Atentos padres de familia y profesores a esta práctica. Les explicamos de qué se trata y cómo evitar que sus hijos sean víctimas.
Los estudiantes usan borradores o las cuchillas de los tajalápices para frotarlos sobre la piel y gana quien soporte más el dolor.
De esa manera, se provocan lesiones en los brazos, los muslos y las pantorrillas.
“Antes las hacían donde no las podían ver, pero ahora están tratando de mostrar esas cicatrices”, explica Eduer Humberto Lara, orientador escolar.
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Los menores se motivan con este tipo de retos para “poder satisfacer los dolores emocionales con el dolor físico”, señala el orientador.
Quienes lo hacen empiezan a reunirse en grupos pequeños y se tornan agresivos, recalca.
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Ricardo Ruidíaz, director de la Fundación Rompecabezas Armacorazones, recomienda a los padres hablar con los niños.
“Es imposible que lleguen con heridas en su piel, que lleguen con hematomas, con diferentes situaciones en su cuerpo, y no se les preste atención y piensen que simplemente es una caída o es un golpe cuando de fondo hay cosas muy preocupantes en la salud mental de los niños”, dice Ruidíaz.
Según el MinTIC, un 76% de los menores entre los 12 y 16 años tiene un teléfono celular y lo usa para consultar redes sociales.
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