
Este mes se cumplen diez años de la promulgación de la Ley 1761 de 2015, más conocida como la Ley Rosa Elvira Cely, que convirtió al feminicidio en un delito autónomo en Colombia. La norma surgió tras el asesinato que marcó un antes y un después en la conciencia social: el crimen de Rosa Elvira Cely, quien fue golpeada, torturada, abusada sexualmente y abandonada en el Parque Nacional de Bogotá. El caso generó una profunda indignación y encendió una alarma nacional sobre la violencia basada en género.
Una ley que comenzó un avance histórico
La Ley Rosa Elvira Cely tipificó el feminicidio como el asesinato de una mujer por su condición de ser mujer o por motivos de identidad de género, un paso considerado histórico en la jurisprudencia colombiana. Para organizaciones feministas y defensoras de derechos humanos, esta reforma significó un reconocimiento de que el feminicidio es la expresión más extrema de un ciclo de violencias que muchas mujeres enfrentan en sus vidas.
Como lo expresó a Noticias Caracol la promotora de la ley, Isabela Agatón, su sanción fue un avance importante:
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“Es un logro grandísimo para los derechos de las mujeres y un hito jurídico. Sin embargo, los resultados de su aplicación siguen siendo insuficientes”.
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Desde su aprobación en 2015 hasta el 25 de junio de 2025, la Fiscalía General de la Nación ha abierto 1.850 procesos por presuntos casos de feminicidio. No obstante, el número de víctimas es aún mayor: 2.080 mujeres asesinadas en circunstancias que, según el Observatorio de Feminicidios de Colombia, cumplen características de feminicidio.
Tan solo en 2025, se contabilizan 362 feminicidios, 86 de ellos ocurridos en mayo. De los casos denunciados este año ante la Fiscalía, 45 corresponden a feminicidios formalmente investigados. Esta disparidad en las cifras refleja problemas persistentes en la identificación, tipificación y registro adecuado de los crímenes.
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A pesar de los avances, la implementación de la ley enfrenta retos profundos. Como señaló Agatón, persisten limitaciones en la formación de fiscales y operadores judiciales que dificultan reconocer las particularidades del feminicidio:
“Todavía cuesta entender que el feminicidio es el desenlace final de violencias previas y no un hecho aislado. Esta falta de comprensión alimenta la impunidad”. Además, los obstáculos se extienden al reconocimiento de feminicidios cometidos contra niñas, adolescentes y mujeres trans, quienes enfrentan riesgos agravados.
El llamado de la familia de Rosa Elvira Cely al país
Durante una entrevista en Noticias Caracol En Vivo, la hermana de Rosa Elvira Cely hizo un llamado urgente:
“Todavía los casos quedan impunes, precisamente porque no hay una investigación rigurosa. Hay una corresponsabilidad de las entidades, pero también de la sociedad”. Una década después, el nombre de Rosa Elvira Cely permanece como un símbolo de resistencia y memoria.
La existencia de la ley es un paso importante, pero el verdadero reto sigue siendo que no quede solo en el papel y que se traduzca en justicia efectiva para las víctimas y sus familias.
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LAURA CAMILA RAMOS CONDE
NOTICIAS CARACOL
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