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En Colombia, el ruido ha dejado de ser una simple molestia auditiva para convertirse en uno de los principales detonantes de violencia en los vecindarios. De acuerdo con las autoridades, el 70% de las llamadas realizadas a la línea de emergencias 123 están relacionadas con quejas por contaminación auditiva, una estadística que refleja una crisis de convivencia que, en casos extremos, termina en homicidios. Uno de los relatos más graves de esta realidad es el de Gilberto de Jesús, un conductor de 48 años cuya vida fue segada en Medellín tras un reclamo por el exceso de ruido en su hogar. Séptimo Día conoció el caso.
El 12 de mayo de 2024, una fecha que debía ser de celebración por el Día de la Madre, se transformó en luto para la familia de Gilberto de Jesús. El hombre, quien se desempeñaba como conductor de mula, intentaba descansar en su hogar para prepararse para un compromiso familiar al día siguiente. Sin embargo, el ruido proveniente del primer piso de la vivienda, donde tres hermanos identificados como Juan Camilo, Gian Marcos y Joan Sebastián Ossa se encontraban consumiendo licor y escuchando música a alto volumen, se lo impedía.
Blanca Ramírez, esposa de la víctima, relató los momentos previos al ataque que terminó con su vida. “Estaba descansando porque el otro día íbamos a ir donde la mamá para reunirnos con ella el día de las madres”, recordó Blanca sobre la necesidad de Gilberto para buscar silencio. Ante la imposibilidad de dormir por la intensidad del sonido, el conductor decidió pedir moderación desde su balcón, lo que desencadenó una respuesta violenta por parte de los señalados agresores.
Según el testimonio de Ramírez, la reacción de los vecinos fue de confrontación directa. “Entonces él se asomó por la del balcón y le dijo que le mermaran a la bulla, que él estaba descansando. Entonces lo que hicieron fue desafiarlo, que se bajara. Entonces él se bajó y no sabía pues que ahí iba a encontrar la muerte con esas personas”, afirmó la viuda. Al bajar para hablar, Gilberto fue atacado con un arma cortopunzante, recibiendo heridas de gravedad que obligaron a su traslado inmediato a un centro asistencial.
El exceso de ruido fue reportado a la línea de emergencias 123, lo que activó el desplazamiento de patrullas hacia el lugar de los hechos. El Subintendente Jonathan Posso Sierra, quien atendió el caso, detalló el escenario que encontraron los uniformados: “Cuando llegamos este lugar encontramos varios ciudadanos donde nos informan que tres hermanos habían tenido una riña con un señor que había sido trasladado al Hospital Pablo Tobón Uribe e ingresa con lesiones por arma cortopunzante”, señaló.
A pesar de los esfuerzos médicos, Gilberto falleció en el hospital debido a la gravedad de las lesiones. La ciudadanía proporcionó información clave que permitió la captura inicial de los tres hermanos implicados. Sin embargo, el desarrollo del proceso judicial tomó un rumbo que hoy genera frustración en la familia de la víctima. “Al otro día soltaron dos y al otro lo dejaron allá”, lamentó Blanca Ramírez.
Gian Marcos Ossa fue vinculado directamente al proceso penal. Séptimo Día lo buscó para conocer la versión de los hechos, pero no fue posible contactarlo. Él fue cobijado con la medida de casa por cárcel, el proceso sigue a la espera de una decisión final por parte de un juez de la República.
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“Por una intolerancia de gente borracha mire lo que hicieron, uno ya no puede hablar porque mire lo que pasa”, señaló la esposa del hombre asesinado.
Para Blanca, la falta de empatía y la falta de herramientas con las que la ciudadanía cuenta para denunciar este tipo de situaciones impidieron que su esposo se salvara.
El caso de Gilberto de Jesús no es un hecho aislado, sino parte de un fenómeno estructural en ciudades como Medellín, considerada una de las más ruidosas del país. Camilo Quintero, experto en convivencia, advierte que esta problemática está afectando gravemente la salud física y mental de los ciudadanos, provocando incluso desplazamientos de personas que no soportan el ambiente de sus barrios. “Hay muertos por el ruido”, sentenció el experto al analizar la gravedad de estos conflictos.
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La ciencia respalda la percepción de que el ruido altera el comportamiento humano. El médico psiquiatra Germán Enrique explica que la exposición constante a altos decibeles eleva los niveles de cortisol, generando irritabilidad y respuestas agresivas. “Incrementa el riesgo de desarrollar demencia por todas las causas, demencia de Parkinson, demencia de Alzheimer y demencia vascular”, afirmó el especialista, añadiendo que, en personas con enfermedades preexistentes, el ruido actúa como un disparador o "gatillo" que altera los signos vitales.
Esta falta de control sobre las fuentes de ruido, que incluyen desde vecinos ruidosos hasta establecimientos nocturnos y vehículos modificados, ha llevado a las comunidades a un estado de agotamiento.
A pesar de la existencia de normativas como la Ley 2450 de 2025, conocida como la "ley antirruido", la percepción ciudadana es de abandono por parte de las instituciones. Residentes de diversos sectores aseguran que las intervenciones de la Policía suelen ser temporales y que, una vez los uniformados se retiran, el ruido regresa con la misma intensidad. “Con que aplicaran la ley realmente y no como pañitos de agua tibia que la solucionen por unas horitas, por unos minutos, por unos días”, expresó uno de los afectados por situaciones similares.
El congresista Daniel Carvalho ha señalado que las normas existentes en Colombia eran históricamente "difusas, dispersas y muchas veces contradictorias", lo que impedía que alcaldes y policías tuvieran herramientas claras para actuar. Aunque la nueva legislación busca mitigar el fenómeno, expertos sugieren que el problema es también cultural y requiere de una capacidad institucional mucho mayor para su materialización.
La historia de Gilberto de Jesús es un recordatorio de las consecuencias de la intolerancia. Mientras el proceso judicial avanza, la familia del hombre fallecido lidia con el vacío de una pérdida que se originó por el deseo de un trabajador de dormir en paz. “Los hizo un daño muy grande a nosotros. O sea, ya uno no puede hablar porque mire lo que pasa”, concluyó Ramírez sobre lo sucedido.
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*Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos. Cuenta con información y reportería propia de Séptimo Día.