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El 9 de julio de 2022, la vida de Hernán Castrillón, un docente pensionado, apasionado por el cine y la lectura, cambió de forma irreversible. Tras soportar durante más de dos décadas los altos niveles de ruido provenientes de la vivienda de sus vecinos, afirma que un reclamo final desencadenó una agresión física de tal magnitud que perdió casi toda la visión. El caso de Castrillón es hoy uno de los ejemplos más extremos de cómo los conflictos de convivencia por contaminación auditiva escalan hacia la violencia en Colombia.
La historia de intolerancia comenzó mucho antes de la agresión física. Según el relato del docente, el ruido era constante y afectaba su descanso y salud mental. “Yo escucho música las 24 horas del día, pero a unos niveles tolerables y semejante escándalo que producía esta gente”, explicó Castrillón al describir la situación que vivía en su barrio en Medellín. El docente identificó a sus agresores como Luis Alberto Velázquez, un albañil de 64 años, junto a su esposa y cuñada.
La noche de los hechos, el ruido comenzó temprano. Ante la falta de respuesta de las autoridades tras una llamada a la Policía a las 11:00 p.m., el hombre decidió salir a las 12:00 a.m. para documentar la situación con dos fotos, acción que enfureció a sus vecinos, quienes lo insultaron llamándolo "amargado".
A pesar de que Hernán se retiró a su vivienda con la esperanza de que la fiesta terminara, el conflicto se reanudó de forma violenta a las 7:00 a.m. del día siguiente. Al abrir la puerta de su casa, Luis Alberto Velázquez irrumpió en su propiedad. Según el testimonio de la víctima, fue arrastrado por el garaje mientras escuchaba una sentencia de muerte colectiva.
“Cuando yo volteé, lo primero que dijeron en coro fue, 'Te vamos a matar.' Y fue tantas tal cosa, 'Te vamos a matar.' Cuando yo traté de voltearme de frente, ahí mismo se vino Luis Alberto directamente a los ojos”, señaló sobre el momento preciso del ataque. La brutalidad de la agresión fue tal que, incluso estando en el suelo, Hernán señala que no pudo defenderse: “Yo me traté de proteger, pero uno ya en el suelo está a merced del agresor. Yo estaba en estado de indefensión prácticamente... los dos ojos los tenía perdidos”.
Jorge Mario Castrillón, hermano de la víctima, fue quien lo encontró poco después del ataque. Esto contó sobre el ataque: “Me quedé abrumado cuando él lo vio pues con los ojos emanando sangre y el rostro lleno de sangre por la golpiza que había recibido”. Mientras Hernán era trasladado de urgencia a la Clínica León XIII, los agresores, según el relato de la víctima, realizaron una fiesta.
El diagnóstico médico fue devastador desde el primer momento. Olga Lucía Castrillón, hermana de Hernán, recordó su llegada al hospital: “Él llega demasiado aporreado, ciego por completo, con sus ojos super hinchados. Él llegó consciente, no quería hablar. Uno de un momento a otro quedar en la oscuridad por completo”. El primer concepto médico confirmó que ambos ojos estaban perdidos de manera irremediable.
Este suceso no solo le arrebató la vista, sino también su autonomía. Antes del ataque, Hernán era el encargado de cuidar a su madre, Odilia Ruiz, de 91 años. Tras la agresión, los roles se invirtieron. “Le cambió demasiado porque el diario se desplazaba su deporte. Hoy es totalmente encerrado. Antes él era el que vivía pendiente de mi mamá. Ahora es lo contrario. Mi mamá en su edad y lo cuida”, señaló su hermana.
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Además del daño físico, las secuelas psicológicas han sido profundas. El docente asegura que vive en un constante estado de angustia. “Uno sin ojos es medio. Me dejó a mí en un estado de depresión, de angustia y de impacto psicológico”, confesó la víctima, quien ahora define a un mal vecino como "un karma".
El caso de Hernán Castrillón hace parte de una problemática nacional de gran escala. Según datos oficiales, el 70% de las llamadas realizadas a la línea de emergencias 123 en Colombia corresponden a quejas por ruido. En Medellín, se reciben aproximadamente 250.000 llamadas anuales por este motivo.
Expertos como el psiquiatra Germán Enrique explican que la exposición a altos niveles de ruido no es solo una molestia auditiva, sino un detonante de enfermedades graves. “Incrementa el riesgo de desarrollar demencia por todas las causas, demencia de Parkinson, demencia de Alzheimer y demencia vascular. Enfermedad cardíaca como la hipertensión, la diabetes”, advirtió el especialista. En personas con condiciones preexistentes, el ruido actúa como un "gatillo" que altera los signos vitales, incrementando la frecuencia cardíaca y respiratoria.
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A pesar de la gravedad del ataque, Luis Alberto Velázquez se encuentra actualmente bajo medida de casa por cárcel, a la espera de que el proceso legal por lesiones personales avance.