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Está claro que el futuro del delantero no está en Portugal. Y si llegara a ser cierto que Mourinho lo quiere, Falcao, antes de ir por ir al Real, debería detenerse a pensar que el cuadro capitalino suele menospreciar a veces a sus jugadores y repetidamente bota el dinero en buenos atacantes. Muchos han desfilado por la alfombra blanca y se han ido con un sabor amargo. Michael Owen, Javier Saviola, Robinho, Cassano, Huntelaar, Robben, Julio Baptista, Adebayor y hasta Fernando Morientes, quien hacía un tándem generoso con Raúl, se fueron del club apretando los dientes. El mejor momento de Falcao, que es hoy, no debe perderse en la banca del mañana. La titular se gana todos los días, pero el colombiano no llegaría al Real con puesto fijo, como si podría suceder en otras escuadras. Por más que sus números demuestren capacidad, es posible que el Madrid necesite un nombre más rutilante como nuevo fichaje. Ir allá, por ende, podría ser un gran error. Falcao vive un orgasmo del gol. Lleva ya 16 goles en la Liga Europa con el Porto, que pagó cuatro millones de euros por sus servicios, y logró llenar con creces el vacío que dejó el argentino Lisandro López en 2009, cuando se fue al Lyon por cerca de 24 millones de euros. Eso es lo que valdría tener hoy a Falcao. Algo así como 20 millones más de lo que desembolsó el cuadro portugués a River Plate. Sin llamar a elogios excesivos, Falcao está en constante éxtasis, se dio el lujo de tumbar el récord de Jurgen Klinsmann de 15 tantos con el Bayern en el título de 1995/96, cuando el tornero era llamado Copa Uefa, y se perfila como artillero de élite. Las cosas, empero, deben medirse a su altura. La Liga Europa es muchísimo menos que la Champions y los últimos cinco goleadores, por hacer una muestra, de este campeonato tampoco son la gran maravilla: Claudio Pizarro y Óscar Cardozo (2010); Vágner Love (2009); Pavel Pogrebnyak y Luca Toni (2008); Wálter Pandiani (2007); y Javier Saviola y Frederick Kanouté (2006). Falcao sí puede brillar en el Real Madrid. Tiene con qué. Pero corre el alto riesgo de pisar en falso por llegar al club megalómano por excelencia. Sería factible que fuera a calentar la banca y él no está para eso. Ya lo hizo su compatriota Edwin Congo y ese es otro caso que, increíblemente, podría tener un final parecido: pocas oportunidades y una despedida sin gloria. Últimos campeones y goleadores de Liga Europa (Copa Uefa) 2010: campeón Atlético Madrid Goleadores: Claudio Pizarro (Werder Bremen) y Óscar Cardozo (Benfica): 9 tantos 2009: campeón Shakhtar Donetsk Goleador: Vágner Love (CSKA Moscú): 11 tantos 2008: campeón Zenit San Petesburgo Goleadores: Pavel Pogrebnyak (Zenit) y Luca Toni (Bayern): 10 tantos 2007: campeón Sevilla Goleador: Walter Pandiani: 11 tantos 2006: campeón Sevilla Goleadores: Frederick Kanouté (Sevilla) y Javier Saviola (Sevilla): 6 tantos En Twitter: @javieraborda
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No es posible que alguien que se precie de ser hincha lleve un cuchillo de carnicero al estadio. O que mande como jabalina media de aguardiente al campo con la intención de descalabrar a algún despistado kinesiólogo o jugador. Tampoco se entiende por qué algunos se quitan la camiseta en las tribunas y dejan su torso desnudo si eso, el color de la divisa, es precisamente lo que lo identifica a uno como seguidor. Y menos que se haga bajo un frío que hace tiritar, como si eso demostrara una fuerza que al final es inexistente. El estereotipo es de hombres menores de 30 años, pelo largo o descuidado, tatuajes hechos con tinta y aguja caliente, mugre a la vista, olor a marihuana o cigarrillo barato, baja escolaridad, tenis rotos y pobreza. El fútbol no debe ser de los ricos, pero tampoco de mendigos. Y de estos últimos cada vez hay más en los alrededores de los estadios. “Una monedita para la boleta, loco”, piden. Y hay quienes les dan, con miedo. La defensa de los barras bravas es que no todos son maleantes, sino tan solo unos pocos anárquicos. Que sí van a alentar a sus equipos, así sea de espaldas a la cancha (sin ver el partido) o bailando coros argentinos con el guarro de al lado. Esgrimen que hasta hacen labores sociales. Pero aun cuando se sabe que generalizar es malo y que seguramente hay quienes cumplen con una conducta decente, tiene muy poco valor pertenecer a este tipo de agrupaciones. No se gana nada con estar ahí, en medio de esa peligrosa multitud. Si acaso problemas. O penas. Aquel que gusta del fútbol quiere ir a ver fútbol. Nada más. Lo demás es añadido. La compañía, el desahogo, el ambiente… Cosas que son apropiadas para el disfrute, aunque no imprescindibles. El hincha no puede renunciar a su equipo, pero sí a una barra. Cuando las personas que están cerca esconden navajas y se la pasan drogados, se está en el lugar equivocado. La vida no vale menos que un gol y estas cancerígenas manadas cuentan entre sí maleantes capaces de afrentar a quien se les venga en gana. Incluso a sus mismos ‘parceros’. Todo sin explicación. Tristemente, sus integrantes se reproducen como ratones, mientras otros animales se alejan del estadio por simple instinto de supervivencia. En Twitter: @javieraborda
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Asegura Santiago Solari, el “indiecito” argentino que jugó para el Real Madrid, que fue brillante la renuncia a la pelota que ordenó Mourinho a sus jugadores en la final de la Copa del Rey. Sandro Rosell, presidente del Barcelona, tuvo otra visión y alzó el mentón a pesar de perder el título. "En la derrota, también somos campeones", dijo, con altura. Los egos de estos equipos son muy grandes, a veces soberbios. Más por parte del madridismo, sin duda. Pero es innegable que esta lucha épica es atractiva y hasta morbosa. La semifinal de la 'Champions' entre dos colosos abrirá una herida, marcará una cicatriz duradera y eso gusta al aficionado, cuando gana. Todo llega con la revolución española. Desde que Grecia ganó la Eurocopa en 2004 con un fútbol excesivamente defensivo, se ganaron varios títulos a su semejanza, incluido, entre muchos otros, el de Once Caldas en la Libertadores. España tumbó mitos y triunfó en la Eurocopa y en el Mundial de Sudáfrica con otra apuesta, una más arriesgada y vistosa. En esa misma línea, inclusive mejor, Barcelona ha demostrado ser una institución de valores, de creencia en las divisiones inferiores, de inversiones acertadas (salvo Ibrahimovic) y de, lo más importante, triunfos resonantes. Todo bajo un manto de fútbol propositivo, de ideas claras y figuras notables. Real Madrid parece haber intentado lo contrario en los últimos años: atajar a su rival, pensando más en el otro que en sus propias debilidades. Lo ha buscado con numerosos fichajes (como para igualar o acercarse a Messi y compañía) y muchos técnicos que han cobrado en la Casa Blanca sin ganar en Europa. Queiroz, Camacho, Luxemburgo, Capello, Schuster y Pellegrini son algunos ejemplos. El estilo del Barcelona es más agradable y sano, aunque no más válido. En eso están igualados. Ambas propuestas son respetables. El equipo culé se la jugó con un hombre de la casa como Guardiola (antes con Frank Rijkaard) y ha formado cracks, mientras el Madrid se comprometió a pagarle a Mourinho diez millones de euros por temporada pase lo que pase. La chequera del todopoderoso Florentino Pérez apareció y puso en la mesa a Cristiano Ronaldo y Kaká. El técnico portugués aceptó el nuevo reto, después de ganarlo todo con el Inter en la pasada temporada. Con eso, que es alabable, Real Madrid ya detuvo al que muchos piensan es el mejor equipo de la historia. La literalmente estropeada Copa del Rey fue otra vez a sumar a su palmarés. Demuestra esto que las hegemonías siempre tienen su final (puede que no llegue todavía) y que hay medios para interrumpirlas, así no sean los que uno prefiera. Lo peor que podría pasar con un triunfo 'merengue' en la Liga de Campeones es que muchos tomen nuevamente como ejemplo el destruir más que el construir. Y que se cumpla el vaticinio de Ronaldo, el delantero brasilero que jugó para las dos escuadras: "El Barça es mejor, pero ganará el Real Madrid". En Twitter: @javieraborda
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Algunos expresan comentarios que a la postre se hacen célebres y otros prefieren sumar solo palabrería a sus días. Mourinho está en las dos orillas. Unos lo magnifican por sus juicios verbales, pero otros simplemente ven en él un personaje ficticio.
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Ya se ha dicho con acierto que el fútbol es espejo de la sociedad. Y en Colombia, país lleno de desgracias y alegrías excepcionales, refleja muchas veces pobreza y carencia de valores. Fíjese usted no más en toda la plata que se ha perdido en los casos de corrupción destapados recientemente y en la histórica explotación laboral. No hay por qué extrañarse de que el fútbol nuestro sufra males parecidos. El balompié colombiano es pobre y ha esfumado sus fortunas en transferencias oscuras de jugadores, directivos despilfarradores y toda clase de abusos a los empleados y las instituciones. De nuevo, como en el caso de la lechuza, hay malgenio en el país por un acto ligado al fútbol. Hernando Ángel no pateó un animal, pero cambió su apellido por el de un demonio que mandó a unos adolescentes a jugar frente a Millonarios. El propósito del directivo, dueño de Boca Juniors, Centauros y Quindío, era no pagarle a la primera plantilla tres meses de sueldo. La posterior goleada 5-0 fue para él insignificante. No así para el cuadro de Armenia y su hinchada. Eso, sin embargo, es solo una gota en la gran piscina de carencias que nos ahoga. Un dineral (45 mil millones de pesos) pagó Postobón para ponerle su nombre al torneo y para ayudar un poco a los equipos. La mejoría ha sido nula. La plata se la han comido en no se sabe qué. El campeón Once Caldas está en la olla. América, con sus 13 relucientes estrellas en el escudo, debe 18.576 millones de pesos, según publicó El Tiempo. La pobreza en Colombia no se disimula. Está latente en todos sus ámbitos. Lo merecemos El fútbol colombiano va acorde con la historia que vivimos, una llena de contrastes. Hace poco, mientras expandilleros y exintegrantes de barras bravas jugaban durante doce horas un partido como ejemplo de convivencia en el sur de Bogotá, casi al mismo tiempo, en Ibagué, eran detenidas 50 personas que intentaban entrar con armas al juego entre Tolima y Millonarios. Pedir paz en el fútbol antes que en el país es casi un disparate. Tener a todos los equipos en buena situación económica en este medio adverso es un imposible. Hay aproximadamente tres millones de desempleados y ocho millones de subempleados en Colombia. El fútbol puede no ser tan especial para escapar de esta realidad. Los esfuerzos deben continuar sea como sea. Pero es necesario prestarle atención a las cosas de fondo. El caso sonoro hoy es el citado partido del Quindío y el portero de 16 años Jeison Lizalda, quien lloró tras la derrota en un acto, de verdad, conmovedor. Luego fue considerado “héroe”, descubrieron que cuenta 33 medios hermanos y que él tiene muchos sueños. Como todos. El circo puede seguir. Entonces continuaremos hablando de las abejas que interrumpieron el partido Huila-Santa Fe de la fecha 11, de la lechuza o del ataúd que entraron unos hinchas al estadio General Santander con el supuesto cadáver de un amante del Cúcuta. Si queremos, citaremos nimiedades, como que el técnico Arturo Boyacá dice que le cae mal a los periodistas porque no los invita a almorzar. Todo lo anterior es especial. De acuerdo. Le da un tinte muy colombiano, muy particular. Pero el fútbol es más que eso y actualmente está en muy poco. Es más, recorre otra vez un círculo vicioso que nos lleva a las mismas partes. A la pobreza, la corrupción y la violencia. Y solo de vez en cuando a triunfos desacostumbrados. Si quiere seguirme en Twitter: @javieraborda
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La diferencia entre el fútbol europeo y suramericano no se basa solo en fortunas, el nivel de los torneos o la cultura de los aficionados. Se nota a leguas en el aporte que hacen las confederaciones a sus páginas web oficiales. Un abismo las separa actualmente. Es como ir del mejor partido de la ‘Champions’ al más aburrido de la Sudamericana. Conmebol.com es un leve esfuerzo inútil. Nos hace quedar mal. Representa la mediocridad que tiene a veces nuestro fútbol. Así se constata al menos cuando carga la página, porque reiteradamente no funciona. Es posible que le pase si intenta abrir el anterior hipervínculo. Algo tan grave como morir. La pena, los errores y las fallas le han sucedido a todos los medios, pero lo que acontece aquí es excesivo, al punto de convertir el interés del usuario en sadomasoquismo. En sufrimiento. Se padece a cada rato al ver el aviso: “Error FW-1 at Power2: Failed to connect to the WWW server”. Se nota que le falta mucho Viagra al servidor para responder. Lo más triste es que la Conmebol no carece de dinero para pagar un rediseño y contratar o adecuar, siquiera, un equipo de periodistas presto a producir mejor información. Al ser el ente oficial del fútbol suramericano, debería, como mínimo, reducir el ‘copy paste’ de cables de la agencia EFE, cubrir con sus medios los partidos y dar su propia visión de lo ocurrido. La FIFA lo hace mucho mejor. Tiene once personas trabajando en su web en Zurich y editores alrededor del mundo. “Los aspectos más valiosos que contamos son la autoridad de ser el portal oficial del máximo organismo del fútbol mundial y el acceso exclusivo y de contenido que nos permite alcanzar a las estrellas”, según respondió, vía mail, su departamento de prensa. En un rápido vistazo, y no en dedicada búsqueda de falencias, se nota que la actualización en Conmebol.com es lenta. No tiene videos ni galerías. Opciones como “centro de noticias” y “calendario de eventos” son inservibles. Basta con encontrar que el próximo Mundial es el de Sudáfrica. Hay más, pero para restar. Hacer clic en una “competición” como la extinta Merconorte y no encontrar nada es hasta irónico. Tanto como intentar descargas que no abren ningún archivo. El histórico de las nóminas, goles y datos de los partidos de, por ejemplo, la Copa Libertadores tampoco están presentes. Por todo eso es que la web de la Conmebol está en el puesto 67 649 del tráfico mundial en Internet*. La página de la UEFA, en cambio, ubica el 1755 y Fifa.com, el 3068. No es cosa del azar, sino de trabajo. La africana está en el lugar 49 504 del ranking y la asiática, en el 8653. Una ‘goleada’ indiscutible en nuestra contra, aunque merecida. Sólo se le gana a la Concacaf (212 643), que no es mucho. Hay formas de hacer ver mejor lo que pasa. Como un cero a cero “táctico” o una mujer fea pero bien arreglada. Se trata de eso y más. De pedir que los dirigentes de la Conmebol, viejitos ya, despabilen y le metan plata y mano a Internet. Un consejo que, por demás, es igual de válido para la Federación Colombiana de Fútbol y la Dimayor. *Datos de Alexa.com. 24 de marzo de 2011. En twitter: @javieraborda
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Joan Manuel Serrat, hincha insigne del Barcelona, dio hace poco un consejo muy aplicable en estos nuevos días de plácemes para el cuadro catalán, apenas después de que haya barrido al Arsenal en los octavos de final de la Champions. “Ahora es un momento para darle gracias al Barcelona porque nos hace muy felices a nosotros, no a los del Madrid”, dice el cantautor poeta. Hay que “dedicarse a disfrutar” viendo a este equipo, reitera. Y eso hay que tratar de conservarlo “de la mejor manera posible y saber que todo es efímero”, recuerda. Con toda certeza es así. Dinastías futbolísticas no suelen durar ni siquiera una década completa y siempre han dado paso a otras. Real Madrid marcó los cincuenta, Peñarol los sesenta, Independiente, Bayern y Ajax algo de los setenta… Boca se consagró de la mano de Bianchi a finales de los noventas y comienzos de siglo… Únicamente después de 80 años, hasta Sudáfrica 2010, ganó un Mundial un país diferente a Uruguay, Italia, Alemania, Inglaterra, Brasil, Francia, Argentina e Italia. Lo hizo España. Hoy estamos en ese territorio, en el imperio del Barcelona. El fútbol actual del equipo blaugrana ya está en la historia. No necesita más, aunque puede serlo. A veces, en momentos de reflexiones insensatas, su proeza es hasta aburridora. Se sabe que siempre gana. La noticia es su derrota. Pero algún día habrá que pasar inevitablemente la página, cuando le sea ajena la victoria desproporcionada. Esta larga cadena de triunfos y exhibiciones no durará eternamente. El ‘dream team II’ del Barcelona es un equipo terminal. Por fortuna, no se ve que esté agonizando. Está bien continuar disfrutándolo, como dice Serrat, así algunos prefieran aguantarlo deseando su desgracia. En Twitter: @javieraborda
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En febrero del 2000, paramilitares fueron a El Salado, un pueblito de Bolívar, y jugaron fútbol, borrachos, en la plaza con las cabezas de algunos campesinos que habían degollado solo minutos antes frente a niños y mujeres. El año pasado se cumplió una década de tal barbaridad y no se hizo mucho ruido al respecto. Tampoco numerosos clamores de justicia o visos de indignación. Muchos están por estos días literalmente consternados con la patada que le pegó Luis Moreno a una lechuza en la cancha del estadio Metropolitano. El panameño dio unos doce pasos y optó por elevar al animal con su botín derecho. Luego se le vino el infierno. Se excusó y no fue suficiente. Ya recibió, según dijo, hasta amenazas de muerte por su decisión, que no fue fortuita. Tuvo tiempo para advertir lo que iba a hacer. Y se equivocó. Disculpen la comparación. Pero si bien es muy cierto que entre los dos casos hay abismales diferencias, hay un lugar común que es un extremo. De eso somos expertos los colombianos. De elevar figuras y crucificar humanos. Este es un nuevo caso. A la lechuza, que en paz descanse, para seguir con la ridícula retahíla, se le trató mejor que a una de las miles de víctimas de nuestro país: al menos fue atendida por un médico veterinario. Y el futbolista, que naturalmente mostró carencia de sensibilidad e inteligencia, ha despertado todo el rechazo que debería nacer en nosotros ante un asesino o un violador, por decir lo menos. Aquí ya murió Andrés Escobar. Ni pensar en que algo le suceda a Luis Moreno. Es imperiosa la moderación y dejarnos de estupideces. El secretario de recreación y deportes de Barranquilla, Gonzalo Baute, llegó a decir que la lechuza sería embalsamada y puesta en una urna de cristal en el estadio Metropolitano. El veterinario que atendió al animal agradeció “el apoyo nacional e internacional de la comunidad científica” para ayudar a la lechuza antes de su muerte. Suena todo eso a exageración, al igual que el pedido de algunos para que el futbolista sea expulsado del país o que nunca más pueda ejercer su profesión en Colombia. El fútbol da para todo. En 2009, Hayder Romero, también con la camiseta de Junior sudada, había golpeado una lechuza en el estadio. Jugadores le han pegado más duro a recogebolas o han lesionado alevosamente a sus colegas. El tiburón Willie, mascota de Junior, tuvo problemas por pisar la camiseta del Cúcuta. Cientos de perros se han metido a las canchas. Goycochea se orinó en un poste de su arco en el Mundial del 90. El técnico de Alemania Joachim Low se comió los mocos en Sudáfrica 2010 ante millones de espectadores… La imagen de Moreno pateando la lechuza es repudiable e irritante. Bienvenido sea un castigo para él y su atrevimiento. Es suficiente. Si es por seguir hablando de animales, mejor paremos ya con esta lora. En Twitter: @javieraborda
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Darse el gustico con la colombiana tiene su precio. Y no es en el vestuario de la alcoba sino en el del Nou Camp donde Piqué paga caro su relación con la reina Isabel, con Isabel Mebarak Ripoll, verdadero nombre de Shakira. Hastiados ya algunos jugadores del Barcelona con la historia rosa, el técnico Guardiola le dijo al defensor que acabara con el ‘wakarumor’ de inmediato. Él asintió y aceptó cuidarse de escándalos y francachelas. Prometió concentrarse, jugar mejor con la pelota y no 'empelota'. Después aparecieron, quien sabe si por complacencia de los interesados o por la cacería mediática, unas fotos por las que se habían llegado a ofrecer 100 mil euros. En la primera imagen, Shakira y Piqué en una fiesta. Luego, ya cogiditos de la mano. Piqué es buen jugador, aunque no el mejor en su posición. Tiene un récord interesante a sus cortos 24 años: es uno de los cuatro futbolistas (junto con Marcel Desailly, Paulo Sousa y Samuel Eto'o) en ganar la Champions dos años seguidos con equipos diferentes. En su caso, con el Manchester United (2008) y el Barcelona (2009). Piqué es campeón del mundo y bujía del mejor conjunto catalán de la historia. Cuenta sus méritos para halagarse de futbolista. Antes de saberse su historia con Shakira se le veía, sin embargo, más fresco, más natural en la cancha. Las caderas no mienten y las cámaras, que tanto están hoy sobre él, tampoco. Piqué ya fue silbado en casa por su bajo rendimiento en un reciente juego contra el Athletic. Debe mejorar. Algunos shows amorosos de los jugadores cansan al aficionado y este es uno de ellos. Es como ver a Beckham o Cristiano Ronaldo más preocupados por cumplir con su metrosexualidad que por hacer un gol. Piqué va, infortunadamente, rumbo a ese destino. Y eso que casi no hace goles ni es un crack. Una gran prueba de ello es que acaba de fichar por Mango para ser su nueva imagen. Posa como modelo de la línea masculina, mientras Scarlett Johansson lo hace a la otra orilla. … ¿Piqué? Lástima, ya no es solo el jugador. Recuerdo el gol que le hizo al Inter en la pasada semifinal de la Champions, cuando dejó desparramado a Iván Ramiro Córdoba en el área, pero también la imagen que acompaña este texto. Ese es otro. Es ahí cuando pienso que Piqué en realidad no se tira a Shakira como muchos envidiarían, sino que esa relación está produciendo todo lo contrario. En Twitter: @javieraborda