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Astrónomos han centrado su atención en los últimos meses en un nuevo visitante terrestre: el asteroide 2025 PN7, una roca espacial que ha sido clasificada como cuasisatélite de la Tierra, o una nueva "Luna" por su apariencia. El hallazgo fue realizado por Carlos y Raúl de la Fuente Marcos, investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, quienes confirmaron que este objeto sigue una órbita sincronizada con la de la Tierra alrededor del Sol. Aunque no se encuentra ligado gravitacionalmente a la Tierra, su movimiento lo mantiene en una posición cercana y estable, dando la impresión de acompañar al planeta en su recorrido cósmico.
El descubrimiento fue posible gracias al sistema de observación Pan-STARRS1, ubicado en el volcán Haleakala, en Hawái. El 2 de agosto de 2025, sus telescopios registraron la presencia del objeto, que más tarde fue identificado como un miembro del grupo de asteroides Arjuna, una familia de cuerpos rocosos cuyas trayectorias son muy similares a la de la Tierra. Una revisión posterior de archivos astronómicos reveló que 2025 PN7 ya había sido captado de forma inadvertida en imágenes de 2014, aunque su naturaleza no había sido reconocida en aquel momento.
A diferencia de la Luna, que está unida gravitacionalmente a la Tierra, los cuasisatélites como 2025 PN7 no orbitan el planeta directamente. En realidad, giran alrededor del Sol, pero lo hacen de manera que su periodo orbital es casi idéntico al terrestre. Desde la perspectiva terrestre, esto hace que parezcan moverse junto a los humanos, completando un lento "baile" en el espacio, según indicó una investigación de National Geographic.
Los cálculos realizados por los astrónomos indican que 2025 PN7 permanecerá en esta configuración durante al menos 60 años, antes de que las influencias gravitacionales del Sol modifiquen su órbita. Su trayectoria, además, alterna entre dos configuraciones: una más cercana a la de la Tierra, casi circular, y otra conocida como órbita en forma de herradura, en la cual el asteroide se aleja y se acerca periódicamente a la Tierra sin llegar a quedar atrapado por su gravedad.
El nuevo cuasisatélite tiene un diámetro estimado de entre 19 y 30 metros y una magnitud aparente de 26,4, lo que significa que es extremadamente tenue. Estas características explican por qué pasó desapercibido durante tanto tiempo: solo puede ser detectado cuando se encuentra en sus puntos más cercanos a la Tierra. En su aproximación más próxima, llega a situarse a unos 299.000 kilómetros, una distancia menor que la que nos separa de la Luna (unos 384.000 kilómetros).
2025 PN7 está dentro del grupo de los Arjuna, un conjunto de asteroides cercanos a la Tierra que comparten una resonancia orbital 1:1 con este planeta. Este tipo de cuerpos se mueve en órbitas muy similares a la terrestre, pero con ligeras diferencias de inclinación y excentricidad. Su estudio es relevante porque permite comprender mejor las interacciones gravitacionales entre la Tierra y los objetos cercanos, además de ofrecer pistas sobre la evolución dinámica del sistema solar interior.
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El hallazgo fue documentado en la publicación Research Notes of the American Astronomical Society (AAS), donde los investigadores De la Fuente Marcos detallaron la posición y comportamiento orbital del nuevo objeto. Según su análisis, 2025 PN7 se suma a una lista muy reducida de cuasisatélites conocidos, entre los que se encuentran Kamoʻoalewa, Cardea, 2013 LX28, 2014 OL339 y 2023 FW13. Todos ellos comparten la misma resonancia orbital con la Tierra, aunque se desplazan de forma independiente alrededor del Sol.
En el futuro, los cuasisatélites como 2025 PN7 podrían servir como bancos de pruebas para tecnologías de exploración interplanetaria o incluso como fuentes potenciales de recursos. De hecho, según registra el estudio, el campo de la minería de asteroides ya comenzó a ganar terreno dentro de las agencias especiales y empresas privadas, puesto que muchos asteroides contienen minerales como platino, paladio, níquel e iridio, esenciales para la industria tecnológica y energética.
Obtener estos materiales fuera de la Tierra podría reducir el impacto ambiental de la minería tradicional y asegurar el acceso a recursos escasos, pese a que el 2025 PN7 sea demasiado pequeño para una misión de este tipo, igual contribuye en entender cómo podrían aprovecharse objetos similares en el futuro.
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Hasta el momento, la composición exacta de 2025 PN7 sigue siendo desconocida, aunque los investigadores consideran que se trata de un objeto rocoso natural, descartando que sea chatarra espacial o un fragmento de satélite artificial. En algunos casos, fragmentos expulsados de la Luna o de otros asteroides pueden terminar en órbitas similares, lo que abre la posibilidad de que estos cuerpos sean restos de antiguos impactos en el sistema Tierra-Luna.
Carlos de la Fuente Marcos sugirió en la investigación que este cuasisatélite podría haber surgido del cinturón de asteroides Arjuna, una región cercana a la órbita terrestre donde se concentran pequeños cuerpos rocosos. Este cinturón no es una estructura delimitada como el cinturón principal de asteroides entre Marte y Júpiter, sino una colección dispersa de objetos que se mueven en sincronía con la Tierra.
Pese a su cercanía, los expertos descartan que 2025 PN7 represente algún peligro. Su órbita es estable y no cruza el punto donde se encuentra nuestro planeta, por lo que la probabilidad de impacto es nula. En palabras del propio De la Fuente Marcos, "estos objetos son compañeros temporales, no amenazas". La NASA también confirmó que la trayectoria del asteroide se mantiene dentro de los parámetros seguros, y que su estudio ayudará a perfeccionar los modelos de predicción para cuerpos cercanos a la Tierra (NEOs, por sus siglas en inglés).
VALENTINA GÓMEZ GÓMEZ
NOTICIAS CARACOL
vgomezgo@caracoltv.com.co