Hace un siglo se cometió uno de los peores etnocidios de la historia del país: el municipio de La Chorrera se vio manchado por el asesinato de 40 mil indígenas que habían sido esclavizados por la industria cauchera del siglo XX. La Vorágine, libro que documentó ese hecho, se ha convertido en una lectura obligatoria para aquellos que deseen conocer uno de los capítulos más crudos de la historia latinoamericana.Le recomendamos: La Vorágine: así fue el sufrimiento y la masacre de los indígenas en la ruta del cauchoA propósito del centenario del fatídico suceso, un equipo de Noticias Caracol se desplazó hasta el Amazonas para ver cómo es su vida en la actualidad y las huellas que el etnocidio dejó en la comunidad."Esto era una selva de nadie, era el infierno verde como se le decía, porque aquí solo eran los indígenas contra las escopetas y la esclavitud de la casa Arana", explicó María Kuiru, coordinadora de Mujer, Familia y Niñez de La Chorrera.Manuel Zafiama, autoridad tradicional de La Chorrera, relata que en ese entonces, sus abuelos vieron la masacre desde la capilla: "Después de toda esa masacre, de todo el holocausto cauchero y la guerra de 1932, nos entregan en 1988 este gran resguardo".Cada 23 de abril se conmemora el renacimiento del pueblo de la coca, el tabaco y la yuca dulce, en donde se celebra la recuperación de un territorio que ya era suyo. Diferentes comunidades indígenas de la zona se ponen sus mejores vestimentas para, con cantos, emprender un desfile hasta la antigua casa de los Arana, donde también se conmemora La Vorágine, el libro con el cual José Eustasio Rivera denunció la masacre en las caucheras."Para mí es el valor sociopolítico de la novela porque es la primera denuncia que se hace de cómo una riqueza que le pertenece a ellos, se vuelve en una forma de riqueza extractiva para el Estado", declaró Josefina Perdomo, sobrina del autor de La Vorágine.En temas relacionados: La Vorágine: las dos caras de Julio César Arana, el hombre que sembró de muerte el Amazonas