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Luis Manuel Díaz, más conocido como el Mane, no es solo el papá de Lucho Díaz, el delantero estrella de la selección Colombia y del Bayern Múnich, también es un personaje mediático que ha ganado gran popularidad nacional gracias su personalidad que mezcla vallenato, fútbol, redes sociales y más. Sin embargo, hoy el Mane vive con más cuidado: dejó el trago después de un susto que lo llevó al hospital. Esto reveló en una reciente entrevista con Los Informantes.
El Mane Díaz nació y creció en Barrancas, La Guajira, en una familia campesina que sembraba café, plátano, guineo y yuca. Desde niño aprendió a manejar el machete, la pala y el azadón, pero también a cantar versos vallenatos con sus hermanos. Su infancia fue dura, pero lo convirtió en un hombre trabajador.
“Yo pienso que cuando uno viene de cero, quedan muchas experiencias en la vida y grabado en la mente que el éxito va en la humildad y el sacrificio de las personas”, señaló.
Aunque soñaba con ser futbolista, su familia no tenía los recursos para llevarlo a probarse en un equipo profesional. Entonces vendió empanadas con su mamá, trabajó como auxiliar de cocina y se certificó como cocinero profesional, pero su verdadera pasión era el fútbol, así que decidió enseñar.
Hace 33 años fundó una escuela de fútbol en Barrancas. Por ella han pasado más de mil niños, muchos de los cuales lo ven como un segundo padre. Aunque varios han llegado al fútbol profesional, el más destacado es, sin duda, su hijo Luis Díaz.
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Fue el Mane quien lo recomendó para la selección Colombia indígena cuando tenía 15 años, y también quien lo llevó a probarse en el Barranquilla Fútbol Club y luego al Junior de Barranquilla. Desde entonces, ha estado siempre al lado de su hijo, siguiéndolo en cada paso de su carrera.
“¿Se parece a su hijo Luis, a su hijo Lucho en algo? Pues yo creo que lo que él tiene o lo que él muestra en estos momentos lo sacó de estas piernas”, dijo con orgullo.
El 28 de octubre de 2023, el Mane Díaz y su esposa, Cilenis Marulanda, fueron secuestrados por hombres armados. A ella la soltaron minutos después, pero él pasó 12 días en cautiverio. El país entero se movilizó para pedir su liberación. Marchas, mensajes, oraciones: Colombia se unió por el papá de Lucho.
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“Inmediatamente pensé por qué a mí, por qué a nosotros, nosotros no le hacemos daño a nadie, no le hacemos mal a nadie”, recordó. “Después entendí, el boom de que Luis se fue, cambió su vida, la situación económica de él, entonces ya la gente comienza que tiene plata, que esas cosas”.
Aunque no le gusta hablar mucho de esos días, reconoce que la experiencia le cambió la forma de ver la vida. “Cambia, cómo va a andar uno, qué lugar tiene que andar, con qué personas tiene que estar acompañada. No entendía nada, llegué a imaginar que podía ser un atraco”.
El secuestro se dio por un amigo que lo traicionó. Al parecer, ese compadre de cuyo nombre no quiere acordarse, lo vendió a quienes se lo llevaron y lo entregaron a la guerrilla del ELN.
Después de su liberación, el Mane pasó un tiempo en Inglaterra, en la casa de su hijo. Iba al estadio a ver los partidos del Liverpool, pero decidió volver. Hoy vive en Barranquilla, desde donde es más fácil viajar a Múnich, pero también porque, tras el secuestro la familia no se siente tan segura en Barrancas.
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Ahora trabaja en la Fundación Luis Díaz que apoya a niños de escasos recursos y busca lanzar oficialmente su carrera musical. Aunque siempre ha cantado vallenato, ahora lo hace en serio. Tiene su conjunto, ha participado en festivales y está grabando su primer álbum.
“Llegamos con la idea de grabar unos dos, tres temas, pero las cosas pues se tornaron diferentes y queremos, pues ahorita estamos grabando un CD de música completa”, cuenta.
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Improvisa versos con sentimiento, como este: “Le voy a cantar, lo digo de corazón, hombre, yo quiero hablar paz a nombre de un acordeón”.
El Mane Díaz se ha convertido en una figura pública. Su carisma, su historia y su famoso hijo lo han convertido en influencer y fenómeno digital. Todo lo que hace se convierte en noticia.
"¿Y le gusta esa fama? ¿Le gusta esa atención? Yo pienso que debo de aprovecharla. A mí me ha ido bien con eso. Para mí ha sido una satisfacción, una alegría. que la gente me conozca”, admitió.
Pero no todo ha sido alegría. Hace menos de un año, el Mane Díaz sintió un dolor intenso en el pecho. Lo llevaron al hospital y le hicieron un cateterismo. “Me dio un dolor en el corazón y me hicieron un cateterismo que más adelante me hubiera podido dar un infarto”, reveló.
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Desde entonces, dejó el trago. “¿Y un roncito de vez en cuando no se toma? No, no porque yo no estoy tomando, por la salud, porque tuve un problema en el corazón”.
También ha cambiado su alimentación, evita los fritos y los dulces. El susto fue suficiente para que decidiera cuidarse más. Por fortuna, la visita al hospital no pasó de una cirugía de la que salió perfecto. Y después de semejante susto no se cansa de repetir que hay Mane Díaz para rato.
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El Mane no se pierde ni un partido de la selección Colombia ni del Bayern Múnich. Siempre llama a su hijo apenas termina el partido. Si juega bien, lo felicita, si no, le exige más.
Es estricto con sus alumnos y con sus hijos. Cree en la disciplina, el esfuerzo y la humildad. Y aunque no pudo ser futbolista, ha formado a muchos.
Hoy, el Mane Díaz quiere estar tranquilo. Cantar vallenato, enseñar fútbol, apoyar a los niños de su fundación y seguir celebrando los goles de su hijo. Ya no toma, ya no vive en Barrancas, pero sigue siendo el mismo hombre que unió a Colombia con su historia.