Un país de África oriental opera bajo un calendario que es único en el mundo. Mientras que la mayoría del planeta sigue el gregoriano, este se rige por el calendario ge'ez, que se encuentra aproximadamente siete años y ocho meses detrás del gregoriano. En esta nación todavía viven en 2016.Etiopía, el país donde todavía es 2016Para los etíopes, el año 2016 o 2017, según su calendario, aún se está viviendo en el año 2024 del resto del mundo. El calendario etíope, también conocido como el calendario ge'ez, se compone de 13 meses: 12 meses de 30 días cada uno y un mes adicional, llamado Pagumē, que tiene 5 o 6 días, dependiendo de si es un año bisiesto. Este sistema de tiempo se basa en cálculos astronómicos que datan de la época del antiguo Egipto y se ha mantenido a lo largo de los siglos como una parte integral de la identidad de este país.El año nuevo en Etiopía, conocido como Enkutatash, se celebra el 11 de septiembre. Esta fecha coincide con el fin de la temporada de lluvias y el florecimiento de las flores, simbolizando la renovación y la esperanza. Las celebraciones incluyen reuniones familiares, canciones, bailes y el intercambio de tarjetas de año nuevo, que a menudo presentan imágenes de la meseta etíope y la flor de Adey Abeba, que florece en esta época del año.El calendario etíope no es solo una forma de medir el tiempo, es un reflejo de la cultura y las tradiciones del país. Las festividades religiosas, como el Meskel que conmemora el hallazgo de la Verdadera Cruz por la emperatriz Helena, se celebran según este calendario. Estos eventos no solo son importantes desde el punto de vista espiritual, sino que también son ocasiones para fortalecer los lazos comunitarios y transmitir las costumbres de generación en generación.¿Sabía que Etiopía es el país más antiguo de África?Aunque muchos creen que Egipto es el país más antiguo de este continente, lo cierto es que en términos de civilización y establecimiento de una capital Etiopía se lleva el primer lugar. La ciudad de Axum, en Etiopía, ostenta el título de la capital más antigua del continente, con una historia que se remonta al siglo I d.C.Además, Etiopía es conocida por tener uno de los gobiernos centralizados más antiguos del mundo, con el Reino de Aksum, que fue un poderoso imperio comercial con rutas que llegaban hasta la India. También es importante mencionar que algunos de los fósiles de homínidos más antiguos se han encontrado en Etiopía, lo que subraya su importancia en la historia de la humanidad.
La población mundial alcanzaría las 8.000 millones de personas el próximo 15 de noviembre, según la proyección de un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Además, India superaría a China como el país más poblado del mundo en 2023.Puede leer: Un solo caso de COVID lleva al confinamiento de ciudad china con más de 300 mil habitantesEse hito poblacional "es un recordatorio de nuestra responsabilidad compartida de cuidar nuestro planeta y un momento para reflexionar sobre dónde estamos en deuda con nuestros compromisos mutuos", dijo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres."Esta es una ocasión para celebrar nuestra diversidad, reconocer nuestra humanidad común, y maravillarnos por los avances en salud que han extendido la esperanza de vida y reducido dramáticamente las tasas de mortalidad maternal e infantil", añadió.La proyección del Departamento de Economía y Asuntos Sociales de la ONU dice que la población mundial está creciendo en su ritmo más lento desde 1950.El mundo alcanzaría los 8.500 millones de habitantes en 2030 y los 9.700 millones en 2050, llegando a un pico de alrededor de 10.400 millones en la década de 2080 para finalmente estabilizarse hasta 2100.Lea, también: NASA revela la primera imagen del telescopio espacial James Webb: "Histórico"Mientras se observa una caída neta en la natalidad en países en vía de desarrollo, más de la mitad del crecimiento proyectado en la población mundial en las próximas décadas se concentrará en ocho países, señala el informe.Precisa que esas naciones son la República Democrática del Congo, Egipto, Etiopía, India, Nigeria, Pakistán, Filipinas y Tanzania.
La Comisión de Derechos Humanos de Etiopía aseguró que la fuerzas gubernamentales del país son las responsables de quemar vivo a un hombre y compartir las imágenes en redes sociales para dar una "advertencia" por supuesta filtración de información y colaboración a movimientos armados. Puede leer: Hombre se bañó en gasolina y se prendió fuego frente a sede de gobierno en UruguayEn las imágenes que circulan se ve a un civil desarmado que es víctima de "un acto extremadamente salvaje" cuando un grupo de personas, algunos con uniformes militares de Etiopía, le prenden fuego. Según la Comisión de Derechos Humanos, se trató un hombre tigriano que fue "quemado vivo con la participación del fuerzas de seguridad del Gobierno y otras personas". El violento hecho ocurrió el pasado 3 de marzo, tan solo un día después de un ataque que dejó al menos 20 personas muertas, comunicó el portavoz de la comisión. De acuerdo a la información recopilada por las autoridades que investigan el caso, el atroz crimen ocurrió por supuesta filtración de información y ayuda por parte del hombre al movimiento armado Frente de Liberación Popular de Tigray. En el hecho murieron otras 10 personas que fueron abatidas a tiros.La "ejecución extrajudicial" despierta miedo en la población de Etiopía, pues se teme que se desate una ola de crímenes organizados interétnicos, que en los últimos años han incluido asesinatos en masa y violencia sexual. También: Polémica por ejecución de 81 presos en Arabia Saudita en un solo día
Unos 200 niños murieron de hambre en la región norte etíope de Tigré, afectada desde hace un año por la guerra y donde se agrava la malnutrición, según estudio realizado por médicos e investigadores locales, que lo expusieron a la AFP.Mujer habría asesinado a bebé que iba a adoptarLos datos de esta investigación ofrecen una perspectiva excepcional sobre la situación del hambre en Tigré, donde las comunicaciones fueron cortadas y está sometido, según la ONU, a un bloqueo de la ayuda humanitaria, causando penuria de víveres y medicamentos.Pero este balance no es probablemente exhaustivo, pues la mayoría de los hospitales no funcionan y no se puede llegar a la mitad de los distritos del Tigré, afirma en entrevista a la AFP Hagos Godefay, quien dirigía antes de la guerra los servicios de salud de la región.La mayor parte del Tigré se encuentra en la actualidad bajo el control del Frente popular de liberación del Tigré (TPLF), partido que dirigía esta región antes del conflicto y es ahora considerado "terrorista" por el gobierno etíope.Taxista héroe: encerró en su auto a un hombre que iba a cometer un atentado terrorista"Registramos más de 186 muertes" de niños de menos de cinco años, debido la malnutrición severa, declaró Hagos, quien también es médico.El estudio, realizado en 14 hospitales con familias de la región por médicos e investigadores de la universidad de Mekele, subraya también que cerca del 29% de los niños sufren malnutrición aguda, frente a 9% antes de la guerra, agregó.El Primer ministro etíope Abiy Ahmed envió al ejército al Tigré en noviembre de 2020 para destituir al TPLF, acusándolo de haber atacado campamentos militares.
Este mes se cumple un año desde que el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, envió al ejército a la región de Tigré para derrocar a las autoridades del Frente de Liberación del Pueblo Tigré (TPLF), que gobiernan esa zona del norte del país. Según Ahmed, esta fue una respuesta al ataque de esta facción a bases militares cerca de Mekele, la capital regional.Desde ese entonces no ha habido paz en el segundo país más poblado de África y en los últimos meses las tensiones han aumentado con la amenaza del TPLF de llegar a la capital, Adís Abeba. Los rebeldes firmaron un pacto con otros 8 grupos de combatientes para luchar contra el gobierno de Abiy Ahmed, entre ellos el Ejército de Liberación Oromo (Ola).En medio de marchas progubernamentales en la capital y de numerosos llamados de la comunidad internacional para un cese el fuego, los rebeldes avanzan. Entre tanto, el país continúa en un estado de emergencia decretado por el gobierno por 6 meses.El conflicto civil se caracteriza por su extrema brutalidad con denuncias de violaciones de derechos humanos de lado y lado. La última fue la condena de Amnistía Internacional por denuncias de abusos sexuales a numerosas mujeres por parte de los rebeldes de Tigré en la región de Amhara durante el pasado mes de agosto. Según un informe de la ONG, 16 mujeres aseguran haber sido víctimas de tropas del TPLF acusándolos de violaciones masivas, violencia física y robos.La expulsión hace poco más de un mes de 7 altos funcionarios de la ONU por presunta "injerencia" en asuntos internos y la detención en las últimas horas de colaboradores locales de esta organización enciende las alarmas.Al difícil coctel se suma el desplazamiento, la pobreza y el hambre que azotan a la población. El país enclavado en el estratégico y convulso Cuerno de África vive días oscuros.
Noticias Caracol pudo establecer que el expresidente Juan Manuel Santos logró reunirse con el primer ministro etíope Abiy Ahmed para mediar en el conflicto entre el Gobierno y el Frente de Liberación Popular de Tigray, que ha devastado al país y que este jueves cumplió un año.Este viernes, nueve grupos rebeldes firmaron una alianza contra el Gobierno en el que aseguran que se tomarán la capital, Adís Abeba.En relación: Este es el sangriento conflicto armado que sufren millones de personas en el norte de EtiopíaEn dicho acuerdo afirman que la guerra será sin cuartel.El Consejo de Seguridad de la ONU hizo un llamado a un alto el fuego, pero a este complejo panorama se suma la expulsión hace un mes de altos funcionarios de las Naciones Unidas.En este contexto, el expresidente colombiano fue enviado por una misión internacional de paz y se reunió con el primer ministro etíope, quien irónicamente también ostenta un Nobel de Paz.Abiy Ahmed obtuvo el Nobel en 2019 por lograr un acuerdo de pacificación con la vecina nación de Eritrea. Sin embargo, menos de un año después, declaró la guerra civil que hoy tiene a ese país y al mundo en alerta.No obstante, los resultados de la reunión que buscaba impulsar un alto el fuego aún no se conocen.
Kibrom Hailu no estaba muy preocupado cuando en febrero pasado su hijo de 15 años salió de casa para jugar un partido de voleibol en Wukro, al este de la región etíope de Tigré.Las manifestaciones habían agitado esta localidad unos días antes: jóvenes habían quemado neumáticos en protesta contra el primer ministro Abiy Ahmed, que envió el Ejército a la región a principios de noviembre, pero su hijo Henok no había participado. Y prometió que no se alejaría.Cuando Kibrom oyó disparos, era demasiado tarde. El cuerpo del joven yacía en el camino que bordea su casa.El adolescente fue uno de los 18 civiles que mataron soldados etíopes, según el colegio Santa María de Wukro, que documenta desde el inicio del conflicto los abusos contra los civiles.Henok murió más de dos meses después que Abiy, premio Nobel de la Paz 2019, anunció el 28 de noviembre el fin de los combates y aseguró que la vida reanudaba su curso en Tigré."La guerra se ha intensificado. Ahora se ensaña con los civiles", dice Kibrom a la AFP, confirmando las declaraciones de otros habitantes.A lo largo del conflicto, Wukro, un eje otrora vibrante, conocido por su patrimonio religioso y arqueológico, se ha desfigurado.Los bombardeos han destruido casas y empresas y han vaciado las calles de gente. En la principal arteria comercial se alinean las vitrinas rotas y anaqueles vacíos. Los soldados -inicialmente eritreos, ahora principalmente etíopes- patrullan las calles con violencia."Recibimos constantemente pacientes, heridos por la guerra", cuenta Adonai Hans, el director médico del hospital de Wukro."Si alguien dice -quienquiera que sea- que no hay guerra en Tigré, me lo tomaría como una broma", agrega. Mónica Camacho, una colombiana integrante de Médicos Sin Fronteras y responsable de las operaciones en Etiopía y otras tres naciones africanas, indicó que esta era un región prominente con importante inversión. "Hijos de la junta" La intervención militar pretendía deponer al partido en el poder en la región, el Frente de Liberación del Pueblo del Tigré (TPLF), acusado de haber provocado el ataque de las bases del ejército federal.Cuando, varias semanas después, los habitantes de Wukro comprendieron que su ciudad iba a caer, huyeron a las montañas vecinas, desde donde observaron las bombas caer en sus casas.Al volver, todavía fue peor: soldados eritreos, llenos de odio, habían saqueado sus casas, los bancos, las fábricas y mataron a muchos jóvenes sospechosos de simpatizar con la "junta" del TPLF, cuentan fuentes médicas y religiosas."Matar, es su trabajo diario. Ni siquiera se dan cuenta de que matan a personas", dice sobre los eritreos un responsable de la Iglesia católica de Wukro, que prefiere ocultar su nombre por miedo a represalias.Nebiyu Kiflom, un vendedor de materiales de construcción, estaba en su casa con sus 6 compañeros de piso - 3 de ellos hermanos - cuando los eritreos abrieron la puerta una noche de noviembre."Dijeron: 'son hijos de la junta'", recuerda. "Estaban sentados en casa. No hacían nada".Esa noche, Nebiyu era el único que no estaba en casa. Estuvo tres días encerrado con los cuerpos antes de poder salir a buscar ayuda.A principios de diciembre, muchos jóvenes habían muerto en Wukro. 81 fueron enterrados detrás de una Iglesia ortodoxa."Vimos los cuerpos con nuestros propios ojos. Los enterramos", cuenta Gebrehana Hailemariam, el sacerdote."Nuestra casa" Al principio del conflicto, los habitantes casi no tenían acceso a cuidados médicos. Los bombardeos y los saqueos destruyeron el 75% del hospital y su equipo, dice Adonai, el director médico.Estaba cerrado cuando en diciembre, Elisabeth Gebrekidan dio a luz a mellizos y tuvo una hemorragia, cuenta su hermano Elías, que suplicó a un soldado para que pudiera alquilar una ambulancia para llevarla a Mekele, la capital regional. Sin éxito."Me dijo: "vete de mi vista, eres un hijo de la junta'", recuerda Elías, cuyo rostro se llena de lágrimas.Cuatro días más tarde, Elisabeth murió en su casa. Elías cría ahora a los pequeños Tsion y Roda con ayuda de su madre.En los pasillos del hospital, que ha reabierto parcialmente, se cruzan supervivientes de violaciones -que esperan a veces semanas, incluso meses antes de acceder a los cuidados médicos - y civiles, cuyas heridas frescas demuestran que prosiguen los combates.Así, Meles, de 45 años, que recientemente recibió un disparo en el muslo derecho, cuenta cómo soldados eritreos dispararon a finales de febrero en su ciudad de Agula, sur de Wukro, en respuesta a un ataque de las fuerzas pro TPLF."Los combates continúan", dice. "La comunidad internacional debe actuar ahora antes de que sea demasiado tarde, antes de que desaparezcamos".El Ejército etíope no ha respondido a las llamadas de la AFP pero el gobierno ya ha desmentido que hayan muerto civiles en Tigré, al igual que niega la presencia de soldados eritreos, lo que también desmienten las autoridades de Eritrea.“Llevan semanas sin luz, sin internet, sin teléfono o bancos, entonces es problema, porque la gente no tiene dinero. El Gobierno no les deja sacar dinero y no pueden comprar cosas. Las carreteras están bloqueadas, no hay comida. Es una situación precaria que no mejora”, manifestó Mónica Camacho.En Wukro, estas declaraciones hacen reír. Los habitantes quieren sobre todo que se vayan los soldados."No deberían pasar una noche más", dice Nebiyu, el vendedor de materiales de construcción. "Es nuestra casa. Es aquí donde vivimos. Si no, tendremos que irnos".
Las autoridades de Etiopía anunciaron el sábado que el Ejército federal "controla" la capital de la región disidente de Tigré, en la última ofensiva de la operación militar iniciada hace tres semanas.El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, anunció el sábado que el Ejército "entró" en Mekele, una ciudad que tenía 500.000 habitantes antes del comienzo del conflicto."Hemos logrado entrar a la ciudad de Mekele, sin que se atacara a civiles inocentes", declaró Ahmed, Premio Nobel de la Paz en 2019, según un comunicado difundido por la televisión oficial etíope EBC.A esta declaración, le siguió inmediatamente la del jefe del Ejército, Berhanu Jula, afirmando en la misma cadena que "las fuerzas gubernamentales controlan completamente Mekele".Jula también indicó que el Ejército "expulsa a los miembros del TPLF (Frente de Liberación del Pueblo de Tigré) que se esconden".Horas antes, las autoridades locales habían declarado que disparos de armas pesadas habían alcanzado el centro de Mekele. Esta información fue confirmada por dos responsables humanitarios.El jueves, Ahmed ordenó al Ejército que iniciara la "última fase" de la operación militar que comenzó el 4 de noviembre, lanzando una ofensiva contra Mekele, el bastión de los líderes del TPLF contra el que lucha.El Ejército federal "empezó a atacar el centro de Mekele, que alberga mucha población y organizaciones de desarrollo, con armas pesadas y artillería", dijeron las autoridades de Tigré en un comunicado difundido el sábado por la televisión local, Tigray TV."Ayer, de la misma manera, muchas áreas de Mekele fueron bombardeadas por aviones militares", añadieron.El gobierno local pide a la comunidad internacional que "condene los ataques y masacres con artillería y aviones militares" cometidos contra "civiles e infraestructuras" por Abiy y el presidente de Eritrea, Issaias Afeworki, a quien acusa de ayudar a Adís Abeba.El gobierno de Tigré prometió "una respuesta proporcionada".
El incidente ocurrió en el ‘Timkat’, celebración inscrita por la Unesco en su lista del Patrimonio cultural inmaterial en 2019. Al menos otro centenar de personas resultaron heridas. Antes, el responsable para la "paz y seguridad" de la ciudad de Gondar, Tesfa Mekonnen, había confirmado a la prensa un primer conteo de solo tres muertos. Añadiendo que cinco personas resultaron "gravemente heridas" y estimó en un centenar el número total de heridos. El festival Timkat es una de las festividades más importantes para los ortodoxos de Etiopía, que representan alrededor del 40% de la población del país, que es de unos 110 millones de habitantes. Se celebra a lo largo de todo el país, pero las ceremonias más célebres son las que tienen lugar en Gondar, la antigua capital del Imperio etíope, a unos 700 kilómetros al norte de la actual capital, Adís Abeba.
El político de 43 años es artífice de la asombrosa reconciliación entre su país y Eritrea Abiy recibe el prestigioso galardón "por sus esfuerzos para lograr la paz y la cooperación internacional, particularmente por su iniciativa decisiva destinada a resolver el conflicto fronterizo con Eritrea", declaró la presidenta del Comité Nobel noruego, Berit Reiss-Andersen. El premio significará un impulso para el dirigente, que se enfrenta a una creciente ola de violencia entre diferentes grupos en su país, donde hay previstas elecciones legislativas en mayo de 2020. El premio también quiere "expresar un reconocimiento a todos los actores que trabajan por la paz y la reconciliación en Etiopía y en las regiones del este y noreste africanos", agregó la responsable. El Comité Nobel subrayó especialmente la labor del presidente de Eritrea, Issaias Afworki. "A la paz no se llega únicamente gracias a las acciones de una sola persona. Cuando el primer ministro Abiy tendió la mano, el presidente Afwerki la aceptó y contribuyó a dar forma al proceso de paz entre los dos países", indicó el organismo. Nada más conocer la noticia, la oficina de Abiy reaccionó diciendo que estaban "orgullosos como país" y felicitándose por un galardón que es el "reconocimiento" del trabajo del primer ministro en favor de la "cooperación, unidad y coexistencia". Por su parte, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo que el acercamiento entre Eritrea y Etiopía es un "impulso para la estabilidad de la región". El camino de Abiy Desde que tomó las riendas del segundo país más poblado de África, en abril de 2018, Abiy Ahmed comenzó el acercamiento con el país vecino, antaño una provincia etíope. Apenas seis meses después de su investidura, en julio de 2018, firmó la paz con Eritrea y puso fin así a 20 años de enfrentamientos. Etiopía liberó a miles de disidentes, pidió perdón por la brutalidad estatal y recibió con los brazos abiertos a miembros de grupos exiliados que sus antecesores habían calificado de "terroristas". Abiy, nacido en una familia muy pobre, fue visto como un visionario y un reformista con la capacidad de inyectar optimismo en esta zona del mundo castigada por la pobreza y la corrupción. Sin embargo, el entusiasmo dejó paso a la frustración. La frontera entre los dos países está de nuevo cerrada, la firma de acuerdos comerciales se hace esperar y Etiopía aún no tiene acceso a los puertos de Eritrea. Según los analistas, el camino para la paz duradera será largo. "El comité Nobel espera que el premio Nobel de la Paz refuerce al primer ministro Abiy en su trabajo en favor de la paz y la reconciliación", estimó este viernes Reiss-Andersen. Este premio es "es un reconocimiento y también un impulso a sus esfuerzos. Somos conscientes de que queda mucho por hacer", agregó. ¿Elecciones posibles? En este momento, muchos dudan de la capacidad de Abiy de organizar "elecciones libres, justas y democráticas" en mayo de 2020 debido a la violencia interna que fisura el país. La inseguridad en el país provocó en 2018 el desplazamiento forzoso de dos millones de personas. El primer ministro también es objeto de críticas y amenazas por parte de los exdirigentes del país y ya sufrió un intento de asesinato desde su llegada al poder. Etiopía tiene 110 millones de habitantes y ocupa uno de los últimos lugares de la lista de democracia 2018 realizada por The Economist. Más de 300 personalidades y organizaciones eran candidatas este año a recibir el Nobel de la Paz. En 2018, la Academia sueca premió al ginecólogo congoleño Denis Mukwege y a la yazidí Nadia Murad, por su combate contra la violencia sexual. Además de Abiy Ahmed, este año sonaron con fuerza para el Nobel de la Paz los nombres de Greta Thunberg, estandarte sueca de la lucha contra el cambio climático, o de los grandes actores que luchan contra las crisis migratorias y las situaciones de emergencia en el mundo como la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) o la ONG SOS Mediterráneo. Todos los premiados reciben un premio de nueve millones de coronas (830.000 euros o USD 920.000), que deben repartirse en el caso de que haya más de un premiado, además de una medalla y un diploma. La entrega de premios tendrá lugar el 10 de diciembre, fecha del aniversario de la muerte de su fundador, el industrial y filántropo sueco Alfred Nobel (1833-1896).