Natalie Vanderstay cuenta, desde la cama del hospital donde se recupera, cómo logró escapar de la muerte. Asegura que le debe la vida a un taxista.
La mujer, de 43 años, estaba cerca al escenario cuando comenzó la lluvia de balas.
Mientras sostiene sobre su abdomen una almohada, justamente en el lugar donde la impactó uno de los proyectiles, recuerda la noche que enlutó al país y conmocionó al mundo.
“Creo que entré en estado de shock. Traté de mantener la calma, pero solo sentía el impacto, sabía que me habían disparado. Sentí como si una pelota de béisbol enorme hubiese atravesada mi estómago, vi sangre por todas partes”, relata.
Esta valiente mujer es enfermera y puso en práctica su conocimiento. Se quitó la camisa para armar con ella un torniquete y detener el sangrado, luego salió a buscar ayuda.
“Pensé: me voy a morir, me voy a desangrar, me dolía tanto. Sabía que no quería morir, no estaba lista para morir. Así que seguí avanzando, era tan difícil moverse, todo el mundo estaba pisando a todo el mundo. Por desgracia, tuve que pasar por encima de otra gente, solo para llegar a donde yo necesitaba llegar”, añade.
Entre los gritos y el miedo, llegó hasta una calle donde la recogió un taxi con tres personas adentro. Los pasajeros intentaron darle los primeros auxilios mientras llegaban hasta el hospital.
“Si no fuera por ese taxista no estaría aquí, lastimosamente no sé quién es”, expresa Natalie.
Los impactos que recibió causaron daño severo en su colon y heridas menores en una de sus piernas.
Además, siente estar traumatizada porque vio morir a mucha gente. Asegura que “solo tengo fe y sé que tengo que mantenerme fuerte. Quiero estar aquí, no estaba lista para morir”.
Para lo que sí está lista es para buscar al taxista que la auxilió, pues ella quiere darle las gracias.
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Updated: octubre 04, 2017 01:38 p. m.