
“Yo ya tuve un episodio de muerte en el 94, cuando trabajaba en Éxitos con Pacheco… y fue por una dieta. Tuve una muerte clínica en la Clínica del Country y todo. Lo superé, pero no me pareció tan duro como morirse esa primera vez”, diceYaneth Waldman con la sinceridad que solo puede venir de alguien que ha estado al borde.
En conversación con María Elvira Arango en el pódcast Aguas Profundas, laactriz, presentadora y comediante colombiana, conocida por su energía arrolladora y su humor ácido, se sumerge en los momentos más difíciles de su vida, comenzando por aquel episodio devastador de salud que transformó su relación con el cuerpo, la comida y el miedo.
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Yaneth recuerda ese primer momento como un parteaguas: seguir una dieta con fines estéticos terminó llevándola a una situación límite. Años después, volvería a estar al borde de la muerte, esta vez por una complicación médica inesperada: el taponamiento del colédoco, un conducto que transporta la bilis desde la vesícula hasta el intestino. Una afección grave que puede derivar en septicemia y muerte.
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Ella no supo la magnitud de lo que tenía hasta que fue demasiado tarde. “Un martes empecé con dolor en la boca del estómago, como maluco. Llamé a mi médico, pero no estaba en Colombia. Me dijo: ‘Raro que te duela ahí, ve a la clínica’. Pero yo le respondí: ‘No, si voy me dejan en observación’”, cuenta en la entrevista.
Así aguantó tres días entre inyecciones, analgésicos y dolor. Su esposo le pedía insistentemente que fueran a urgencias. Ella se negaba, prometiendo ir el domingo de esa semana. Ese jueves, aún con el dolor, se subió a las tablas a hacer una función de teatro.
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“Partida del dolor. Pero la adrenalina del escenario es tan poderosa que uno aguanta. Terminamos entre carcajadas y aplausos, y unos amigos me dijeron: ‘Usted es una berraca’”.
Pero dentro de su cuerpo, la situación era crítica. Debido a una cirugía previa por reflujo, los médicos no podían acceder al colédoco de forma convencional, así que tuvieron que introducir una manguera atravesando el estómago y el hígado para destaparlo y drenar la bilis acumulada que comenzaba a esparcirse por toda la cavidad abdominal.
La muerte volvió a rondarla, esta vez acompañada por algo nuevo: ataques de pánico. “No sabía qué era eso… miedo a no sé qué. Le escribí a mi hermana por chat mi testamento”.
La gravedad del episodio la obligó a parar. A verse de frente. A aceptar. “Un día dije: ‘Bueno, esto es lo que tengo. Lo acepto, porque gracias a esta bolsa me salvé’. Y con eso vino también la reflexión, el miedo, la rabia… y el alivio de estar viva”.
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El cuerpo hiperactivo de Yaneth, que no ha parado en 43 años de carrera entre teatro, televisión, cine y presentaciones, finalmente le pidió un alto. Aunque sigue trabajando, hoy es más consciente del costo que puede tener el no escucharse a tiempo.
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