
El 23 de abril de 2019, en un barrio de Montenegro, en Quindío, fue escenario de una tragedia que aún resuena entre sus habitantes. Cristian Steven Reyes, un joven soldado profesional, fue víctima de un ataque sicarial que no solo conmocionó a su familia, sino que destapó una red de intereses oscuros que lo rodeaban, incluso dentro de su círculo más cercano. El Rastro investigó el caso.
Alrededor de las 10:30 de la noche, una serie de disparos estremeció a los vecinos del barrio. Una de las hermanas de Cristian salió corriendo a la calle y se encontró con una escena devastadora: el cuerpo de su hermano yacía en el suelo con múltiples impactos de bala.
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“Era mi hermano al que le habían disparado, el que estaba herido. Yo me tiré y lo abracé fuertemente...Él me movió la cabeza, estaba muy mal, no podía hablar”, contó su hermana a El Rastro.
¿Qué ocurrió esa noche?
Cristian fue hallado con múltiples impactos de bala, principalmente en la cabeza y el tórax. Aunque alcanzó a ser trasladado al hospital más cercano, llegó sin signos vitales: la gravedad de las heridas resultó fatal.
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Su familia lo recuerda como un hombre querido y ejemplar. “Mi hermano era una persona muy especial para mí, en todo lo resaltaba su honestidad y su alegría. Soñaba con ser soldado, le gustaba defender a las personas y era muy buen papá...En muchas ocasiones salvó vidas y curó”, relató una de sus hermanas.
Cristian era padre de dos niños, de 6 y 3 años, quienes eran su mayor motor en la vida. Ambos nacieron fruto de la relación que sostuvo durante años con Diana Alejandra Gómez, su esposa. Sin embargo, según los familiares de la víctima, la pareja atravesaba dificultades que fueron deteriorando la relación.

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Incluso, aseguraron que días antes del crimen, Cristian le pidió el divorcio a su esposa, pero ella se negó. “Ella no trabaja, se la pasaba esperando que llegara el sueldo de él para gastárselo”, revelaron. Cuando él le pidió que buscara empleo, ella se negó, las hermanas dijeron que ella afirmó que “para eso se había conseguido un soldado profesional, para que la mantuviera”.
Primeras hipótesis del asesinato
En un principio, las autoridades creyeron que el crimen estaba relacionado con la presencia de bandas delincuenciales en el sector, dedicadas al microtráfico y al sicariato, conocidas como Los Chukys y Los Killers.
“Una de las hipótesis fue que por las funciones que desempeñaba Cristian como soldado profesional, la banda lo viera como una amenaza para el desarrollo de sus actividades ilícitas en el sector”, dijo el investigador del caso.
De hecho, en los meses siguientes se registraron otros dos homicidios en la misma zona con características similares. Según la investigación, era posible que dos personas —una vecina y un habitante de calle— conocieran la identidad del autor material del crimen.
No obstante, el caso dio un giro inesperado cuando decidieron interrogar a la esposa del soldado, quien había tomado una actitud extraña frente al asesinato de su marido.
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Mientras los investigadores seguían la pista de las bandas de microtráfico, la Policía encontró un indicio clave: salieron a la luz cerca de 100 llamadas entre Diana Gómez y miembros de la organización criminal Los Chukys.
Cruda confesión de sicario
Un informante anónimo también señaló a alias Quiroga, un joven de 17 años vinculado a la banda de Los Chukys. Las interceptaciones telefónicas confirmaron que el número de Diana había sostenido múltiples comunicaciones con integrantes del grupo criminal antes y durante el día del homicidio.
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Alias Quiroga fue capturado en Putumayo y decidió colaborar con la justicia. Confesó su participación en más de diez asesinatos, entre ellos el de Cristian. “Nos habla precisamente del homicidio del soldado como él lo conocía”, afirmaron las autoridades.
En su declaración, el joven implicó directamente a la esposa del soldado, señalando que fue ella quien les suministró información clave para ejecutar el crimen. “Se ubican estratégicamente a la espera de que la esposa del soldado los llame y les diga: "Vea, ahí va saliendo, va vestido así, va en dirección hacia tal lado". Cuando estaban coordinando el homicidio, Diana les entrega una fotografía para que no haya un margen de error”, explicó uno de los investigadores sobre la manera en que se planeó el asesinato.

Asimismo, el implicado declaró que participó como campanero, mientras alias Nico, también menor de edad, disparó a quemarropa contra el soldado. Según el relato, el sicario se acercó a Cristian y le dijo: “Esto le mandó hacer su mujer’”.
¿Quería cobrar millonario seguro?
Gracias a la declaración de alias Quiroga y al registro de llamadas entre Diana y miembros de Los Chukys, las autoridades llevaron a cabo un operativo para concretar las capturas. En agosto de 2020, la Policía desarticuló la banda, logrando la detención de 19 personas, incluida Diana Alejandra Gómez. El juicio en contra de ella se prolongó durante varios meses.
Según la investigación, la Fiscalía determinó que detrás del crimen existía un móvil económico: Diana buscaba quedarse con un millonario seguro de vida y con la pensión que correspondía a Cristian por su servicio en el Ejército.
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De acuerdo con la familia de la víctima, Cristian había dejado el 80 % del seguro a su madre y solo el 20 % a su esposa, pero ella desconocía esa distribución y creía que recibiría la totalidad de los $100 millones. “Ella estuvo recibiendo la pensión durante casi tres años; cuando la capturaron, aún la seguía percibiendo”, relató una de sus hermanas.
Diana Gómez no aceptó los cargos por homicidio agravado y fue condenada a 35 años de prisión como autora intelectual del asesinato de su esposo. Actualmente, permanece recluida en la cárcel Villa Cristina de Armenia.
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La mujer conocida como alias La Diabla, concedió una entrevista a El Rastro desde prisión, donde aseguró: “Es mentira. Nunca tuve contacto con esa banda, nunca hablé con ellos. Yo ni siquiera tenía celular, me lo habían robado meses antes”.
Un mes después de la condena, la madre de Cristian falleció. “La partida de Cristian le quebró la salud hasta el final”, relataron sus familiares. Hoy, la familia enfrenta el dolor de dos pérdidas y la ausencia de un padre. Sus hijos, de 11 y 8 años, quedaron al cuidado de sus tías.