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  • Gol Caracol

    Lo he dicho una y mil veces: la Selección tiene en mi el efecto de ese primer amor que uno siempre lleva en el corazón, que uno siempre quiere y con el que se va a caer siempre una vez más, a pesar de las penas. Por eso, más allá de este alarde de poesía barata, también me entusiasmé con el debut de Pékerman al frente del equipo, aunque admito algunas preocupaciones. Esta es mi mirada sobre lo que pasó esta semana, que culminó con el 2-0 de Colombia sobre México, pero que tiene que seguir hasta junio cuando se juega lo que cuenta: Perú y Ecuador. 1. La idea ofensiva: Lo más interesante de los pocos días de trabajo que tuvo Pékerman al frente de un grupo que no conocía fue la apuesta ofensiva. Si bien los técnicos saben que un equipo se arma primero de atrás hacia adelante (ley no escrita que te garantiza primero el no perder y así mantener tu puesto), el argentino, zorro, astuto, sabía que necesitaba un golpe de opinión, pegar fuerte de entrada y mostrar que su Colombia sí va a atacar. Porque si algo nos preucupa a todos desde hace años es la pobreza ofensiva de la Selección. ¿Saben cuándo fue la última vez que la tricolor hizo más de dos goles en un partido? El 30 de abril de 2008 en un 5-2 sobre Venezuela que se disputó en Bucaramanga. Antes de eso había sido el 3-1 sobre Ecuador del 23 de junio de 2007 en Barranquilla. Y ojo, ambos fueron amistosos; la última victoria oficial de Colombia con más de dos goles anotados fue el 3-0 sobre los ecuatorianos ¡en la Eliminatoria a Alemania 2006! Por eso el triunfo sobre México generó una buena espina. Sí, fue un 2-0 (otro más, recordemos que Leonel también ganó dos amistosos por ese marcador), pero el comportamiento ofensivo fue realmente interesante. De entrada hay que decir que Pékerman aprovechó la idea táctica que dejaron Gómez y Álvarez. Él mismo lo aceptó en sus declaraciones: “esto es parte del trabajo de Bolillo y Leonel”, dijo sin ser salamero, y no se equivoca: la generación de juego por los costados que propuso Colombia contra México es el aprovechamiento de una idea táctica que estos jugadores traían de antes, pero que esta vez presentó más variantes. Porque lo que hay que aplaudirle a Pékerman no es esa línea de 4 en el medio que ya manejaban Bolillo y Leonel, no, por lo que hay que darle las gracias es porque por primera vez un técnico de la Selección utiliza a Falcao García como debe ser. El 9 jugó de 9, pero no estuvo solo: fue el pivote de Dorlan Pabón, James Rodríguez, Aldo Ramírez y Cuadrado, que siempre llegaron de atrás para respaldarlo o para aprovechar los espacios que generó arrastrando marca. El manejo ideal de la ofensiva del 4-4-2 se vio en el segundo gol: Aldo abre el campo para James, que hace pausa para que desborde por ese mismo costado izquierdo Armero, cuyo centro pasa de largo gracias a que Falcao arrastra sobre sí toda la marca permitiendo que Cuadrado llegue y remate. Es una jugada de trabajo táctico, una apuesta ofensiva clara, y eso sí que nos hacía falta (Vea todo ese segundo gol en este enlace). 2. El problema defensivo El punto fuerte de la Selección de Bolillo Gómez era la defensa. Es más, ese ha sido el clavo ardiente en el que nos hemos sujetado desde hace muchos años porque teníamos arqueros sensacionales y unos defensores de peso internacional. Si hacemos memoria nos daremos cuenta de que la Selección de Gómez se basaba en eso que dije antes: armarse de atrás hacia adelante, y por eso tenía su famoso 4-1-4-1 que nos garantizaba perder pocos partidos pero cuya aplicación no nos ayudó a ganar muchos. A Leonel el 4-4-2 no le funcionó muy bien precisamente por falta de marca y control de la pelota en el medio, y Pékerman va a tener que trabajar mucho para solucionar un problema enorme que ofrece su apuesta ofensiva con los jugadores que la está aplicando: Colombia no tiene laterales, al menos no esta Selección-base del DT argentino. Fíjense que México todo el tiempo le estuvo ganando la espalda a Armero y Zúñiga, y por esas bandas fue que generó peligro. Por ahí nos llegaron, nos centraron, nos tiraron diagonales, y Carlos Sánchez (que de veras es fundamental para esta Selección Colombia) no alcanza a cubrir todos los errores de marca de los laterales. Esto se da no sólo porque la idea ofensiva es de doblajes (James/Armero y Cuadrado/Zúñiga), sino porque ni Armero ni Zúñiga juega de laterales en sus clubes: ellos son volantes externos, casi punteros, y su labor ofensiva es importantísima (Pablito es el tipo con más pases de gol en el Calcio y estoy seguro de que Di Natale le debe más de una invitación a comer). Eso le ofrece un reto enorme a Pékerman: ¿los amarra o busca otro volante que respalde junto a Sánchez? Porque en su idea de una línea de 4 el nuevo seleccionador nacional ya nos dejó ver que quiere un volante que marque y que genere salida. Ese lugar esta vez fue de Aldo, pero igual puede ser de Guarín o de Soto. Si cambia ese puesto de primer generador de juego por el de un recuperador neto (tipo Aguilar), ¿qué tanto pierde su esquema? Ahora bien, hay que ser justos: Pékerman tuvo dos días para trabajar con la nómina que convocó y antes hay que aplaudir que ya sea clara una idea de juego. Pero va a necesitar mucho trabajo y muchas repeticiones para que la defensa y la recuperación sincronicen, porque si algo quedó claro después del juego contra México es que con la pelota Colombia sabe qué hacer, pero sin la pelota no tiene ni idea... y ese ¡eureka! sólo va a aparecer con trabajo, cosa que me preocupa porque es precisamente lo que no tendrá Pékerman de acá a junio. Se la dejo así: nuestro punto débil está en las bandas (por no entrar en detalle del momento de los centrales en sus respectivos clubes), y Perú es una máquina ofensiva por los costados con Jefferson Farfán y Juan Vargas. Para no ir más lejos, no nos olvidemos que Vargas fue el as para destruir el esquema de Gómez en la Copa América en la que Perú nos eliminó con un 2 a 0... 3. El talento individual La gente con poca memoria y exceso de antipatía hacía Maturana y Bolillo suele decir que las selecciones de los 90 habrían calsificado a los Mundiales de 1990, 1994 y 1998 sin necesidad de técnico, lo que es un error terrible: el DT siempre será necesario y un buen estratega sabe cómo manejar el talento del que dispone. Que luego estos dos señores se quedaran en una falta de actualización que ayudó, en el caso de Pacho, a que no fuéramos a los Mundiales del 2002 y 2006 es otra cosa de la que no voy a hablar esta vez. En esa década había talento de sobra y ahora lo hay. Es más, antes también lo hubo pero no fue bien manejado. A los errores dirigenciales que no supieron darle un norte a la Selección desde 1999 le atribuyo la responsabilidad de echar a perder una generación muy buena, que incluía a jugadores de mucho talento y prestigio como Juan Pablo Ángel, Miguel Calero, Freddy Grisales, Néider Morantes, Gerardo Bedoya, Jairo Castillo, Franky Oviedo Iván Córdoba y el propio Mario Yepes, sólo para nombrar a los de mayor trayectoria internacional. Ahora Pékerman tiene una camada muy interesante comandada por los campeones del Sudamericano Sub-20 2005 y a la que se suman otros jóvenes talentos como James, Dorlan, Cuadrado, Espinosa y compañía. Hay nómina, no tengo duda de ello, y los jugadores mostraron frente a México y en los entrenamietos previos que hay disposición y actitud: todos se bajaron del avión para ponerse a órdenes del técnico, todos mostraron respeto y admiración por su nuevo jefe, todos cumplieron y todos tienen claro que no quieren repetir la historia de esa generación perdida que logró muchas cosas en sus clubes pero que no supo lo que era jugar un Mundial. No sé usted, pero el primer paso de este proceso me hace volver a tener fe. Es un amistoso y eso no cuenta, pero sirve para ver cosas; y aunque hay muchíismo qué mejorar, al menos queda la promesa en el aire de que hay con qué mejorarlo. Ahora, que se cumpla contra Perú y Ecuador. Esto sólo fue un arranque, un primer paso firme como ya dije, pero de nada sirve si no se mejora para sumar donde sí es necesario, en Lima y Quito. Si no, esta habrá sido la enésima vez que la Selección nos endulza el oído a todos para luego rompernos el corazón. La muy perversa... Hablemos de fútbol en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad

  • Gol Caracol

    Son poco precavidos aquellos que profetizan el éxito de Nacional en apenas el inicio de una competencia en la que basta un traspié para quedar eliminado. Demostrado el potencial que tiene el plantel, a Nacional le toca desde ahora cargar con el peso del favoritismo y mantener el rendimiento. Lo único que ha ganado Nacional hasta el momento es presión para responder a las expectativas, lo cual, vale decirlo, demostrará a la postre su jerarquía. El equipo ha sido superlativo y va en progreso. Está jugando muy bien con futbolistas que buscan el gol espontáneamente. El Nacional de hoy se disfruta, se goza. Goleó al Cali y al Chicó 4-0; venció a Millonarios con un equipo suplente; derrotó con categoría a Universidad de Chile 2-0 en Medellín y acaba de destrozar a Peñarol, el pentacampeón de la Libertadores, el finalista del año pasado, con un histórico 0-4 en el mítico estadio Centenario. El único que pudo derrotar al cuadro antioqueño hasta la firma de este texto fue Itagüí. Un lunar menor. Actualmente, todos los elogios son verdes, pero la advertencia es que mañana los agravios pueden ser negros. Ese es el gran peligro que debe saber el conjunto antioqueño. Que después de esta ronda de grupos (si se consuma la clasificación, claro está) llegan las series frente a frente y ahí empieza un reto mayor, más exigente. Por fortuna, el técnico Santiago Escobar ha cumplido la misión de ahogar las voces de éxito desmedido. Tras la gesta en Montevideo, el D.T. aseguró rápidamente que hay que mejorar con el paso de los partidos en la Copa y ordenó al plantel que desinfle los globos de celebraciones todavía lejanas. Nacional, con 8 millones de dólares de inversión aproximada para esta versión 2012, alimentó el sueño de volver a figurar en la Libertadores y tiene cómo hacerlo. Ya era hora de que esto pasara, de que dijeran en el exterior que un equipo colombiano deslumbra en toda su expresión desde el inicio del torneo (a diferencia de lo que pasó con Once Caldas o Cúcuta en 2004 y 2007, respectivamente, cuando la máquina engranó más y más con cada reto cumplido). Está muy bien que glorifiquen a Nacional por su “dinámica, velocidad, seguridad interior y exterior”, como manifestó el reconocido periodista uruguayo Alberto Kesman, como también destacó la prensa nacional e internacional. Sin embargo, todo eso ya pasó. Prudencia y exigencia es ahora la tarea para Nacional. No sólo se trata de seguir haciendo las cosas como hoy en día se aplauden, sino de elevar al máximo posible las cualidades. Porque así como el árbitro Carlos Amarilla acabó el partido ante Peñarol 20 segundos antes de cumplirse los noventa minutos, Nacional está expuesto a sufrir antes de tiempo una eliminación no deseada. Le puede pasar a cualquier otro equipo fuerte del continente (Santos, Internacional o Vélez, por ejemplo). Se sabe que el favoritismo ya ha castigado a muchos en la historia. Queda mucho camino por recorrer. Calma, por favor. Y que esto tampoco disminuya el entusiasmo. Posdata: Chelo de Castro, autor de la columna “Las Zancadillas que Junior tolera” en El Heraldo, fue “bochornosamente honesto” con sus sentimientos y las frases ofensivas que escribió hacia Pasto van de la mano de la pobreza de sus excusas. Cito a propósito de estas palabras a Matt Ridley, en su texto “Cuando se enciende Internet, se apagan las inhibiciones; por qué contamos todo”: “El medio mecanizado de Internet no genera encubrimiento sino desinhibición, lo que nos da una actitud de confesión y brusquedad”. Eso fue Chelo de Castro en su columna. Nos dejó ver su confesión de personaje regionalista y que escribe mal en todo sentido, si es que acaso piensa para hacerlo. En Twitter: @javieraborda

  • Gol Caracol

    Por fin tenemos una convocatoria de Pékerman y, más allá de que algunos nombres no le suenen a muchos, quedó claro que el nuevo técnico va a trabajar sobre la base de lo que tenían los dos anteriores. No sólo por cuestiones prácticas (no hay mucho tiempo para ponerse a inventar), sino porque en últimas no hay mucho más. ¿Faltaron nombres? Cada uno tiene una lista. En la mía se destacan las ausencias de Fabián Vargas (yo insisto en que esta Selección carece de líderes) y Carlos Darwin Quintero (es de esos jugadores diferentes que pueden aportar en un momento determinado, aunque también puede ser caótico para cierto esquema), pero sobre todo el hecho de que hay varios jóvenes que desde mi punto de vista podrían empezar a ser acercados al equipo como Víctor Ibarbo, Luis Muriel, Pedro Franco, Michael Ortega, Juan Quintero o Santiago Arias. Pero lo importante, en serio, es que después de casi mes y medio de haber sido nombrado por fin vemos que el nuevo cuerpo técnico trabaja, cosa que admito que me tenía algo estresado. Es más, no lo niego, el hecho de que la convocatoria se diera sin rueda de prensa me tiene sorprendido, no por la necesidad de que Pékerman leyera la lista, eso es lo de menos, sino porque es importante saber por qué convocó a los que convocó, cómo quiere jugar, cuál es su plan de trabajo después de este amistoso con México... porque señores, no nos olvidemos de que este partido del 29 a las 7 de la noche (transmite Gol Caracol, y que valga la cuña) es apenas la introducción, el prólogo, la presentación de esta nueva Selección de la cual no sabemos absolutamente nada. Y ese desconocimiento del público y la prensa, si bien se puede interpretar como sigilo para trabajar con seguridad, también se puede leer como improvisación. Pongo el ejemplo de nuestro rival del primer fin de semana de junio: en diciembre el técnico Sergio Markarián, el mismo que le dio un repaso de táctica a Bolillo y nos eliminó de la pasada Copa América, le presentó a todos el plan de trabajo de Perú para el primer semestre del 2012. El entrenador hizo público que tiene videos, datos y estadísticas de 30 posibles seleccionados colombianos para analizar sus movimientos en el campo de juego, dijo con qué jugadores se iba a reunir antes de la convocatoria para el amistoso frente a Túnez de este 29 de feberro, y anunció que el equipo se volverá a reunir en abril (con jugadores locales y los que actúan en el extranjero que les faciliten) para realizar sesiones de entrenamiento y jugar un amistoso frente a Chile el 11. Esta dinámica se repetirá en mayo para jugar otro preparatorio frente a Costa Rica el 9, y así llegar con recorrido, trabajo táctico y tres convocatorias encima al partido contra Colombia del 2 de junio. Ecuador, al que visitaremos el 9 de junio después de pasar por Lima y con la misma obligación de sumar, también tiene un plan de trabajo. Por estos días Reynaldo Rueda alista el equipo que jugará un amistoso con Honduras en la fecha FIFA del 29, pero ya tiene programados dos ciclos de trabajo en abril y mayo para alistar el regreso de eliminatorias. Según sus propias palabras, estas etapas mantendrán la idea táctica del equipo e involucrarán a jugadores juveniles al proceso mayor pensando desde ya en la renovación del equipo. No está tan organizado como Perú, pero hay una idea clara de qué se quiere hacer. ¿Y nosotros? Esta es la hora en que no sabemos si Pékerman volverá a ver a los jugadores después del juego frente a México, lo que de por sí es grave. Porque tener sólo un par de días de reconocimiento antes de meterse en las bocas de dos lobos (como nuestro verdugo de la Copa América y uno de los mejores locales del continente) suena arriesgado. Además, les recuerdo que el amistoso de este 29 ni siquiera lo pidió Pékerman, lo firmaron nuestros siempre diligentes dirigentes cuando acababan de echar a Leonel. Todos ya lo sabemos: primero la plata, luego la Selección... Yo le creo a Pékerman. Un técnico con su hoja de vida lo merece, pero me preocupa que no se hable de trabajo, que no nos cuenten cómo es que vamos a hacer para conformar una Selección que vuelva a un Mundial, que el técnico no nos diga qué ha visto que se deba mejorar en el fútbol colombiano en este tiempo de trabajo, que los dirigentes no hablen de ciclos, de partidos, de concentraciones... Al menos queda la frase que el seleccionador nacional le dijo a Javier Hernández Bonnet en un encuentro casual en un aeropuerto. El técnico no quiso dar una entrevista (¡se lo tienen prohibido!) y no quiso soltar prenda sobre mayor cosa, pero mostró que tiene claro que el conjunto es lo fundamental: "La sede es lo menos importante; importan los jugadores y el equipo. Con ellos jugamos en cualquier parte", le dijo José al director de deportes de Caracol TV. Y para llegar a ese equipo se necesita trabajo... ¿cuándo lo vemos? Estoy en Twitter en http://twitter.com/PinoCalad

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    “Nombre tres países de Europa (que no sean España, Alemania, Francia, Italia o Reino Unido) con sus capitales”. La respuesta a esta pregunta de un test que realizó un profesor de conflictos internacionales en la Universidad Externado de Colombia nos dejó a todos boquiabiertos: más del 60% de los encuestados no respondió o lo hizo mal. Lo peor es que sé que si a la gran mayoría de ese 60% les preguntan por selecciones que van a jugar la Eurocopa, ahí sí se acuerdan de Polonia, Ucrania, Grecia, Holanda, Portugal, Dinamarca y compañía. Aparte de escribir sobre fútbol y otras vainas, soy profesor. Tuve una clase sobre Políticas Culturales, otra sobre Historia de la Cultura Colombiana y estoy dando Teorías de la Comunicación enfocándome en los aportes teóricos de Estudios Culturales y manejo un semillero de investigación sobre Deporte, Nación y Sociedad. Yo sé, una ñoñera, pero en estos cuatro años de ejercicio docente debo decir que algo anda mal con la educación en este país. No me voy a poner a cuestionar el sistema educativo por logros de los colegios colombianos pues no es mi labor (aunque me parece una de las grandes miserias recientes del país), pero llevo once años lidiando con practicantes en diferentes medios y en la mencionada universidad veo con curiosidad el afán de muchos por ser periodistas deportivos, y debo advertir que hay que preocuparse. Una de las grandes mentiras en las que la industrialización de los medios metió al periodismo es el de la especialización: hoy hay periodistas deportivos, culturales, políticos, económicos, ambientales, judiciales, de farándula… y en últimas no son periodistas. Son personas que creen ser expertas en un tema específico, pero resulta que cuando les haces una pregunta transversal quedan jodidas, especialmente los más jóvenes, los aspirantes a llegar a los grandes medios para ser famosos. Porque ese es el otro problema: los que quieren ser periodistas no quieren ser periodistas, quieren ser famosos. Un periodista que trabaje en deportes y que no entienda la importancia cultural y política del Junior para el Caribe colombiano está jodido, tanto como el que no sea capaz de ver el papel del fútbol en el ingreso de los narcotraficantes a la sociedad colombiana o el que crea que la rivalidad entre el Real Madrid y Barcelona se basa en que unos tienen a Cristiano Ronaldo y los otros a Lionel Messi. Peor aún, el periodista que trabaje en deportes y que crea que todo es fútbol seguramente no tiene ni idea del papel de cohesión social que tuvo el ciclismo en la historia del país, no podrá explicarle a su audiencia por qué carajos en Cartagena importa más el béisbol que el fútbol y piensa que el golf es una cosa reciente que se puso de moda con la emergencia de Camilo Villegas. ¡Bien por él! Para ser periodista no sólo hay que leer, hay que consumir cultura, hay que ver televisión, escuchar música (¿crees que sabes del Liverpool y el Everton y no sabes quién es Paul McCartney?), tener curiosidad, conocer el mundo… el problema es que ser periodista en este país ya ni siquiera se trata de la falacia de escribir o hablar bien, ahora pareciera resumirse en ser bonito o polémico, y eso es lo que creen muchos jovencitos que entran a una facultad de comunicación social pensando en que van a ser presentadores o van a tener un programa radial. Vivimos en la era de los blogs y del Twitter en el que todo el mundo tiene una opinión, pero el periodismo no se trata de opinar, se trata de informar para que la sociedad piense y comprenda la realidad, y esa responsabilidad (y poder) es enorme: un periodista debe ayudar para que el grupo social en el cual se desenvuelve se haga preguntas críticas y objetivas, debe promover el debate y la reflexión, debe, en últimas, cumplir con la función política de un intelectual: que su conocimiento tenga utilidad en el mundo real. Y eso hace rato no pasa en Colombia, mucho menos en temas deportivos en donde toda una generación de periodistas dejó pasar la llegada de los narcotraficantes a los clubes, de la mafia a la Federación Colombiana de Fútbol y fue responsable de prácticamente convencer a muchos ciudadanos de a pie que no hay otro deporte que no sea el de patear la pelota. Nicolás Gómez-Dávila alguna vez dijo: “Los medios actuales de comunicación le permiten al ciudadano moderno enterarse de todo sin entender nada”. No se equivocó y el mejor caso es el de las barras bravas: ¿no se han dado cuenta de que sólo son noticia cuando hacen algo malo? Los medios y sus periodistas construyeron (construimos, yo soy periodista y trabajo en un medio, tengo que ser responsable por acción u omisión) el arquetipo del barrista=delincuente, se olvidaron de mostrarle a la sociedad que la aparición de estos personajes es producto de la descomposición social y no un evento más del fútbol o un capricho de unos adolescentes sin dios ni ley. El periodista que crea que los deportes son sólo deportes, que no hay una serie de lazos fundamentales con la economía, la sociedad, la política y la cultura misma, está jodido; es de los que cree que “Águila es mi Selección” porque sí, y que la relación Federación Colombiana de Fútbol/intereses privados de sus patrocinadores/intereses políticos del gobierno de turno es de lo más clara y transparente. Tranquilo amigo(a), cuando Santos habla de fútbol lo hace porque sólo está pensando en el bien de nosotros los hinchas, por nada más… La ausencia de una seria responsabilidad social del periodismo deportivo, el que buena parte de los periodistas no haya asumido su papel como intelectuales políticos y se haya quedado en un simple juguete del poder (medios/gobiernos), es lo que hace que en Colombia no tengamos una verdadera cultura deportiva. Amigo estudiante de comunicación social y futuro periodista: no se trata de que te sepas las capitales de Europa (aunque también), se trata de que tengas claro que tu responsabilidad es pensar para informar y para que la sociedad a la que le informas piense. Como diría Gilberto Bello, uno de los profesores que más recuerdo: “léete alguito, no te va a hacer daño”. (Este texto es la actualización de uno titulado "Intelectuales, periodismo y fútbol", publicado en este Blog el 13 de febrero de 2012) Siempre abierto a discutir en Twitter: @PinoCalad

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    Un invidente que no quiere escuchar lo que pasa a su alrededor amanece de repente en una ciudad que goza el fútbol y siente, de repente y sin saber por qué, una pasión desmedida por un equipo que apenas conoce, Atlético Nacional. El señor, de unos 40 años, sale caminando de la Plaza Botero de Medellín, saca uno de sus cigarrillos, lo prende, bota la humarada y se detiene unos segundos para tocar su ropa. Reconoce así, sorprendido, que lleva puesto un jean, tenis y una camiseta que tiene bordado el escudo de una empresa deportiva que consume a esa hora sus afectos. Este invidente, pero sobre todo hincha, desconoce el pasado y es un optimista innato. Ama el fútbol colombiano, lo cual demuestra su condición. Únicamente entiende que debe ir al estadio los domingos, por lo cual esa noche se dirige al Atanasio Girardot, claro, con la ayuda de la gente paisa, que le guía sus pasos. Después pasa lo que ya sabemos: Nacional golea al Cali en la primera fecha del campeonato y despierta otra ilusión en el equipo antioqueño y en sus aficionados, que se toman a placer lo que llaman ahora la vitamina M: Mosquera, Macnelly y “Memín”. La verdad, sin embargo, es que no hay mucho por qué celebrar. Y no porque no haya sido una victoria apabullante la de Nacional en el debut, sino porque nuestro personaje olvida rápido y cambia de fantasías sin descaro. Hace poco, celebró el título de Junior y hace meses sonrió con la Copa Postobón que ganó Millonarios. Un día amanece en una ciudad y poco después está en otra, vitoreando al equipo de turno. Es hincha de todos y de ninguno. A veces gana y más que nada pierde, pues nunca quiso aprender más allá del gol. A él sólo le importa el mañana. Así lo determinó un médico que certificó que está mal de la memoria y que merece comprensión. Lo cierto es que en muchos que quieren olvidar desastres provoca más envidia que pesar. Es mi caso. En apenas un mes de este año, quisiera borrar los recuerdos de tantas noticias desestimulantes y empezar de nuevo a creer. Es difícil ver las cosas de otro color, pensar que las cosas cambiarán sustancialmente este año. Las pruebas están en que al Real Cartagena lo robaron en el estadio Palogrande, un recinto al que no le sirven ya las cámaras de seguridad que se montaron para el Mundial Sub 20. El Pascual Guerrero sigue a medio hacer. Conocemos más de la corrupción en el manejo arbitral. Y lo más indigno: un directivo que maneja nuestro fútbol da a entender que para ser juez no se debe sufrir la “enfermedad contagiosa” de la homosexualidad… Además, hay denuncias. Hay vetos a jugadores. Se descubre el pago a un chamán y los hinchas, para desgracia de todos, no se quejan del robo sino que se ríen de las afrentas. Los aficionados ya no pueden ver los partidos como antes por una pelea de plata entre los que tienen plata. Programan partidos en horarios irrisorios, como al que fue nuestro ciego optimista, un domingo en la noche. Él, por cierto, celebró el rugir de los cuatro goles en las tribunas, el contundente triunfo de Nacional. Luego, fumó como siempre de vuelta a su casa, que es al final cualquier destino. Después, se olvidó de todo. El problema, me parece, no es su condición porque esa es su particularidad. Está en que todos los que sí podemos advertir la gravedad de la situación de nuestro fútbol, los que sí tenemos memoria, los periodistas y aficionados sobre todo, sigamos aceptando las cosas como se vienen, resignados. Impulsando sin mayor reparo un torneo con evidentes enfermedades. Como si nada importara más que la tabla de posiciones. En Twitter: @javieraborda

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    El sábado pasado, sin bulla, sin que muchos le pararan bolas y, especialmente, sin verlo en Colombia, Léider Calimenio Preciado se retiró del fútbol profesional jugando los últimos cinco minutos del amistoso entre Santa Fe y el Barcelona de Ecuador. Podrá ser una noticia insignificante para muchos, pues al fin de cuentas todos los días se están retirando futbolistas, pero yo creo que es un hecho absolutamente significativo: se acaba de retirar el último colombiano que hizo gol en un Mundial. Léider llegó a Francia 98 como la nueva promesa del ataque colombiano. 'Bolillo' Gómez lo llevó un tanto presionado por la afición, maravillada con la efectividad de ese muchachito nalgón que tenía una tremenda facilidad para ganarle la espalda a los defensas y hacer valer su corpulencia frente al más temible central, y terminó dándole la titularidad después de que el equipo explotara por la indisciplina de Faustino Asprilla, que él mismo permitió y que al final debió castigar con la expulsión de la gran figura. Precisamente Asprilla fue sustituido por Preciado en el debut frente a Rumania, al minuto 84, cuando ya perdíamos 1-0, lo que llevó a la crisis. Al crack no le gustó que su compadre lo cambiara por el nuevo, le armó bochinche, quiso poner a medio equipo en su contra, y a Bolillo no le quedó de otra que sacar del equipo a su favorito. Contra Túnez, con Faustino ya expulsado del equipo, Gómez dejó en punta al 'Tren' Valencia con Anthony de Ávila y, viendo que no íbamos a poder marcarle a ese buen arquero que era El Ouaer, le apostó todo al muchachito que hablaba como niño consentido. Preciado ingresó al minuto 56 y al 82 hizo lo suyo: puso el cuerpo, le ganó la posición a un defensa, remató y gol. Esa anotación lo convirtió en ídolo nacional, todos los noticieron le hicieron perfiles, entrevistas y biografías, y el país entero supo que su mamá se llamaba Colombia, lo que fue magistralmente explotado por la prensa vinculándolo con la identidad nacional y la renovación de nuestro fútbol. Obvio, porque así somos, en él se pusieron todas las esperanzas para vencer a Inglaterra y avanzar a octavos de final del Mundial, cosa que no se pudo por más de que Faryd Mondragón ese día se vistió de héroe. Ese 26 de junio de 1998 a Léider le pesó demasiado la presión que todos le echamos encima (incluyendo al técnico Gómez, que fue descaradamente oportunista con él) y para el segundo tiempo en su puesto ingresó Hamilton Rícard, quien tampoco pudo impedir el 2-0 inglés. Fue nuestro último partido en un Mundial, en el que el único jugador que anotó un gol se acaba de retirar. Léider Calimenio Preciado tenía 21 años en Francia 98 y le dijo adiós al fútbol poco antes de cumplir los 35. A lo largo de su carrera lo tildaron de gordo ( y lo es), de vago (tuvo sus momentos), de antipático (conmigo siempre fue un señor y le agradeceré toda la vida que fue el primer futbolista que me trató como persona y no como periodista) y de no responderle a sus equipos cuando era necesario, cosa curiosa ya que estamos hablando del máximo goleador de los clásicos capitalinos con una camiseta, la roja, con la cual le hizo 15 goles a Millonarios (Converti también hizo 15 en el clásico, pero 14 fueron con Millos y el otro con Santa Fe). "Yo soy el último gran ídolo de Santa Fe", me dijo alguna vez en una entrevista que le hice para la revista Fútbol Total, mostrando que no era precisamente humilde pero dando a entender que sabía que no era gratis ese coro de "¡Léider Calimenio O, Oo, Ooo!" que le cantaba la tribuna cardenal cada vez que saltaba al campo. Se fue Léider, un buen delantero, un jugador que marcó una época en Santa Fe, un hombre que estuvo en muchísimos equipos y que sólo pudo ser campeón con Deportivo Quito pero, por sobre todas las cosas, el último colombiano que hizo gol en un Mundial, hace ya 14 largos años, cuando todo el país puso sobre sus entonces flacos hombros la responsabilidad de salvar a la nación. Sólo por eso, porque fue una víctima más de ese monstruo llamado Selección Colombia que en casi década y media se ha devorado a varios de los mejores jugadores que hemos tenido y buena parte de nuestras ilusiones como hinchas, bien merece ser recordado. También estoy en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad PD. Si no lo vio porque no había nacido, era muy pequeño para recordarlo o no se acuerda de que Colombia estuvo en Francia 98, acá está el gol del 'Tuntún'. Nótese el sabor para celebrar de Calimenio, que años después daría origen a una canción titulada por su segundo nombre.

  • Gol Caracol

    ¿Qué nos importa a usted o a mi que Oscar Julián Ruiz sea gay o no? Es más, ¿qué tienen que ver las preferencias sexuales de cualquier ser humano con su trabajo? Nada, absolutamente nada. A mi, por ejemplo, me pueden gustar el sadomasoquismo, el fetichismo, las mujeres, los hombres, las muñecas inflables o puedo vestirme de Batman cada vez que voy a tener sexo, pero eso no tiene absolutamente nada que ver con mi trabajo como periodista ni influye en mi ética profesional. ¡Pero un momento! Ahí, en esas dos palabras, está lo verdaderamente importante del escándalo del poderoso ex árbitro: en que según lo denunció Mauricio Sánchez, otro antiguo juez, Ruiz aprovecha su posición y poder sobre el arbitraje colombiano para obtener favores sexuales. Lo patético del caso (que de por sí es patético) es que se ha hecho más bulla sobre la sexualidad de Oscar Julián que sobre una denuncia terrible: la ausencia de ética en el manejo de algo tan importante para el fútbol nacional como lo es la carrera arbitral. Jorge Hernán Hoyos fue el primer en denunciarlo. En el 2010 el retirado silbato dijo que el arbitraje colombiano era manejado en términos sexuales y acuñó una frase célebre para referirse a él: "la jaula de las locas". Hubo escándalo, por supuesto, pero el problema de Hoyos, así como el lío con estas declaraciones de Sánchez, es que llegan después de que fueron retirados del panel arbitral. Mejor dicho, queda como si sus denuncias fueran una retaliación por haber sido retirados de un cargo de poder. Ante eso mi pregunta es: ¿por qué sólo denuncian cuando los echan? El alegato de Ruiz, muy válido, es que Sánchez está armando un escándalo porque no pasó las pruebas físicas que le permitieran seguir ejerciendo el arbitraje, así como en el 2010 dijo que Hoyo era un "viudo de poder" que quería figurar de otra forma por no haber continuado en el fútbol profesional. Con ese argumento, que -insisto- tiene toda la validez del mundo, se desvirtúa una denuncia serísima y trascendental: que el arbitraje en Colombia es una carrera corrupta de favores sexuales. Esto, tremendo, impresionante y escandaloso, muestra una falta de ética que me tiene abrumado. No sólo se está poniendo en duda el manejo de la carrera arbitral al interior de la Federación Colombiana de Fútbol (máximo ente regente sobre este tema en el país), sino que es clarísimo que los árbitros, símbolos de la ética en el balompié, no la tienen pues, o no denuncian cuando están en actividad para seguir favoreciéndose de esta actividad y su empoderamiento, o sólo lo hacen cuando ya no están en ella, lo que de cierta forma le da la razón a Ruiz. Pero el otro punto en términos de ética (y de valores) está en la reacción de los aficionados. De veras, ¿qué carajos tiene que ver el que un árbitro sea gay con su buen rendimiento en la cancha? El fútbol ha dejado de ser misógino (aunque no tanto) pero sigue siendo machista. Mucho. En el 2010 Latko Markovic, el presidente de la Federación de Fútbol de Croacia, dijo que mientras él esté en el cargo nunca (léase bien, NUNCA) jugará en la selección del uniforme a cuadros un futbolista homosexual. "Afortunadamente, el fútbol lo juega sólo la gente sana", fue su declaración más Neanderthal. Hace poco el técnico del Hannover, Mirlo Slonka, propuso que sus jugadores hicieran una encuesta para conocer sus preferencias sexuales y hubo escándalo nacional e internacional porque era posible que se descubriera que había un gay en un equipo de la Bundesliga. Si eso pasó en la avanzada y liberal Alemania, ¿se imagina lo que hubiese pasado acá? El fútbol colombiano no está listo para aceptar futbolistas, árbitros o técnicos gays, y eso habla mucho de cómo ve nuestra sociedad la sexualidad y la diferencia. Alguna vez, cuando este Blog estaba en Futbolred, escribí al respecto y señalé que los argumentos de quienes están en contra de la presencia de homosexuales en el fútbol son básicamente los mismos de quienes se oponen al matrimonio gay: no es un ejemplo para los jóvenes, invita a la perversión, obstruiría la vida normal del equipo (o de la sociedad en el caso del matrimonio)... por supuesto, son argumentos basados en la ignorancia y el prejuicio, que es hijo de la primera. Millor Fernandes, tal vez el caricaturista brasileño más importante de la historia pero ante todo un crítico político y un libre pensador, señaló alguna vez que "pornografía es todo aquello que excita a los moralistas". Este tema es exactamente eso: los moralistas de mentes oscuras se imaginan que un gay en un camerino está pensando sólo en sexo con sus compañeros. Es como los pervertidos que creen que un ginecólogo vive excitado gracias a su trabajo. El problema, por supuesto, no son los futbolistas gays o los árbitros gays. Es la sociedad que cree que por ser gay se es moralmente corrupto. Si este paradigma funcionara a la inversa, la gran mayoría de dirigentes del fútbol colombiano serían tremendas locas... pero lo cierto es que la denuncia de Sánchez, que revive la que en su momento hizo Hoyos, sí habla de corrupción y eso es lo importante: habría tráfico de influencias a punta de favores sexuales en el manejo del arbitraje colombiano. Después me preguntan que por qué insisto en que nuestro fútbol no puede costar los US$260 millones que pretende la Dimayor... Si quiere que lo discutamos en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad PD. Martes 31 de enero, 9 de la mañana. Acabo de escuchar a Alvaro González Alzate en una entrevista con Carlos Antonio Vélez pontificando sobre el tema. Más allá de que se le nota que trata de ocultar una homofobia que salta en cada expresión, el vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol acaba de dejar claro que este escándalo es un papayazo gigante y maduro que le pusieron los árbitros (empezando por Ruiz) para que él, uno de los personajes más controvertidos en la historia de nuestro fútbol, vuelva a asumir las riendas del arbitraje nacional. Así, sin que le doliera un pelo al decirlo, González le exigió públicamente a Luis Bedoya y Ramón Jesurún que tomen cartas en el asunto de una situación que necesita atención, por supuesto, pero que lamentablemente ahora tiene SU atención, la de Alvarito, la del señor que cree que cascarle a una mujer es algo de la vida privada, pero que un tipo quiera tirar con otro es un motivo de vergüenza nacional, la del que fue la cabeza del arbitraje nacional en una era en la que en cada año había un septiembre negro porque extrañamente en ese mes todos los partidos tenían incoherencias arbitrales... Colombia, el país en el que una mala noticia puede convertirse en una peor.

  • Gol Caracol

    "¿Cómo es posible que multinacionales como Telmex o Telefónica no sean capaces de pagarle a la Dimayor $2.344 mensuales para que los usuarios podamos ver el fútbol colombiano?". La pregunta, absolutamente lógica, me la han hecho varios seguidores en Twitter angustiados porque el torneo se nos viene encima y ellos, que no tienen DirecTV o Supercable, ven con asombro que sólo esos operadores tendrán la señal. Pero no es tan sencillo ni tan barato. Es decir, hablamos de la dirigencia del fútbol nacional señores, y con ellos nada lo es. Vamos por partes. Dimayor decidió recrear el modelo chileno de vender directamente los derechos de transmisión de sus partidos a las empresas de cable y satélite. Allá fue un éxito, especialmente porque sacaron un canal exclusivo para eso (como trató de hacer Telmex con Versus), y por eso se tomó la idea y se hizo la versión local con el peculiar precio: $2.344 mensuales por suscriptor. Parece poco, pero si tenemos en cuenta que en Colombia hay casi 4 millones de usuarios de televisión por suscripción, nos encontramos con que Dimayor pretende ganarse anualmente cerca de $110.000.000.000, la friolera de casi US$60 millones por año... la cifra es absurda, tanto en lo grande como en lo desmedida, pues el producto que ofrece la División Mayor del Fútbol Colombiano no es precisamente buena: un torneo irregular con equipos en pésimas condiciones administrativas, estadios que en su mayoría tienen una infraestructura no adecuada (les recuerdo que incluso uno de los "nuevos", el Pascual Guerrero, se quedó sin terminar) y una ausencia notable de figuras de peso. Ahora, ¿de dónde saco yo que US$60 millones al año es una cantidad absurda por derechos de TV? Pues del hecho de que entre el 2006 y el 2011 el consorcio Telmex/UNE pagó US$17 millones... ¡por los cinco años! Es decir, la ambición de la Dimayor los hace pasar de recibir US$3.4 millones al año a querer multiplicar esa cifra más de 18 veces... Claro, no estoy diciendo que la Dimayor no esté en todo el derecho de vender su producto al precio que quiera (es más, bien por ellos que exista quién se los pague), lo que trato de decir es que en esta ambición (sin juicios de valor, ambición y punto) los que vamos a salir perdiendo somos los demás. El mayor triunfo de la Fifa fue convencernos de que el fútbol es de todos y no, el fútbol es de ellos, de esos tipos que suelen ser panzones, tienen bigote y responden al nombre de dirigentes deportivos. Esto lo demustra. El fútbol no es suyo, ni mío. Usted y yo lo gozamos, lo criticamos y lo vivimos, y precisamente por eso muchas empresas le sacan tajada a eso: DirecTV, Telmex, Telefónica, RCN, Caracol, El Tiempo, Adidas, FSS, Nike... todas, pero por encima de ellas, en Colombia, la Dimayor, que es una entidad PRIVADA por más que maneje algo que es público, como nuestra pasión. Por eso, por esa tajada, que como le conté antes no es precisamente una chichipatada, Télmex y UNE están furiosos haciendo pataletas mientras DirectTV aprovecha y trata de obtener nuevos suscriptores... todo es un negocio. La pregunta, por supuesto, está en por qué los protagonistas de esta novela lo están manejando así. La semana pasada me llegó la información de que el consorcio Telmex/UNE estaba evaluando demanda a la Dimayor por incumplimiento de contrato, ya que los dueños de los derechos entre 2006 y 2011 tenían a su favor una cláusula de renovación que Ramón Jesurún no quiso cumplir aduciendo insatisfacción con el servicio prestado, y otra contra DirecTV por competencia desleal ya que esta empresa estaba anunciando en sus campañas publicitarias que iba a transmitir en exclusiva el fútbol colombiano, algo que es falso pues, como ya lo conté, la Liga Postobón la transmite el que pague. Que DTV y Supercable hayan sido los únicos que le pagaron ese cojonal de plata a la Dimayor, es otra cosa... Con esta información llamé a Ramón Jesurún (y sí, sorpresa de sorpresas: ¡me habló!), quien desvirtuó cualquier posible demanda del consorcio pues, según él, había razones de peso para demostrar las fallas en el servicio de Telmex/UNE y, además, el nuevo contrato no cambió a esta sociedad por otra empresa sino que cambió el modelo de negocio, con lo que la cláusula de renovación no tendría validez. "La Dimayor está abierta a negociar con ellos", dijo el presidente del FPC, pero desde la otra esquina señalaron que eso es falso y que, por el contrario, Jesurún rechazó una oferta de US$70 millones de Telmex/UNE/Telefónica que serían complementarios a los US$30 millones de DirecTV y Supercable. Es más, para meterle más curiosidades al asunto, en una entrevista radial le escuché decir que no había tenido contacto alguno con Telmex, UNE o Telefónica desde agosto, pero yo tengo esta carta firmada por él el 30 de noviembre, en la que rechaza la oferta de estos operadores. Ahí empezó lo raro: ¿por qué la Dimayor rechaza una oferta superior por aceptar una que no equivale no siquiera a la mitad? La respuesta es lógica desde el punto de vista capitalista (no desde el hincha cliente de Telmex o Telefónica): porque el FPC quiere plata, quiere que Telmex/UNE y Telefónica le paguen casi US$240 millones por la cantidad de suscriptores que tienen actualmente (el 80% del mercado). La otra pregunta es: ¿por qué la Dimayor le apostó a DirecTV y Supercable, que sólo tienen el 12% del mercado, y no le apuntó a los líderes? Es decir, ¿por qué restringir la señal del fútbol colombiano a una minoría y no ofrecérsela a la gran mayoría? La respuesta tampoco es fácil de digerir para el hincha de a pie: porque la empresa de esa minoría paga esa descomunal cifra ya que pretende dejar de serlo. Claro, no faltará el que piense en una enorme comisión en la asignación de este monumental contrato, pero es algo que no se puede demostrar y que, por tanto, es imposible de afirmar. Lo único cierto es que es una apuesta increíblemente ambiciosa de parte de la Dimayor, que si fracasa en su plan de lograr más de US$200 millones en los próximos cinco años vía televisión "al menos" se habrá embolsillado US$30 millones (casi el doble de lo que recibió en el quinquenio pasado). Y ahí ni usted, ni yo, ni ninguno de los que nos sentamos los fines de semana a sufrir en frente de un televisor podemos hacer nada. Tanto así, que alístese porque este año, gracias a este nuevo plan televisivo, incluso nos cambiarán los horarios del fútbol, que en este 2012 serán de viernes a las 8 pm, sábados a las 3:30 pm, 6:10 pm y 8 pm, y domingos a las 3:30 pm, 5:30 pm y 7:45 pm. Sí, leyó bien, a la Dimayor no le importa programar un partido el domingo a las 8 de la noche porque no piensa en el hincha que se enfrentará con la ausencia de transporte público de las 10 pm dominicales; lo que le importa es que el partido vaya por TV y que le entre plata. El fútbol no es suyo ni mío. Es más, no es ni de DirecTV, ni de Telmex, ni de Une, ni de Caracol o RCN. El fútbol es de ellos... y nos toca aceptarlo. Si le interesa, mi cuenta en Twitter es http://twitter.com/PinoCalad PD. También hice un videíto explicando el tema para Golcaracol.com; está en este enlace, por si le quiere echar una ojeada...

  • Gol Caracol

    Con la difícil tarea de salvar a una selección que no va a un mundial desde Francia 1998 y en la que gran parte del país ha perdido su fe, llegó desde Argentina la eminencia del fútbol y solución a todos nuestros problemas balompédicos, por lo menos eso nos quieren hacer creer. No es Batman, tampoco Superman, mucho menos Spiderman o el famoso por estos días chamán, es… Pekerman. Aunque no tiene capa para volar y por eso se tardó 13 días en llegar a Colombia desde que el presidente de Colfútbol, Luis Bedoya, anunció su contratación; Pekerman ya se dirigió a los hambrientos de triunfos aficionados de la ‘tricolor’ (Vea acá la rueda de prensa completa). Pekerman no es un ‘superhéroe’ joven, no tiene la musculatura de los de las tiras cómicas, ni mucho menos su velocidad. Este ya cuenta con 62 años, es flaco como un spaghetti y pausado hasta para hablar. Cobra como los artistas de Hollywood que han interpretado a los ‘salvadores del mundo’ (1'.250.000 dólares anuales, más premios) y tiene un grupo de ‘superamigos’ que lo acompañan a todos lados: Néstor Lorenzo y Pablo Garabello (asistentes); Eduarto Urtazun y Patricio Cams ( preparadores físicos) y Gabriel Wainer (secretario técnico). Eso sí, a pesar de su aspecto desgastado, posee lo más importante para afrontar las durísimas batallas que se le vienen en los próximos tres años durante las Eliminatorias Sudamericanas: la lucidez de pensamiento y experiencia ganadora. Su inteligencia y astucia para salir de dificultades buscan emular a Batman, el más perspicaz de los ‘superhéroes’. Tres mundiales ganados en la categoría Sub-20 con las selecciones argentinas y haber llevado al equipo ‘albiceleste’ de mayores al Mundial de Alemania 2006, su mejor carta de presentación. Para el ‘salvador’ importado, el entorno colombiano no es del todo desconocido, lo que facilitará, en algo, el cumplimiento de su responsabilidad: llevar a Colombia al Mundial de Brasil 2014. Su pasado como futbolista del Independiente Medellín y el tener una hija colombiana hacen que sus vínculos con nuestro país parezcan fuertes y que no todo sea cuestión de dinero. Exitoso, motivador, trabajador y, sobre todo, muy humano, así es el ‘superhéroe’ de la selección Colombia, quien tendrá este 29 de febrero, en juego amistoso ante México, su primer examen para empezar a engrandecer o desvirtuar su leyenda. Por: Juan Carlos Calderón Medina.

  • Gol Caracol

    Las palabras del argentino no se oyeron simplemente sino que de verdad se escucharon. Las frases pronunciadas marcaron las ideas de los presentes en el salón Torre de Oro del hotel Cosmos y de los de miles de aficionados que siguieron, casi con fe, una exposición que marcó el nuevo paso de nuestra historia futbolística. Son válidas, sin embargo, reservas frente a tanto entusiasmo. A pesar de la esperanza que nace con el mensaje enviado por un entrenador experimentado, Colombia ya debe de haber aprendido que del optimismo facilista caemos al abismo sin éxito de por medio. El más animado de los últimos tiempos, Javier Álvarez, tuvo que dejar, por ejemplo, la selección después de la famosa goleada 0-9 frente a Brasil. Y si hay quienes aplauden hoy en día la claridad y coherencia en el mensaje de Pekerman, en nuestro país ya tuvimos símiles de personaje llenos de frases, como Francisco Maturana y Carlos Salvador Bilardo. El nuevo técnico de Colombia no es hablador o dicharachero y, en cambio, goza de credibilidad. Tiene 62 años, su hoja de vida refiere a trofeos y piensa para hablar, lo cual muchos evitan antes de llegar a esa sabiduría que entregan los años. Pekerman, además, nos ha pedido optimismo y que tratemos de olvidar los errores del pasado. Aseguró, en un resumen de lo que será su labor, que exigirá disciplina, esfuerzo y actitud para mejorar el equipo en pro de los buenos resultados. Todo eso está muy bien, así como que nos haga creer en su proyecto. De eso se trata al final de cuentas, de ilusionarse siempre con un mejor mañana. Pero eso es diferente a convencerse de que despejó misterios cuando simplemente dijo lo que se debe hacer. Tal vez, los aplausos se cuenten en nuestra pequeña órbita futbolística porque estamos acostumbrados a malas gestiones e improvisaciones. Se debe ser justo con el pasado y no vivir de los recuerdos. El presente nos dice que tenemos que dejar de hablar de lo que hicieron mal y bien Leonel Álvarez y Bolillo Gómez y apoyar, aunque no con fe ciega, el proyecto y proceso de Pekerman. Hay un buen equipo de trabajo, jugadores con calidad suficiente para pelear la clasificación al Mundial, cuatro puntos en la tabla, un amistoso contra México, el 29 de febrero, y la necesidad imperiosa de sumar contra Ecuador y Perú en las próximas fechas Eliminatorias. El trabajo que resta es extenuante, pero está comprobado que los éxitos pocas veces surgen del azar. Pekerman no respondió todavía la verdadera evaluación que le tenemos los colombianos, la cual es sobre lo que pase en la cancha y no en una conferencia de prensa. Esperemos que Pekerman sí tenga el tiempo que otros no gozaron para sacarnos de nuevo una sonrisa. Con todo el corazón del hincha y del periodista, deseo que sea de esa manera. En Twitter: @javieraborda

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