Guillermina Epieyú, una autoridad tradicional wayú, explica que esta tradición milenaria comienza con el encierro, que puede durar entre seis meses y un año, después de la primera menstruación de una adolescente.
"Es allí donde la abuela materna tiene la responsabilidad de cultivar, de enseñar a la niña sobre los valores culturales y sobre las prácticas, el tejido, el pensamiento, el actuar de una mujer wayú", explica Qwenty López Epiayú, una líder que, como pocas, se atreve a hablar de sexualidad en las rancherías de La Guajira, donde este tema se aborda con timidez por ser prohibido.
Una vez superado este importante rito indígena viene el cortejo, en el que un pütchipü'ü o palabrero es intermediario entre las familias para pactar una dote.
"Es una entrada de la familia del joven, llámese de cualquier clan, es una entrada hacia la familia, si el joven es de un clan uriana da un dote como entrada a la familia del clan epieyú, eso no es un pago, eso es un reconocimiento para que el joven entre a la familia de la joven", explica Guillermina Epieyú, autoridad tradicional wayú.
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Este patrimonio acordado se entrega en animales, collares y dinero
Se toma como un "respaldo socioeconómico que hay entre dos familias, cuando dos personas deciden unir sus vidas, porque no solo es la unión entre parejas sino entre familias y clanes. Es un respaldo para la familia de la futura pareja, para sus hijas, en caso de que esa persona no esté en el futuro", dice Qwenty López.
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La dote es administrada por los tíos maternos.
Pero ¿qué ocurre cuando una mujer wayú rechaza a su pretendiente?
"Muy pocas veces se ve que una niña se rehúsa, y no se obliga a una mujer a recibir el matrimonio. Si ella está en su gusto y en caso tal se llega rehusar, la abuela habla con ella para que de pronto mire el beneficio para ella y para su familia", afirma Kendri Peñalver, líder y educadora wayú.