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Así murió Inés Arango Velásquez, la monja colombiana que será beatificada por el papa León XIV

¿Quién era Inés Arango Velásquez? En medio de una misión en el Amazonas, en Ecuador, la religiosa colombiana fue asesinada.

Inés Arango Velásquez.
Inés Arango Velásquez.
Archivo particular

El anuncio del papa León XIV de beatificar a la monja colombiana Inés Arango Velásquez ha sido una gran noticia para los feligreses colombianos. Según el decreto firmado por el sumo pontífice, será reconocida "la oferta de la vida" de la religiosa oriunda de Medellín, quien perdió la vida de una manera violenta en medio de una misión que realizaba defendiendo pueblos indígenas en el Ecuador. El papa también aprobó la beatificación del misionero español Alejandro Labaka Ugarte, quien murió junto a la monja colombiana.

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Pocos recuerdan la historia de esta religiosa y es por eso que, con el anuncio del papa León XIV, ha aumentado el interés por conocer su vida y muerte que la hacen merecedora de este reconocimiento póstumo. Aunque han pasado más de tres décadas de la muerte de la monja Inés Arango, su vida estuvo marcada por su peso espiritual y humano, terminando en una tragedia en medio de una labor en la que intentaba tender puentes con pueblos indígenas aislados de la civilización, ubicados en la Amazonía ecuatoriano-peruana.

¿Quién era la monja Inés Arango?

Nacida en Medellín, Colombia, e integrante de la Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, a la que perteneció desde los 18 años, Inés Arango se ganó el amor y admiración de los paisas y luego de los colombianos por su entrega, dedicando varios años de su vida a la evangelización y educación religiosa. Su vocación la llevó por escuelas del Tolima, Córdoba y Antioquia; sin embargo, Arango no era una monja tradicional y siempre manifestó un profundo interés por llegar a los pueblos originarios.

monja Inés Arango
Una de las últimas fotos de la monja Inés Arango en su labor con las comunidades indígenas -
Foto: AFP

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Bajo esa lógica, en 1977 le hicieron el llamado a ser misionera en la selva ecuatoriana y ella aceptó inmediatamente. Su trabajo, junto a otros religiosos como el español Alejandro Labaka era evangelizar a los indígenas huaoranis, un grupo indígena conocido por su carácter guerrero y su aislamiento cultural. Durante 10 años, la religiosa colombiana y su equipo hicieron un trabajo de conocimiento y reconocimiento de las tradiciones de los huaoranis, mientras les enseñaban español, aprendían su lengua y les enseñaban la palabra.

Además de evangelizar, la monja Inés Arango tenía un gran interés por proteger a los pueblos indígenas de los riesgos para su territorio con los proyectos de extracción y petroleros en el Amazonas. Además de los huaoranis, en el lugar en el que estaban trabajando también estaban los tagaeris, pero con esta comunidad indígena no tenían mucha interacción porque habían advertencias sobre sus reacciones violentas. Ante la fuerte amenaza en el territorio por estos proyectos y la vocación de Arango y Labaka, ambos religiosos decidieron asumir el riesgo de contactar con los tagaeris, conocidos por su rechazo histórico al contacto externo.

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La monja colombiana y el obispo español conocían el riesgo y es por eso que el día antes de partir dejaron todo listo en caso de no regresar. "Si muero, me voy feliz, ojalá nadie sepa nada de mí, no busco fama ni nombre, Dios lo sabe, siempre con todos, Inés", escribió la colombiana en el testamento que dejó en su mesa de noche el 21 de julio de 1987, cuando partió junto al sacerdote en busca de los pueblos indígenas para lograr un diálogo con ellos sobre los riesgos que enfrentaba su territorio.

monja Inés Arango
El testamento que dejó la monja Inés Arango un día antes de ser asesinada -
Foto: AFP

Inés Arango y Alejandro Labaka se adentraron en territorio desconocido de la selva sin armas, sin protección, confiando en que la comunicación pacífica era posible. Pero nunca regresaron. Al día siguiente el equipo llegó al lugar en el que habían sido dejados para buscarlos, pero no había ningún rastro de ellos dos, motivos por los que se emprendió una misión de rescate. Con la ayuda de un helicóptero se encontraron los cuerpos sin vida de ambos religiosos, clavados múltiples veces por lanzas del pueblo indígena.

"Al día siguiente sus compañeros de la misión de Aguarico sacaron no menos de veinte lanzas de su cadáver", publicaron hace algunos años en Capuchinos editorial, recordando la labor de los dos religiosos. La muerte de la monja colombiana y el obispo español causó gran dolor en la iglesia católica y en el mundo, aunque se conocieron pocos detalles, con el paso de los años se dijo que los religiosos en un principio habían logrado interactuar pacíficamente con los jóvenes de la tribu, pero cuando fueron llevados ante los mayores, estos dieron la orden de asesinarlos.

Lejos de considerarla mártir de una cruzada religiosa, quienes conocieron a Inés Arango la recuerdan como una mujer profundamente humana, sensible a las culturas indígenas, comprometida con el respeto por la vida y la diversidad. Su muerte fue una tragedia, sí, pero también un reflejo de su entrega total a un ideal de convivencia y entendimiento entre mundos distintos. Casi cuatro décadas después, su figura ha sido reivindicada por movimientos que promueven la justicia ambiental, el respeto por los pueblos originarios y el papel de las mujeres en la misión eclesial y social. Ahora también desde el Vaticano con la beatificación firmada por el papa León XIV.

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MARÍA PAULA GONZÁLEZ
PERIODISTA DIGITAL DE NOTICIAS CARACOL
CORREO: mpgonzal@caracoltv.com.co