El 14 de junio, luego de 16 años de ausencia, la selección colombiana de fútbol volvía a un Mundial. En medio de la expectativa, los hinchas de la tricolor se congregaron en torno a las pantallas de televisión para apreciar el desborde de talento de los jugadores. Sin embargo, finalizado el encuentro, la victoria 3-0 ante Grecia se convirtió en una estruendosa derrota, ampliamente referenciada por la prensa internacional: 9 muertos, 15 heridos y más de 3 mil riñas.
Una pregunta retumbó en medio de la tragedia: ¿por qué no sabemos celebrar? Los sociólogos aventuraron hipótesis, a la par que los politólogos, psicólogos e historiadores. Sin embargo, en medio del debate, otro campanazo de alerta sacudió al país. El 18 de junio, en medio de las celebraciones por el cumpleaños del equipo capitalino Los Millonarios, un bus de Transmilenio fue retenido y destrozado por desadaptados. El saldo, 100 lesionados y más de 200 detenidos.
Ante los desmanes, la Alcaldía de Bogotá decretó la Ley Seca, que rigió hasta el viernes 20 de junio. La medida, fue un baldado de agua fría que dio al traste con las expectativas de los rumberos, que veían en cada triunfo que labraban los dirigidos por Pékerman la excusa perfecta para levantar sus copas y festejar. La estrategia se replicó por todo el país, en especial en las principales ciudades, buscando que no eclipsara la ilusión mundialista.
Y pese a que soldado advertido no muere en guerra, los cotejos jugados el 19 y 24 de junio frente a Costa de Marfil y Japón respectivamente, se vieron empañados por miles de riñas.
Tras el duelo ante los africanos se presentaron dos muertos, 84 lesionados y 4.667 riña. En las celebraciones por el partido con los nipones el saldo lamentable disminuyó en un 80%, tras presentarse 2.828 peleas callejeras.
Updated: diciembre 15, 2014 08:31 p. m.