En Itagüí, una compañía les da la posibilidad a estas personas de reconciliarse, todo un ejemplo para superar las heridas que deja el conflicto armado.
Por ejemplo a Yeison y Jhoan, quienes hoy comparten el mismo espacio laboral y tienen como misión producir y empacar un rico y saludable cereal.
Años atrás sus vidas eran distantes, incluso había sentimientos de tristeza y rencor.
“Fui condenado por un falso positivo, eso fue en el año 2005, hacia parte del batallón de ingenieros número 4, general Pedro Nel Ospina”, cuenta Yeison, ex militar acusado de falso positivo.
Del otro lado de la guerra estaba Jhoan. “Uno de los grupos armados comenzó por todo el camino a matar todo el que se atravesara, mataron un tío y ya todos los de la familia estamos en peligro”, relata este joven, cuya familia sufrió por la violencia en Segovia, Antioquia.
Jhoan hoy trabaja en medio de la reconciliación con varios ex combatientes de las FARC, de paramilitares e incluso militares condenados por falsos positivos. Alguno de esos grupos armados lo obligaron a desplazarse junto a su familia de Segovia, después de la masacre de Cañaveral.
En un área de 700 metros, hoy víctimas y victimarios del conflicto comparten el mismo espacio.
“Estaban en medio de las bandas delincuenciales y hoy como los ve, totalmente diferentes, personas comprometidas con mucho cambio”, afirma Diego Esteban González, desplazado por el conflicto.
La compañía se llama Casai, una empresa que busca aportar al posconflicto.
“Una lealtad impresionante, ellos son los primeros que llegan, los últimos que se van, personas completamente comprometidas y porque saben el valor de una segunda oportunidad y creo que la aprovechan al máximo”, asegura Juan Esteban Garzón, propietario de la empresa, quien resalta los valores de sus empleados.
“Fue esta empresa la que me brindó la mano y me la sigue brindando para realizar mi misión y cumplir todo lo que tengo por hacer”, agradece Jhoan.