Con 16 años, Luciana Rojas García ya marcó un hito no solo en su historia de vida, sino en la de toda una generación. Esta alumna obtuvo lo que parece imposible, 500 puntos en la prueba ICFES, un resultado perfecto.
“La verdad no sé muy bien que pensé o que sentí. Me dio risa nerviosa, se lo muestro a mi papá. Estábamos llorando de la felicidad”, recordó la joven.
Luciana dice que siempre tuvo claro que su meta personal era un puntaje en el ICFES superior a los 400 aciertos, algo complejo a simple vista, pero no cuando se tiene perseverancia y amor por la lectura.
“Es una lectura que tienes que hacer críticamente y siento que el entrenamiento es fundamental y no cuesta tanto porque al final puedes estar leyendo cosas que disfrutes y te vas acostumbrando. La confianza en uno mismo también es fundamental. Confiar en ti disminuye los nervios y los pensamientos negativos mientras estás presentando la prueba”, anotó.
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Luciana Rojas también mencionó lo que la mantuvo anclada a su objetivo y es el “amor al proceso, porque es un proceso largo. No es un esfuerzo en el que tú corres la carrera, llegaste y ya ganaste, sino que realmente es una maratón. Vas a tener que esperar, por eso te tiene que gustar lo que haces a diario”.
Y no se equivocan quienes dicen que detrás de cada niño que cree en sí mismo hay padres que creyeron en él primero. Mauricio Rojas y Elizabeth García, papás de Luciana, son la base que la ha mantenido fuerte, aunque también un entorno educativo en el que lleva 12 años, el colegio Liceo de Colombia Bilingüe.
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“Aquí uno no se prepara para la prueba en el último año, ni siquiera en los dos últimos años, uno prepara es a lo largo de la vida escolar”, explicó Carolina Correa, rectora de la institución.
Luciana Rojas quiso dejar dos reflexiones sobre lo que debería representar para un país como Colombia este tipo de pruebas: “Hay muchas personas con muy buenos resultados y siento que eso es positivo para pensar que esas oportunidades no son inalcanzables, hay oportunidades que se abren con pruebas, especialmente para quienes más las necesitan”.
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En el caso de Luciana, este primer peldaño representa un deseo profundo, “un alivio económico para la educación superior, porque siento que al final es retribuirle algo a mis papás”.