Han pasado 20 años y las lágrimas aún son inevitables para las familias de los 21 ángeles que murieron en el accidente de la ruta 12 del colegio Agustiniano Norte.
Aún se quiebran cuando hablan del tema y muchos no se atreven siquiera a recordar ese día.
¿Cómo se recupera una mamá de la muerte de un hijo? “No es fácil el proceso y tampoco hoy es fácil sentir que han pasado 20 años y que ya no está. Cuando uno se da cuenta a veces siente que con el tiempo es más duro saber que ha pasado y que esa persona que uno tanto amó ya no está”, reconoce María Eugenia Pineda, madre de uno de los estudiantes del Agustiniano Norte.
En medio del dolor del recuerdo, Fernando Páramo, padre de otro de los niños fallecidos, dice que es difícil “llenar un vacío, cómo - a partir de las cenizas - reconstruir toda una familia que queda incompleta y un anhelo y también cómo tratar de vivir con esa ausencia, a veces todavía lloramos, solos, pero lloramos”. “Somos felices, pero no completos”, enfatiza.
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Pedro Moreno es otro padre con el corazón roto. Han pasado 20 años y las lágrimas aún son inevitables para él y para las familias de los 21 ángeles.
“Pierde uno una parte de su vida, un apéndice de la vida nuestra. Nunca habíamos tenido esa experiencia en la vida y creo que es de la más duras para el ser humano: uno como padre perder un hijo, porque es como lo antinatural”, comenta Moreno, con la voz entre cortada, al recordar la partida de su ángel de tan solo 8 años. “Es un recuerdo realmente triste, muy triste, que me produce dolor, mucho dolor me toca asumir el dolor, porque me toca aceptar la vida como viene”.
Los sobrevivientes de la tragedia
21 niños perdieron la vida y 25 más lograron sobrevivir. ¿Cómo? Ni ellos mismos lo saben, en ese momento todo era confusión, lágrimas, gritos, nadie sabía qué estaba pasando.
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“Verlo pues fue algo emocionante, lo abracé, lo alcé y lo cogí de la mano fuerte y lo único era llevarlo, quería llevarlo era a un médico, a que lo revisaran”, cuenta hoy Juan Carlos García, emocionado y sentado al lado de su hijo, quien en ese entonces solo tenía 4 años. El niño sufrió heridas menores en la cabeza, su padre no salía del asombro al ver la noticia en los periódicos y él en su infinita inocencia no sabía que su ángel de la guarda se lo había arrebatado a la muerte.
Otro de los sobrevivientes es Juan Daniel Pinzón, quien perdió a su mejor amigo. Él tuvo una lesión en la pierna y un problema en un ojo, por lo que tuvo que pasar 8 veces por una sala de cirugía.
La familia Moreno enfrentó la contradicción más dura de sus vidas: perdieron un hijo, Camilo, pero otro sobrevivió. “Mamá me contaba que yo decía que mi hermano me va sacado”, revela Carlos, quien estuvo internado en la clínica varios meses, su rostro quedó desfigurado y, para protegerse del dolor a sus 6 años, bloqueó muchos recuerdos.
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