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Tempest Rising se ubica en una línea temporal alternativa donde la crisis de los misiles en Cuba no tuvo un desenlace diplomático, sino una guerra nuclear devastadora. Años después, el mundo sobrevive entre escombros y radiación, y en medio de las zonas más destruidas florece un nuevo recurso: Tempest, una especie de planta mutada que posee propiedades energéticas impresionantes.
Aquí entran en juego dos facciones: la Global Defense Force (GDF), con toda la pinta de un ejército industrializado y dominante, y la Tempest Dynasty, un grupo más desorganizado pero igualmente poderoso, que representa una coalición de naciones europeas cansadas del dominio extranjero. Sí, huele a metáfora política… pero sin ponerse muy denso.
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Cada facción tiene sus motivaciones, sus estilos de combate y sus unidades características, lo que le da al jugador una razón para probar ambas campañas. Aunque el argumento no rompe moldes, se agradece que cada misión tenga contexto, personajes con pequeños desarrollos y una intención clara más allá de simplemente destruir al enemigo.
Jugabilidad: clásico pero con pulido moderno
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El ADN de Command & Conquer está presente en cada decisión de diseño. Bases que se construyen pieza por pieza, recolectores de recursos que deben protegerse, desbloqueo de unidades conforme avanza la partida, y por supuesto, el clásico "quién llega primero con la oleada de tanques".
El título no reinventa la fórmula, pero sí la ejecuta con maestría. Las misiones de campaña ofrecen rutas alternativas, recompensas por cumplir objetivos secundarios, y la posibilidad de experimentar con unidades enemigas capturadas. Esto le da un sabor más estratégico y menos lineal a la experiencia.
Eso sí, no es un juego amable con los novatos. El tutorial cumple, pero el salto al campo real puede ser brutal, especialmente si te lanzas al multijugador sin experiencia previa. Las partidas en línea, aunque funcionales, pueden ser poco accesibles para quienes no estén acostumbrados al ritmo frenético y la curva de aprendizaje de los RTS tradicionales.
Visuales que sorprenden
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Donde Tempest Rising brilla con luz propia es en su apartado gráfico. Usando Unreal Engine 5, el juego ofrece un nivel de detalle sorprendente: escenarios postapocalípticos llenos de vida (o muerte), efectos de partículas, animaciones suaves y una estética que mezcla lo militar con lo alienígena de forma coherente.
Desde el primer minuto, con una cinemática introductoria bien producida, el juego deja claro que no es un indie más con nostalgia por los 90. Todo, desde los edificios hasta las unidades, está diseñado con mimo y funciona perfectamente incluso en monitores ultrawide. Y lo mejor: la optimización es impecable. En PC de gama alta o incluso en una ROG Ally X, el juego corre fluido, sin errores ni caídas notables.
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Si hay un detalle flojo, sería el de los personajes en las cinemáticas: sus animaciones pueden sentirse rígidas y algo anticuadas. Pero considerando el género, es un aspecto menor que no interfiere con la experiencia general.
Audio y atmósfera
La banda sonora es otro punto a favor. El juego cuenta con múltiples pistas musicales energéticas que se van alternando mientras juegas, dándole ritmo e intensidad a cada enfrentamiento. Y si alguna te gusta mucho, hay una opción tipo jukebox para elegirla manualmente desde el menú.
Los efectos de sonido cumplen con lo esperado: explosiones, alertas, y voces que refuerzan la inmersión militarista del título. Nada innovador, pero todo bien ejecutado.
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Multijugador: más de lo mismo, con sus límites
Si bien el multijugador está presente, no parece ser el foco principal del juego. Las partidas contra la IA en modo escaramuza permiten explorar estrategias sin presión, pero cuando se trata de competir contra otros jugadores, el panorama cambia. La comunidad aún es pequeña, y las partidas pueden tornarse frustrantes rápidamente para quienes no dominen las mecánicas.
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No hay modos de entrada suave para nuevos jugadores ni sistemas de emparejamiento que mitiguen la diferencia de habilidades. En ese sentido, Tempest Rising pierde una oportunidad para atraer nuevos públicos al género, que sigue siendo uno de los más duros para entrar desde cero.
Un homenaje que se siente honesto
Más allá de las comparaciones inevitables, Tempest Rising no intenta esconder sus influencias. Es un homenaje directo a una época dorada de los RTS, con una ejecución moderna, un diseño cuidado y una clara pasión detrás de cada detalle. No pretende ser revolucionario, y quizás por eso funciona tan bien: se enfoca en ofrecer una experiencia sólida, estable y entretenida para quienes ya aman este tipo de juegos.
¿Es para todo el mundo? No. Pero si alguna vez disfrutaste C&C: Tiberian Sun o Red Alert, este juego te va a hacer sentir en casa.
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Conclusión.
Tempest Rising es una grata sorpresa para un género que lleva años sin recibir un gran título. No es perfecto, ni rompe paradigmas, pero ofrece exactamente lo que promete: un RTS bien hecho, con historia suficiente, variedad estratégica, y una presentación técnica impecable.
Es ideal para veteranos del género, nostálgicos de la era dorada de Command & Conquer, y jugadores que busquen una experiencia de estrategia clásica con sabor moderno. Si nunca has jugado un RTS, probablemente este no sea el mejor punto de entrada, pero si te animas, encontrarás una experiencia desafiante y gratificante.
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