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El 30 de abril de hace 50 años finalizó la guerra de Vietnam, uno de los conflictos más sangrientos de la historia. Dejó más de dos y medio millones de muertos y la derrota más estruendosa del Ejército de los Estados Unidos, el más poderoso del planeta.
Para poner tierra de por medio por sus malas calificaciones y un supuesto amor que no le convenía, los papás del colombiano Luis Guillermo Ruiz lo mandaron a Estados Unidos y en una noche de copas, junto su grupo de amigos decidieron enlistarse para ir a luchar a Vietnam.
A sus 81 años, Ruiz contó las dramáticas consecuencias de una apuesta y las memorias una de las guerras más sangrientas de la historia.
“Para mí Vietnam es una pérdida de tiempo, una pérdida de vidas, inútilmente, un total fiasco. Sin embargo, cuando yo estaba allá o creía que estaba haciendo lo correcto, que estaba allá en Vietnam por una causa noble”, contó a Los Informantes .
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El vuelo hacia Vietnam parecía una marcha fúnebre. Ese es uno de los recuerdos imborrables de Luis Guillermo Ruiz, más de 50 años después de salir del infierno de la guerra.
“El vuelo de San Francisco a Vietnam, a mí se me pareció como como cuando uno va en una procesión al cementerio. Nadie hablaba, no se oía un ruido. Si me preguntas quién era mi compañero de vuelo por casi 10 horas, no tengo ni idea porque todo el mundo era con la cabeza agachada, absorto en sus propios pensamientos”, afirmó.
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Ese lugar tan lejano de nuestro país, al que llegó casi por azar, cuando era muy joven se le quedó pegado en la mente. Hoy, con 82 años, lo recuerda.
“La guerra sirve para los que fabrican las armas se enriquezcan, no más”, añadió.
Lo único que Luis Guillermo había visto de la guerra eran las películas de John Wayne, pero la realidad de una confrontación como esa es muy distinta de un set creado en Hollywood.
“No me interesa ir a la Vietnam, he tenido la oportunidad de regresar. No quiero, porque tengo sentimientos encontrados”, contó.
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Luis Guillermo Ruiz Pretel es colombiano, nació en Tolima, pero se fue junto a su familia cuando aún era un niño a Pereira. Creció en la zona cafetera y luego estudió Medicina en Bogotá. Se enamoró y descuidó la universidad. Perdió un semestre y su papá decidió mandarlo para Estados Unidos y enlistarlo en el Ejército. Llegó en Navidad a Nueva York, era 1963.
Así inició la cadena de sucesos que lo pusieron al otro lado del planeta peleando en una guerra ajena.
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Luis Guillermo, un joven en ese momento de 23 años que amaba la parranda, entró a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Allí aprendió inglés y una noche, una fiesta con amigos latinos, terminó con una apuesta increíble para enlistarse e ir a la guerra de Vietnam.
“Pues vamos a tomar trago y nos dio la borrachera, se nos salió el patriotismo. Eso fue un viernes por la noche. Que el lunes de la semana siguiente, a primera hora íbamos a estar en la oficina de personal y todos nos íbamos a dar de voluntarios para ir a Vietnam”, recordó.
De todos, el único que terminó en Vietnam fue Luis Guillermo. Ese fue el peor guayabo de su vida.
“Pasó un mes y llega uno y dice ‘¿Cómo les parece que me mandaron para España?’. El otro, ‘no lo me voy a creer, pero a mí me mandaron para Puerto Rico’. El otro ‘no me va a creer que a mí me mandaron para Hawái’. Hasta el día de hoy, yo creo que esos desgraciados no se dieron de voluntarios para ir a Vietnam”, afirmó.
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Llegó a una base militar en un pueblo pequeño de calles sin pavimentar.
“Uno no puede confiar en las personas que le están sirviendo el desayuno. No se puede confiar en las personas que le lavan la ropa porque a uno le enseñan de que esa persona en cualquier momento lo va a atacar. Era muy común ver en la calle niños aproximarse a cinco o seis soldados de Estados Unidos y lo hacen explotar para matar a cinco o seis soldados. Lo mismo lo hacen con niños que con animales”, recordó.
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Era un contexto difícil de entender para Luis Guillermo. La guerra de Vietnam fue un conflicto en medio de la guerra fría que enfrentó entre 1955 y 1975 al gobierno comunista de Vietnam del Norte y sus aliados, la Unión Soviética y China que la apoyaban con armas y suministros y el gobierno de Vietnam del Sur y su principal aliado los Estados Unidos, por evitar el avance del comunismo en Asia.
"Yo nunca probé drogas y en Vietnam era muy común entre los soldados a encontrar cualquier tipo de droga. Mi droga, si puedo yo decirlo, es que yo siempre tuve a mi lado una botella de whisky. Mi desayuno era tres, cuatro cervezas, porque si me ponía a pensar en dónde estoy, qué me puede pasar, me vuelvo loco”, añadió.
La base de Biên Hòa fue el hogar de Guillermo por los siguientes dos años. Allí fue ascendido a sargento y trabajaba en labores de inteligencia. Luis vio muchas cosas de las que no le gusta hablar, horrores de la guerra que quiere dejar atrás.
La rutina en la base cambió drásticamente la madrugada del 31 de enero de 1968. Rondas de cohetes y morteros empezaron a golpear la base aérea. Ahí explotó el infierno.
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En los siguientes días en Vietnam nunca recobró la tranquilidad. El asedio era permanente mientras el horror de la guerra se extendía por el país. Bombas de napalm incendiaban la atmósfera que mandó todo a su paso. El único refugio de Luis era el licor.
“Yo estaba convencido que iba a ser un alcohólico”, contó.
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Las heridas en la mente de muchos excombatientes hicieron que sufrieran estrés postraumático y que otros perdieran la cordura al regresar a sus casas.
“En la mente empieza a recrear episodios que tuvieron en Vietnam y ven a personas común y corriente, pero en su mente ven a personas del Viet Cong y entonces el instinto es que se creen que están todavía en Vietnam, que empiezan a disparar”, afirmó.
A finales de 1968, la guerra de Vietnam terminó para Luis Guillermo. Regresó a los Estados Unidos y se fue a vivir a Massachusetts. Se casó y formó una familia.
Gracias a los pagos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos como veterano, se graduó de ingeniero en Boston.
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En 1973, las tropas americanas se retiraron de Vietnam. Se firmó un acuerdo de paz en París, pero dos años después el Viet Cong derrotó al gobierno débil de Vietnam del Sur y unificó el país bajo la bandera comunista que perdura hasta hoy. Es la mayor derrota en un conflicto bélico de Estados Unidos hasta la fecha.
Además de los muertos que combatieron en ambos bandos, se calcula que murieron entre uno y dos millones de civiles en el conflicto. Luis Guillermo lo repite hasta el cansancio: Vietnam es un recordatorio cruel que no debería repetirse jamás y es sin duda el peor trago de su vida.