosotros".

Además, Camacho es en la actualidad la bibliotecaria de la Cárcel Distrital, en donde asegura que ha encontrado en la literatura el escape de su dura realidad. "Este espacio, por más pequeño que sea, es un espacio que nos hace libres, todos estos más de 5.000 libros que nos rodean nos hacen reconocer que tenemos memoria y que podemos tomar un papel y un lápiz para contar lo que hemos vivido acá".

Así lo señalan otros presos como Julio Vargas, quien detalló que "aquí la gente lee, estar en la biblioteca es un honor porque su mente tiene la oportunidad de estar en constante auge y para olvidar estos sitios de privación de la libertad, la cárcel no tiene espacios".

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Por su parte, la escritora española aseguró que para ella estos espacios reivindican la lectura como un espacio libre. "Me llevo una gran emoción que me ha embargado durante el diálogo y cuando varias personas me han compartido sus textos y creaciones. Haber compartido un amor por el arte que nos une a todas las personas y también una visión y una mirada distinta sobre la promoción de la lectura en lugares difíciles".

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