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El origen de las vacunas y por qué se llaman así, relatado por el escritor Javier Moro

Este español consignó la historia en su libro A Flor de Piel, que narra la llegada de la inyección contra la viruela a América a principios del 1800.

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Javier Moro charló con Noticias Caracol sobre dos de sus obras literarias. Una de ellas ‘A flor de piel’, que es el relato de la misión que trajo la vacuna contra la viruela al continente americano desde Europa y ‘A prueba de fuego’, la historia del arquitecto Rafael Guastavino, su más reciente creación.

Entrevista con Alberto Medina, subdirector de Noticias Caracol.

Alberto Medina: En ‘A Flor de Piel’ es muy llamativo descubrir una historia de 1803, que es cuando se embarcan en la misión de traer una vacuna a América. La pregunta que lo asalta a uno es cómo la descubrió.

Javier Moro: "Se habían escrito algunas novelas, había algo, se había estudiado, pero poco porque el personaje central Isabel Zendal, la enfermera que acompaña a los niños en la expedición no sabía quién era ni se sabía si ese era su nombre. Aquí hubo que hacer un esfuerzo muy grande de investigación porque no quería tampoco inventarme la historia, quería escribir de Isabel Zendal con una base y la base al principio no la tenía. Dio la casualidad de que pude conseguir unos documentos únicos que por primera vez hablaban de la visita del obispo a la aldea donde vivía esa señora y sus familiares. Venía una definición que me ayudó mucho a contar la infancia de esta protagonista, que eran pobres de solemnidad, que era como esa etiqueta que te ponía la iglesia. Si eras pobre de solemnidad tenías derecho a que te enterrasen en el atrio de la iglesia y no solo la fosa común. Un poco mejor que el pobre ramplón.

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Así pude reconstruir su vida, pero lo más fascinante de esta historia de A Flor de Piel, hay que recordar que es el rey de aquel momento que quiere enviar las vacunas a los territorios ultramar, lo que era la Monarquía Católica Española, y la única manera que encuentran de mandarlo es a través de unos niños para que la vacuna llegue viva, de brazo a brazo. Es decir, pinchaban a un niño con la vacuna, lo vacunaban, marcaban una semana de que se hacía una pústula, un grano, y de ahí sacaban líquido vacunífero, de ahí lo sacaban y vacunaban a otro niño durante ocho días; habían ganado ocho días y ya el otro quedaba vacunado. Y así calculó que con 22 niños cruzarían el Atlántico y la vacuna llegaría a las costas americanas. Obviamente no existía la cadena de frío".

Alberto Medina: Aquí hablamos de la etimología de la palabra vacuna. ¿De dónde procede la palabra vacuna?

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Javier Moro: "la palabra vacuna, como su nombre lo indica, viene de la palabra vaca y fue la observación genial de un médico rural inglés que observó que las campesinas que ordeñaban las vacas nunca atrapaban la forma maligna de la viruela, solo atrapaban una especie de pequeña enfermedad benigna. Entonces tuvo la genial intuición de pensar que la vacuna de las vacas protegía al humano, que las vacunas no eran peligrosas, pero deberían ser patógenos similares.

Entonces hizo las primeras pruebas con el hijo de su jardinero y funcionó, luego hizo más y funcionó. La vacuna funcionó desde el principio y en realidad se inoculaba suero de unas vacas enfermas de viruela de la vaca a los humanos y eso producía la reacción inmunológica de defensa que conocemos como vacunación.

Luego la palabra se quedó, vacunación, para todas las enfermedades, pero la primera vacuna que se hace es contra la vacuna de la viruela, porque la viruela hacía estragos horrendos".

La primera gran campaña de vacunación masiva se hace en América y la hace esta expedición.

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Alberto Medina: Cuando uno lee a Flor de Piel encuentra similitudes con lo que pasa con el coronavirus. Una es que uno en el libro respira el egoísmo de compartir la vacuna o dejar que otros se lleven el mérito, hay una competencia. La otra mirada es los ‘fake news’ de hoy respecto a la vacuna. Los ‘fake news’ de la época eran que la vacuna inoculaba al demonio o que era antinatural

Javier Moro: "Siempre ha habido gente antivacunas, desde que existe la vacuna porque la vacuna es la primera vez en la historia en que se mezclan fluidos animales con fluidos humanos. Cuando se mezclaba suero de las vacas enfermas para vacuna a los hombres, por primera vez se estaba mezclando un líquido animal con fluido humano. Eso, a ojo de muchos fundamentalistas peligrosos, era anatema, un escándalo, porque se supone que no debes alterar lo creado y esa fue la primera oposición que tuvo la vacuna por parte de la Iglesia católica. Lo que pasa es que cuando la iglesia se dio cuenta de que ese invento funcionaba, radicalmente cambió rápidamente de posición y se convirtió en una gran ayuda.

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Toda esa infraestructura de la iglesia se puso a favor de la vacuna, pero al principio hubo una resistencia y esa resistencia se sigue heredando en grupos religiosos, extremistas o fundamentalistas que piensan que no se puede alterar la naturaleza humana. Marca un antes y un después en la historia de la humanidad la invención de la vacuna.

Por eso es tan importante que ahora se evite lo mismo. Se dice lo mismo ahora que lo que se decía antes: que te iban a salir cuernos y que te ibas a parecer a una vaca porque te metían líquidos de vaca, y dicen ahora los antivacunas con la vacuna del coronavirus. Todo esto es totalmente falso, por supuesto que hay que remitirse a la ciencia que es lo que realmente nos hace avanzar desde el inicio de la historia hasta hoy".

Alberto Medina: parece que su casa fuera el mundo entero. ¿O me equivoco?

Javier Moro: “No, no te equivocas, de hecho hay un refrán chino que dice ‘no solo en la vida hay que leer libros, sino viajar mucho” y es verdad, yo lo que siento tanto es no poder viajar, desde hace más de un año. Nunca me había pasado en la vida. Nunca he estado tanto tiempo quieto.

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La pandemia me congeló, pero aproveché para escribir ‘A prueba de fuego’. Debo reconocer que el confinamiento me ayudó a concentrarme, en un momento en que todos estábamos muy alarmados con lo que estaba pasando

Alberto Medina: A propósito de ‘A prueba de fuego’, ¿cómo encontró la historia del arquitecto Rafael Guastavino, protagonista de la obra?

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Javier Moro: Yo viví en Nueva York, ahí tuve la suerte de oír hablar de este hombre, porque si no, jamás hubiera descubierto su existencia. Como en España no saben ni en Valencia, de donde es oriundo, no saben quién es Rafael Guastavino y sin embargo él y su hijo Rafaelito dejaron un legado de mil obras en EE. UU. de las cuales trescientos y pico se destacan: en Nueva York, entre esas obras, está la estación Grand Central, está el puente de Queens, la casa del elefante, el museo en Washington de Ciencias Naturales, el museo de la Armada de Washington, el capitolio Nebraska.

En fin, la obra es enorme y aparte de la obra lo que me interesó muchísimo es que hay una historia de amor muy intensa entre un padre y un hijo, porque Rafael Guastavino en el fondo eran dos. Se llamaban igual; pudieron hacer tantas cosas porque precisamente se compenetraban muy bien.

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