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Luis Manuel Díaz, más conocido como el Mane Díaz, no es solo el padre del crack de la selección Colombia Luis Díaz. Es un personaje que ha sabido transformar su vida tras un episodio que estremeció al país: su secuestro. Hoy, el Mane es cantante vallenato, influencer, profesor de fútbol y figura pública que brilla con luz propia más allá de la fama de su hijo. Su historia es la de un hombre que se hizo a pulso.
“Le voy a cantar, lo digo de corazón, hombre, yo quiero hablar paz a nombre de un acordeón”, cantó el Mane Díaz durante la entrevista con Los Informantes.
Este hombre inspirado que improvisa versos con sentimiento no es un juglar vallenato cualquiera. Es el papá de Lucho Díaz, el delantero estrella del Bayern Múnich, pero el Mane ha dejado de ser solo “el papá de” para convertirse en un fenómeno nacional por sí mismo.
Su carisma, su talento musical y su historia de superación lo han convertido en una figura mediática que aparece en portales, noticieros y redes sociales. Y él lo sabe.
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"¿Y le gusta esa fama? ¿Le gusta esa atención? Yo pienso que debo de aprovecharla. A mí me ha ido bien con eso. Para mí ha sido una satisfacción, una alegría. que la gente me conozca”, dijo.
El Mane no solo canta. También enseña. En Barrancas, su natal pueblo en La Guajira, fundó hace 33 años una escuela de fútbol que ha formado a más de mil niños. Muchos lo ven como un segundo padre.
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“Yo soy un profesor muy exigente. ¿Era diferente con Lucho que con el resto de los niños? A él le exigía más que a los otros niños”, contó.
Fue él quien impulsó la carrera de su hijo desde que era un niño. Lo llevó a probarse en el Barranquilla Fútbol Club, luego al Junior, y lo recomendó para la selección Colombia indígena. Hoy, no se pierde ni un partido de su hijo y lo llama apenas termina cada encuentro.
Aunque siempre fue músico, ahora el Mane Díaz canta en serio. Tiene su conjunto vallenato y se ha presentado en escenarios importantes como el Festival Francisco el Hombre en Riohacha y las fiestas patronales de Salamina, Magdalena.
"Llegamos con la idea de grabar unos dos, tres temas, pero las cosas pues se tornaron diferentes y queremos, pues ahorita estamos grabando un CD de música completa”, relató.
Su música, como su vida, está llena de sentimiento. Canta por la paz, por el amor, por la esperanza. Y lo hace con el corazón de quien ha sobrevivido a lo peor.
El 28 de octubre de 2023, el Mane y su esposa, Cilenis Marulanda, fueron sorprendidos por hombres armados. Ella fue liberada minutos después. Él, en cambio, vivió 12 días de terror.
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“¿Cómo le cambió la forma de ver la vida a esa experiencia? Cambia, cómo va a andar uno, qué lugar tiene que andar, con qué personas tiene que estar acompañada. No entendía nada, llegué a imaginar que podía ser un atraco”, dijo.
El país entero se unió para pedir su liberación. Marchas, mensajes, campañas. Colombia se volcó en apoyo. Y él lo recuerda con gratitud.
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"¿Usted perdona a las personas que lo secuestraron? Cada vez que sea necesario, lo hago porque uno no sabe hasta dónde va a llegar. Y también tiene derecho a ser perdonado. Al regreso de esa experiencia me quedó otra experiencia, una experiencia muy o más bonita. La gente también demostró el cariño”, dijo.
Hace unos meses, el Mane y su esposa dejaron Barrancas, el pueblo donde habían vivido toda la vida. Oficialmente, se mudaron a Barranquilla porque desde allí es más fácil viajar a Múnich, donde vive su hijo. Pero hay otra razón.
Después del secuestro y de algunas amenazas posteriores, la familia no se siente tan tranquila en el pueblo. Aunque él prefiere no decirlo en voz alta, el miedo sigue.
Un amigo lo traicionó. Un compadre, de cuyo nombre no quiere acordarse, lo vendió a quienes lo secuestraron y lo entregaron a la guerrilla del ELN.
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“Inmediatamente pensé por qué a mí, por qué a nosotros, nosotros no le hacemos daño a nadie, no le hacemos mal a nadie. Después entendí, el boom de que Luis se fue, cambió su vida, la situación económica de él, entonces ya la gente comienza que tiene plata, que esas cosas, pero bueno, le digo sinceramente, es algo que para mí pasó a la historia”.
Antes de ser profesor de fútbol, el Mane trabajó como auxiliar de cocina y se certificó como cocinero profesional. Vendía empanadas con su mamá en las calles de Barrancas. Pero se cansó del fogón y decidió perseguir su sueño: enseñar fútbol.
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Hoy, además de profesor y cantante, es influencer. Su carisma lo ha convertido en figura publicitaria. Y él lo aprovecha.
El Mane es estricto, disciplinado, riguroso. Así formó a sus tres hijos hombres. A Lucho, el más famoso, le exigía más que a los demás.
“Pues yo creo que lo que él tiene o lo que él muestra en estos momentos lo sacó de estas piernas”, dijo.
Desde niño, el Mane jugaba fútbol y cantaba vallenato. Fundó un grupo llamado ‘La juventud vallenata’ que tocó en festivales de La Guajira y departamentos vecinos. Compartió tarima con ídolos como los hermanos Zuleta y Rafael Orozco.
Quienes lo conocen lo describen como amable, divertido, enérgico. No le gusta que lo llamen por su nombre de pila ni le digan 'señor” porque lo hace sentir viejo.
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“La actitud es lo que hace uno joven. Yo soy un man muy activo en todo. Me gusta la recoche, el baile, el trabajo”, dijo.
Vivió una infancia campesina. Sus padres sembraban café, plátano, guineo y yuca. Él y sus siete hermanos aprendieron a manejar la pala, el azadón y el machete desde niños. Y también a cantar.
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Hace menos de un año, el Mane dejó de tomar licor. Un dolor intenso en el pecho lo llevó al hospital. Desde entonces, decidió cuidarse más.
Hoy, canta, enseña, viaja, graba música, apoya a niños futbolistas a través de la Fundación Luis Díaz y sigue siendo el mayor fan de su hijo.
Luis Manuel Díaz, el Mane, es mucho más que el papá de Lucho. Es un símbolo de resiliencia, de alegría, de talento. Un hombre que convirtió el dolor en música, el miedo en enseñanza y la fama en oportunidad.