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Por favor: ¡no empecemos a hablar de la Copa del Mundo en Colombia!
Ahí estábamos Javier Hernández Bonnet, Carlos Antonio Vélez, el padre Linero, Diego Rueda, un tipo que se puso un pulpo de felpa en la cabeza y decía ser el molusco que le dio la Copa América a Uruguay y yo. Con los tres primeros la gente se tomaba fotos y hablaba sobre fútbol o sobre Dios (alias 'El Man' para Linero) o sobre vaya uno a saber qué; con un Diego que no podía tener cara de estar más cansado charlaba otro periodista mientras unos vecinos paraban oreja; al hincha entusiasta una que otra persona le paraba bolas (aunque él gritaba para que de veras lo hicieran) y yo sufría los problemas de 48 horas vividas con sólo cuatro de sueño. Obvio, a mi nadie me paraba bolas, afortunadamente, porque los colombianos en las salas de espera tenemos una extraña tendencia a hablar con desconocidos y yo no estaba como para hablar del clima. El lunes pasado, a las 6:30 de la oscura mañana de Buenos Aires, esa era la escena que se vivía en el aeropuerto de Ezeiza y pensé que ese vuelo que me iba a devolver a Colombia era una metáfora increíble de lo que es Colombia: una mezcla extraña de farándula, religión, fútbol, exageraciones, chisme, bulla, risas, hipocresía... "Tropicalismo puro", pensé, retomando esa idea antropológica que en los años 30 brasileños trató de explicar por qué ese país era como era. Y claro, más allá de que la samba dice que Brasil es "un país tropical", así somos todos los de por acá y no se puede negar; sólo hay que ver el video de las policías que reciben a la selección inglesa Sub-20 meneando la cadera y uno lo entiende todo (recomiendo vivamente el Blog de mi colega @javieraborda al respecto). Pero más allá de las imágenes, creo que lo que hace increíblemente tropical a Colombia son las palabras de sus "eminencias", y para mi es inevitable señalar que las declaraciones de Luis Bedoya, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, son tan folclóricas que merecen ser comentadas. Resulta que un vocero de la Fifa, el guatemalteco Rafael Salguero, dijo el miércoles pasado que Colombia está lista para disputar el Mundial Sub-20 que empieza este viernes, y eso llevó a Bedoya a decir que si este campeonato es un éxito, el país irá por la sede de la Copa del Mundo, del Mundial de Mayores, del mayor evento deportivo del planeta... "Colombia deberá pensar en otro paso", dijo el bueno de Luis y yo, aparte de pensar en el oso de Uribe pidiendo la sede del Mundial 2014 hace unos años cuando ya todo el continente había acordado que el candidato de la Conmebol iba a ser Brasil, aparte de recordar en la oportunidad perdida y robada en 1986 (porque ojo, Belisario Betancourt no tuvo toda la culpa, los socios estratégicos de la Fifa también tuvieron mucho qué ver), aparte de asumir que al escribir esto muchos me van a decir que soy un amargo por recordar que una Copa del Mundo de mayores es imposible en Colombia, me puse una mano en la calva, me quité las gafas con la otra y dije: ay dios... Como dijo Jack el Destripador, vamos por partes: la declaración de Bedoya es absolutamente ridícula contextualmente. Es decir, la Fifa viene a decir por fin que Colombia está lista para el Mundial Sub-20 cuando apenas faltan dos días para empezar el evento (!DOS!) y para el presidente ya podemos empezar a pensar en una Copa del Mundo. No importan los sobrecostos desmesurados para este torneo (cuyo presupuesto comenzó en $100.000 millones en 2009, en 2010 subió a 160.000 y la Contraloría y Procuraduría se van a escandalizar cuando revisen a final de año en cuánto quedó), ni que las obras, que inicialmente debían ser entregadas en marzo, sólo se vinieron a entregar en su totalidad en la misma semana en que empieza el campeonato; no, para Bedoya Colombia puede apuntarle a un Mundial de Mayores porque "tenemos con qué". Detesto ser el malo de la película, pero no lo tenemos. Claro, se habla del Mundial de 2026 (y ojo, el presidente Juan Manuel Santos también habló de eso cuando era candidato), lo que inicialmente nos daría tiempo para preparar la infraestructura, pero lamento informarle que no va a pasar. No es que Colombia no merezca ser sede de una Copa del Mundo, ¡claro que lo merece!, especialmente por la afición que tiene y por nuestra forma de comportarnos con los extranjeros (aunque incluya el meneo provocativo de las agentes del orden), pero es que el problema no se reduce sólo a infraestructura o a pasión: el problema es político y de plata. Los Mundiales de Mayores están diseñados para ser negocios redondos y perfectos. Es la mejor vitrina del planeta y no sólo para los protagonistas del asunto, futbolistas y técnicos, sino para quienes de verdad le importan a la Fifa: sus socios estratégicos, sus anunciantes, los que le pagan millonadas para ser, literalmente, los dueños del aviso. ¿Quiénes son estos señores? Son seis: Coca Cola, Visa, Sony, Hyundai/Kya, Adidas y la aerolínea Emirates. Si se mira la lista, que por cierto se ve en los anuncios oficiales del Mundial Sub-20 de Colombia porque cuando eres socio de la Fifa tienes derecho de estar en todos, absolutamente todos los torneos que organice, desde fútbol playa en adelante, uno se encuentra con que cada uno de los seis socios ocupa un sector económico diferente, y esta exclusividad vale: en el 2007 Sony pagó US$305 millones para estar hasta el 2014 en el aviso, y Visa, que en el 2007 también tomó el lugar de Master Card y gracias a eso ha logrado consolidarse como la principal entidad de pagos electrónicos del mundo, se estima que pagó por este derecho/beneficio más de US$270 millones. Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con las posibilidades de que Colombia sea sede de una Copa del Mundo? Que el mercado colombiano para esos socios estratégicos de la Fifa es minúsculo. Por supuesto, al menos ahora existe, no como en 1986 que ni siquiera había una tienda Adidas en el país (uno de los motivos por los que no se hizo el Mundial acá ese año), pero sigue siendo insignificante y, además, ahí entra la cuestión política a pesar. Porque las diferencias entre Colombia y Sudáfrica en términos económicos y de mercado no son gran cosa y allá se hizo la última Copa del Mundo, pero las razones para que ese país fuera sede tienen que ver con otros aspectos: Blatter prometió darle un Mundial a África para ser reelegido como presidente de la Fifa y en esa extraña "democracia" que es la Federación Internacional el continente negro tiene casi el 25% de los votos; además, la imagen internacional de Sudáfrica es notable gracias a Mandela, la lucha por la paz y la igualdad, el fin de Apartheid... Sin embargo, la experiencia de la Fifa con Sudáfrica 2010 fue tan mala en términos organizativos, que incluso varios de los integrantes de su comité ejecutivo hicieron pública su preocupación por realizar Mundiales en países del tercer mundo y pobres. Mire nada más las críticas oficiales que hay con Brasil 2014... es más, mire, e insisto en eso, que Colombia 2011 recibió la aprobación oficial dos días antes de empezar, cuando la sana costumbre de Blatter y su combo de ejecutivos es hacerlo 100 días antes. A estas alturas usted debe estar pensando: ¿y entonces por qué nos dieron la sede del Sub-20? Porque, como dice Simon Kuper en el buen especial sobre el torneo que publicó Revista Semana, el Mundial Juvenil es un evento barato: los gastos en infraestructura son mínimos en comparación a los que exige la Fifa para una Copa del Mundo y, además, este torneo nació con la idea de llevar una idea de Mundial a territorios donde habitualmente no llegaría. Por eso los Mundiales Sub-20 suelen disputarse en sedes exóticas como Nigeria, Malasia, Qatar, Australia, Túnez, Arabia y, cómo no, Colombia. La idea es universalizar el fútbol y a fe que la Fifa lo hace muy bien, porque te vende la idea de un Mundial sin decirte que una cosa es organizar un Sub-20 y otra muy diferente uno de Mayores. Pero bueno, no falta el que se entusiasme con las declaraciones de Bedoya y se monte en el bus de Colombia 2026. A fin de cuentas, el discurso, la palabra, la carreta, el humo, son las máximas expresiones del tropicalismo a la colombiana... claro, aparte de nuestro extraño comportamiento en las salas de espera de los aeropuertos. Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad
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La Copa América y los calzoncillos de Abreu
La selección uruguaya era una sola fiesta y, mientras miles de charrúas se tomaban las principales avenidas de Buenos Aires y pintaban de celeste el Obelisco, los argentinos se mordían la lengua de la envidia, la gran mayoría exigía que se le impidiera a los vecinos celebrar en el sagrado lugar de fiesta para los gauchos y en el mundillo futbolístico se hablaba sólo y exclusivamente de la salida de Sergio Batista de la dirección técnica de Argentina. Sin embargo, ese no fue el gran hecho del domingo en la noche bonaerense. La noticia, para mi, fueron los calzoncillos de Washington Sebastián Abreu, delantero de Uruguay famoso por sus penales, sus polémicas y, desde ese día, por sus tangas. Tal vez usted no lo ha visto, pero mientras Uruguay ratificaba que es de lejos la mejor selección de Sudamérica en tiempos recientes, Diego Forlán publicaba en sus redes sociales un video evidentemente grabado con su celular, en el que les dedicaba la Copa a sus compatriotas. El clip no dura 10 segundos, pero es una maravilla: muestra el interior del camerino de Uruguay después de pasarle por encima con contundencia a Paraguay y en él Forlán, el ídolo de todos, el que volvió al gol con la celeste después de 12 partidos y más de un año sin meterla, les enseña la Copa América a sus seguidores y, sin querer queriendo, les muestra algo más: allí, tras él, está Martín Cáceres totalmente empeloto mientras envía mensajes a través de su celular y, la parte más sabrosa del asunto, el falto de tacto de Forlán pidió que lo empezaran a grabar cuando Abreu bailaba con el calzoncillo dudosamente metido entre nalga y nalga. Más allá del trauma que pueda causar esa última imagen (¡maldita sea tu tanga Abreu!), lo simpático es que ese video refleja el buen ambiente que se vive en una selección que evidentemente es un grupo de amigos y que, a partir de ese punto, y siguiendo un plan serio y estructurado del técnico, se convirtió en la mejor del continente. Tan buen ambiente hay, que poco después alguien le avisó a Forlán de los detalles "casuales" de su publicación y él la borró, pero afortunada o desafortunadamente para el mundo de curiosidades deliciosas del fútbol yo la guardé y acá está (ver video). Ya en serio, y más allá del video y la risa, Uruguay tiene un proceso que le apunta al éxito y a la trascendencia, pues no sólo se trata del cuarto lugar en Sudáfrica 2010 o del título de esta Copa América que ya fue: Peñarol viene de ser segundo de la Libertadores, la celeste acaba de ser subcampeona mundial Sub-17, irá a Londres 2012 con la Sub-20 que ya está en Colombia para el Mundial (y ojo, la veo llegando lejos), y el plan general de trabajo es integral, desde la Sub- 15 hasta la mayores. En Uruguay Tabárez quiere que incluso la infantil juegue con el mismo sistema de la de mayores para que cualquier jugador se pueda integrar a ella sin mayores traumatismos, para que todos, absolutamente todos los jugadores uruguayos, sepan a qué juegan. Pero más allá de todo eso, que de por sí es un ejemplo, a mi me parece que el trabajo sicológico con los futbolistas ha sido notable. Tabárez mandó empapelar la sede de entrenamiento de la selección con imágenes de las grandes glorias del fútbol charrúa para recordarles a sus jugadores en dónde están parados y qué significa vestir esos colores, y varias veces ha contado que habla con ellos para recordarles que no quiere que ganen como sea y que lo importante en últimas no es ganar, sino honrar esa selección, a sus aficionados y a ellos mismos. Es decir, ellos son Uruguay carajo, y no pueden seguir viviendo de la historia, tienen que demostrar que también tienen presente y futuro. Es significativo, algo meramente simbólico pero clave: por primera vez en muchísimos años no pesan los intereses de Peñarol o Nacional en el seno de la nómina y a nadie le importa de qué club europeo llegó tal o cual jugador ni mucho menos cuánto gana. Por primera vez en casi 40 años la celeste es el todo y los uruguayos, jugadores de equipos de media tabla en Europa o de clubes considerados como de “clase media” en el mundo del fútbol, están recordando esa sentencia de Obdulio Varela, el mítico capitán uruguayo del 50, que dijo “cuando nos ponemos esta camiseta somos dos veces hombres”. Tanto así que hasta celestes son los calzoncillos de Abreu… Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad
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Aprendamos de Uruguay
Ganó la Copa América fácil. Lo hizo bien casi todo, de eso no hay duda. Uruguay merece una venia. El proceso viene desde selecciones sub-15, como lo dijo Luis Suárez. Como lo dijo Forlán, un verdadero crack. El título refuerza la idea de la razón y no de la casualidad. Uruguay fue semifinalista del Mundial y ahora es campeón de la Copa América. Quien diga que el futuro charrúa no es prometedor para Brasil 2014 se puede estar equivocando. Carlos Alberto Parreira, el mítico entrenador brasilero que parece no envejecer, declaró antes de la final que los equipos que ganan siempre definen un estilo, cualquiera que sea. Habló del Barcelona, de su selección campeona en Estados Unidos 1994 y de Uruguay, que supo atacar y venció con firmeza. Su estilo es propositivo, de amor propio y sudor en la cancha. No todos los monarcas deben recibir apologías. Uruguay remató su conquista con una clara goleada ante el Paraguay más insípido de los últimos tiempos, contra un equipo que justamente llegó a la final gracias a la suerte y la grandeza de su arquero Villar. Que no guste ya cómo jugó Paraguay hace parte de otro debate. Óscar Washington Tabárez, que se parece mucho a Clint Eastwood, dirigió como se debe ante Perú y Argentina y, en general, a lo largo del campeonato. El técnico de corbata celeste, que lleva cinco años en el cargo, contó con la gracia en los tiros penalti frente a los locales y en primera ronda su escuadra avanzó como segunda de grupo. Uruguay no fue la gran aplanadora, pero sí la mejor. La Copa América 2011 se antojó algo mediocre. Argentina y Brasil redondearon una nueva decepción. Aunque han avanzado mucho, los venezolanos no están tan fuertes como se cree. Lo que pasa es que se han igualado al pobre rendimiento de otras selecciones. En el torneo no hubo mayores figuras. Están Justo Villar, Paolo Guerrero y Luis Suárez. Ganso, Pato y otros animales lo fueron en la cancha. Messi no celebró ni el penalti que marcó ante Uruguay. Perú creció, Colombia fue una nueva ilusión, Chile decepcionó, Ecuador siguió en baja, Bolivia fue lo mismo de siempre, México no era México y Costa Rica sólo llegó para completar un grupo. Nada de esto le quita la alteza a Uruguay. Que quede claro. Los bicampeones mundiales tienen a Muslera como gran arquero, un batallador como Lugano, goleadores como Suárez y Forlán. Da envidia ver cómo todos luchan por su camiseta, como los jugadores besan el escudo. Ese amor lo tienen en el ADN y eso no se aprende, aunque se puede imitar. Es un factor que define muchas veces partidos cuando se esconde el talento. Ahora sólo queda pasar la página para empezar otro sueño: el Mundial Sub-20. Hay un buen agüero y es que todo lo que Colombia ganó lo consiguió en casa: las Libertadores, la Copa América y los suramericanos. Ya pasó Argentina 2011, una nueva eliminación para nosotros, el decimoquinto título de Uruguay y un torneo de pobre nivel que le hizo honor a ello jugando la final en el estadio Monumental, en la casa de un equipo de segunda división, River Plate. En Twitter: @javieraborda
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Sí, decepcionado con la Selección, pero...
Sí, me salí de la ropa. La tanda de improperios que salieron de mi boca en contra de Falcao por haberse comido el penal era como para un mano a mano con el famoso Tano Pasman de YouTube; es incontable la cantidad de veces que me puse de pie y señalé la pantalla del televisor con rabia, así como asumo que los amigos con los que vi el partido se habrían muerto de la risa si se hubiesen dado cuenta de que quería arrancarme el pelo que no tengo con cada palazo de la Selección Colombia. Pero claro, no se dieron cuenta. ¿Cómo iban a hacerlo si estaban peor que yo? Desesperados, aburridos, melancólicos, malgeniados y, luego de todo tipo de discusiones que si Bolillo esto, que si Bolillo lo otro, amargados. Así estamos todos con la eliminación de Colombia de esta Copa América, es inevitable, pero yo voy a dar un humilde paso al frente para pedir calma. Yo creo que hay futuro. Por supuesto, la decepción en insoportable. Es como si por fin esa mujer que tanto te gusta y tanto te ha ignorado acepta una invitación a comer, tú te las das del chacho, la llevas a un sitio fifí con mayúsculas, pides un vino que no tienes ni idea porque en verdad eres cervecero, comen "deliciosamente caro" y, a la hora de pagar, sacas la Visa (la plateada para ser más chicanero) y no tienes fondos. Eso nos pasó: todos estábamos convencidos de que teníamos fondos para lograr algo más, pero nos rebotó la tarjeta de crédito de las ilusiones. ¿Y cómo no estar convencidos? El domingo un ex suegro que me encontré, un amigo que me escribió y un taxista me alegaron lo mismo: que la eliminación era culpa de nosotros los periodistas que habíamos "inflado"/"crecido"/"agrandado" al equipo y sí, puede que los periodistas en Colombia hayamos alabado al equipo, pero no lo hicimos de patrioteros. Al menos no todos. Por ejemplo, a mi de veras el nuevo esquema me gustó, eso de eliminar al 10 y tratar de ser vertiginosos lo analicé en el pasado post y creo que tiene muchas ventajas. No fui el único: gente mucho más seria y preparada que yo, del resto del continente e incluso de Europa, vio con muy buenos ojos el sistema de esta Colombia. Y usted también la vio. Claro, hoy madrea al Bolillo, hoy maldice a Falcao, hoy lamenta que no fuera titular Teófilo Gutiérrez, pero no me venga a negar que se entusiasmó con esta Colombia, que no le gustó el sacrificio del grupo, que no aplaudió el orden de la defensa y la inusitada cantidad de opciones de gol que generó este equipo por partido. Todos lo hicimos: a todos se nos metió entre la piel el gusanito de la ilusión y por eso la derrota con Perú en cuartos de final de la Copa América dolió tanto. Pero ojo, hay equipo. Al menos hay una idea de lo que puede ser el equipo y, salvo los increíbles problemas de definición, es un buen conjunto y no sólo por los nombres: todos los jugadores tienen espíritu de sacrificio y una idea táctica clara. Por supuesto, Perú nos ganó por dos desatenciones atrás (¡ay Neco, lo que te insulté vía TV el sábado no tiene nombre!) y porque Markarián es un zorro que le ganó de un lado al otro el partido al Bolillo en cuanto a planteamiento y cambios (¿cómo hacemos para que Gómez haga cambios rápido? No siempre se la puede jugar toda con los mismos 11 hermano, para eso tiene otros más en el banco...). Pero la verdad es que perdimos porque Falcao cobró un penal como si fuera un delantero de segunda división (a él lo insulté aún más que a Neco), y porque Colombia generó muchas más opciones que el rival y no las metió. Es así de simple: Perú ganó, pero nosotros perdimos el partido. Y duele, duele muchísimo, pero más allá de la derrota y la decepción hay de dónde agarrarse para el futuro y creo que hay buenas cosas. Creo que en este esquema James Rodríguez va a ser importantísimo jugando por los costados y que Juan Pablo Pino encajaría perfectamente en ese mismo papel. Creo que cuando no esté Falcao el técnico tiene que utilizar más rapidamente sus alternativas: ahí están Teófilo, Jackson y Gio Moreno para ocupar ese papel de delantero/pivote que, en el caso del último, dará la falsa sensación de 10 que todos hoy andan llorando porque nos eliminaron. Creo que Amaranto Perea tuvo una Copa América estupenda y que se nota que el cuerpo técnico lo está trabajando para que se convierta en el capo de la defensa cuando se retire Yepes. Creo que todos nos reencontramos con Carlos Sánchez para bien y que muchos descubrieron el potencial de Gustavo Bolívar. Creo que Adrián Ramos por fin ratificó sus convocatorias antes tan discutidas (al menos por mi: me parecía que tenía más sangre un papel y en esta Copa lo vi metiendo como nunca) y que no hay discusión en que tenemos un par de laterales que no tiene ningún otro rival del continente. Fue una decepción absoluta perder con Perú, una bajada de ánimo atroz y una frustración total. No porque endiosáramos a la Selección, sino porque en serio con un par de partidos ya nos había reconquistado y, aunque duela, hay que admitirlo. Así somos los hinchas: corazón blando y enamoradizo. Ahora, espero que Gómez haya tomado nota de ese partido frente a Perú porque ese es el índice de cómo ponerle el tatequieto a Colombia: espesando el medio campo, tratando de tocar y tocar, pero a la vez aguantando y contragolpeando: nuestra selección ahora es vertiginosa y si le quitas el vértigo frenándola en su transición de defensa a ataque la complicas. Eso hizo Markarián pero, aún así, es innegable que a la Tricolor le faltó suerte. Si mira las estadísticas de Golcaracol.com sobre el partido, se dará cuenta de que la pelota estuvo casi todo el tiempo en el medio campo y más hacia el lado peruano que al colombiano, que la mayor cantidad de opciones de gol estuvo pintada de amarillo, y está ese penalti de Falcao... En fin, creo que algo valioso salió de esta Copa América y es que por fin la Selección Colombia dejó de generarnos esa molesta indiferencia de los últimos tiempos. Esta nueva Selección, al menos, cuando pierde nos pone de este mal humor en que andamos en este comienzo de semana y, aunque suene pendejo, eso es importante: volver a sentir, volver a creer, volver a maldecir a grito herido... no me lo niegue: hace rato no sabíamos qué era eso. Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad
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Sí hay razones para seguir creyendo en la selección Colombia
Las derrotas siempre serán dolorosas, aunque debo reconocer que la del sábado en Córdoba ante Perú por los cuartos de final de la Copa América no lo fue tanto, por lo menos, no para mí. Es normal que haya desazón y por qué no, frustración, luego de caer ante un rival al que Colombia dominó durante casi todo el partido; al que le creó múltiples opciones de gol, incluyendo dos remates en los palos y un penalti desperdiciado; y al que se le permitieron dos goles en tiempo extra por culpa de errores infantiles. Entiendo la rabia y la impotencia que pueden sentir muchos en este momento con el seleccionado, que los ilusionó para después propinarles un involuntario nuevo golpe. Sin embargo, para quien escribe, el dolor de la derrota fue amortiguado por la buena imagen que dejó el equipo en el torneo. Razón suficiente para recobrar la esperanza de realizar un buen papel en las durísimas Eliminatorias Suramericanas que se aproximan y lograr el objetivo de regresar a un Mundial, el de Brasil 2014. Como lo expresé en anteriores posts, en los juegos de preparación para la Copa América, exceptuando el de España, no le vi mayor cosa al conjunto dirigido por Hernán Darío Gómez. Me parecía desordenado, confundido y, sobre todo, falto de identidad. El ‘Bolillo’ probaba y probaba jugadores y sistemas de juego, sin parecer definirse por uno. Sin embargo, como por arte de magia, la fisonomía de Colombia cambió en el torneo continental. La victoria en el debut 1-0 ante Costa Rica llenó al equipo de confianza y despejó las dudas del ‘Bolillo’, que se decidió, por fin, por un esquema: el del 4-1-4-1. Después vinieron los enfrentamientos ante el encopetado dueño de casa, Argentina, y Bolivia. A los dos se les pasó por encima con buen fútbol y pundonor. Aunque ante el primero no llegaron los goles que hubieran redondeado la faena (0-0), estos aparecieron frente a los bolivianos (2-0) para asegurar a Colombia como líder indiscutido del Grupo A. Colombia demostró solidez en su zona posterior (no recibió goles en los tres partidos), capacidad para pasar con rapidez de defensa a ataque y para crear múltiples opciones de gol. El gran lunar, la falta de puntería. Ante Perú no cambió en mucho el libreto, por lo menos no en los 90 minutos reglamentarios. En los 30 adicionales una jugada infortunada (minuto 101) en la que se estrellaron Yepes y 'Neco' Martínez tras un cobro de costado, echó al traste con la ilusión de seguir avanzando. El error, más de tipo individual que del accionar en sí del equipo, llevó a Colombia a la confusión, al segundo tanto ‘inca’, desencadenado por otro error de Martínez, y a la eliminación que dolió, insisto, pero no tanto. A Colombia ya se le puede identificar con una palabra que es fácil de utilizar para los que escribimos, pero muy difícil de lograr para los técnicos y es la que he venido subrayando: equipo. Colombia dejó de ser la sumatoria de jugadores sin un rumbo fijo, para formar un bloque; muy sólido, por cierto. Eso sí, señor ‘Bolillo’ Gómez, y aquí debo ser enfático, a esta plantilla de jugadores hay que agregarle para las Eliminatorias volantes de armado. Los que en mejor momento estén. Está bien que quiera seguir jugándose la cabeza con volantes externos, que ya vimos que pueden dar resultado y con los que el equipo parece sentirse cómodo; pero también en cierto que en determinados partidos y momentos puntuales de los mismos, hay que tener la opción del cambio, de la sorpresa y de la solución a problemas cuando se carece de claridad. Esa alternativa la dan los centrocampistas netos de creación, los número ‘10’; los mismos que no quiso llevar al torneo y los que le hicieron falta cuando Colombia perdió los papeles. Juan Carlos Calderón Medina. Editor Golcaracol.com
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El chiste de la selección Colombia
Si Colombia es uno de los países más felices del mundo, lo cual dudo mucho, es quizá por la capacidad de reírse de sus tragedias y desgracias. Hay algo de perversidad en ello, pero es verdad. “Atención, noticia de última hora: capturado por terrorista el 'Bolillo' Gómez cuando se desplazaba por Argentina con 11 petardos”. Ese fue el chiste que para muchos fue gracioso y que nada de risa le causó al técnico de la Selección. “Bolillo” respondió con argumentos al desatino. Y lo hizo bien. "No sé por qué me llega (al celular) un mensaje que no es bueno, un mensaje de un directivo de la Federación (Claudio Javier Cogollo), un señor respetuoso del Comité Ejecutivo. Eso que me lo ponga un hincha, pero que me lo ponga un directivo del Comité no está bien…", dijo el entrenador a la prensa. Chistes buenos y malos se escuchan todos los días. Que lo diga Natalia París, a la que, por ejemplo, pusieron a decir en los mensajes de Blackberry que no nos preocupáramos porque Falcao se iba a reivindicar del penalti desperdiciado en el partido de vuelta contra Perú. Con la selección Colombia es igual. No es esta la primera vez ni será la última que la gente se burla de sus penas. Se ha reído de Aristizábal como mejor jugador del mundo sin balón y del “perder es ganar un poco” hasta la saciedad. Cuando Dayro Moreno se devoró el gol ante Argentina, sin arquero, rodó esto: “Un condenado a muerte está frente al pelotón de fusilamiento y le dicen: ‘¿Cuál es su último deseo?’ ¡Que dispare Dayro Moreno!”. Hubo más. Otro chiste sobre la misma jugada preguntaba qué pasaba con todos los Moreno en Colombia. “Primero Samuel, luego Iván y ahora Dayro…”. Tiene razón “Bolillo” en su molestia, más cuando el equipo trata de salir de una dolorosa eliminación. "A mí no me gusta. Yo no sé ustedes qué dirían si un directivo de su empresa les pone petardos (…) el país vio que no somos un petardo sino que somos un buen equipo", declaró. No hay que hacer más alharaca de esto al final de cuentas. Fue un desatino del directivo, que debe disculparse así no haya escrito el chiste. La frase fue de mal gusto e irrespetuosa y, por ende, una reacción sana del entrenador. Los cómicos Sobraron burlas e ironías de la nueva frustración de la Selección en la Copa América. En Twitter estuvo de moda hace poco el #Colombiacampeón. Campeón de… “Nunca llegar a una final”. (@LaRepelente) “De lanzamiento de bala, pero de AK-47”. (@santana_mao) “De periodistas deportivos mediocres. Y subcampeones también”. (@MRocha473) “Campeones de corrupción 2011, ¡ya somos octacampeones!”. (@Lince_Juaneto) “Del mundial de tejo”. (@La_linacha) “En no apoyar los deportes que nos dan triunfos, ¡como el ciclismo!”. (@FelipeAcevedoM) “En echarle la culpa a los demás de sus propias desgracias”. (Marcela Ramírez) “De atletismo... robando por la carrera 10ª” (@Aliasrodriguez). En Twitter: @javieraborda
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Cuando me robaron el carro en un Colombia-Perú
El gol de Nolberto Solano y la victoria de los peruanos en las Eliminatorias al Mundial de Corea y Japón no fue lo único malo el 16 de agosto de 2001. Copio la crónica que presenté en la Universidad de La Sabana sobre el robo. Germán Arango la calificó, dijo que había sido un “relato animado” y lamentó el atraco. Esperando que este sábado Colombia gane en la Copa América y no pase nada malo, aquí va el texto: ____________________________________________________________
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Apuntes sobre la nueva Selección Colombia
Me puse de pie, levanté los brazos, flexioné un poco las rodillas y grité con el alma: "¡Qué golazo hijueputa!". Mis dos gatas salieron corriendo y una señora del edificio del frente se asomó a la ventana: así fue el grito. Pero sé que no fui el único que vociferó en vano el gol que no fue porque Dayro Moreno pateó la pelota lejos de un arco que tenía a su entera disposición. Debo admitir que hace muchos, pero muchos años no me entusiasmaba tanto con una Selección Colombia como me pasó en los dos últimos partidos del grupo A de la Copa América. Claro, en ambos quedé con el sinsabor de que esta tricolor nos está debiendo goles, muchos pero muchos goles (sobre todo tú Dayro, a mi me debes como 50 después de definir como lo hago yo los sábados con mis amigos los rodillones), pero más allá de eso tengo que admitir que esta nueva Selección Colombia tiene muchas cosas que me gustan. Hace como un año me declaré en la oposición del nombramiento de Hernán Darío Gómez. Lo hice público en este mismo blog cuando estaba en Futbolred y lo sigo manteniendo: a mi 'Bolillo' no me gusta. Lo que hizo con Guatemala y Santa Fe fue muy malo y su manejo de grupo, amiguero en extremo con los jugadores, fue el comienzo del fin de la Selección en 1998; no me gusta su comportamiento en las ruedas de prensa y sus declaraciones me dan oso ajeno. Pero tengo que admitir que en esta Copa América está dejando callado a todo el mundo. Gómez hizo la tarea, decidió dar un paso adelante y, por primera vez en su carrera en los banquillos, decidió jugar sin 10. Eso, un gran pecado para muchos que aún añoran al 'Pibe' Valderrama y que exigen a Giovanni Hernández o Macnelly Torres en la Selección, ha sido fundamental para definir el estilo de lo que me gusta llamar la "nueva Selección Colombia", un equipo que, diferente a todas las Colombia que hemos tenido desde el 98, por primera vez juega sin la larga sombra de Carlos Alberto Valderrama. La presencia del 'Pibe' en nuestro fútbol fue tan importante (con tres Mundiales seguidos, dos terceros puestos de Copa América, la referencia internacional de su presencia y el hecho de que indiscutiblemente bajo su mando se tuvo la mejor Selección de todos los tiempos), que desde que se retiró hemos tratado de buscar quién ocupe su lugar. 'Bolillo' incluso intentó poner en su puesto a Morantes en la Copa América del 97 sin mucho éxito, y la lista de aspirantes a tomar su posición se ha llevado por delante a excelentes jugadores como Hernández o Macnelly, 'Mao' Molina, Valentierra, Pacheco e incluso en algún momento a un goleador como Aristizábal lo pusieron a jugar de enganche. Sin embargo, por primera vez después del retiro del 'Pibe', un técnico de un combinado nacional decide jugar sin 10 y la cosa pinta. Por supuesto, no es la Colombia tradicional, la del toque, la de las pausas, la que mueve el balón de un lado a otro, pero eso me gusta. Esta Colombia es vertical, controla el medio campo con un excelente trabajo de presión e inmediatamente pasa al ataque por las bandas, buscando casi siempre a su hombre de área. Ya no hay un 10 que la pida, la pare, espere y habilite a los delanteros, y claro que se nota: si uno mira detenidamente los partidos frente a Argentina y Bolivia se da cuenta de que la bola nunca va de un lado a otro y las estadísticas demuestran que Colombia realizó muchísimos menos pases que su rival. Pero en esta nueva Selección cuando se quita un balón inmediatamente se va para el frente buscando generar espacios; eso es nuevo. Eso me gusta. En un post anterior cité a Menotti, quien decía que los misterios del fútbol son espacio, tiempo y engaño, y esta Colombia los está trabajando a su manera: le cierra espacios al contrario con una línea de 4 volantes en la que hay que aplaudir el trabajo de los hombres por los costados (especialmente porque son delanteros: Ramos y Dayro), y para rematar siempre hay un volante cabeza de área (Sánchez o Bolívar) que llega a doblar la marca. Ese solitario trabaja en exceso pues cubre todo el tiempo a Guarín, Aguilar, Ramos y Moreno, pero también respalda la labor defensiva y ayuda a que los zagueros escalonen al adversario. Lo que le hicieron a Messi, Agüero, Tevez y compañía fue notable, pero en el juego contra Bolivia Marcelo Martins nunca la vio y Arce, el tipo de las ideas en los bolivianos, estuvo totalmente anulado. Ahora bien, este equipo también genera espacios y por eso parece que ataca mucho (lo que hace más doloroso que se coma tantos goles, su lunar con pelos). Falcao García ahí es brillante, pues no espera la pelota arriba sino que baja unos metros, con lo que sus marcadores suben dejando espacio para que desde las bandas Colombia sea una oleada constante con Ramos, Armero, Moreno y Zúñiga. Además, como sobre el papel siempre están atacándolo cuatro personas por todo el frente, el rival se abre y ahí, en esos espacios, pueden llegar los volantes centrales, Guarín y Aguilar. Por supuesto, todo esto se maneja con un tiempo vertiginoso y esa es la principal diferencia con la vieja Selección Colombia: en esta ya no hay pausa. El único jugador que tiene esta nueva Selección con la capacidad de generar pausa es Elkin Soto, que está entrando precisamente en los segundos tiempos para eso, para pedir la pelota, pero que igual está adaptado al ritmo alemán y cumple la labor de atacar por izquierda y hacer esa carrera de relevos con Armero tan difícil de controlar para los rivales. Ahí está el tercer punto: esta Selección, al ser vertiginosa y atacar constantemente, genera engaños. El único defencto en este punto es que a veces se puede abusar del centro a Falcao y, si bien te puede funcionar una vez, un equipo serio lo detecta y lo controla. Ahora bien, eso del vértigo es bueno y malo: un rival con un gran dominio de pelota nos puede complicar muchísimo la vida, pero en esta Copa el único que parece tener esas características es Chile (Venezuela también, aunque sin tanto criterio). El duelo con Perú de este sábado va a ser precisamente interesante por eso: porque los peruanos son amigos de la pelota y tácticamente están preparados para no dejar espacios. Y ojo, Markarián es un zorro, así que no será tan fácil como muchos esperan. Pero retomando, me gusta esta Selección. Critiqué la actitud del técnico al no tomarse en serio la Cop América (y vea usted, sí lo está haciendo), me estresó que los dirigentes no consiguieran más amistosos y me decepcionaron tremendamente los juegos frente a México, Senegal y Costa Rica, pero la Colombia de los dos últimos partidos tiene cara de equipo. De un equipo diferente, además, lo que me parece supremamente interesante. Estamos frente a una nueva Colombia, una que está diseñada para controlar y pasar rápido al ataque, para ser eficiente y no para dar espectáculo; una Colombia que está pensada para obtener resultados con criterio. Porque eso es lo que más me gusta de esta nueva Selección: que tiene un grupo de jugadores jóvenes que son absolutamente conscientes de que llevan puesta la bandera. Con esa actitud y ese trabajo vamos a dar la pelea, no sólo en esta Copa, sino en una Eliminatoria que parece estar demasiado apretada incluso antes de que empiece. Volví a tener fe. Y eso que esta Selección, muy interesante y todo, me está debiendo todos los goles del mundo... Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad
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Gol Caracol
¿Colombia empieza a tomar la forma de un Picasso?
Pocos días antes de iniciarse la Copa América en territorio argentino, el director deportivo de la Federación Colombiana de Fútbol, Francisco Maturana, manifestó en una entrevista que Colombia “no es un Picasso pero tiene los colores”. En muchos, más allá de la buena intención de Maturana por transmitir algo de positivismo a sus dirigidos, sus palabras causaron repudio por irrespetuosas. Era absurdo comparar, o siquiera intentarlo, las obras de uno de los pintores y escultores más importantes del siglo XX con una selección que, a excepción del juego ante España en el mes de febrero, había mostrado muy poco fútbol. Colombia carecía de un sistema táctico definido, ya que su técnico Hernán Darío Gómez en los encuentros amistosos había probado mucho, sin parecer tener claro lo que quería. A eso se le sumó el desaprovechamiento de algunas fechas FIFA en las que en vez de poner a jugar al equipo para mecanizar movimientos, se les dio a los futbolistas vacaciones. Cuando se creaban opciones de gol, se dilapidaban… Y para colmo de males, el ‘Bolillo’ en rueda de prensa dijo que si no pasaba de la primera ronda dejaría el seleccionado. Definitivamente, el certamen para el conjunto nacional no pintaba para nada bien. Sin embargo, las palabras optimistas de Maturana parecieron encontrar eco en el seno del equipo nacional. Colombia empezó a tomar, de un momento a otro, forma. No digamos que de una obra de arte del fútbol, porque sigue muy lejos de serlo, pero, por lo menos, sí de un equipo maduro y serio. Así lo demostró durante la primera fase de la Copa América, en la que tras vencer a un joven y hambriento de gloria equipo de Costa Rica (1-0); empatar con la anfitriona Argentina (0-0), en un juego que la tricolor fue mucho más; y derrotar con contundencia a Bolivia (2-0); alcanzó 7 puntos y se convirtió en el primer equipo en clasificarse a los cuartos de final. Maturana nos tapó la boca a más de uno. ‘Bolillo’ Gómez, también. Hoy Colombia goza de solidez defensiva y más contundencia en ataque. Aunque repito que Colombia sigue lejos de parecerse a un Picasso, ahora sí le empiezo a ver los colores. Por: Juan Carlos Calderón Medina. Editor Golcaracol.com.
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Gol Caracol
El gustico de criticar a la selección Colombia
Hay quienes no están satisfechos con nada, los que viven de maltratar en el periodismo y también se cuentan los hinchas que no ceden en sus prejuicios. La actual selección Colombia sirve para hacerles a todos ellos un buen llamado de atención. Se criticaba la falta de gol y Falcao les hizo dos a los bolivianos. Se dijo que a Costa Rica había que ganarle y se logró. Se esperaba un buen papel ante Argentina y ahora es innegable que en ese partido se demostró que hay con qué construir futuro. No es bueno caer en apologías ni en críticas eternas. La selección quedó primera de su grupo en la Copa América, no perdió ningún partido y no lamentó ninguna anotación en contra, contando en ello que su portero titular ha sido el suplente “Neco” Martínez. Esa es la realidad no interpretada. El equipo es equipo. Y hay una idea de estilo basada en el famoso 4-1-4-1. Se juega a algo reconocible, guste o no, y lo que importa es que con eso se puede pelear un lugar a Brasil 2014. Hay más cosas positivas. El gesto de mostrar el saco del arquero lesionado David Ospina en la celebración de uno de los tantos contra Bolivia también refleja valores muy importantes, como el compañerismo y la solidaridad. Fue lo mismo que aplaudió el mundo cuando Barcelona dejó que Abidal, quien había sido operado de un cáncer de hígado, levantara el pasado trofeo de la Liga de Campeones como capitán. Estar en la otra corriente es fácil. Se puede resaltar que para las opciones creadas apenas se han convertido tres goles. Que falta tener más tiempo el balón y, si se quiere, que los rivales han estado en un nivel regular y que lo que importa es lo que viene, es decir, los cuartos de final en la Copa América y las Eliminatorias, que están a la vuelta de la esquina. Lo anterior es cierto. Sin embargo, en la competencia real, sin mirar los amistosos, se ven más pros que contras en la selección Colombia. “Bolillo” confiesa que tiene fe y ojalá no la pierda en un disparate en una rueda de prensa. El presidente Santos, que vio el partido en el departamento del Cauca, dejó de hablar de las FARC para llamar al técnico y expresarle sus felicitaciones. “¡Este equipo cada vez me gusta más!”, manifestó por su parte Juan Pablo Ángel. Como ellos, muchos reconocen hoy las virtudes del equipo nacional. Exagerarlas o creérselas demasiado sí será un problema, pues nada ha ganado Colombia realmente en estos tres partidos de primera ronda. Esto que festejamos es moral, tan solo un inicio. Pero vale su reconocimiento, mucho más que la crítica malsana y preconcebida. En Twitter: @javieraborda