Por una extraña razón que ni siquiera la ciencia ha podido descifrar por qué alrededor del 20 por ciento de los cadáveres de San Bernardo, Cundinamarca, no se descomponen. Por eso, este lugar montañoso es conocido como el pueblo de las momias. En la mitad de su museo reposa el cuerpo intacto de Jorge Cruz, un hombre que incluso después de muerto le decían el científico, vivió en la calle y estuvo varios años de su vida sin poder dejar las drogas. Los Informantes conoció esta historia y el testimonio de sus familiares en 2018.
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“El ataúd estaba completamente desintegrado, o sea, solamente estaban partecitas, pero apenas se ve en sus pies. Se veían, inclusive, como las rayitas que uno tiene, era como si fuera una porcelana. Cuando lo sacan, un sepulturero dijo ‘es la momia más perfecta del mundo’ y yo le menciono ‘señor, está hablando de mi papá’”, afirmó Joyce, hija de Jorge Cruz.
Su padre descansa en paz, pero a la vista de todos, rodeado de otros 13 personajes ilustres de San Bernardo, un pueblo de 10 mil habitantes donde uno de cada cinco muertos parece no sufrir por el paso del tiempo. Sin ningún procedimiento químico o estético, conservan durante décadas las facciones. “El lugar donde se encuentra ubicado el cementerio al parecer tiene como unas cuestiones de humedad especiales que hace que los cuerpos se conserven”, indicó.
Son al menos 350 cuerpos momificados, aparentemente sin ninguna razón científica, durante los últimos 50 años. La atracción principal de San Bernardo es el museo de momias ubicado detrás del cementerio, donde hay cadáveres de ancianos, jóvenes e incluso, de niños.
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¿Quién era Jorge Cruz?
Según la familia de Jorge Cruz, en especial su hija, él era un hombre muy chistoso y lleno de vida, pero esa vida alegre que tenía se fue desbordando, ya que su padre cayó en el consumo de bazuco. Un hecho que hizo que su madre se alejará de él y llegará a la ciudad de Bogotá con su pequeña, dejando atrás todo el mundo del vicio.
Jorge Cruz vivió en la calle, específicamente en el Cartucho, en Bogotá, un lugar azotado por las drogas y la delincuencia. Por mucho tiempo estuvo alejado de su hija, hasta que un día apareció de repente. “Por su culpa, mi mamá tuvo que pasar por muchas cosas, por su culpa tuve que estar mucho tiempo sola, por su culpa tuve que aprender a cuidarme sola porque él no estuvo”, reveló a Los Informantes.
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Sin embargo, ella con gallardía se enfrentó a ese mundo para volver a tener un contacto con su padre. Tenía claro que en ese lugar donde él vivía era peligroso y que cualquier cosa podría pasarle. Por ello, aprovechaba cada momento que lo veía como si fuese el último.
A Jorge Cruz lo mataron a puñaladas, con un arma cortopunzante, en una de las calles del Cartucho. “Los cuerpos de los habitantes de calles, normalmente, los envían a una fosa común, porque sus familiares no los reclaman. A mi papá lo mandaron para la Universidad Antonio Nariño, yo fui allá hice todo el proceso de reclamación y me lo entregaron y estaba completico”, aseguró Joyce.
Tras seis años de su entierro en el pueblo de Cundinamarca del que eran oriundos, sacaron el cuerpo de Jorge Cruz y se dieron cuenta que estaba intacto, por lo que un sepulturero le recomendó que lo donará al museo, una decisión difícil que la familia tuvo que tomar. Al final, su padre quedó momificado en el museo de San Bernardo.
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