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  • Gol Caracol

    Hoy hay fútbol en el Campín. Millonarios se juega su intención de clasificar a los octavos de final de la Copa Águila. Todos iremos hoy a apoyar al equipo y con los corazones y mentes llenos de ansiedad. Esta, ante la proximidad del partido del domingo frente al equipo de la organización Ardila Lulle. El clásico del fútbol colombiano que nació a partir de la infamia y bajeza. La rivalidad en Colombia la estigmatizan por la violencia. Como siempre en este país eternizamos las causas dejando de lado la esencia de los hechos. Para el fútbol nada mejor que dos equipos que representan regiones y estilos diferentes tengan una rivalidad profunda y marcada. El error es que nuestras pasiones las expresamos con violencia y agrediéndonos físicamente. El 26 de abril de 1989 de una manera descarada y burda, Hernán Silva árbitro chileno, le metió la mano a Millonarios a favor de Nacional. Años después contaría como fue obligado a aceptar prevendas para favorecer al equipo de Medellín. Eran los años en que o te vendías o te mataban. Una forma más sofisticada de favorecimiento fue la de tener al mismo dueño del equipo como patrocinador del torneo. A nadie le consta que se compraban árbitros pero nadie puede decir que en esta época los fallos arbitrales a favor de Nacional eran decisivos. La historia comenzó en Millonarios con Alfonso Senior y la de ellos con Hernán Botero extradito a estados Unidos por narcotráfico. Y en culpas pagadas hay diferencia. Mientras que Millonarios pagó con creces por 20 años los dineros ilícitos que llegaron en los ochentas, ellos pasaron de agache. Mientras los hinchas de Millonarios somos presas de los medios de comunicación para tildarlos de asesinos y otras cosas ante hechos de unos cuantos, nadie le pregunta a la barra Los Del Sur su relación con el jefe paramilitar “Don Berna” y la “pacificación” de la tribuna sur en la llamada “Donbernabilidad” en la alcaldía de Sergio Fajardo. El domingo hay que salir a ganar. Los jugadores deben saber que este es el partido del hincha de Millonarios. Que todo el sudor debe dejarse en la cancha. Por la clasificación a los play off, por el orgullo de la ciudad capital de Colombia y por la pasión de sus millones de hinchas. Mono querido y Mayer hay que apretar los dientes y ganar o ganar. Ellos tienen sus argumentos para odiar a los rolos. Nosotros aquí tenemos la certeza de saber: QUE DIFERENTES SOMOS. MINUTO FINAL: Repito, las rivalidades futbolísticas no son malas. Salir a matarnos por ellas es lo que se debe erradicar por completo. Si a la rivalidad no a la muerte. MAURICIO GORDILLO @MAUGOR

  • Gol Caracol

    Muchos siguen apreciando su inmensa calidad, otros se desesperan por su ritmo, otros empiezan -apenas- a ver la valía de un tipo que nos saca de líos cuando el equipo parece quedarse sin aire creativo. Su entrada a la cancha por estos días parece planeada y cronometrada para que el Pocho Insúa tome un aire. Uno ve a Mayer corriendo más que antes, 38 años, poniendo perfectos pases de gol, definiendo frente al arco, cambiando el ritmo de un partido enredado, entrando bajo una nube de aplausos. El contrato de Mayer Andrés Candelo con Millonarios FC termina en Diciembre 31 de 2015. Ocho (8) meses mal contados desde hoy. Dos (2) campeonatos para seguir desparramando clase en cualquier cancha. Un poco más de 20 partidos para seguir vistiendo la 10 Azul y Blanca. Y el 1 de Enero de 2016, ¿qué? ¿Se devuelve a Cali con los suyos para ser arropado por el Deportivo Cali con un contrato más como reconocimiento a un símbolo? ¿Con otra renovación en Millonarios? ¿Contratado por un equipo de la B como cualquier Néider Morantes? Será duro ese momento en que tengamos que despedir al jugador # 10, al capitán de nuestros últimos cinco (5) años, pero creo que debe mirarse con seriedad cuál debe ser y cómo debe ser la continuidad de su relación con el equipo. Recordemos que el "glorioso" Comité Deportivo de Azul y Blanco S.A. es actualmente un terreno de dominio absoluto de Gustavo Serpa, máximo accionista en términos claros. Por él pasan todas las decisiones y aprobaciones respecto de la política y estrategia deportiva así Ud. no entienda por qué un señor dedicado a otros asuntos diferentes a ver y saber algo de fútbol, hace parte de semejante responsabilidad en Millonarios. Incorporaron a Alejandro Brand, brillante mediocampista e ídolo de los 70s, campeón con el equipo y por lo menos con más sentido de pertenencia que Serpa. Por lo menos estuvo en un vestuario y aguantó guayo en una cancha. Algo sabrá de fútbol. Fracasó Enrique Camacho en su intención de lograr cerrar una negociación con Norberto Peluffo como Gerente Deportivo. Un muy buen candidato con peso y criterio futbolístico para toda la política de contrataciones, refuerzos y gestión de las divisiones inferiores. Pero Camacho lo dejó escapar lamentablemente. No tenemos un Gerente Deportivo de verdad. Aparece la coyuntura perfecta para una posición tan importante en Millonarios que no está ocupada con alguien reconocido y el posible retiro de Mayer Candelo. Doy algunas razones para verlo como un futuro Gerente Deportivo: 1. Jugó siete (7) años con nuestra camiseta, más allá del equipo del cual es hincha, es un tipo plenamente identificado con Millonarios. 2. Sabe ver y leer el fútbol. Ojo debe tener para indicar quién debe ponerse nuestros colores. Troncos no va a recomendar, seguro. 3. Es un tipo con personalidad para decir lo que se debe hacer. Habla sin complejos. 4. Ha sido capitán con todo lo que ello implica: sentarse con directivos a negociar premios, ser la voz del plantel, mantener el liderazgo en el vestuario, arropar a los jóvenes, aconsejar y demostrar con el ejemplo. 5. Algunos lo ven más como DT, pero ya vimos lo que ocurre cuando se nombra a un ídolo en ese cargo. Quemarlo en ese cargo no tendría razón alguna. 6. Es un líder natural, los años le han aportado sapiencia y estrategia para hablar en los momentos clave. 7. Tiene mucha credibilidad con la hinchada, así algunos le estén pidiendo jubilación. 8. Es respetado por los rivales. Tiene ganado un nombre frente a cualquiera. Lo anterior para enunciar el marco bajo el cual se debería pensar seriamente en su incorporación a la gestión deportiva. Como hicieron con Enzo Francescoli en River, con Bernardo Romeo en San Lorenzo, con Emilio Butragueño en Real Madrid, con Cristian Bassedas en Vélez Sarfield, con Roberto Ayala en Valencia, con Pavel Nedved en Juventus. Ejemplos, sobran. Todos ellos han ganado -y bien ganada- su reputación frente a ese universo que son sus respectivos equipos. Y en el FPC también hay, sobra mencionarlos. Así que no es una idea sacada del desespero. Es una solución a la mano, es una necesidad manifiesta. Que Alejandro Brand siga aportando en el comité deportivo pero el equipo necesita del criterio de alguien que LIDERE la Gerencia Deportiva de Millonarios. Será asunto de capacitarlo en Europa, en Brasil o en México para este tipo de retos. Será asunto de sobrellevar una curva de aprendizaje que incluya trabajo de oficina, reuniones, saber manejar a la junta con las presiones que ello implica, aprovechar su nombre para pararse frente a dirigentes+empresarios+jugadores y meterse de lleno en las canchas de barrio, de pueblo, etc. etc. Los PESOS los tendrá Gustavo Serpa pero no el PESO y CRITERIO que sí tiene Mayer para dirigir una gestión de refuerzos, contrataciones y divisiones inferiores de Millonarios, nada menos. Pd: Más allá de querer o no a Lunari, nunca va a ser bueno para un equipo cambiar tanto de DT, lleva 10 meses. Que Serpa le haya filtrado a Iván Mejía que Lunari no va más -pase lo que pase en este torneo- describe perfectamente cómo se maneja actualmente el "Comité Deportivo".

  • Gol Caracol

    Feria del Libro de Bogotá, un evento comercial, sí, pero maravilloso: la oportunidad de acercarse a autores, mundos, realidades; la posibilidad de participar en tertulias que van mucho más allá del ego de "yo escribí esto, tu aquello"; un evento para todos que cada vez le abre más las puertas a los futboleros. Porque hay que decirlo de frente: la Feria y, en general, la industria editorial colombiana descubrieron que a los colombianos nos gusta leer de fútbol. Claro, hay un efecto comercial detrás: la serie de libros sobre la Selección Colombia, la clasificación al Mundial y las figuras que lo lograron que inundó el mercado desde el 2013, con biografías sobre Falcao y James (siempre me han parecido curiosas las biografías de alguien que tiene menos de 25 años y está vivo, y ahora hay tres, ¡tres!, sobre el 10, dos de ellas de argentinos que son unos magos para vendernos humo), y con grandes reportajes sobre cómo llegamos a Brasil 2014 (incluyendo la de Javier Hernández Bonnet, y la Gabriel Meluk, Mauricio Silva, José Orlando Ascencio y Federico Arango, que para mi son las dos más completas: Estos son los libros sobre James, Falcao y la Selección Colombia que encontrará en la Feria). Pero cuando se mira más allá de lo coyuntural queda lo trascendente y ahí, justo ahí es cuando uno como futbolero debe esculcar en los pabellones de la Feria. Cada año recomiendo lecturas sobre fútbol que se pueden encontrar en la Feria Internacional del Libro de Bogotá pues creo firmemente que el fútbol es un cuento, un drama, una comedia y una épica perpetua, todo al mismo tiempo, y en este 2015 quiero contarles de la forma más humilde posible (pues no hay nada más ególatra que decirle a alguien más: mira, léete alguito) los libros sobre fútbol que más me han gustado: Mis favoritos: - Fiebre en las gradas: se lo tiene que leer, no sólo porque Nick Hornby es un escritor tan creativo como gracioso (y está muy bien traducido), sino porque es la historia personal de un hincha del Arsenal al que la pasión por su equipo lo lleva a contar su vida según los diferentes momentos y partidos de los gunners. Debe ser uno de los mejores libros de fútbol que hay. - Soccernomics: puede ser la mirada más interesante que se haya escrito sobre el fútbol como industria cultural. Simon Kuper y Stefan Szymanski hacen un análisis económico para explicar el éxito de determinados equipos y el fracaso de otros. Brillante. - Juego sucio: fútbol y crimen organizado: Declan Hill puede romperle el corazón a más de un inocente que piensa que el fútbol es sólo bello. Se trata de una investigación periodística seria y muy profunda sobre cómo las mafias de todo el mundo usan y abusan del fútbol profesional. Por supuesto, Colombia tiene un buen lugar en estas páginas. - Historias negras del fútbol argentino: otro señor periodista, Alejandro Fabbri, le cuenta cómo la política y los intereses económicos han manejado el tan famoso y tan pasional fútbol gaucho. Es una joya. - El fútbol a sol y sombra: todos nos tenemos que leer más de una vez esta obra maestra de Eduardo Galeano. Cuando el romanticismo por el fútbol le falle (por ejemplo, después de leer a Declan Hill o a Fabbri), consúltelo. - Guía políticamente incorrecta del fútbol: lo confieso: es el libro que soñé escribir, pero lo hicieron los periodistas brasileños Jones Rossi y Leonardo Mendes y a ellos les quedó mucho mejor de lo que yo lo podría haber hecho. Historias breves sobre el origen del fútbol y sobre grandes mitos de este deporte, por supuesto centradas en Brasil, el balompié carioca y el paulista. Tal vez por eso aún pueda yo contar la versión colombiana... (suspiro) - Bestiario del balón: los autores son amigos de la casa y por eso puede sonar a zalamería, pero este libro es una joya. Es más, si no tiene plata para comprarse este maravilloso anecdotario del lado B del campeonato colombiano, le recomiendo meterse al blog del que surgió el libro de Nicolás Samper, Federico Arango y Andés Garavito. - Autogol: pasándonos a la ficción, recomiendo esta gran novela de Ricardo Silva que muestra el patetismo del ser colombiano con el trasfondo del asesinato de Andrés Escobar. Ficción tan cercana a la realidad que duele. - Los amos del juego: el investigador Ignacio Gómez (subdirector de Noticias UNO y en mi concepto uno de los adalides de la libertad de prensa en este país) desenmascaró en los 80′s la oscura relación del fútbol y el narcotráfico. Es un libro rarísimo, no lo va a encontrar en la Feria, pero es básico para entender muchos cómos y porqués. Por supuesto, a Gómez le tocó utilizar un alias, el de José Ignacio Rodríguez, para cuidar su integridad tantas veces amenazada desde que hacía parte de la Unidad Investigativa de El Espectador. - Puro fútbol: la recopilación de los cuentos futboleros del gran Roberto Fontanarrosa, hincha de Rosario Central y autor de “19 de diciembre de 1971″, para muchos el mejor relato sobre la pasión que genera la pelota. Si lo ve, cómprelo, sin dudar. - Calcio: Juan Esteban Constaín hace un relato maravilloso indagando sobre los orígenes del fútbol en la Italia renacentista. Si le gustan las novelas históricas, esta puede ser una de las más originales que puede encontrar. - Once cuentos de fútbol: un gigante de las letras como Camilo José Cela (el mismo de esa obra maestra que es La familia de Pascual Duarte) era un hincha furioso de la pelota, más si jugaban los equipos gallegos (Celta de Vigo o Depor La Coruña). Toda la épica, toda la tragedia, toda la humanidad del fútbol está en estas páginas. Es de las mejores cosas que se puede leer, y no me refiero sólo al fútbol.

  • Gol Caracol

    Antes de empezar a desarrollar este texto, tengo que aclarar que tengo tan solo 23 años. Eso significa que desde que tengo conciencia nunca vi a Diego Armando Maradona patear un balón en un partido oficial. Este puede ser el motivo por el que mi imagen del ex futbolista argentino sea muchísimo más mala que buena.

  • Gol Caracol

    El Viejo estaba haciendo lo que más le gustaba, mirar un partido de fútbol con su nieto. No compartía que en los últimos años la FIFA había cambiado muchas reglas, porque pese a que los arcos eran más grandes, y los balones cada vez más chicos y en los tiros libres ya no había barrera, cada vez había menos goles. También lamentaba que hubiesen quitado los árbitros, desde hacía unos años habían sido remplazados por un programa de computador que identificaba hasta el más mínimo roce y tenía la capacidad de calcular milimétricamente la intencionalidad del agresor. "¡Qué mal día ese que sacaron a los árbitros!", recordaba, “ahora a quien le voy a echar la madre”; cada vez que su mujer le recordaba su mal genio, le decía “anda a quejarte a la FIFA, de malas, ya no hay árbitros, te toca aguantarte mi mal genio”. Eso sí, rememoraba que ese día todos se quejaron, hasta los mismísimos hinchas del hijo bobo, como el malnacido de su cuñado, que puso también el grito en el cielo: que como así que ya se habían aguantado que extraditaran a los dueños de la perrera, que se habían aguantado que los metieran en la lista Clinton, que se habían aguantado bajar hasta la C, y que para volver a subir les había tocado sacar como cuatro caletas y comprar a medio mundo, pero ¿que saquen los árbitros? Mi mompa, ésa si es la más grande de las cagadas, ahora a quien vamos a comprar, con lo bonito que era ver a esos muertos de hambre haciendo fila para botarles un billetico, ahora qué diablos vamos a hacer, será contratar hackers, había dicho, pero eso ya no es tan romántico. ¡………GOOOOOOLLLLLL DEL TULUAAAAAAAÁ…………..! Gritó el narrador, fue un grito cansino, casi sin ganas, pero fue suficiente para sacar al viejo de sus pensamientos y para que sonriera viendo a su nieto saltar de la emoción. Cuando el niño se calmó, y se dio cuenta que la sonrisa del viejo no era por el gol en sí, sino por su alegría, retiró su atención del televisor para preguntarle lo que hacía tiempo le quería preguntar pero que nadie lo dejaba. “Abuelo, si a ti te gusta tanto el fútbol, ¿por qué no tienes equipo?" El Viejo respiró profundo, casi como un suspiro, mientras se sumergía en esos recuerdos teñidos de verde que hoy no sabía si lo mantenían vivo o lo estaban matando, entonces, con una media sonrisa de esas que más parecen de tristeza, le respondió “Es cierto, hoy no tengo equipo, pero lo tuve, y vaya que lo tuve, y que grande que fue, prácticamente infinito. Al ver los ojos curiosos del niño, le hizo una promesa que no sabía si podía cumplir: “Quieres saber realmente qué es un equipo de futbol, uno de verdad, termina de ver ese partidito de aficionados, damos una vueltica y sabrás de mi boca que es un equipo que mientras existió fue grande de verdad”. Mientras trascurría el partido del Tuluá, por ese entonces el único equipo que quedaba del Valle en primera división, el Viejo trataba de hilvanar su historia, de separar sus recuerdos, los hechos reales de las fantasías, y cómo hacerlo, si ese pasado mitológico y majestuoso de su Deportivo Cali del alma, estaba enmarcado en momentos inverosímiles, en historias mágicas e irrepetibles, a veces por lo tristes, a veces no. Ya algo se le ocurriría para contarle a su nieto, algo que no fuera tan triste; ya había llorado lo suficiente como para hacer llorar al niño. El niño contaba los minutos para que acabara el partido, estaba ansioso de escuchar la historia de su abuelo; muchas veces lo había visto llorar en silencio, y algo le decía que de una vez por todas, esa tarde sabría la razón. Apenas terminó el partido, lo miró y le hizo saber que no tendría escapatoria, que no habría excusas válidas para aplazar ni el paseo ni la historia. El Viejo, esta vez sí, suspiró completo y resignado fue a prender su carro, mientras su nieto, sin pensarlo mucho se subía y se abrochaba el cinturón. Cuando llegaron al estadio, allá cerca al Aeropuerto, El Viejo no había comenzado a hablar, el niño respetaba su silencio, pero comenzó a pensar que su abuelo de verdad estaba comenzando a enloquecerse, como decía la abuela, ¡De lo viejo te estás volviendo loco!, le había escuchado gritarle. El niño no entendía por qué su abuelo lo traía a un estadio de beisbol, si se suponía que le iba a hablar de futbol, efectivamente el abuelo se estaba enloqueciendo, pensó para sí. Al ver el estadio, al Viejo se le humedecieron los ojos, pero fue lo suficientemente fuerte para no derramar alguna lágrima. Se bajaron del carro, y el Viejo comenzó su relato. Este estadio que ves al frente, le dijo, que hoy no sé ni cómo se llama, fue un estadio de fútbol, “El Coloso de Palmaseca” le decíamos. Pero no solo fue un estadio, fue hogar del más grande club de fútbol que existió en la historia de Colombia, el Deportivo Cali, el único, el infinito, mi equipo. El niño sintió que una ráfaga de energía pasaba por su cuerpo apenas escuchó el nombre del equipo de su abuelo, no entendía como ese nombre tan simple, en boca de su abuelo, era capaz de estremecer cada uno de sus músculos al oírlo, en ese instante el niño comprendió qué parte de la vida era la que le faltaba al abuelo en esos últimos años, en ese momento entendió la nostalgia de su mirada, entendió sus lagrimas solitarias, entendió por fin por que el abuelo siempre parecía que estuviera esperando la muerte; pues claro si es que le faltaba ese soplo mágico, esa vitamina invisible que solo da el fútbol, que solo da el sentirse hincha del equipo amado. Y El Viejo, que en realidad sí estaba un poco desquiciado, comenzó a hablar como poseído, todos sus recuerdos retenidos por tantos años comenzaron a salir a borbotones en su relato, sin orden cronológico, con pasión, como si todo aquello hubiera sucedido al mismo tiempo, en el mismo partido, y le contó de un mono de cabello ensortijado que le decían Pibe, y un negrito que lo acompañaba que le decían Kuntakinte, y que entre los dos enloquecieron al mundo. Le contó de un narizón argentino, que después fue campeón mundial, "gran técnico el que tuvimos", le dijo, como nos cambió la vida; y el negro chiquitico aquel, ese que en el Monumental todavía recuerdan, les pinto la cara a las Gallinas, pero claro si era nuestro plato predilecto, siempre lo ha sido, aquí en el Valle, el sancocho de gallina, ¿te gusta?, me alegra que te guste; y el Mago, si hubieras visto que clase tenía el Mago, aún vive en Italia, ¡qué central por Dios!, es que siempre tuvimos grandes ahí, siempre, desde el Polaco hasta Mabeto, que fueron inmensos también, no me lo vas a creer hasta los malos parecían buenos, tuvimos un negrito, pata-brava que llamábamos “Yo-no-fui” ese sí fue campeón de campeones, no sabemos cómo llegó a River y terminó en Italia, con un pasaporte comunitario, que de dónde lo sacó, aún nos lo preguntamos. Le contó de aquel argentino que llamaban El Tanque, que hiciera el primer gol del Cali como equipo profesional, y le habló de los míticos goles del inca al que llamaban Valeriano; y como no iba a recordar al Tigre y sus inconfundibles goles de cabeza y al Mortero, que tiros los del Mortero, los arqueros se cagaban no más al verlo. El Viejo seguía cabalgando en sus recuerdos, y confundía los partidos y las fechas, y en la misma alineación y en el mismo partido los colocaba a todos, las atajadas inolvidables de Zape y de Calero, la exquisitez de Umaña, la claridad meridiana de Miguel Escobar, y a la inolvidable samba de Iroldo; qué grande fue Don Alex, él los trajo a casi todos, repetía. Que no se quede nadie sin nombrar, decía, que no se queden los Tranvías, ni Desiderio ni Escobar; que no se me olviden ni los goles de Ramírez Gallego ni la magia de Loayza, que no se me olviden ni ese central maravilloso que le decían La Mosca, ni al Maestro, al verdadero Maestro que nos hizo felices como jugador y como técnico; y que técnicos tuvimos, como les extrañamos a Pancho y a Vladimir. Continuaba su perorata sin lógica, los jugadores y los hechos solo unidos por el lazo invisible de su pasión desmesurada, hablaba sin ton ni son, de Don Humberto que fue grande pero también chiquito, de ese puntero genial que fue Bernao, y de un ex ídolo 23 que le pegaba como los dioses; repetía sin cesar cánticos de las barras, repetía como si de verdad hubiese sido narrador, los goles de la Guaracha y los de Ángel María, y los de la Gambeta y los de Don Victor. Y enaltecía la grandeza que le dieron al equipo el Pecoso y el Carepa. Es que fuimos grandes, siempre fuimos grandes pero hubo veces que lo fuimos más; y remembraba las gestas históricas del mismo equipo que le ganó a las gallinas el Monumental, que mi verde del alma fue el mismo que quedo muchas veces campeón, que la mayoría de las veces jugó bonito, que fue una fábrica de estrellas, cuna de campeones nos decían, siempre tuvimos las mejores divisiones inferiores del país. Lentamente se quedaba sin aire, y sin recuerdos, sin recuerdos buenos, claro, en un intento de supervivencia, año tras año su mente había olvidado muchos jugadores, técnicos y directivos que solo habían causado dolor. En un resquicio de su mente se escondían Nayares, Charrias y Priscilianos; se ocultaban muchos de su especie, se ocultaban con Carreños, Celines y Cuartas. Era mejor así, que no salieran a flote, que no empañaran la imagen de esas vivencias maravillosas en el Pascual, porque al Viejo no se le podía olvidar el Pascual, ese estadio que también fue testigo de nuestra grandeza, aunque nos tocó compartirlo con la Delincuencia, esa misma Delincuencia un día lo abandonó, el mismo día que salió de Cali para jugar en Bogotá, de donde era realmente. En Cali nadie los extrañó, ni siquiera el Pascual, que ahí sí se quedo sólo, pero hacía rato estaba muerto, el mismo día que nos fuimos a jugar al Coloso. Trataba de alargar el relato, prolongar su agonía, evitar lo inevitable, hacerle el quite al destino; trataba de aplazar la pregunta que veía venir, le tenía miedo y no sabía por qué le temía si tantas veces la había enfrentado sólo, si tantas veces había creído responderla, si tantas veces se había dicho que tenía que coger el toro por los cachos, carajo, que él debía aceptarlo, que el equipo no estaba y que por qué ya no estaba si era tan inmenso, tan infinito, tan sublime pero no había sido eterno, maldita sea. Ahora sí fue, se dijo, y nunca se sintió tan hombre, nunca se sintió tan varón como para responder lo que su nieto le estaba preguntando en ese instante, por qué diablos si era tan grande ese equipo se había acabado, por qué ya no estaba. "Dejá de hablar tanta paja abuelo, si ese equipo era verdaderamente grande nunca debió haber desaparecido." "Y creés que no lo sé, y creés que no me lo cuestiono", le replicó, "si lo hago en cada instante de esta podrida existencia que cada vez es más larga, más vacía sin mi Deportivo Cali del alma". "Que cuando fue el comienzo del fin, no lo sé". "No sé si fue cuando comenzamos a construir el coloso y no podíamos, o cuando se nos venció el recibo del gas y no teníamos como pagarlo, o cuando dejamos ir al barrosito para los Estados Unidos, o cuando elegimos al señor del arroz en la junta, o cuando en la misma junta nombramos a un viejito que se nos fue a los dos días, al mismo viejito que nos creó años antes un sindicato que nos hizo ser humillados en Santa Marta, por rabia al Pecoso. ¿Te acordás? ya te lo nombré, sí el que nos hizo olvidar de un ayuno de más de 20 años y cómo le pagamos, es que somos unos desagradecidos ¿sí o no? O cuando no nos dimos cuenta que el mundo cambiaba y seguimos eligiendo una junta de cometeros cada cuatro años, cuando todos los grandes se convertían en Sociedades Anónimas, o cuando vendimos el negrito de Santo Tomas por un puñado de monedas porque necesitábamos pagar la nómina, o si finalmente vendimos el estadio que era lo único que nos quedaba. Realmente nunca me pregunte qué tan grave fue esa gripa que mató a mi equipo, esa gripa que se fue convirtiendo en cáncer, ese dolorcito de cabeza punzante y molesto que fue creciendo hasta convertirse en parálisis. Solo supe que fuimos carcomidos por dentro, sin darnos cuenta, que quedamos como un cascarón vacío, que cuando vendimos el estadio nos vimos las caras y supimos que no quedaba nada, que las sedes, las inferiores y el equipo habían sido vendidos o se debían, que solo quedaba el Coloso, y con él se iba el equipo, y faltaron pocos días para que en una tarde marchita, maldita, se firmara la liquidación de la sociedad, y todo ese resto de huevones que fuimos socios, no teníamos nada que decirnos, nada que pelear, nada que hacer, que impotencia tan berraca, estábamos ahí firmando la muerte de lo que más queríamos, nuestra muerte misma, lo sabíamos y no hicimos nada, solo firmar." "Y de quien fue la culpa, me dirás, ¿de quién?; creés que no me lo pregunto, pues no iba a ser de esos directivos que nosotros mismos elegimos, y mientras nos anestesiaban no nos dábamos cuenta que nos estaban clavando, pues la culpa fue de nosotros, los hinchas y los socios, que nos enfrascábamos en discusiones bizantinas y estériles que no llevaban a ningún lado, mientras esos desgraciados saqueaban el equipo nosotros peleábamos si el Carachito era mejor que el Chigüiro, o si era volante o lateral, y le llevábamos estadísticas de hasta cuantas veces se rascaba las pelotas en un partido; a veces pienso, que la verdadera razón por la cual Carachito nunca fue vendido y jugó hasta entrados sus cuarenta años, siempre en el Cali, fue para que nosotros como idiotas útiles, permaneciéramos embobados y rabiando con su presencia, sin darnos cuenta que el problema era otro. Sí, fuimos nosotros, los hinchas, también protagonistas de primera línea en esa debacle histórica, claro si era que nos creíamos de otro planeta, que sabíamos mucho de fútbol pero al final no sabíamos nada de nada, le dábamos durísimo a todo el mundo, canteranos, técnicos y extranjeros, los chiflábamos desde el segundo piso sin misericordia, eso cuando íbamos al estadio, porque éramos hinchas de Internet y televisión, y nada nos tenía contentos, si hasta en el dos mil cinco fuimos campeones por última vez y ni eso nos sirvió, parranda de cretinos fue lo que fuimos. Y estamos acá, muchos años después, capaces de vender lo que nos queda de huesos, por repetir ese momento, por volver a vivirlo, pero no es posible ya, nunca más será posible, es nuestra condena." Cuando terminó su relato, se sintió tan liviano y tan puro como nunca lo había estado, tal vez por el hecho de sacar toda esa maraña de imágenes que le atormentaban, tal vez por aceptar su pedazo de culpa en la desgracia. Entonces dedujo, sin temor a equivocarse, que su duelo había terminado, demasiado tarde eso sí, pero ya se quitaba ese lastre en su espalda que hacía sus pasos cada vez más pesados. Pensó que todo lo que tenía que hacer en su vida ya lo había hecho, y por fin se supo libre, verdaderamente libre. El niño, mientras tanto, que apenas había respirado, escuchando atónito la historia más inverosímil que habría de escuchar jamás, solo atinó a mirar a su abuelo como nunca lo había mirado, grande, verdaderamente grande, como si hubiera sido inundado de repente por la inmensidad de su pasado, y sólo en ese instante único e irrepetible, supo que su abuelo realmente estaba loco, pero no por lo viejo como decía la abuela, el abuelo había estado loco toda la vida; supo que el fútbol nunca sería lo mismo para él; supo que lo abandonaría; supo que su equipo nunca lo estremecería como vio hacerlo con su abuelo; entendió la única verdad incuestionable, que el fútbol no tendría sentido sin el Deportivo Cali, el fútbol como magia había muerto el mismo día que murió el más grande, el infinito, el verdadero; que el fútbol como religión no tenía sentido sin su único Dios, el Deportivo Cali. Caracas, mayo 11 de 2010 Por: Nelson Ricardo Bobadilla Rey / @nelsonbobadilla

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    Nací el 7 de agosto de 1989 y desde que tengo uso de razón me tocó ver a un Maradona gordo que se retiraba del fútbol. Tenía un rayo dorado en su cabeza que combinaba con la banda dorada de la camiseta de Boca, equipo en el que se retiró. Ese Maradona no fue trascendental para mis recuerdos. Luego vinieron los documentales, crónicas y videos sobre el 'Pelusa', el mejor de la década de los 80, el que asumió más que un simple partido de fútbol enfrentar a Inglaterra; toda una razón social y política, hermoso asumir un juego de esa manera, sencillamente admirable. Pero vino lo sucio, lo feo de su carrera, lo que algunos llaman "avión" y para otros, y me incluyo, trampa. Quedó para la posteridad "la mano de dios". Lo que hizo con la mano lo borró con los pies y de qué manera. El mejor gol de la historia de los mundiales para muchos, una venganza por las Malvinas, genio en su momento, ahora es un bocón, lamentable. La historia no terminó ahí. En Italia 90 Argentina eliminó a Brasil del Mundial con una asistencia de Maradona a Caniggia, pero minutos antes los brasileños bebieron agua con vomitivo. Años después, Diego se sentía orgulloso por la mala jugada que le hicieron a sus rivales y se burlaba del mareo que sintieron los futbolistas de la ‘canarinha’ en aquel encuentro de octavos de final. Ese fue el Maradona que me tocó conocer, no el que una generación vio y se emocionaban con sus jugadas. Mi generación lo vio en decadencia; los primeros recuerdos eran de un Maradona que salía por la puerta de atrás del Mundial de 1994. Mi ídolo, Zinedine Zidane, terminó su carrera deportiva con un cabezazo al italiano Materazzi en la final del Mundial de Alemania 2006 y dejó la imagen estampada en mis recuerdos: el ‘10’ al lado de la Copa del Mundo alejándose hacia los camerinos. Zidane lo pagó, no cerró su grandiosa carrera con la Copa del Mundo por segunda vez. A Maradona todo se lo perdonaban, pero ahora no porque simplemente es un bocón que ya no juega a la pelota. Pero su cinismo y grosería no se le criticó en su época de jugador. Quienes lo idolatran lo ven como un dios y lo ven muy bien: un ser al que se le justifica lo malo y lo bueno. ¡Ven! como un dios que no tiene ni ley ni orden. No soy maradoniano, para mí no es el mejor de la historia porque para serlo no había necesidad de dar fe de la existencia de dios con su mano, porque para serlo le sobraba dar positivo por doping en el 94 así haya reclamado que le cortaron sus piernas. Este Maradona, el que le pega a su novia, al camarógrafo, al que sea porque no está de acuerdo con él, el que critica a los dirigentes de fútbol, pero que es un títere de los políticos es el fiel reflejo del Maradona que acudió a lo ilegal dentro del fútbol para sacar ventajas sobre sus rivales; ese, para muchos de nosotros no es un ídolo, no fue el mejor de la historia. Jhon Álvaro Clavijo / Twitter: @siperohoyno

  • Gol Caracol

    Antes que nada, soy uno de muchos que piensa que Diego Armando Maradona fue el mejor de la historia, fue el número uno dentro de un campo de juego, fue el “10” que todo equipo quiso tener, pero cuando habla de política, cuando habla del mismo espectáculo que le ha dado de comer y que lo hace tener fama, es un payaso más.

  • Gol Caracol

    Como hinchas no podemos estar de "apoyo en apoyo incondicional". Eso es una hipocresía del tamaño del trasero de la gorda de Botero. Es igual que en la amistad, uno a su lado no necesita gente que le diga que todo está correcto, que uno es un "ícono fantástico" y que la vida está ideal, sobre rieles. No, uno muchas veces necesita que lo aplanen, que lo pongan en su sitio y que le hagan ver lo que el ego enceguece ¿Duele? Sí, pero se agradece. Franco Armani es un arquero con una historia muy peculiar. Aterrizó por "accidente" en Nacional, era un desconocido, una especie de experimento que a punta de paciencia, humildad y trabajo se supo ganar el respeto y admiración por sus atajadas. Todo arquero aprende y se forja con el error. Esas lecciones las aprendieron hasta el último balón arqueros como Dino Zoff, Preud´Homme, Zape, el gran José René Higuita y otros. Cada balón es una lección, en cada pelota se juegan el rol de héroes o villanos. Ayer el buen Armani se hizo un gol tonto. Tonto por donde se le mire y la pelota se metió. Leo que hay que apoyarlo incondicionalmente y difiero. Difiero porque se le hace un mal y acolitamos la hipocresía del "apoyo incondicional". Duele el gol, duele porque es Armani, duele por él que ha sacado balones increíbles y se le coló el más tierno, duele por la derrota. En el fútbol hay que llamar al orden. No sobra el regaño, el buen regaño que haga reaccionar. No sobra un buen jalón de orejas que lleve a mejorar. Es fútbol, no es jugar a las muñecas. Armani es un hombre inteligente, un arquero muy capaz. De goles bobos se aprende, no siempre de "apoyos incondicionales". Los regaños también sirven. Mal que bien, hoy de nuevo salió el sol. Seguir a @poterios

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    Porque en realidad, Gustavo Serpa ni se mosqueó. No tenía por qué hacerlo, tiene todo el poder accionario para decidir, aprobar o rechazar. La participación de los socios minoritarios no superó el 2% de las votaciones de los estados financieros de la sociedad Azul & Blanco para el ejercicio 2014. La asamblea de Marzo 28 de 2015 fue la simple y cruel demostración de lo que es el control accionario en una sociedad anónima. Buena parte del desarrollo de esta asamblea se fue en exposiciones, quejas y cuestionamientos de los socios minoritarios en la etapa de aprobación de los estados financieros de 2014. Todo en ese momento se desdibujó y se convirtió en una tribuna de estadio en donde el que más insultara a Serpa era el más aplaudido. El resultado final? Nada, no pasó nada porque la propiedad accionaria impone sus aprobaciones, rechaza propuestas y ningunea a quien interviene de manera educada, metódica y constructiva frente a la junta. Pero al margen del clima de enojo e inconformidad colectiva y del poder de Gustavo Serpa vale la pena mencionar lo que nos queda bien o mal sonando en el ambiente luego de la Asamblea de hoy: 1. Esta junta elegida por cuatro años en Marzo de 2014, respaldó en su momento el proyecto español de Lillo y Portolés. Con sus números honerosos y estrafalarios de sus salarios y beneficios, alcanzaron a pensar seriamente en la prórroga de su contrato (Acta 53 de Abril 30 de 2014). Tuvieron Abril, Mayo, Junio y Julio de 2014 para reforzar al equipo y no lo hicieron. Así que las pérdidas de 2014 presentadas a la asamblea ayer no fueron culpa 100% del indeseable de Juan Carlos Ortiz y su corte sino que también son responsabilidad de las acciones y omisiones de Gustavo Serpa como socio mayoritario y de Enrique Camacho como presidente. El torneo 2014-II fue todo de la actual junta. 2. A Millonarios le vieron la cara de menso a quien se puede demandar o entutelar. A Carlos Marinelli, jugador que vino en 2009 contratado por el astuto (¿?) Juan Carlos López y que no jugó más de diez (10) partidos se le podría estar pagando la tontería de U$ 468.000 porque la FIFA entiende que ambas sociedades son en últimas la misma entidad deportiva. Con Wesley Lópes, Millonarios sería solidariamente responsable por la demanda del club árabe al que pertenecía. Leonard Vásquez y Jorge Perlaza vieron el beneficio de la tutela contra Millonarios dentro de su defensa del derecho al trabajo. Hasta Senén Mosquera demandó al equipo. Sí, leyó bien: Senén Mosquera. Nos tienen la medida para sacarnos plata. 3. El Comité Deportivo de Millonarios está integrado por gente divinamente pero que de fútbol poco: Enrique Camacho, Fernando Triana, Adriana Pinto, Nicolás García y Gustavo Serpa quien no tuvo el menor sonrojo en proponerse para dicha instancia, según se evidencia en el acta No.59 de Septiembre 01 de 2014. No parece interesarles que exista un director deportivo, debe ser que si esa persona argumenta técnicamente un asunto de fútbol quizás a Serpa le incomode. Entonces dirán que "mejor no" los cinco del actual Comité Deportivo que parece más convertido en un Comité de Presupuesto (esto último lo tomo de unas palabras cruzadas con Santiago Talero). 4. Nicolás García "goza del favor real", queriendo decir que nadie en la junta ni en la administración cuestiona su rol. No hemos logrado descifrar (ni Camacho ni nadie ha querido explicar) cómo llegó a la posición de Director de Planeación Deportiva, cuáles son sus responsabilidades, metas e indicadores de gestión. Pero sobre todo, cuáles son sus méritos para ese cargo que suena tan importante en la estrategia deportiva. Simplemente está ahí porque sí. Falta poco para que haga parte del rubro "Muebles y Enseres" del Balance General. 5. El socio minoritario promedio es en general una veleta que se mueve al calor de la asamblea anual, no se documenta previamente en las oficinas de Azul y Blanco S.A. sobre los libros disponibles (actas de junta, libro de socios, estados financieros, etc). Hay matices, pero en general hay mucho intestino como si la Asamblea se tratara de putear a Luis Mosquera porque no pelea un balón. Ese tipo de socio minoritario promedio pierde el foco fácilmente de lo importante de la asamblea y se remite únicamente a lo inmediato y urgente. 6. Aportes conceptuales valiosos de hinchas minoritarios reconocidos como Santiago Talero y Adriana Senior (ex miembros suplente de junta) o Santiago Pardo quedan al margen, o desechados, e incluso sin poderse discutir al evidenciar que es tal el poder de Gustavo Serpa que no vale la pena quemar esfuerzos constructivos en propuestas que serán fácilmente rechazadas. Habla muy mal de esta asamblea que la gente conceptualmente valiosa e independiente de la junta se retire anticipadamente o que por la fecha misma (víspera de semana santa) no pueda asistir. 7. Germán Casas, personaje con más grises que claros no deja de tener razón en algunas cosas. Pero hasta ahí no más. Ni riesgo de pensar en que algún día tenga control de algo en Azul & Blanco. Es una caneca de gasolina con una caja de fósforos. 8. Queda la sensación a veces justificada de que la administración dice verdades a medias en diferentes órdenes. Una muestra: dijo Enrique Camacho que el profesor Norberto Peluffo "prefirió optar por otra posibilidad profesional para él y desechar la posibilidad de la Dirección Deportiva de Millonarios", afirmación que resulta cuestionable si uno se atiene al entusiasmo que Peluffo demostraba al respecto en las entrevistas radiales de Enero de 2015. Si el asunto fue que no se pusieron de acuerdo en el salario ofrecido, pues dígalo sin misterio, Dr. Camacho. Para todos es fácilmente de suponer que producto de la negociación fallida, a Peluffo le llegó la propuesta de Gol Caracol. Pero no haga eso. No somos mensos. 9. Todo el 2015 es de la Junta Directiva de Gustavo Serpa, incluido su presidente Enrique Camacho. Nada podrán decir dentro de un año acerca de los efectos colaterales por decisiones de otra junta. Ahí miraremos si su actitud de hoy marcada por la displicencia y desprecio por el socio minoritario, silencio desafiante y sonrisa socarrona se repiten. Pero pensemos en que nos va a ir bien en lo deportivo y financiero. 10. Para la asamblea del próximo año que presentará resultados de 2015, se debería estudiar e implementar un mecanismo para que no se convierta en un escenario de abierto irrespeto. Un compromiso escrito de buen comportamiento podría ser, so pena de pérdida definitiva del uso de la palabra. Putear, insultar, vociferar e interrumpir desde la trinchera en que se convierte una silla Rimax es muy fácil, incluso diría que cobarde. Una cosa es no estar de acuerdo con la gestión de un grupo de personas o votar negativamente unos balances. Otra muy diferente es torpedear, interrumpir, sabotear o matonear a un directivo que se dirige a la asamblea. Por ahí no es la cosa. Por ahora, esperar que Ricardo Lunari levante bien al equipo y nos de una alegría, entiéndase campeonato. Porque qué más con Gustavo Serpa quien fue el más relajado de los asistentes. Lo que hoy ocurrió debería llamarse "Asamblea General del Socio", así en singular. ----------------------------------------------- Pd: Una curiosidad. El derecho de inspección me dio la posibilidad de encontrar una pequeña sorpresa: El Libro de Socios que indica el bloqueo de las acciones de Juan Carlos Ortiz, Alessandro Corredori, etc, dice en la "página 23 de 174" que la Sra. VIENA JULIETTE RUIZ ESTRADA identificada con C.C. 42.895.223 es accionista minoritaria. Una (1) acción, algo marginal. ¿Pero no nos habían dicho que nada de Juan Carlos Ortiz quedaba en Azul & Blanco S.A.? ¿O se trata de otra Viena Ruiz?

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    Teófilo Gutiérrez es, sin ninguna duda, uno de los jugadores más importantes del fútbol argentino y de América, actualmente. Sea cual sea su actuación en cualquier partido, sea bueno o malo su comportamiento durante la semana, cualquier declaración que dé, o, en definitiva, cada movimiento que realice, siempre va a ser noticia para los medios de comunicación gauchos.

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