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Gol Caracol Ramón Jesurún

Ramón Jesurún

  • Gol Caracol

    Presidente del Pereira le envía a la Dimayor carta que busca vetar jugadores

    Álvaro de Jesús López, máximo dirigente del equipo pereirano, le informa a la Dimayor sobre la renuncia de ocho jugadores y le pide que les anuncie a los demás clubes para que no los contraten.

  • Gol Caracol

    Yhonny Ramírez: la batalla legal que puede cambiar la historia de nuestro fútbol

    Es curioso, pero el documento emitido en un Juzgado de Bogotá (el 13 civil municipal, para ser más exactos), uno más de los miles que se generan en este caótico sistema judicial nuestro, puede cambiar para siempre la historia del fútbol colombiano (VEA ACÁ LA SENTENCIA). El juez respectivo falló una tutela interpuesta por Yhonny Ramírez en contra de la Federación Colombia de Fútbol y la Dimayor, y dictaminó que ningún tribunal privado (en este caso la Comisión del Estatuto del Jugador de la Federación), puede decidir sobre el futuro laboral de un futbolista. Por supuesto, falta el recurso de apelación de Bedoya, Jesurún y compañía, pero lo que está pasando significa, palabras más, palabras menos, que ningún club en Colombia (y mucho menos la Dimayor) podrán volver a 'matonear' a los jugadores con sus contratos leoninos o vetos. Se está dictando jurisprudencia; gente: se está haciendo historia. El tema, sin embargo, es absolutamente complejo aún. En la Federación no pueden permitir que los futbolistas se pongan a reclamar sus derechos laborales porque eso significaría tener que pagarles lo que es y no por debajo de la mesa, tener que aceptar que renuncien cuando los clubes les deben plata (que en muchos casos es casi siempre), estar obligados a responderles por su seguridad social (increíblemente aún sigue sin pasar en muchísimos clubes)... mejor dicho, si esta Tutela finalmente prospera, los clubes miembros de Dimayor van a terminar siendo empresas serias y responsables con sus empleados, lo que nunca ha sido una de las cualidades de la Federación Colombiana de Fútbol, en donde tienen clarísimo el negocio (vean los anunciantes de la Selección, los multimillonarios contratos de televisación y patrocinio de la Liga y el Torneo), pero no son precisamente dados a que los protagonistas del show tengan beneficios (léase: el negocio es suyo). "Si uno pagara seguridad social por lo que se gana un futbolista en Colombia no habría club que sobreviviera; eso sólo lo hacen los ricos como Cali, Junior, Nacional o Millos", me dijo una vez el gerente deportivo de un club que, off the record, me aceptó que en ese equipo en el que trabaja, uno chico, por cierto, pagan pensión y EPS por el salario mínimo aunque un jugador se pueda ganar 20 veces eso. Eso es fraude, hasta donde sé, y los futbolistas se habían prestado para hacerlo hasta el momento, pues a ellos lo que les interesaba es que les pagaran su sueldo y sólo cuando están retirados, jodidos y con una pensión de dos pesos se dan cuenta de la "tumbada" que les pegaron y que se pegaron a sí mismos. Pero eso está cambiando. Y claro, a la Federación no le gusta pues ahora los clubes se están viendo cada vez más apretados por tener que pagar por un ítem que antes parecía voluntario. Ahora, este fallo a favor de Yhonny es importantísimo, porque la Federación, para evitar precisamente que este caso dictara jurisprudencia, había decretado que la Comisión del Estatuto del Jugador tenía competencia para dirimir la disputa entre el jugador y Boyacá Chicó, una batalla legal que empezó con la renuncia del futbolista. Repasemos, porque el cuento es enredado: 1. Ramírez presentó su renuncia al contrato que tenía con los ajedrezados alegando justa causa y firmó uno con Millonarios, equipo al que había sido prestado por Chicó, para este 2013. 2. En Chicó alegaron (aún lo hacen) que la renuncia no era válida y que el jugador tiene contrato vigente hasta diciembre de este año. Primero trataron de vetarlo para este semestre, pero la dirigencia de Millonarios se enfrentó con varios de sus colegas en una polémica asamblea de Dimayor en la que se ventiló que algunos dirigentes trataban a los futbolistas de "prostitutas" (una de las frases del año, para mi). 3. Ante el evidente veto y el lío legal que significaba la doble contratación, el futbolista interpuso y ganó una tutela por el libre derecho al trabajo que obligó a la Federación a darle el aval para jugar con el azul, como lo está haciendo hasta el momento. 4. El club de Pimentel le exigió una compensación al volante de $500 millones y a Millos de $100 millones, y ahí fue cuando la Federación dictaminó que ellos, con su Comisión del Estatuto del Jugador, podían decretar si el jugador tenía que pagarle o no a Chicó. Ahí llegó la tutela que acaba de ganar Yhonny y que demuestra varias cosas. La primera y más importante, que es evidente que a los dirigentes del fútbol en Colombia lo último que les interesa es la legalidad. Es decir, supongamos que usted trabaja en la Fábrica Tapita y un día renuncia, algo que constitucionalmente puede hacer cualquier colombiano. Entonces, la Corporación X en la que Fábrica Tapita es socia decide que usted tiene que pagarle una indemnización a esa empresa así, sin que la justicia lo determine, sólo porque usted trabaja en la Corporación X... ¿ve lo absurdo del tema? Traslade ese ejemplo al fútbol y es el día a día de los futbolistas colombianos, que deben cumplir las reglas no escritas de la Dimayor y sus clubes aunque estas violen las leyes de la República. Este absurdo, además, tiene un punto delicioso: Jorge Iván Palacio, presidente de la Corte Constitucional, el hombre que más tiene que saber de leyes en este país, hace parte de la Comisión Disciplinaria de la Dimayor en una jugada maestra de Bedoya y compañía, que se aseguraban así, con su presencia, que nadie se arriesgara a ponerles una tutela ya que la última instancia para fallar tutelas en este país es, precisamente, la Corte que su hombre de confianza preside... insisto, delicioso. Sin embargo, el Juez 13 le dio la razón a un futbolista, así como otros juzgados en otras ciudades del país de a pocos se van dando cuenta de que, por más que la Federación tenga en su banca al presidente de la Corte Constitucional, no hay derecho a pasarse por la faja las leyes laborales así de fácil. Lo que pasó es histórico y desde ya les aviso que esperen retaliaciones de todo tipo contra Ramírez y los que están con él (Millos, Acolfutpro y algunos periodistas; otros son de nómina). Y ojo, esperen contraataque... la Federación no va perder la pelea legal más importante de su historia así de fácil. PD. ¿Nadie se ha preguntado por qué Coldeportes, que es el ente que debe regular a la Federación y sus secciones Dimayor y Difútbol, no hace nada a pesar del exceso de 'Dimayoradas'? La Procuraduría sí, por fin, y ya llamó a descargos a Andrés Botero, al que le ha salido todo bien con los Olímpicos y los otros deportistas, pero al que los favores políticos tienen demasiado comprometido en el tema del fútbol... En Twitter: @PinoCalad

  • Gol Caracol

    Ramón Jesurún habló sobre la posible renuncia de Millonarios a dos de sus títulos

    El presidente de la Dimayor espera reunirse con los directivos de los azules para conocer la propuesta y entrar a analizar qué se debería hacer en ese caso.

  • Gol Caracol

    Dimayoradas: las colombianadas de nuestro fútbol

    A todos nos han llegado esos correos electrónicos que muestran un inodoro instalado en una sala, una moto que lleva un colchón (o una cabra o una familia de seis), un french poodle de uña rosada, gafa amarilla y vestido de tutú... son las famosas "colombianadas", esas pendejadas que "sólo" pasan en nuestro pintoresco país. Pues bien, desde este blog propongo que instauremos un nuevo término: Dimayorada. Definámosla de una vez al estilo diccionario: "Dimayorada: dícese de esa situación increíble, ridícula o absurda que sucede en el fútbol profesional colombiano". Y claro, es término con historia. No olvidemos que esta es la patria chica de los triangulares, hexagonales, cuadrangulares, nonagonales y demás figuras geométricas que impliquen más partidos y por ende más recaudación de taquilla. Es más, en Colombia se organizó un triangular fantasma entre Bucaramanga (recién descendido), Unión Magdalena y Cúcuta (ambos en la B) para definir arbitrariamente los dos equipos que completarían la lista de 18 del campeonato del 2002, y hace poco tuvimos una Superliga que enfrentó en julio de 2012 a los campeones del 2011... eso, señoras y señores, es una Dimayorada. Hay Dimayoradas chistosas, como que el árbitro Fernando Cárdenas arrancara el segundo tiempo de Quindío vs. Junior cuando el arquero del local no estaba en el campo (el ¡ay jueputa! que le salió del alma cuando se dio cuenta debería ser video oficial de la Comisión Arbitral), y hay Dimayoradas infames, como cuando castigaron al Pasto quitándole los puntos de un partido que terminó mandándolo a la B, y luego se demoraron dos años en volver a castigar a alguien así (por cierto, esos castigos "ejemplarizantes", como el del racismo, siempre son para el Pasto... a la fecha el "negro marica" sigue gritándose en los estadios y no han castigado a nadie más). La Dimayorada clásica, por supuesto, es la capacidad que tiene la entidad que dirige Ramón Jesurún de volverse un ocho con el reglamento que ellos mismos escribieron. El ejemplo más patético fue el año pasado, cuando dejó el Quindío vs. Nacional sin puntos (es decir, los dos perdieron (?)) y en Chicó vs. Junior la visita se llevó una unidad pero el anfitrión se quedó en blanco. Esta Dimayorada, por supuesto, tiene una variante: la de jugar a ser avión, la leguleyada, y en esto la Dimayor tiene PhD. Recordemos que por reglamento los clubes que no tengan o tengan suspendido su reconocimiento deportivo no pueden participar en el campeonato, y gracias a la mediocridad de Coldeportes hemos tenido equipos sancionados ¡durante sus vacaciones! (Valiente castigo...). Este fin de semana que pasó, por ejemplo, vivimos el epítome de esta Dimayorada: Llaneros FC no pudo jugar en la B porque no tiene reconocimiento deportivo. Lo absurdo es que sí jugó las dos primeras fechas del Torneo Postobón: ¡nadie se había dado cuenta de que estaba jugando con el reconocimiento de Academia, lo que no es válido pues es otro equipo! Lo peor es que no pasa nada: la Dimayor con sus Dimayoradas sigue intocable, tranquila, pues a los hinchas se les olvida el circo cuando su equipo gana, y al gobierno sólo le interesa amenazar al fútbol cuando el tema se sale de madre para luego no hacer nada. El poder de la pelota es tal, que admite todo tipo de permisividades legales. Por eso el narcotráfico entró de lleno a la organización de nuestro balompié hace más de 30 años y por eso esta es la hora en que legalmente nadie sabe quiénes son los verdaderos dueños de varios equipos de primera y segunda división. Es que en últimas, todos hacemos parte de la Dimayorada... Discutámoslo en Twitter: @PinoCalad

  • Gol Caracol

    Este país de "negros hijueputas"...

    Yo estaba en la tribuna occidental del Campín viendo un sufrido Santa Fe vs. Bucaramanga con uno de mis mejores amigos, hincha leopardo, quien sufría de más con la lamentable actuación en punta del jovencito Mauricio Chalar. De pronto, un personaje de camiseta amarilla sentado a nuestro lado se paró y le gritó con el alma al técnico visitante: "¡Sacá al negro Reyes! ¿O es que lo viste mear?". Yo reí, y no me las voy a venir a dar de nada negándolo: fue un insulto, me pareció increíblemente burdo, y solté una carcajada enorme. Sí, yo soy un ejemplo más de una cultura históricamente racista en la que el menosprecio por el otro es tan común como el día a día, cosa que se ve con los dos insultos básicos de la nación: negro hijueputa e indio marica. Intercambie la segunda palabra si quiere, es más, deje sólo la raíz (indio y negro) y tendrá las dos palabras más ofensivas de la sociedad colombiana, la misma que desde 1991 es supuestamente pluriétnica y multicultural, pero en donde hay afrodescendientes integrantes de movimientos nazis, bisnietos de chibchas que creen que nacieron en Estocolmo y señoras de las altas sociedades regionales cuyos apellidos con sabor a extranjero las hace sentirse matronas esclavistas coloniales. "No, yo no soy racista", es la frase común cuando uno le señala a alguien que un comentario como "huele a negro" o "esta indiamenta" es racismo puro. Esas son las mismas personas que se escandalizan si su hijo o hija llega a la casa con un novio o novia de lo que Rubén Blades categorizó maravillosamente como "color extraño" cuando criticó a la racista sociedad latinoamericana. Porque ojo, no es un problema nuestro no más, en el continente del mestizaje, en la tierra donde blancos europeos, indígenas americanos, negros africanos, árabes, japoneses, hebreos y más se han mezclado desde hace cinco siglos, somos increíblemente racistas. Se ve todos los fines de semana en los estadios, no sólo con el chiste de mal gusto con el que comencé este relato, sino con los señalamientos a los jugadores negros a quienes suele acompañar el ya mencionado "negro hijueputa" cuando cometen un error o humillan al equipo de los amores del que profiere el insulto. Lo absurdo (bueno, lo más absurdo, pues de por sí el racismo en Colombia es algo totalmente estúpido) es que la gran mayoría de futbolistas colombianos son negros o tienen raíces negras, desde el legendario Caimán Sánchez hasta el emblemático Pibe Valderrama, pasando por leyendas como Jaime Morón, Maravilla Gamboa, Willington Ortiz, Arnoldo Iguarán, Freddy Rincón, Bernardo Redín, Pedro Zape, Faustino Asprilla, Harold Lozano, Francisco Maturana, Tren Valencia, Pipa de Ávila... en fin, la lista de negros a los que les debemos tanta gloria y tanta felicidad es eterna, y crece si cada uno de nosotros hace la cuenta de los afrodescendientes que le han dado triunfos a su respectivo equipo. Los hinchas del Deportivo Pasto, por ejemplo, no deberían olvidar que el equipo que logró el ascenso en 1998 tenía a César Zape en el arco, que Oscar Echeverry y Herly Alcázar anotaron goles fundamentales, que el capitán era Julio Romaña cuyo compañero en defensa era John Viáfara, y que este grupo fue muy bien dirigido por Félix Valverde Quiñones. Tampoco deberían olvidar, digo yo, que el momento más feliz se los dio un equipo que en el 2006 dio la vuelta olímpica con una nómina en la que precisamente no había muchos eslovenos, pues Carlos Barahona, Ariel Sevillano, Walden Vargas, René Rosero, Harnol Palacios, Javier Arizala, Alex del Castillo y Deyler Sacramento no son precisamente modelos para un comercial de superioridad aria. Pero no, en Pasto algunos lo olvidaron y el "negro hijueputa" volvió a aparecer el fin de semana anterior frente a Equidad, por lo que la Dimayor sancionó al equipo de manera ejemplarizante e histórica, pues por primera vez Colombia ingresa a un mandato Fifa, la lucha contra el racismo y la discriminación, que es norma del ente rector del fútbol mundial desde el 2002 y que ha causado todo tipo de castigos, sanciones y polémicas, principalmente en Europa. Ya era hora que el fútbol colombiano hiciera valer una norma internacional y que de paso se uniera al principio constitucional de profesar el multiculturalismo y lo pluriétnico. Por eso aplaudo la medida, aplaudo el castigo, pero tengo serias dudas sobre el futuro de estas reglas básicas de convivencia. Porque claro, una vez más la Dimayor muestra que no hay nada más fácil que castigar al Pasto (yo no me olvido cómo institucionalmente se metió sutilmente la mano para que el club descendiera en el 2009), y si bien los actos irresponsables de algunos hinchas le representan al equipo un castigo de más de $11 millones y una sanción de orden social, es ridículo pensar que el Libertad de Nariño fue el único estadio en el que se escucharon insultos racistas el fin de semana anterior. No voy lejos, la tribuna oriental del Campín repite cada vez que Millonarios es local un desagradable coro de orangutanes para humillar a los jugadores de color de sus rivales, y frente a Itagüí no fue la excepción. Casos similares se encuentran en todos, absolutamente todos los estadios del país, en donde las muestras discriminatorias no sólo pasan por el color de la piel sino por el origen mismo del equipo. ¿O ahora me van a venir a decir que nunca han escuchado el "comeburras" para señalar a los costeños, "sicarios" para hablar de los antioqueños, que el término "rolos" o "cachacos" suele ir acompañado de un "malparidos" o que a los pastusos los tratan de "brutos" incluso desde las columnas de opinión de los diarios de otras regiones? Este es un país racista, estúpida y absurdamente racista, y para salir de eso hay que tomar medidas fuertes como la de la Dimayor con el Pasto. Pero como lo dije en Twitter, quiero ver a Ramón Jesurún y a la entidad que preside castigar también a un equipo grande cuando sus hinchas insulten a los jugadores, algo que es tan común y tan ofensivo que en últimas hace parte del deterioro mismo de nuestro fútbol. Este mismo fin de semana el reto es que las hinchadas se comporten yque los árbitros tengan los cojones para denunciar esa infaltable lluvia de "negro hijueputa" que caen cada fecha desde las tribunas, a veces incluso en contra de ellos. Si se presentan y no hay castigo, lo que le acaban de hacer al Pasto será otra muestra más de supuesta autoridad frente al humilde equipo de Nariño... y eso, señores de la Dimayor, también es discriminación. PD. A propósito de discriminación, qué irónico es que en el seno de la Federación Colombiana de Fútbol ahora se empiece a luchar contra el racismo, cuando el vicepresidente Alvaro González Alzate sigue en su cargo a pesar de sus notorias muestras de homofobia y machismo. Es curioso: le hacen caso a la Fifa en su lucha contra el odio racial, pero se pasan por la galleta el mandato Fifa por la igualdad de género... Discutámoslo en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad

  • Gol Caracol

    El fútbol colombiano en TV y la ambición de la Dimayor

    "¿Cómo es posible que multinacionales como Telmex o Telefónica no sean capaces de pagarle a la Dimayor $2.344 mensuales para que los usuarios podamos ver el fútbol colombiano?". La pregunta, absolutamente lógica, me la han hecho varios seguidores en Twitter angustiados porque el torneo se nos viene encima y ellos, que no tienen DirecTV o Supercable, ven con asombro que sólo esos operadores tendrán la señal. Pero no es tan sencillo ni tan barato. Es decir, hablamos de la dirigencia del fútbol nacional señores, y con ellos nada lo es. Vamos por partes. Dimayor decidió recrear el modelo chileno de vender directamente los derechos de transmisión de sus partidos a las empresas de cable y satélite. Allá fue un éxito, especialmente porque sacaron un canal exclusivo para eso (como trató de hacer Telmex con Versus), y por eso se tomó la idea y se hizo la versión local con el peculiar precio: $2.344 mensuales por suscriptor. Parece poco, pero si tenemos en cuenta que en Colombia hay casi 4 millones de usuarios de televisión por suscripción, nos encontramos con que Dimayor pretende ganarse anualmente cerca de $110.000.000.000, la friolera de casi US$60 millones por año... la cifra es absurda, tanto en lo grande como en lo desmedida, pues el producto que ofrece la División Mayor del Fútbol Colombiano no es precisamente buena: un torneo irregular con equipos en pésimas condiciones administrativas, estadios que en su mayoría tienen una infraestructura no adecuada (les recuerdo que incluso uno de los "nuevos", el Pascual Guerrero, se quedó sin terminar) y una ausencia notable de figuras de peso. Ahora, ¿de dónde saco yo que US$60 millones al año es una cantidad absurda por derechos de TV? Pues del hecho de que entre el 2006 y el 2011 el consorcio Telmex/UNE pagó US$17 millones... ¡por los cinco años! Es decir, la ambición de la Dimayor los hace pasar de recibir US$3.4 millones al año a querer multiplicar esa cifra más de 18 veces... Claro, no estoy diciendo que la Dimayor no esté en todo el derecho de vender su producto al precio que quiera (es más, bien por ellos que exista quién se los pague), lo que trato de decir es que en esta ambición (sin juicios de valor, ambición y punto) los que vamos a salir perdiendo somos los demás. El mayor triunfo de la Fifa fue convencernos de que el fútbol es de todos y no, el fútbol es de ellos, de esos tipos que suelen ser panzones, tienen bigote y responden al nombre de dirigentes deportivos. Esto lo demustra. El fútbol no es suyo, ni mío. Usted y yo lo gozamos, lo criticamos y lo vivimos, y precisamente por eso muchas empresas le sacan tajada a eso: DirecTV, Telmex, Telefónica, RCN, Caracol, El Tiempo, Adidas, FSS, Nike... todas, pero por encima de ellas, en Colombia, la Dimayor, que es una entidad PRIVADA por más que maneje algo que es público, como nuestra pasión. Por eso, por esa tajada, que como le conté antes no es precisamente una chichipatada, Télmex y UNE están furiosos haciendo pataletas mientras DirectTV aprovecha y trata de obtener nuevos suscriptores... todo es un negocio. La pregunta, por supuesto, está en por qué los protagonistas de esta novela lo están manejando así. La semana pasada me llegó la información de que el consorcio Telmex/UNE estaba evaluando demanda a la Dimayor por incumplimiento de contrato, ya que los dueños de los derechos entre 2006 y 2011 tenían a su favor una cláusula de renovación que Ramón Jesurún no quiso cumplir aduciendo insatisfacción con el servicio prestado, y otra contra DirecTV por competencia desleal ya que esta empresa estaba anunciando en sus campañas publicitarias que iba a transmitir en exclusiva el fútbol colombiano, algo que es falso pues, como ya lo conté, la Liga Postobón la transmite el que pague. Que DTV y Supercable hayan sido los únicos que le pagaron ese cojonal de plata a la Dimayor, es otra cosa... Con esta información llamé a Ramón Jesurún (y sí, sorpresa de sorpresas: ¡me habló!), quien desvirtuó cualquier posible demanda del consorcio pues, según él, había razones de peso para demostrar las fallas en el servicio de Telmex/UNE y, además, el nuevo contrato no cambió a esta sociedad por otra empresa sino que cambió el modelo de negocio, con lo que la cláusula de renovación no tendría validez. "La Dimayor está abierta a negociar con ellos", dijo el presidente del FPC, pero desde la otra esquina señalaron que eso es falso y que, por el contrario, Jesurún rechazó una oferta de US$70 millones de Telmex/UNE/Telefónica que serían complementarios a los US$30 millones de DirecTV y Supercable. Es más, para meterle más curiosidades al asunto, en una entrevista radial le escuché decir que no había tenido contacto alguno con Telmex, UNE o Telefónica desde agosto, pero yo tengo esta carta firmada por él el 30 de noviembre, en la que rechaza la oferta de estos operadores. Ahí empezó lo raro: ¿por qué la Dimayor rechaza una oferta superior por aceptar una que no equivale no siquiera a la mitad? La respuesta es lógica desde el punto de vista capitalista (no desde el hincha cliente de Telmex o Telefónica): porque el FPC quiere plata, quiere que Telmex/UNE y Telefónica le paguen casi US$240 millones por la cantidad de suscriptores que tienen actualmente (el 80% del mercado). La otra pregunta es: ¿por qué la Dimayor le apostó a DirecTV y Supercable, que sólo tienen el 12% del mercado, y no le apuntó a los líderes? Es decir, ¿por qué restringir la señal del fútbol colombiano a una minoría y no ofrecérsela a la gran mayoría? La respuesta tampoco es fácil de digerir para el hincha de a pie: porque la empresa de esa minoría paga esa descomunal cifra ya que pretende dejar de serlo. Claro, no faltará el que piense en una enorme comisión en la asignación de este monumental contrato, pero es algo que no se puede demostrar y que, por tanto, es imposible de afirmar. Lo único cierto es que es una apuesta increíblemente ambiciosa de parte de la Dimayor, que si fracasa en su plan de lograr más de US$200 millones en los próximos cinco años vía televisión "al menos" se habrá embolsillado US$30 millones (casi el doble de lo que recibió en el quinquenio pasado). Y ahí ni usted, ni yo, ni ninguno de los que nos sentamos los fines de semana a sufrir en frente de un televisor podemos hacer nada. Tanto así, que alístese porque este año, gracias a este nuevo plan televisivo, incluso nos cambiarán los horarios del fútbol, que en este 2012 serán de viernes a las 8 pm, sábados a las 3:30 pm, 6:10 pm y 8 pm, y domingos a las 3:30 pm, 5:30 pm y 7:45 pm. Sí, leyó bien, a la Dimayor no le importa programar un partido el domingo a las 8 de la noche porque no piensa en el hincha que se enfrentará con la ausencia de transporte público de las 10 pm dominicales; lo que le importa es que el partido vaya por TV y que le entre plata. El fútbol no es suyo ni mío. Es más, no es ni de DirecTV, ni de Telmex, ni de Une, ni de Caracol o RCN. El fútbol es de ellos... y nos toca aceptarlo. Si le interesa, mi cuenta en Twitter es http://twitter.com/PinoCalad PD. También hice un videíto explicando el tema para Golcaracol.com; está en este enlace, por si le quiere echar una ojeada...

  • Gol Caracol

    El regreso de Bolillo era un hecho (ojo a la Posdata)

    El tipo estaba maravillado. Para un señor común y corriente, por más que sea el vicepresidente de la República de Colombia, darse cuenta de todo el poder, el lujo y la influencia de la Fifa es algo maravilloso. Más cuando se es, de veras -literalmente-, un hombre normal que ha tenido un ascenso laboral tan largo como el de Angelino Garzón. Lo que nunca vio venir el otrora sindicalista y nunca se imaginó ninguno de los periodistas que cubrimos el Mundial Sub-20, es que ese encantamiento, porque la Fifa y el mundo del fútbol, desde su presidente Sepp Blatter hasta la alegría del más humilde hincha sobre la faz de la tierra son encantadores, iba a ser tan bien aprovechado por la dirigencia del fútbol colombiano. Uno los veía juntos en todas partes. Angelino y Ramón Jesurún iban a cada estadio casi que de la mano, echaban risa, secreteaban... todo bajo la mirada algo preocupada de Luis Bedoya, quien era el que tenía en el bolsillo al antecesor de Garzón (Pachito Santos), y a quien me contaron que no le parece nada gracioso que alguien le haga sombra a su todopoderosa presencia sobre el fútbol colombiano. Algo curioso, por supuesto, cuando desde hace rato su supuesto liderazgo sobre esta disciplina queda en veremos cada vez que Alvaro González Alzate abre la boca dejando entrever que el que manda es él... En fin, ya llegaremos a eso; vamos por partes. Desde que se posesionó y asumió la labor de garante del gobierno en el tema del Mundial Sub-20 y en la supuesta revolución al fútbol que iba a hacer la administración Santos (nótese que utilizo intencionalmente el pasado), Angelino Garzón pasó de autoridad que llega a ordenar el caos de nuestro balompié a compinche de los dirigentes, y eso es cada vez más notorio. Esta curiosa cercanía del vicepresidente y los mandamases del fútbol ha dado para todo: desde sobrecostos inexplicables en las obras del Mundial Sub-20 (que por supuesto fueron pagados por todos nosotros, los alegres contribuyentes) hasta, lo peor, una serie de actuaciones absurdas de los socios de Dimayor en las cuales Coldeportes no hace nada porque Garzón mueve fichas para que no pase nada y no se vea comprometida la labor de su compadre Ramón. El caso más descarado fue el del Cúcuta: la burla de los dirigentes del equipo motilón a sus jugadores, a las leyes laborales y en general a todo el estamento del deporte en Colombia no tiene precedentes. Y ahí siguen, tranquilos, en vacaciones y sin pagarles a sus jugadores con el beneplácito del estado que, supuestamente, debe proteger a los futbolistas (empleados/ciudadanos) y no a los clubes (empresas privadas). Pero hay algo más en esta curiosa alianza vicepresidente-dirigentes. Algo tan loco, tan absurdo, tan colombiano, que por supuesto tiene que ser ideado por las cabezas de nuestro fútbol: reencauchar a Hernán Darío Gómez. Mientras en la Federación le están buscando reemplazo descaradamente a Leonel Alvarez, y digo descaradamente porque 1, van tres partidos de eliminatoria; 2, ¿si no le tenían fe para qué lo nombraron? y sobre todo 3, los que se deberían ir son ellos, los dirigentes -y desde hace rato-, la idea propuesta públicamente por González Alzate de nombrar de nuevo a 'Bolillo' ha tomado más y más fuerza en los altos círculos del poder. La recomendación presidencial (es decir, de Juan Manuel Santos) es un técnico extranjero, pero en la Federación prefieren no gastar tanto. Los nombres libres en el mercado como para generar un impacto positivo entre la afición (hastiada de los dirigentes y de los fracasos de nuestra Selección) representan mucha plata y, aunque la hay, y mucha gracias a lo que dejó el exitosísimo Mundial Sub-20, para ellos un técnico de prestigio internacional representa no una inversión sino un gasto. Y no sólo por su salario: un DT serio le va a exigir a la Federación toda una infraestructura de trabajo, una serie de partidos internacionales, canchas... mejor dicho, un respaldo absoluto a un plan de trabajo serio. ¿No se acuerdan de que por eso fue que Marcelo Bielsa no fue técnico de Colombia? Porque al ver la infraestructura de nuestra Federación prefirió no meterse en ese moridero. Por eso se apostó por Bolillo en su momento: porque es barato, muy, muy barato para el medio, y porque ofrecía un conocimiento y una experiencia que podían darle peso al plan de llegar a Brasil 2014. Pero Gómez la embarró, fue protagonista de un escándalo nada bueno para su imagen y terrible para la Federación, y se tuvo que ir. Y recordemos, no se fue precisamente bien, se fue en medio de una ridícula falta de posición de Bedoya que, a la postre, terminó aceptándole la renuncia a Gómez porque Bavaria, patrocinador principal de la selección, dijo que era intolerable para la imagen de la compañía que el seleccionador nacional hiciera lo que Hernán Darío hizo. Y entonces llegaron la eliminatoria, las dudas que dejó Leonel Alvarez por su falta de experiencia y manejo de camerino, una nueva muestra de ausencia de pantalones largos de Bedoya (Luisito, si vas a echar a Leonel, échalo, pero no juegues con él y con la afición colombiana teniéndolo en remojo y diciéndole que lo respaldas cuando no has hecho otra cosa que buscarle reemplazo. ¡Sé serio!), y de nuevo las declaraciones de González Alzate (nunca refutadas por Bedoya, lo que demuestra quién manda a quién) diciendo que Bolillo debería volver. Pues bien, es un hecho. Hernán Darío Gómez vuelve. Con el respaldo de Angelino Garzón se hizo un acercamiento con la oficina de la Primera Dama y la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, y el regreso de Bolillo va a ser utilizado para enviar un mensaje de reconciliación y reivindicación. La campaña es algo así como: "los hombres que agreden a las mujeres pueden cambiar, el técnico de la Selección lo hizo". Más allá de que sea buena o mala esta iniciativa (y ojo, a mi me parece muy bueno que se hable de la violencia de género y que siempre esté presente y se busque el cambio de nuestros machos retrógrados), a mi me tiene absolutamente asombrado el manejo político de la situación y la increíble relación de la dirigencia con las altas esferas del poder en Colombia. Es más, por lo que me contaron, el veto de Bavaria, que es lo único que falta para que se concrete el regreso de Bolillo, se va al piso precisamente por el respaldo gubernamental a la propuesta de los dirigentes. El amistoso contra México del 29 de febrero, sería su regreso. Ahora, lo realmente lamentable de este asunto es que los dirigentes de nuestro fútbol y el gobierno se unan no para sacar el fútbol adelante, no para mejorar las condiciones de nuestros futbolistas y clubes, y no para darle por fin un orden al desgreño que vive nuestro campeonato (el último episodio de Chicó-Junior ratifica el circo en el que vivimos), sino para urdir estrategias que los favorezcan a ellos. Y es lamentable porque una vez más queda demostrado que, aunque todos creamos que el fútbol es nuestro, que es una fiesta de todos y que nuestra pasión nos da derechos a sentir derechos sobre él, los dueños del balón son otros. Y el secreto de su poder es, precisamente, que a veces nos lo prestan sólo para ratificar todo el poder que tienen. Ese es el encanto de la Fifa. Angelino ya se dio cuenta de eso... Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad PD. Una de las cosas maravillosas de Internet es la rapidez con la que se suceden las cosas. Este post fue publicado originalmente a las 10:27 de la mañana de este 7 de diciembre, y en menos de tres horas ya había generado la primera reacción. Cristina Plazas, Alta Comisionada para la Equidad de la Mujer, dijo que ningún dirigente había hablado nunca con ella y señaló que el regreso de Gómez es intolerable para su oficina: "Que Bolillo vuelva después de dos meses es hacerle conejo a las mujeres", fue la frase exacta (acá puede escuchar el audio). Incluso, la propia Plazas me buscó por Twitter y me pidió que rectificara. Yo, por supuesto, le respondí que lo que conté en este post es lo que me contaron tres fuentes diferentes y de entornos diferentes (deportivo y empresarial, para ser más específico), pero que por supuesto iba a hacer esta posdata explicando su posición. A esta reacción, que no dejaré de aplaudir, se sumó la del propio Vicepresidente de la República. Garzón no me buscó, pero en su Twitter fue escueto y dijo que no, que él no iba a intervenir para que regresara Bolillo y que todo era mentira. Luego, gracias a esta cadena de sucesos, en La Luciérnaga habló Luis Bedoya y dijo que Leonel sigue siendo el técnico y, ojo, esto es lo más importante de todo, utilizó el verbo "ratificar", mismo que también usó don Hernán Peláez al decir en su popular programa que lo escrito en este blog no es cierto. Y no, gracias a que se publicó no lo es. Pero iba a serlo. El plan estaba en marcha y aún Alvaro González Alzate va a insisitir en él en la reunión del Comité Ejecutivo de la Federación de la próxima semana, pero lo bueno, lo de pararse a aplaudir porque aún hay ética en esas altas esferas del poder, es que gente como Cristina Plazas no está dispuesta a prestarse para eso. Lo dije en Twitter y lo escribo acá de nuevo. Lo realmente importante de señalar estas cosas, de contar estas intrigas que se tejen, es que así se evita que pasen. ¿O ya se les olvidó que el torneo de 20 clubes era un plan que iba marchando muy en secreto hasta que algunos periodistas lo contamos?

  • Gol Caracol

    Ahí tienen su "gasolina de avión"...

    Hablar mal de Ramiro Suárez en Cúcuta puede ser peligroso. Muchos, muchísimos, lo adoran, lo idolatran, creen que es el mejor alcalde que ha tenido la ciudad porque le metió mucha plata al cemento y al Cúcuta Deportivo, y cuando la gente ve obras terminadas y triunfos deportivos cree que todo marcha bien. Pero no; si bien Suárez ejecutó megaproyectos y bajo su mandato el 'doblemente glorioso' logró su única estrella y fue semifinalista de la Copa Libertadores, también mandó asesinar a Alfredo Enrique Flórez Ramírez y tuvo manejos poco decorosos de fondos, y no sólo en su administración: la crisis del equipo motilón se debe al excesivo gasto que tuvo en sus días como alcalde/"presidente". En una extraña metáfora del destino, el tipo que con la frase "gasolina de avión" le explicaba a todo el que quisiera entrevistarlo la razón por la cual un club que estuvo casi diez años en la B pasó a convertirse en el mejor equipo del país (léase mucha, mucha plata para contratar y pagarle a los jugadores), fue condenado a 27 años de prisión por valerse de unos paramilitares para mandar matar a un ex asesor jurídico de la alcaldía que estaba complicándole su vida política, mientras el club al que dejó en la ruina por gastar tanto entró en crisis. Ahora bien, hay una diferencia entre los casos de Suárez Corso y el Cúcuta Deportivo: mientras al primero lo volvieron a meter preso (hacía dos años había estado en prisión por el mismo asesinato, pero lo liberaron sin causa; de ahí que lo capturaran de nuevo) y lo sentenciaron a 27 años, al segundo no lo castigaron con la pérdida de reconocimiento deportivo durante 30 días. Y digo esto no porque quiera que el 'doblemente glorioso' sea castigado, para nada, es más, me parece que es lo más triste para una ciudad futbolera y una de las mejores aficiones de este país, sino porque la sinvergüencería en este caso está alcanzado niveles inexplicables. ¿Alguien me explica por qué cuando América, Quindío y Once Caldas se atrasaron en los pagos con sus jugadores Coldeportes inmediatamente los sancionó mientras al Cúcuta le dio largas y, una vez más, no lo sancionó haciendo cumplir la ley? Yo no entiendo, la verdad, y no quiero pensar que se trata de la necesidad que tiene Ramón Jesurún de que todo marche bien en la Dimayor este año para seguir quedando bien con el gobierno de turno y así poder llegar a la presidencia de la Federación en las próximas elecciones con el respaldo del vicepresidente Angelino Garzón... Pero lo cierto es que todo es un circo del descaro: a los jugadores les deben plata, ellos exigen sus derechos parando, pero igual se dejan convencer infantilmente y hace diez días juegan frente a Santa Fe perdiendo la ventaja de la negociación. Esta semana es lo mismo: vuelven a amenazar, interviene Coldeportes (¡por fin!), la alcaldía y la gobernación tratan de ayudar y reúnen menos del 25% de la deuda total en salarios, e igual se dejan convencer con un documento en el que los dirigentes del Cúcuta se comprometen (¡otra vez!) a pagarles lo que les deben mientras ellos se van para Barranquilla a jugar con Junior con sus quincenas incompletas. No sé qué es más patético: el conformismo de los jugadores, la irresponsabilidad de los dirigentes del club o la falta de rigor de Coldeportes en todo esto, pero lo cierto es que el Cúcuta sigue en crisis y seguirá en ella porque lo que necesita es una reestructuración profunda después de haber vivido en la maravillosa mentira de los malos manejos administrativos de Ramiro Suárez Corzo, el tipo que una vez inauguró la iluminación navideña de Cúcuta diciendo "¡hagamos una cuenta regresiva! Uno, dos, tres...". Definitivamente la plata fácil, hasta en el fútbol, es una maldición que siempre te cobra. Ahí tienen su "gasolina de avión"... PD1. No lo niego, celebro que los votantes del Cauca hayan sido lo suficientemente inteligentes para no elegir como gobernador a Juan Carlos López, ex presidente de Millonarios. Es decir, si el 'Maestrico' no fue capaz de administrar un club de fútbol, ¿cómo iba a manejar un departamento? PD2. No me gusta ese rumor que habla sobre el llamado de Giovanni Hernández a la selección; me parece populista, una decisión para ganarse a la plaza que es innecesaria, pues ya se vendieron todas las boletas en Barranquilla y, si de ídolos se trata, ahí está Teófilo, y además no tiene lógica deportiva: el 10 del Junior en este semestre ha sido Sherman Cárdenas, no Giovanni. De esto hablaré en El Análisis de Golcaracol.com... Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad

  • Gol Caracol

    Ramón Jesurún, no seas vagabundo...

    "Intervención", dijo Jairo Clopatofsky cuando lo nombraron como director de Coldeportes, e inmediatamente los popes del fútbol colombiano amenazaron con echar la Fifa encima. Sin embargo, la vena política de Luis Bedoya y el populismo de Juan Manuel Santos (que no olvidemos, en su primera declaración como candidato presidencial propuso el Mundial Colombia 2026) lograron una especie de pacto en el que el fútbol se comprometía a cumplirle a sus trabajadores so pena de castigos por parte del ente rector del deporte en Colombia. Sin embargo, hasta le fecha, eso se quedó en palabras. Tal como el pacto de Santos con los taitas de la Sierra, esto no se cumplió. Este acuerdo, firmado y publicado el pasado 5 de mayo, día en el que el siempre bien hablado Ramón Jesurún dijo que la Dimayor iba a castigar a los clubes que no respondieran por sus obligaciones, que el fútbol colombiano iba a mejorar administrativamente y que nunca, nunca, nunca iba a volver a verse que un equipo entrara en paro para que no se repitiera la escena miserable del 9 de abril, cuando Quindío salió a jugar frente a Millonarios con una nómina juvenil ya que sus jugadores decidieron no actuar por las deudas del club. Ese día Hernando Angel, dueño del cuadro cafetero, se pasó por la faja su responsabilidad como jefe, los compromisos comerciales de la Dimayor con el patrocinador Postobón, los derechos laborales de sus empleados (futbolistas) y puso en El Campín una nómina prácticamente amateur que, por supuesto, se comió un 5-0 de un equipo profesional y experimentado. Lo peor es que si no es por el escándalo que armamos muchos en los medios y casi todos los hinchas, Clopatofsky no dice nada. Pero bueno, esa vergüenza para el Quindío, sus aficionados y para el fútbol colombiano en general sirvió al menos para que Jesurún saliera a decir que eso no iba a volver a pasar. Frente a las cámaras y los micrófonos el elocuente dirigente (me sale en verso y todo) dijo que la Dimayor se comprometía a establecer un “reglamento interno o medidas de autorregulación que aseguren que los clubes que no estén al día con sus obligaciones laborales y de seguridad social con sus trabajadores del presente campeonato no puedan participar en los certámenes que organiza”. Y claro, el gobierno (encabezado por el vicepresidente Angelino Garzón, supuesto garante de este acuerdo), se comió el cuento de que los dirigentes del fútbol colombiano se iban a autorregular... A la hora en que escribo esto, 3:30 de la tarde del jueves 20 de octubre de 2011, en la capital de Norte de Santander dan como un hecho que Cúcuta Deportivo va a recibir este viernes a Santa Fe con una nómina juvenil ya que sus jugadores entraron en paro. Así lo anunció descaradamente su vicepresidente Alvaro Torrado, pasándose por la faja las promesas de la Dimayor, la "supervisión" del gobierno, el respeto que merece la hinchada, el respeto que merece un patrocinador que, como Postobón, pagó una cifra exagerada por este torneo de pobres y, por sobre todas las cosas, los derechos de los jugadores a los que no les pagan hace casi tres meses. Póngase en ese lugar. Imagínese que a usted no le pagan hace cinco quincenas, y que no sólo es el primer atraso sino que a lo largo de los dos últimos años la constante es que este mes le pagan lo de hace cuatro y vuelve a ver plata en tres más... yo, la verdad, ya habría tomado medidas de hecho, habría demandado a todo el mundo, habría armado un escándalo mediático y es muy posible que hasta hubiese cerrado la Avenida Cero con una huelga nudista, pero claro, el único pacto que los dirigentes respetan es el de protegerse entre ellos y vetar a los jugadores que hablan duro, así que los humildes futbolistas del Cúcuta no hicieron nada durante mucho tiempo. Pero este lunes explotaron, pararon, dijeron que no juegan hasta que les paguen y Ramón Jesurún, en vez de castigar con severidad al club por su pésima administración y de hacer cumplir lo que pactó con el gobierno y con la sociedad en general (porque yo soy de los que cree que una promesa pública es un pacto con la comunidad a la que se le cuenta), vuelve a mostrar que lo último que le interesa a los dirigentes del fútbol colombiano es el fútbol, que a ellos lo que les interesa es el negocio. No seas vagabundo Ramón: ¿cómo vas a llamar al presidente de Santa Fe a pedirle personalmente que le aplace el partido al Cúcuta para que puedan pasar de agache unos dirigentes descarados que no le han dado buen manejo al club rojinegro? Porque sí señores: Jesurún, no Alvaro Torrado, no: el propio presidente de la Dimayor, hizo gestión para que el rojazo le aplazara el juego a los motilones en una actitud absolutamente alcahueta. Afortunadamente Santa Fe no es bobo y, así como al rojazo no le han ayudado de a mucho en su doble compromiso de Liga y Copa Sudamericana, dijo que no: ese problema no es del león, que sí le paga a sus empleados. Ese problema es del Cúcuta y de la Dimayor. Yo insisto en parafrasear a Alfredo Relaño: "del fútbol me gusta todo menos los que lo manejan". Especialmente porque ellos, los dirigentes, los dueños del espectáculo, saben que manejan algo que para el resto de seres humanos no es un negocio sino una pasión. A ti no te importa que a tu equipo lo vista X o Y marca, tu lo que quieres es tener la camiseta que te hace sentir orgulloso, la que te trae los mejores recuerdos, la que viste hincharse de gloria tantas veces, y vas a pagar por ella, por eso, por tu pasión. Por el negocio de esos señores de corbata a los que les interesa que se transmita por televisión Cúcuta vs. Santa Fe y no que a los protagonistas de la fiesta los humillen sin pagarles por su trabajo o que a los que le dan vida a su negocio los irrespeten ofreciéndoles un partido con amateurs. No seas vagabundo Jesurún... y a todas estas, ¿el gobierno no tiene nada qué decir? O será que como en el pacto con los indígenas de la Sierra cree que después de un tiempo eso ya no importa... Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad

  • Gol Caracol

    Teorías de la conspiración

    Que las Torres Gemelas fueron derribadas por extraterrestres, que no eran aviones sino misiles, que la ultraderecha estadounidense planeó todo para cambiar el orden mundial e imponer el miedo como regla... diez años después del histórico 11 de septiembre de 2001 las siempre polémicas teorías de la conspiración vuelven a estar de moda y yo, que tal vez por vivir solo en un apartamento con dos gatas, no tener novias, leer mucho y ver demasiada televisión me he vuelto un malpensado, tengo la mía; pero no sobre lo que pasó en Nueva York, sino sobre lo que está pasando en el fútbol colombiano. ¿A nadie se le hizo extraño que Julio Comesaña llegara a la Selección y el Deportivo Pereira no dijera nada? Es decir, hablamos del principal candidato al descenso, un equipo que hizo una apuesta brutal en cuanto a contrataciones y que se la jugó toda con el uruguayo para tratar de salvar un año desastroso, ¡un club que al día de hoy tiene una desventaja de 11 puntos frente al América y 14 con Itagüí! Pero en la capital de Risaralda nadie dijo nada: al Pereira se le llevaron al DT, le desbarataron el proceso en un momento dramático, y fue como si se les hubiese olvidado pagar el recibo del teléfono: no pasó nada. En una figura muy parecida, Jorge Luis Pinto dejó al Junior para irse a la selección de Costa Rica y no sólo hubo una reacción tremenda, sino que la Federación de ese país le pagó una indemnización al equipo barranquillero. ¿Alguien sabe si la Federación Colombiana de Fútbol le pagó algo al conjunto matecaña? No, no le pagó porque Comesaña renunció. Pero igual... es raro, ¿no? Es decir, queda la sensación de que o al Pereira se lo va a comer el tigre y a sus dirigentes no les importa tener el estadio más bonito del país en la B, o que hay algo más ahí y por eso quedaron tan tranquilos. Ese "algo" más es un rumor que viene creciendo como la espuma de una cerveza fría bien servida en un vaso largo. Hace un par de meses, cuando desde Argentina apareció esa abominable idea de hacer un torneo con todos los equipos de primera y segunda división, muchos dirigentes en Colombia levantaron las cejas con esa misma admiración que los llevó a importar, vía Buenos Aires, el sistema del descenso por promedio y los campeonatos semestrales. La idea de un torneo con 20 equipos empezó a sonar... Claro, ¿cómo no iba a sonar? No sólo el Pereira parece totalmente condenado al descenso, sino que el América es el primer candidato a jugar su permanencia en primera división con el subcampeón de la B en la promoción. Un torneo de 20 equipos en el 2012 automáticamente los salvaría a los dos y permitiría el ascenso de los dos mejores del Torneo Postobón, en donde viejos conocidos de la A como Pasto, Bucaramanga, Unión Magdalena, Centauros y Cortuluá, o eternos aspirantes a ella como Patriotas, Rionegro, Bogotá y Valledupar, tendrían mejores opciones de estar en la fiesta grande. Ojo, no sería la primera vez que la Dimayor hace eso. En el 2001 Bucaramanga perdió la categoría, pero esta entidad decidió que en el 2002 se pasara de 16 a 18 clubes. Quindío ganó su ascenso en franca lid, así que muy a las carreras, en enero de 2002, la dirigencia del fútbol colombiano decidió organizar un triangular entre sus tres socios en la B: Cúcuta, Unión Magdalena y el leopardo descendido. La cosa fue tan improvisada, que al cuadro motilón le tocó armar un equipo de emergencia para ir a disputar el triangular en Cartagena. Unión ascendió con dos victorias 2-0, y el Bucaramanga se quedó con el segundo lugar después de empatar 0-0 con su eterno rival y mantenerlo en la B tras una definición por penales. De esta forma, arbitraria por demás, la primera división del fútbol colombiano pasó de tener 16 a 18 clubes en 2002, año en el que además, vea usted, pasamos de tener un campeón anual a tener dos. Por si le interesa, ese 2002 comenzó la presidencia de Luis Bedoya en la Dimayor (que casualmente aumentó ese año su cantidad de electores) y el presidente del Atlético Bucaramanga era Reynaldo Amaya, quien (¡ah cosas!) fue miembro del comité ejecutivo de la Federación entre 2006 y 2010, durante la primera administración de Bedoya al frente del rector del fútbol nacional. Sí, piense lo que quiera... Yo ahora, por ejemplo, estoy pensando en que a final de año nos van a salir con una decisión "sorpresa" en la que se va a dar la "buena" noticia de que el fútbol colombiano, (y acá cito imaginariamente el discurso que va a dar Bedoya o Jesurún, o los dos) "siguiendo el ejemplo de la grandes ligas del mundo como España, Inglaterra, Italia y Argentina (mira tú, ¡qué sorpresa!), va a pasar de 18 a 20 clubes". El argumento de estos señores, siempre de corbata y últimamente con el bigote cada vez más en discusión, será "el estímulo a la competitividad y el hecho de que el objetivo de la Dimayor quiere que el fútbol de primera se vea en más y más canchas del país", pero claro, nadie dirá que la decisión se toma para salvar al América y al Pereira (al que ahora le están quitando al técnico sin mayor trauma por parte del club), y para aumentar la cuota de votos que sostiene a los que mandan en el fútbol de este país. Porque para los que no lo sepan, a los dirigentes los eligen los clubes, y si a los clubes de la B les ofreces dos cupos en la A, te aseguras una buena cantidad de votos, aparte de los dos de los equipos a los que salvaste de llegar a ella... pero claro, es sólo la teoría de la conspiración de un tipo muy malpensado como yo, nada más. Y recuerde que vivo solo con dos gatas, no tengo novia, leo mucho y veo demasiada televisión... Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad

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