Una adolescente de 17 años terminó en el hospital tras recibir una golpiza a manos de una compañera de colegio, de la misma edad, quien presuntamente venía haciéndole bullying por una decisión que se tomó tras una votación en el salón de clases.>>> Cae vigilante de colegio que engañaba a niños y niñas para que grabaran videos explícitosLos hechos ocurrieron en un colegio de Muzo, en Boyacá. La menor de edad agredida había sido elegida monitora del curso, le contó la hermana de la víctima a Noticias Caracol.“Estaban discutiendo qué uniforme llevar, hicieron una votación y ganó el de diario. Y a la compañerita no le gustó, entonces comenzó a agredirla, a hacerle bullying y ahí fue lo que la llevó a la violencia”, afirmó la joven.Una cámara de seguridad captó cómo se produjo el violento ataque a las afueras del colegio.Por la golpiza, la adolescente tuvo que ser trasladada a Chiquinquirá, a donde ingresó con “dos hematomas en la cabeza, una costilla fracturada y los médicos le dieron 20 días de incapacidad”, reveló su hermana.Su familia viajó hasta Bogotá porque dice que “queremos que las autoridades nos ayuden, porque no hemos visto respuestas ni de las autoridades ni del colegio”.“Mi hermana ahorita no quiere volver al colegio, no quiere volver a la casa”, señaló su familiar.La menor de edad ya fue dada de alta del centro asistencial. Sin embargo, se espera su evolución en los próximos días para saber qué tratamiento deben seguir debido a la fractura que tiene en las costillas.>>> Nataly Niño, víctima fatal de explosión en Soacha, iba a dejar la polvorería en junio
Familiares y amigos de Daniel Felipe Beltrán llevan tres días buscándolo. El joven cayó a un abismo cuando se dirigía hacia su vivienda, tras realizar una práctica estudiantil, en el municipio boyacense de Muzo.Cambuches por toda Bogotá: así viven colombianos y venezolanos golpeados por la pobrezaLa víctima, de 21 años, habría perdido el control de su motocicleta debido al mal estado de la vía.La familia ha pedido el acompañamiento de los organismos de socorro, pues a ellos les ha tocado improvisar anclajes artesanales para descender por el abismo y buscar a Daniel Felipe.Boda trágica: 25 invitados murieron cuando bus cayó a un precipicio
El occidente de Boyacá guarda entre la riqueza de sus tierras, historias difíciles de creer. En el municipio de Muzo, Decenas de guaqueros, hoy adultos mayores, viven en la inclemencia del olvido y esperando la caridad de la gente. Algunos duermen en un colchón, otros en improvisados ranchos y, en el peor de los casos, en el piso.Puede leer: Exguerrillero de las FARC se reencontró con el ser que más ama: su pequeño hijoNoticias Caracol llegó a una tierra donde se escribe la paz y donde su suelo reza a un dios que lo ve todo.Con la llegada de cada atardecer comienza a escribirse la historia de una larga noche, esa misma que hace que en el alma se mezclen los recuerdos de una juventud llena de sueños y una adultez llena de abandono.Raúl Mantilla es un abuelo que ejerció la guaquería desde joven, tirando pala y metido en los túneles en las minas libres: "Uno abría un hueco donde uno quisiera”.La riqueza de un entrañable Muzo no fue para ellos. A pesar de que la arañaron con todas sus fuerzas, intentando arrancarle un trozo verde que los alejara de esta condición, su vida se escribió con otra suerte y tan solo viendo el brillo de las piedras preciosas, lejos, muy lejos de ellos."Muy duros, duros y era muy duro porque no pudimos hacer nada que valiera la pena y aquí estoy llevando del bulto", indicó Luis Eduardo Restrepo, otro de los abuelos que ejerció la guaquería.Muchos se acompañan entre sí, pero alejados de su familia, duermen en una vieja colchoneta que alguien les donó y superan sus dificultades de salud en medio de la soledad. Hasta cucarachas y roedores abundan en sus espacios.Lea, también: Fatal accidente en Itsmina: balsa con decenas de pasajeros se partió y dos personas murieronRicardo Villamil, adulto mayor y guaquero de la zona, precisó que ya no puede trabajar: "Ahí sí pasándola poco a poco porque ¿qué puedo hacer?".El ocaso de sus años llega sin respuestas, llevan en sus hombros la experiencia de la vida y, en sus pasos, la lentitud que hace evidente su cansancio.Todos se niegan a salir de esta tierra, esperando morir en ella para abrazarla en la eternidad como muestra de la gratitud que, según ellos, le deben por permitirles estar allí."Estoy durmiendo mal en unas tablitas ahí y yo necesitaba una colchonetica, una camita y estoy durmiendo mal en está cama", indicó Blanca Aurora Duarte, guaquera de la zona.Gladys Guarín, vicepresidenta del Comité de Guaqueros de Muzo, indicó que “hay mucho abuelo que se tapa con plásticos, que no tienen cobijas, que duermen en cartones en el piso y es cantidad"."Son más de 200 abuelos... Ya tengo dotados como 50, entonces necesito camas, por favor, hoy por mí, mañana por ti, pero, la verdad, el total abandono que tenemos del Gobierno es muy duro", anotó.Hoy muchos viven de la caridad de quienes quisieran cambiar la mirada triste que se esconde entre la marca del paso de los años y una experiencia que se escribe con las entrañas de la tierra como protagonista de un capítulo imposible de ocultar en el territorio de riqueza y de las esmeraldas que, en paralelo, escribe la más dura realidad que muchos cuentan para sobrevivir.Don Luis tiene 73 años; doña Blanca, 80; don Ricardo, 82, y el viejo Raúl, como le dicen de cariño, ya llegó a los 83. Todos ellos vivieron una historia similar, siempre alrededor del sueño de 'enguacarse'.La escena se repite en decenas de abuelitos de la región.
En medio de la riqueza de esta tierra, se escriben historias de supervivencia, aquellas donde la pobreza y lucha son el pan de cada día. El turno es para las mujeres, pues decenas de guaqueras llegaron a La Voladora, un lugar ubicado a 40 minutos del municipio de Muzo, Boyacá, donde tienen la esperanza de hallar una esmeralda para llevar el pan a su hogar.Podría ser de su interés: Guillermo Torres, el exguerrillero de las FARC que es hoy alcalde de Turbaco, BolívarLa tristeza en sus miradas, el cansancio en sus pasos y el duro trabajo que reflejan sus manos dejan ver la cara de un Muzo desconocido.Vea este informe especial en el video que encabeza este artículo. Otros informes especiales de Noticias Caracol: Financiadores de paramilitares en Ituango quedarían por fuera de la JEPLos enredos de la donación de una hacienda de 855 hectáreasLas islas del olvido en Arauca: un pedazo del país está a punto de desaparecer
Hay consternación en Muzo, Boyacá, tras conocerse el asesinato de Alcibiades Moreno Moreno, líder del gremio esmeraldero tradicional del occidente de esta región de Colombia. Hasta su vivienda llegaron hombres armados que acabaron con su vida.Vea también: Murió Taylor Hawkins, baterista de la banda 'Foo Fighters', en BogotáSegún la comunidad, Alcibiades Moreno había sido presidente del comité de los acopios de tierra en Muzo y Quípama, defensor de los derechos de los mineros ancestrales y tradicionales, y, hasta el último día, luchó por el derecho al trabajo.Las autoridades adelantan las investigaciones correspondientes para hallar a los asesinos y esclarecer el crimen de esta líder del gremio esmeraldero tradicional.Le puede interesar: Capturan a coronel retirado del Ejército señalado de abusar de una teniente en Casanare
Un lamentable hecho ocurrió en un puente que comunica a los municipios de Muzo y Quípama, en el occidente de Boyacá. Un niño, de aproximadamente 10 años de edad, murió luego de que un tablón de la rústica estructura se rompiera y el menor cayera de unos 40 metros."Desafortunadamente el niño de nacionalidad venezolana iba transitando por el puente y pues una de las tablas, pues son puentes peatonales, se rompió y cayó al vacío y el niño pierde la vida lamentablemente. Estamos muy condolidos por este hecho", señaló Neicer Albeiro Susa, alcalde de Muzo, a Blu Radio.El desolador panorama del Parque Natural El Tuparro, paraíso de Colombia, que ardió en llamasAl parecer el niño se encontraba solo cuando sucedió el hecho.La familia del menor llegó hasta la zona para participar en actividades mineras.Guardia real pasó por encima de niño que se le atravesó en la Torre de Londres
En los últimos días se han presentado enfrentamientos entre guaqueros y personal de seguridad de las empresas que actualmente, mediante un título minero, explotan las minas en Municipios como Coscuez, San Pablo de Borbur y Muzo.La situación no es nueva y es compleja, según Karoll García, directora de Boyapaz, institución creada por la iglesia para apoyar y verificar los acuerdos de paz que dieron fin a la llamada guerra verde ocurrida hace 25 años.“Los guaqueros son herederos de esas costumbres ancestrales y no las quieren perder porque consideran que hace parte de sus usos y costumbres”, dice.El problema es que la legislación vigente ha cambiado. El nuevo código minero ni siquiera menciona la palabra “guaquero”; además, existe una normativa ambiental que cambia por completo las reglas del juego y en el papel desconoce el trabajo de los guaqueros.Para entender mejor el problema debemos retroceder en el tiempo. En las décadas de los setenta y ochenta el gobierno concesionó la explotación del mineral a unos empresarios de la época. Era la época de los Molina, Carranza y otros líderes que dominaban el occidente boyacense. La explotación era más sencilla, pues la esmeralda se encontraba en la superficie, poderosos bulldozer raspaban la tierra y ellos recogían las piedras; el sobrante, llamado en esa época “tambre”, hoy estériles, era, en algunas ocasiones y no por todos los dueños, botado al río donde centenares de personas, a punta de pico y pala, buscaban una piedra que los sacara de pobres.Indignante: al menos 80 ríos en Colombia están afectados por la minería ilegalLa situación hoy es distinta. Edwin Molina es uno de los herederos del imperio esmeraldero de la familia Molina y está al frente de la Asociación de Productores de Esmeraldas de Colombia (APRECOL). Es consciente del problema de los guaqueros, pero dice que están “amarrados” para solucionarlos porque están obligados a cumplir la ley, y la normatividad ambiental prohíbe que esos estériles sean dispuestos como se hacía antes, pues podrían perder sus títulos mineros, asegura.Sin embargo, señala que han buscado un acuerdo de voluntades para entregar parte de ese material a los guaqueros, pero a la final “puede ser peor el remedio que la enfermedad” porque genera unas expectativas que ya no son, ya que el material ha pasado por un proceso industrial y es poco lo que van a encontrar, nunca como en la época del bulldozer.Para Molina la historia ha cambiado y los guaqueros se niegan a aceptarla. Además, el problema, sostiene, “va más allá de la suerte de una piedra que los saqué de pobres, la problemática es colectiva, de falta de oportunidades, de falta de salud, falta de vías para que saquen sus productos agrícolas, en últimas, asegura, falta una gran inversión por parte del Estado”.Descubren y capturan a brasileños explotando oro en Colombia, pero les dieron casa por cárcelUna cita para hablar del futuroDentro de esos zares de las esmeraldas hubo uno que se diferenció de ese carácter agresivo y pendenciero que caracterizó a los líderes de la época. Don Víctor Quintero, quien fue un patriarca del oriente boyacense y para muchos el verdadero zar de las esmeraldas en Colombia.Se caracterizó por ser un hombre justo que en vida repartió gran parte de sus riquezas entre sus empleados porque pensaba en el bienestar colectivo de su gente. Aunque la paz fue una de sus grandes ambiciones le tocó padecer los rigores de la guerra. Su hijo Wilson Quintero heredó ese legado pacífico y tras su fallecimiento se ha dedicado a trabajar por la paz en la región.Wilson fue el artífice del primer conversatorio Recuerdo y Paz Esmeraldero que se llevó a cabo el pasado fin de semana en la población de Somondoco. Allí se dieron cita líderes de varias asociaciones de esmeralderos de oriente y occidente de Boyacá, Cundinamarca y Bogotá. Por primera vez se lograba reunir a la gente de oriente y occidente, enfrascados en el pasado en peligrosos enfrentamientos, pero en esta ocasión se dieron cita para hablar de paz, integración y del futuro de esta actividad.Por la tarima pasaron líderes como Henry Candela, presidente de la Asociación de Mineros Artesanales de Piedras Blancas; Patricia Castillo, curtida lideresa que está al frente de una empresa de turismo en el occidente boyacense; Johana Parra, una emprendedora colombiana que se abre paso en Emiratos Árabes y busca replicar su experiencia con los mineros de la región, en fin… Durante dos días se “desahogaron”, como dice Wilson Quintero, y pudieron concluir que son más las cosas que los une que las que los separa, trazándose varias tareas para pensar en un futuro mejor.Ellos son conscientes de que el recurso minero no es eterno y están pensando en diversificar sus actividades, saben que están parados en un suelo rico y fértil, cuentan con un clima maravilloso y una tierra generosa para los productos agrícolas, pero sobre todo con un potencial paisajístico que, bien organizados, los podría convertir en una potencia turística, esa es la ruta que se han trazado, afirma Wilson, y el norte es claro: solo hay que navegar hacia él.Sin embargo, las necesidades son apremiantes y la pobreza y la falta de oportunidades campean en la región; las mujeres que han cargado con el peso de la violencia y el desarraigo lo saben muy bien y piden más fuentes de empleo para ellas, afirma Ruby Sánchez, valiente minera de Coscuez.Los empresarios aseguran que cumplen con su responsabilidad social en la región, pero se quejan de la ausencia del Estado.“No podemos cargar con todo el peso del desarrollo de las comunidades, hacemos lo que podemos, pero creemos que hace falta una comunicación más clara entre el gobierno, la comunidad y las empresas, pero sobre todo, una agresiva inversión en la región que acabe con tantas necesidades de la gente”, manifiesta Edwin Molina.Guaqueros, empresarios, pequeños mineros, todos esperan que el próximo gobierno por fin gire su mirada a esta región bella pero olvidada desde siempre, cuenta Karoll García. Ellos harán lo que esté a su alcance para mantener la paz, pero el gobierno debe hace su parte para evitar otra guerra verde.Vea también: La demanda que tiene temblando al fútbol colombiano