Hace 25 años cayó el peor sanguinario que ha tenido el país.
Pablo Escobar desataría una guerra en contra de los policías, causando la muerte de al menos 520 de ellos.
Uno de los protagonistas de aquella época es el general (r) Rosso José Serrano Cadena, quien recuerda esos momentos de dolor que trajo consigo aquella persecución.
"Un día fui a Medellín y me tocó asistir a tres sepelios en tres capillas diferentes. Yo no estaba preparado para eso", afirma Rosso José Serrano, quien en 1992 era el director antinarcóticos de la Policía Nacional.
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Varias muertes lo marcaron entonces:
"El caso del general Valdemar Franklin Quintero, asesinado en Medellín por haber capturado al papá de los Ochoa; la muerte de mi coronel Jaime Ramírez Gómez, a quien asesinaron en Fontibón en presencia de su señora", añade Rosso José Serrano.
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Estos hombres se convirtieron en un símbolo de la lucha contra el cartel de Medellín.
"Escobar tenía tarifas entre mil y dos mil dólares de acuerdo al grado del policía y luego los sicarios iban a cobrar como si nada", recuerda el general.
Esta era una guerra bautizada por Escobar como ‘el plan pistola’. Él se convirtió en el sicario de policías con un trágico récord mundial, pero eso hizo que la institución se especializara a la fuerza.
"Era una Policía valiosa, que no valoró el riesgo, no se echó para atrás a pesar de tantos muertos. A mí me aterraba llegar a las reuniones y ningún policía me decía que quería retirarse. Sentí alegría cuando Escobar murió", puntualiza el general.
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Fue una lucha incansable donde también estuvieron otros altos oficiales como el general Hugo Martínez Pobeda, comandante del Bloque de Búsqueda y su hijo, quien con equipos donados por el gobierno francés ubicó el escondite de Escobar.
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