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  • Gol Caracol

    No va a pasar nada si a usted o a mi se nos meten al correo electrónico o nos amenazan por Internet o se nos roban las cuentas de Twitter o Facebook, pero alguien abre un grupo en el "cara'elibro" diciendo que le gustaría matar al hijo de Uribe y se moviliza hasta el FBI; alguien le hackea el programita de trinar a Daniel Samper Ospina y el país se paraliza y en menos de 48 horas capturan al responsable. Por supuesto, no estoy diciendo que el grupo contra Jerry o el pirata cibernético que se le robó los datos al columnista hicieran algo bueno, para nada, pero sería bueno que la gente de a pie también recibiera ese trato, que se le hiciera justicia con prontitud, como si sus derechos pesaran igual a los de estos famosos. Y no es así. Hace unos años me empezaron a llegar amenazas diarias a mi cuenta de correo electrónico bajo la firma de una barra de esas que llaman bravas. Eran insultos; muchos, pero muchos insultos (cosa que lamentablemente es normal para todos los periodistas de este país pero que a los 25 años te traumatiza un poco), y cuando llamé a la policía para que investigara (básicamente porque el último correo que me llegó decía lacónicamente: "Ya sabemos dónde vive calvo hijueputa..."), dos agentes del orden llegaron a mi oficina (en el desaparecido Diario Deportivo), uno de ellos me interrogó, el otro puso la mano sobre el monitor de su computador y ya. Eso fue todo. ¿Revisó la URL o la IP? No. ¿Anotó al menos la dirección electrónica desde donde me estaban mandando entre 30 y 40 mensajes diarios desde hacía una semana? Tampoco. El uniformado puso la mano izquierda sobre el monitor, dijo: "vamos a investigar joven", y ya. Asumo que tenía poderes especiales y que con el tacto iba a descubrir al agresor, pero como para prevenir empecé a tomar rutas alternas a mi casa. Eso sí, no me pasó nada. Bueno, una vez me hicieron una encerrona diez pendejos con camisetas de su club, pero esa historia la cuento luego. Y ojo, yo soy periodista; al menos a mi me llegó la policía (para hacer nada, obviamente) pero sé de casos en los que eso simplemente ni pasa: hay matoneo escolar por Facebook, cientos de grupos on line que denigran a personas del común, Twitter está lleno de 'trolls' cuya única misión es acabar con un X o Y, y nunca pasa nada. La gente de a pie no importa en este país. Lo peor es que a la inversa también pasa y el caso del Bolillo lo demuestra. Lo que sobra en Colombia son los casos de mujeres abusadas y golpeadas que no lo denuncian porque su hombre/agresor a lo mejor les corta los fondos, porque lo aman, porque hay amenaza con los hijos, porque creen que una cachetada es cariño o que el amor se demuestra a los golpes o qué se yo, y la Fiscalía no hace nada porque no hay demanda en contra del victimario. Es una vergüenza. En todos los casos, sin importar que sea alguien famoso como Hernán Darío Gómez, el hombre que agreda a una mujer debe ser investigado y castigado. Pero claro, estamos en el país de Liliana Rendón, la senadora de la República que cree que las mujeres se buscan que les peguen... Y lamentablemente no es la única. Ver en los foros de Golcaracol.com cómo tanta gente defiende a Bolillo, no como DT (cosa que entiendo perfectamente) sino que defiende que haya golpeado a la señora X porque sí, porque "hay viejas que se lo merecen", me hace sentir una pena profunda. Pero bueno, qué más puede pedir uno si estamos en el país Alvaro González Alzate, Vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol, máximo jerarca del fútbol aficionado y el tipo que dice, sin que le duela una muela, que si un hombre le hubiese pegado a Piedad Córdoba "estaría todo el mundo aplaudiendo". Es un asco la postura de este personaje y lo peor es que no entiendo cómo es que él sigue hablando a nombre de la Federación Colombiana de Fútbol: ¿dónde está el presidente de esta entidad?, ¿piensa Luis Bedoya lo mismo?, ¿no le da ni un poquito de vergüenza que este señor hable en nombre de los siete integrantes del Comité Ejecutivo que supuestamente él preside? Porque si es así, desde ya invito abiertamente a todas las mujeres del Huila a que no voten por Jorge Perdomo, miembro de ese comité, candidato a la gobernación de ese departamento y quien, según las declaraciones de González Alzate, está de acuerdo en que a las mujeres las golpeen según el caso: ¡qué prohombre huilense! Si Perdomo no está de acuerdo con que Alvarito hable por él, se le está haciendo tarde para pronunciarse. ¿O será que por ser del Partido Conservador, el mismo partido de la senadora Rendón, está de acuerdo? No sé. En su primer pronunciamento público dijo que no, que lo de Bolillo era el colmo, que se debía ir, pero González lleva varios días hablando en su nombre sin que él responda y pareciera que cambió de parecer. Por eso invito a la opinión pública del Huila a cuestionar al candidato así como los que estamos en fútbol cuestionamos al dirigente. Aunque ojo, lo que ha pasado en los últimos días demuestra que el único "dirigente" del fútbol colombiano es González Alzate. O al menos es el único que habla y el que además dice la última palabra. ¿No le queda a usted la sensación de que está claro que en la Federación el que manda es el misógino Alvaro y no el políticamente correcto Luis Herberto? Con razón el fútbol colombiano lleva tanto tiempo en crisis: uno señalando durante todos estos años al bigotón bogotano cuando el que está detrás de todo es el bigotón manizaleño, el que sería feliz dándole en la jeta a Piedad Córdoba porque cree que el país lo aplaudiría, el que cree que tiene derecho de criticar la doble moral de los demás olvidándose de todos los señalamientos históricos sobre su manejo del arbitraje colombiano, el nuevo faro de ética y responsabilidad social de este país retrógrado y farandulero en el que la gente se preocupa más por el devenir de la cuenta en Twitter de Daniel Samper Ospina que por la jovencita a la que atacaron con ácido en la cara... Estamos en un país donde Juan Manuel Corzo es presidente del Senado a pesar de estar bajo investigación de la Procuraduría y la Corte Suprema por el "carrusel de notarías" del gobierno Uribe, por tráfico de influencias y por los señalamientos de Parapolítica; un país cuyo presidente era el Ministro de Defensa de los "falsos positivos" y en el que el técnico de la Selección Colombia seguirá en su puesto a pesar de que la Procuraduría le solicitara a la Fiscalía que le abriera un expediente de oficio por la agresión contra una mujer. Vivimos en el país donde la ética y la justicia dependen de quién las siga o a quién afecten y lo miserable es que ya nos acostumbramos. Estamos en el país de Alvaro González Alzate. Qué mierda... Sígame en Twitter: twitter.com/PinoCalad PD. Después de publicar este post me hicieron saber que el candidato a la Gobernación de Huila y miembro del Comité Ejecutivo de la Federación, Jorge Perdomo, se manifestó públicamente en contra de las declaraciones de González Alzate, cosa que celebro y que muestra coherencia en él, que fue el único de los siete integrantes de ese ente federativo en asumir una posición crítica con Bolillo después de que se supiera de su agresión a una dama. Perfectamente podría borrar el párrafo en el que exijo que se pronuncie, pero preferí escribir esta posdata pues, si bien me encanta que alguien en la Federación al menos le haga frente a Alvarito, me parece un tanto curioso que la aclaración se diera después de que se publicara esta entrada de Gotas de veneno.

  • Gol Caracol

    Apeada Colombia del Mundial Sub-20 llega la época de los balances. Con tintes positivos, en mi caso, por cinco razones con nombre propio: Cristian Bonilla, Pedro Franco, Santiago Arias, James Rodríguez y Luis Fernando Muriel. Ellos deben ser ya el mejor legado de la Juvenil para el combinado de Mayores. Es una exigencia coherente con lo que debe ser un proceso a nivel de selecciones. Sin importar, como en este momento, los nombres de los entrenadores. Se trata, sobre todo, de una apuesta a futuro. No por nada, Bonilla, Franco, Arias, Rodríguez y Muriel fueron los puntos altos en un equipo con carencias tácticas y de mentalidad. Demostraron que tienen el peso necesario para vestir la camiseta de la ‘tricolor’. Lo que se exige desde esta tribuna es que todos se empapen de lo que es una Eliminatoria mundialista. Que ganen experiencia con los grandes de la Selección para que cuando llegue su turno no se estrellen. Insisto, que sea un proceso. Serio, coherente. Por ejemplo, nada mal le caería al conjunto de mayores, dirigido por el técnico que sea, la personalidad de Cristian Bonilla bajo los tres palos. El guardameta del Chicó sería el mejor de los suplentes para David Ospina. Que me perdonen Bréiner Castillo (33 años), Luis ‘Neco’ Martínez (28) y Nelson Ramos (29), pero con su edad es preferible darle renovación al arco colombiano. Si de recambio se habla, pasa lo mismo con Pedro Franco y Santiago Arias. Quiero verlos a ellos como suplentes de Mario Yepes y Camilo Zúñiga, y no a Aquivaldo Mosquera (30) y Yulián Anchico (27) preparándose para Rusia 2018. Para ese Mundial se debe pensar desde ya. A Luis Fernando Muriel le sentaría muy bien ver de cerca a definidores como Radamel Falcao García, Teófilo Gutiérrez y Jackson Martínez ¿Se imaginan de cuánto talento se contagiaría el ‘Bombardero de Santo Tomás’? James Rodríguez, la estrella de la selección Colombia, sí debería ser parte activa del camino hacia Brasil 2014. En la Copa Mundo demostró que posee el carácter para sacar de la monotonía un partido. Ojalá la lógica de nuestro fútbol le permita ser titular por encima de muchos. Se lo merece el cucuteño. Ha hecho las cosas bien y sería una opción interesante para la banda izquierda. El punto es ese, justamente: pulir nuestras promesas. Las destacadas. Las que brillan. Las que en un futuro pisarán cualquier estadio de Europa sin temor. Hay una herencia de esa esta Selección Sub-20, eso está claro. De Bolillo o el que sea depende reclamarla. Por: Ronny Suárez Twitter: @ronnycol86

  • Gol Caracol

    Entre domingo y jueves la Federación Colombiana de Fútbol nos ha dado una clase, qué digo, una cátedra de cómo NO se debe manejar una crisis. Más allá de que el Bolillo agrediese a una mujer (una barbaridad por la que yo, como ya dije en mi post anterior, le habría pedido el puesto), Luis Bedoya mostró que lo suyo no es la gerencia deportiva ni la gerencia en general, ni siquiera las relaciones públicas. Parece ser que Bedoya sólo es bueno para cerrar contratos -y ojo, es buenísimo en eso-. Pero manejando crisis es una tragedia. Es una quinceañera lidiando con un noviazgo. Hagamos un recuento de lo que ha pasado, no desde el punto de vista de la ética o la moral (para eso, inisisto, está mi post anterior), sino desde el punto de vista de la organización que es la Federación Colombiana de Fútbol y el producto que es la Selección Colombia. Porque detesto ser un "anti-romántico" (todas mis novias también lo han odiado), pero la Selección es un producto que todos consumimos y, nos guste o no nos guste igual nos lo venden y lo compramos, desde las camisetas adidas hasta el saber que "Aguila es mi Selección": estamos en el mundo en el que el consumo no es sólo material, es simbólico, y para los colombianos no hay símbolo más grande que su equipo nacional. ¿O ustedes por qué creen que las transmisiones de Gol Caracol son las más vistas en este país? Porque acá hace años se dieron cuenta de que si ofreces un mito la gente te va a seguir. La gente te lo compra. Pero en fin, volvamos a la serie de errores gerenciales y especialmente estratégicos y comunicativos de la Federación Colombiana de Fútbol. El primero es no haberse anticipado a todo esto. Es decir, Bolillo y la mujer agredida protagonizaron una escena pública el domingo después de la 1 de la mañana. Hubo testigos y se trata de un personaje público, no de un perico de los palotes, no de un tipo como usted o como yo, sino del inconfundible, famoso y totalmente reconocido Hernán Darío Gómez. Bolillo tuvo todo el domingo para avisarle a Colfútbol lo que había pasado y así la entidad podría haber diseñado una estrategia para reducir los destrozos, pero no pasó. No sé si Gómez no avisó (y creo que fue así) o si avisó y alguien en la Federación dijo: "fresco hermano que sin video no pasa nada" (que después de escuchar a González Alzate también es muy posible); el caso es que cuando el lunes en la mañana La W destapó el escándalo, Gómez y la Federación quedaron con una manita adelante y otra atrás. Mal. Muy mal. Eso no puede pasar en una organización seria (ya sé, usted acá dice: "es que la Federación no es seria", y créame, yo estoy de acuerdo). Si la Federación actuara como una organización seria (sí, más risas), el domingo en la noche ya habría estado lista para todo esto. Es más, creo yo que la mejor estrategia habría sido comunicarse inmediatamente con la Alta Consejería para la Equidad de la Mujer y que Gómez saliera a dar la cara admitiendo su error, mostrándose como un tipo que cometió una canallada, una equivocación infame, un descache impresentable, pero que está dispuesto a reeducarse, a cambiar, a mejorar. Si Gómez admite su culpa antes del escándalo, ofrece disculpas en persona, se muestra dispuesto a trabajar por el bien de la mujer en Colombia y se plantea realmente arrepentido, seguramente varios (me incluyo) igual habríamos pedido su salida de la Selección, pero muchos otros habrían creído en el principio cristiano de que los pecados son para perdonarlos. Pero no lo hizo. Es más, hasta el momento no ha dado la cara, cosa que ofende un poco, más cuando sus disculpas se dieron con un comunicado de prensa que, primero, estaba mal escrito y, segundo, salió después de que en La W se reveló su mala noche de tragos. Como lo dije antes, la sensación no es de que Bolillo se disculpara por agredir a una mujer, sino de que terminó disculpándose por armar un escándalo. De entrada ya estaba todo mal hecho, y ahí llegó Bedoya y la terminó de embarrar. El presidente de la Federación el lunes dijo en todas partes que sí, que era un error, que era algo inadmisible, pero que eso en nada tenía que ver con el trabajo de Gómez, cosa que es totalmente discutible pero, más allá de eso, que termina siendo una mentira que el propio Bedoya se encargó de ratificar, pues el martes ya su posicion era otra: apenas 24 horas después de señalar que respaldaba a Bolillo, salió a decirle a quien quisiera llamarlo que el Comité Ejecutivo de la Federación iba a estudiar el caso y la continuidad del técnico. ¿Pero no que no tenía nada que ver agredir una mujer con ser seleccionador nacional? Querido Luis (así, con confianza, qué carajos), no podías dejar más en claro tu falta de táctica y estrategia... Claro, no fue sólo él. Jorge Perdomo, integrante del Comité Ejecutivo, sí salió de frente a decir que Bolillo debía renunciar. Cuánto pesa en esta afirmación el que Perdomo esté en plena campaña para la gobernación del Huila es algo que no voy a discutir, pero, más allá de la pregunta obvia sobre el desmadre de la Federación y de que cada quien saliera a decir lo que quisiera, como González que pregonaba la leguleyada de que sin video y sin denuncia no hay crimen y que todos tenemos doble moral (risas por Dios, ¡Alvaro González Alzate hablando de doble moral!), o el presidente de Colfútbol que un día dijo una cosa un día y luego otra, el martes a las 10:30 de la mañana era evidente que la Federación no tenía la más mínima idea de qué hacer. Por eso la posición de Bedoya fue fácil: se iban a reunir cuando se acabara el Mundial. Sí, la solución de la Federación fue meter el cadáver debajo de la cama, esperar que no empezara a apestar y rezar para que los vecinos se olvidaran del escándalo para luego ver qué se hacía con el muerto. Patético. Frente a este "magnífico" manejo de crisis, los patrocinadores de la Federación, los de la plata, los que vinculan su nombre con la Selección tratando de vendernos a todos su imagen junto al símbolo que es Colombia, se dieron cuenta de que la presencia de Bolillo no sólo no era buena publicidad, era pésima. En las organizaciones serias eso se llama "responsabilidad social" (está en Wikipedia para que la busquen en la Federación). Por eso Telefónica sacó el mismo lunes del aire sus comerciales de las "Glorias" con Bolillo y por eso, viendo el desmadre que narré en los párrafos anteriores, SABMiller, a través de Bavaria, mandó decir que eso no le gustaba ni poquito. Porque aunque la Federación no lo sepa, a las marcas vinculadas al fútbol como Bavaria, Telefónica, Adidas, Nike, Coca Cola o Visa no les gusta que se relacione su nombre con escándalos. Esto llevó a Bolillo a tomar la decisión de renunciar, cosa que aplaudo pues muestra la primera pizca de inteligencia de todos los protagonistas de este embrollo, pero al mismo tiempo causó un nuevo lío: quedó la imagen de que Gómez no renunció por su compromiso con restituir su imagen y mostrar que con eso empezaba a pagar su deuda por lo que hizo, sino que renunció porque los de la plata mandaron decir. Vayamos más lejos: quedó la imagen de que tiene más ética y compromiso social una cervecera que una entidad deportiva... Lo peor es que de pronto el Comité Ejecutivo de la Federación, el mismo que era "imposible" que encontrara un tiempo libre para discutir el tema de Gómez, se reunió para ver si le aceptaba o no la renuncia a Hernán Darío. El final del circo fue patético; como cuando los payasos se pelean y se dan tortazos en la cara y nadie se ríe: los siete miembros de la plana mayor de la dirigencia de nuestro fútbol se reunieron, discutieron por horas y horas, y no llegaron a ninguna conclusión. Quedó claro que a González Alzate no le importa que uno de sus empleados le meta la mano a una mujer pues, según él, eso no afecta su trabajo (como si la tribuna entera no fuera a putear a Bolillo en el próximo partido que dirija aprovechando precisamente ese "errorcito venial", o como si la prensa internacional no fuera a cuestionarlo por eso en cada presentación fuera del país). Quedó muy claro que Bedoya es tan pero tan político ( y ojo, este no quiere una gobernación como Perdomo, él lo que quiere es llegar a la Fifa y jubilarse relajado y tomando whisky... bueno, quién no) que no fue capaz de enfrentar a la opinión pública manteniendo a Gómez o enfrentar a González Alzate aceptándole la renuncia al DT. Y quedó claro, por supuesto, que la Federación no tiene ni la más mínima idea de lidiar una crisis. Después preguntan que por qué no volvimos a Mundiales. Porque acá pasan cosas graves, cosas serias, cosas que pueden ser aprovechadas para dar pasos gigantes y fortalecer la imagen del fútbol nacional, y la solución de la rectora de la misma es darle largas a ver si a la gente se le olvida... pero ya no más, ya es hora de que nos acordemos de estas cosas y de que alguna vez prometiste Luis (así, confianzudo, qué carajos), que si no íbamos a Sudáfrica 2010 tu te ibas. Y ahí sigues, sin tener ni idea de cómo lidiar una crisis de una forma que no sea dándole largas... Sígame en Twitter: http://twitter.com/Pinocalad

  • Gol Caracol

    Un verdadero parto, así se tornó para muchos el juego del pasado martes en El Campín entre Colombia y una débil, sobre el papel, aunque no tanto en la cancha, Costa Rica. Los dirigidos por Eduardo Lara jugaron su peor encuentro en lo que va del Mundial Sub-20 y pusieron a sufrir a todo un país que se ilusiona con que el trofeo de campeón se quede en casa. Se jugó mal, muy mal, y se cometieron errores infantiles en defensa. En tres minutos se pasó de ir ganando 1-0 a perder parcialmente 1-2. ¡La angustia fue infinita! Sin embargo el pundonor, la ‘garra’, la entrega y el oportunismo salieron a flote para salvar la papeleta y la ilusión. ¡Así también se vale ganar; es más, se disfruta tanto…! Y si no pregúnteles a los uruguayos que están acostumbrados a sacar adelante los partidos y a levantar trofeos a punta de tesón, el mismo que se le ha reclamado a las selecciones Colombia en muchas oportunidades. Por algo los ‘charrúas’ han sido dos veces campeones del mundo en categoría de mayores, 15 de la Copa América y han alcanzado dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos, entre muchos otros logros. El dejar hasta la última gota de sudor en la cancha y hasta hacerse ‘matar’ por la camiseta celeste hace parte de su ‘ADN’, de su identidad. Qué lindo que es emular las buenas cosas. Colombia así lo hizo el martes y por eso calentó lo que parecía ser la noche más fría de muchos años en Bogotá. Cuando no se pueden juntar, que muy rara vez se hace, las románticas tres ‘G’ (ganar, golear y gustar), es necesario acudir a la guapeza y al coraje para salir adelante. Colombia, con el apoyo de 40.000 espectadores que no pararon de alentar al equipo durante los 90 minutos del encuentro, ni siquiera en los momentos más críticos, se olvidó de jugar el partido para pelearlo y obtener un cupo a los cuartos de final. De ahí que varios de los jugadores nacionales, entre los que se encontraba la figura del equipo, James Rodríguez, finalizado el partido hicieran gestos señalando sus genitales. Sí, con testículos, con entereza, con amor propio se logró salir del atolladero. Colombia me hizo acordar del boxeador Rocky Balboa, aquel personaje de las cintas de Hollywood, encarnado por el actor Sylvester Stallone, al que sus rivales lo apaleaban durante gran parte del combate, pero que sacaba al final toda su ‘casta’ para resultar, casi siempre, vencedor. Yo soy de los que piensa que el resultado borra el proceso. Para mí el ganar, lógicamente de forma limpia, lo es todo. Levantar copas, como lo hace Uruguay, tiene que ser el objetivo. ¿De qué sirve jugar bonito si se pierde? Los partidos y los torneos hay que ganarlos y punto. Juan Carlos Calderón Medina. Editor Golcaracol.com Síganos en Twitter: @Gol_Caracol

  • Gol Caracol

    Lamento lo sucedido. “Bolillo” se toma media de aguardiente, lo cual no tiene nada de extraño ni de malo, pero se va de largo y termina en horas de la madrugada agrediendo a una mujer. Eso no es digno de nadie. Menos para el líder deportivo del país. Tampoco se hace fácil asimilar que un indigente con cuchillo en mano le ayude para salir del bar gracias a los cientos de miles de pesos que le entrega. Todo es una vergüenza. Una pena para Colombia. Lo que pasó deja lecciones más allá de la discusión airada acerca de si el técnico debe renunciar o ser despedido. No se trata sólo de irse o quedarse. Había una gran oportunidad de enviar un mensaje claro al país y se perdió. Si renuncia Gómez, ya nadie creerá que lo hace por su pecado o un real arrepentimiento. Y si lo despiden, no será por una decisión oportuna y unánime por parte de la Federación. La situación sólo será consecuencia de una consecuencia. Si existieran principios definidos, escritos en papel, y castigos concretos, la determinación correcta se hubiera conocido de tajo. Es más, no nos hubiera dado tanto tiempo de discutir al respecto. Y era simple: el técnico de Colombia no puede hacer quedar mal al país, ni en la cancha ni fuera de ella. Si comete la falta, debe pagar por ella. El problema, además, es que criticamos la violencia con violencia. La cantidad de groserías que van a esta hora en contra del “Bolillo” ratifican que somos gente de reacciones primarias. Se leen y escuchan afrentas personales que no van al caso. El tema debería hacernos reflexionar, más que sacarnos la ira que sí escondemos ante tantas otras atrocidades. Cuando Luis Moreno pateó una lechuza en el estadio Metropolitano surgió una reacción similar y no creo que para hoy haya disminuido el maltrato animal en el país. Cuando Silvestre Dangond le cogió las huevas a un niño en plena tarima hubo escándalo, pero tampoco creo que eso haya servido para bajar los índices de explotación o violación infantil. Esta vez, el “Bolillo” Gómez golpeó a una mujer y, cualquiera sea el final de esta historia, la indignación no servirá para acabar con este flagelo. Sin embargo, nadie, por más técnico de fútbol que sea, debe escapar de su merecido. Renuncia confirmada Apenas horas después de escribir este post, dimitió Hernán Darío Gómez. Reitero lo que había escrito y agrego que es difícil comprender la situación personal que debe estar pasando el entrenador. Todos nos equivocamos, así que no hay que juzgar a la ligera a las personas. Por demás, hay que pasar rápido la página. En mes y medio comienzan las Eliminatorias y Colombia necesita rápido técnico en propiedad. Que la decisión sea la más acertada. En Twitter: @javieraborda

  • Gol Caracol

    Tengo serios problemas con la violencia de género. Debe ser por ser hijo único de una madre separada o porque me criaron en el imperio femenino de mi abuela, mi mamá y mis tías, pero agredir a una mujer es algo que no se me pasa por la cabeza. Incluso hace unos años terminé en una Estación de Policía por romperle la cara a un tipo que abofeteó a su esposa en plena calle, en un hecho del que no me vanaglorio en lo absoluto pues fui un salvaje y creo que pude haber arreglado la situación de otra forma; especialmente porque mientras me peleaba con un total desconocido, su esposa, a la que en mi mundillo imaginario yo estaba defendiendo, me daba carterazos al grito de "¡suéltelo, suéltelo asesino!". A veces pasa. Lo que no debería pasar nunca es que un hombre agreda a una mujer, por más insultos que ella haya proferido en su contra, por más trago que se tenga en la cabeza, por lo que sea: es algo que nunca debe pasar. Por eso creo que la disculpa pública de Hernán Darío Gómez, técnico de la Selección Colombia, que en la madrugada del domingo pasado golpeó a una mujer en la salida de un bar en una escena de malos tragos , es insuficiente. Claro, me parece bueno que al menos se arrepienta, que admita que fue un error, que diga que tomará "todas y cada una de las medidas necesarias para evitar que actos como estos se repitan". Pero no es suficiente. Para mi no lo es. Me parece poco que diga que "este acto me da vergüenza con mi madre, con mi esposa y con todas y cada una de las mujeres de mi familia y mi país", porque creo que es obvio que se sienta mal; si no lo hiciera, si no hubiese ofrecido disculpas públicas, estaríamos hablando no sólo de un terrible ser humano sino de un desvergonzado. Pero acá quiero hacer una pregunta: ¿por qué estas disculpas públicas de 'Bolillo' aparecen después del escándalo? Me parece de mal gusto: me queda el gustillo en el paladar de que Gómez no se disculpa por haber agredido a una mujer, se disculpa por haber generado un escándalo mediático. Ahora bien, todo ser humano tiene derecho a equivocarse, y eso incluye a los técnicos de fútbol. Pero creo que el gesto de la disculpa es poco, corto, inútil. Si de verdad Gómez quiere redimirse por ese pésimo ejemplo (porque todo personaje público es eso para bien o para mal, un ejemplo) tiene que hacer mucho más que mandar una carta que dice "lo siento", y esta es la hora en la que no lo ha hecho. Y debe hacerlo. En serio, esto no se puede quedar así. Precisamente por eso el tema del momento es si 'Bolillo' debe seguir o no al frente de la Selección. La posición de la Federación es clara: "Desde el punto de vista institucional de la Federación Colombiana de Fútbol, obviamente no compartimos esta situación. Es un hecho de carácter personal que no se puede mezclar como la labor profesional que viene desarrollando Hernán Darío Gómez como seleccionador nacional de Colombia", le dijo Luis Bedoya a El Tiempo, ratificando que el técnico se queda, lo que me lleva a pensar en un dilema ético de enormes proporciones para el país. Yo, el autor de este Blog, prefiero a un buen ser humano por encima de un buen profesional. A mi de nada me sirve tener en Golcaracol.com al mejor periodista del universo si no estoy convencido de que es una buena persona, simple y llanamente porque creo en la responsabilidad social del periodismo y en que los periodistas realmente buenos son personas de verdad buenas, pero es claro que así no funciona el mercado y que soy un cursi de quinta. La vida laboral me lo ha demostrado ya varias veces y lo que sobra son profesionales exitosos que son pésimas personas. En este mundo, y en nuestra sociedad en particular, los valores no se miden con la misma vara en diferentes entornos, lo que para mi es absurdo. El argumento de Bedoya lo ratifica; es algo así como: estamos contentos con el trabajo de Bolillo y no nos importa si le rompe la nariz a una mujer; lo reprobamos, claro, pero no nos importa de veras. Porque si Bedoya de verdad creyera que en la Federación "no comparten esta situación", le habría pedido la renuncia a Gómez: si la reprobación de Bedoya fuera cierta, Hernán Darío no podría seguir trabajando en Colfútbol. Por supuesto, no es el primer caso de esa absurda tergiversación de valores en Colombia, ni el más importante: acá los muertos de Soacha y los falsos positivos no importan y nadie se acuerda de ellos porque eran pobres, pero matan a un estudiante de Los Andes y ahí sí el país "se fue a la mierda", ¡como si unos muertos fueran más dolorosos que otros! Acá muchos creen (cinco millones de firmas lo demuestran, para mayor estupor) que es preferible que una mujer que fue violada tenga el hijo producto de esa agresión sexual, a que tenga el derecho de ejercer control sobre su cuerpo y aborte si quiere hacerlo. Acá un ciudadano de a pie le pega a una mujer y la ley le cae encima; el técnico de la Selección lo hace y parece que una disculpa basta... Claro, el tema es que es el Bolillo, un personaje público, y la situación está siendo aprovechada por todos; por sus detractores para caerle con todo, por las agrupaciones de lucha de género para posicionar su agenda en un país en el que las mujeres son objeto de todo tipo de agresiones con escalofriante frecuencia, por los políticos de turno que buscan captar el voto femenino e incluso, y patéticamente, por esos enfermos que no pierden oportunidad para echarle gasolina al incendio permanente de las disputas regionales, que no vienen al caso. Incluso yo aproveché para escribir este post y los medios, en general, nos hacemos agua la boca con esta noticia que le está dando la vuelta al mundo: el técnico de la Selección Colombia golpeó a una mujer. Y es una noticia lamentable -decorada además con la historia del personaje que defendió cuchillo en mano a Gómez, al que alguien le iba a hacer lo que yo le hice hace años a otro agresor de mujeres... en fin, violencia por todas partes-, pero al menos espero que sirva para que nos demos cuenta de que eso que hizo Gómez es un desastre, que las mujeres son intocables, que vivimos en un país terriblemente intolerante y que en estos casos, no sólo por ser Bolillo, una disculpa es insuficiente. Los hombres que agreden a las mujeres no tienen excusa. Es absurdo que sólo porque esto pasa nos pongamos a discutirlo. Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad

  • Gol Caracol

    [youtube]http://www.youtube.com/watch?v=uSqz3Hz_ueQ[/youtube] Como somos un país de muchos sentimientos, rápidamente olvidamos tristezas. Ha pasado de nuevo. Esta vez en el fútbol. Fue dolorosa la eliminación en la Copa América y otra vez estamos pensando en un título. Ahora en casa, con nuestra gente. El punto es que terminar primero en un grupo, como es este caso, o en una eliminatoria solo sirve para mostrar un orgullo momentáneo y si acaso para tratar de encontrar un rival de menos jerarquía. Argentina es la mejor evidencia. Marcó un récord de puntos en la etapa clasificatoria (43 en 18 partidos) rumbo a Corea del Sur y Japón 2002 y se fue llorando en la fase inicial. A México 86, en cambio, llegó sufriendo y terminó campeón. La selección Colombia en el Mundial Sub-20 ha hecho valer lo que pesa. Es local, ha respetado la espectacular casa en la que se ha convertido El Campín y sus jugadores han conseguido los resultados deseados. Tres partidos, tres triunfos y un excelente choque ante Francia. Contra Malí sí fue regular y frente a Corea del Sur no se complicó ni esforzó demasiado y triunfó, a pesar de eso. Nada se ha ganado y eso debe subrayarse porque ya sabemos de nuestros desencantos. El torneo será bueno solo si se logra, al menos, la semifinal. Olvídese, en las debidas proporciones, de los rivales que vienen. Ninguno es demasiado superior para pensar que son invencibles. Colombia no puede creerse favorito, aunque sí capaz. Tiene soldados con los guayos puestos y mucha compañía en las tribunas para lograrlo. PD: El himno de Colombia en un Mundial es histórico y, como dice el comercial, no tiene precio. Por eso el video. En Twitter: @javieraborda

  • Gol Caracol

    La lechona en El Campín está a $10.000 por culpa del Mundial. Puede que a usted esto no le afecte y no le importe, pero cuando comer es tan importante, como para mi, que considero como algo sagrado el palito de queso del Nemesio Camacho desde que tengo 13 años, la cosa duele. Además, es escandaloso el precio de las chucherías (lo que mi mamá llama "para picar" y una ex novia "snacks"), y he recibido muchísimas quejas de dolor "patrioticobarista" porque en Colombia, la tierra del café, de un momento a otro uno ya uno no consigue tinto en los estadios: está prohibido, así como están prohibidas todas las cosas que no sean parte de la organización. Si quiere tomar algo, ojalá le gusta la Coca Cola (patrocionador oficial). El que va a un partido del Mundial se encuentra con que el torneo es nuestro sólo en las tribunas y en la gente que las adorna. De resto, es un evento Fifa en todo el sentido del término: desde tomar únicamente "la chispa de la vida" (no vaya a ser tan descachado de buscar una Colombiana: el Mundial es Coke), hasta un exceso de higiene en los productos que suelen acompañar la fiesta del fútbol en Colombia, que parece extraña. Porque la lechona no sólo está a $10.000, ahora se ve tan "limpia" que ni ganas dan de pedirla. Por supuesto, los sobrecostos son explicados por la organización precisamente con eso: unas papitas en paquete transparente, sin marca alguna (como la lechona), que cuestan fuera del estadio más o menos $700, en el templo mundialista tienen un sobrecosto del 900% ya que, según me contaron, "superaron todos los requerimientos de higiene". Mejor dicho, las papas fritas sabor natural que te comas en el estadio, amigo mío, van a ser las más saludables del planeta. Y va uno a ver y... En fin, estos detalles hacen parte de la misma organización del evento que, por supuesto, sin patrocinadores no sería lo mismo. Hablo de la bandera de Coca Cola que fue tal vez lo único que nos recordó que había Mundial en Colombia desde meses antes del torneo, de las promociones de Visa que dieron descuento en la preventa con esa tarjeta y ahora están sorteando boletas entre los tarjetahbientes que realicen compras superiores a los $50.000, o de las entradas que están regalando Hyundai y Kia (recordemos que la Fifa tiene seis socios estratégicos: Emirates, Sony, Adidas y las otras tres empresas mencionadas en este párrafo). Digamos que el tener el Mundial en Colombia tiene un precio, y no sólo se trata de los más de $200.000 millones que pagamos todos de nuestro bolsillo para responderle a la Fifa en infraestructura, sino que con pequeños detalles como las papitas o la lechona sabemos qué es hacer parte del "sistema mundo de la Fifa", y eso está bien: por algo a la Selección ahora la viste la marca de las tres rayas y en estos días hemos dejado de tener la presencia constante de Cerveza Águila junto a la tricolor. Sin embargo, hay algo que ha avanzado de la mano de este Mundial que me parece totalmente negativo: extrañamente el evento más importante en la historia de Colombia, el que debería cumplir la función de unirnos y fortalecernos más como nación, está causando que las cicatrices históricas del regionalismo vuelvan a picar. Y con sarna. Todo comenzó con preguntas incluso lógicas: que por qué esas ocho sedes y no se tuvo en cuenta a Bucaramanga, a Cúcuta o a cualquier otra ciudad que no clasificó en la decisión final, o esa que se cuestionaba por qué la inauguración en Barranquilla si la Selección no iba a jugar ahí. Pero apenas empezó el Mundial la cosa se puso fea: la inauguración, un desastre televisivo si me lo preguntan y un espectáculo carnavalesco que de cierta forma reflejó lo que somos para bien y para mal, fue seguida de una batalla campal de señalamientos desde el Caribe hacia el interior y viceversa. Muchos cachacos, paisas, vallecaucanos, santandereanos y demás no criticaron a la inauguración per sé, sino que señalaron que el fracaso de la misma fue culpa de que se hiciera en Barranquilla. A la vez, desde esta ciudad pasaron a lo que se podría llamar como una "defensa agresiva" y empezaron a acusar al resto del país de xenófobo (con razón, aunque irónicamente, pues estaban haciendo lo mismo). Todo, claro está, adornado con los peores insultos. Luego vino el oso de Bogotá, con la inundación del sector de prensa y la demostración de que la cancha no estaba lista para las condiciones climatológicas de la capital (o bueno, a lo mejor para las de la capital de Perú, donde nunca llueve), y los bogotanos hicieron lo mismo que los costeños: comenzaron a defenderse a punta de insultos, asumiendo que la crítica normal contra una situación así (porque no hay derecho a que pase eso en un estadio al que se le ha invertido tanto y que va a ser sede de la final de un Mundial), como si fuera un ataque directo contra ellos. Estar en las redes sociales en estos días de Mundial ha sido una tortura, un corolario permanente de insultos de los habitantes de una región contra los otros, vanagloriándose unos, criticando otros, asumiendo señalamientos que nadie a hecho algunos más... ¡y ni siquiera llevamos una semana de torneo! El Mundial despertó esa latente bestia regionalista e ignorante que todos los colombianos llevamos dentro y pareciera que ese torneo, "nuestro Mundial", sólo se refiere a la primera persona del plural cuando es algo bueno para nuestra región: como si la inauguración fuera sólo barranquillera y no colombiana, o como si la inundación del Campín o los retrasos en las obras del Pascual Guerrero no afectaran también la imagen de Medellín y de Cartagena. Vivimos en un país de chovinismo elevado a la máxima potencia. Todavía creemos que el de Colombia es "el segundo himno nacional más lindo del mundo" (¿cuál es el primero, quién hizo el ranking, de dónde salió eso?), que "el mejor español del mundo se habla en Colombia" (cosa que refuta totalmente cualquier película de Víctor Gaviria o mamarse cinco minutos de ese tipo que se hace llamar Suso), que este país es grande porque Shakira sale en revistas internacionales y que todo el planeta está pendiente de lo que pasa acá y lo mira con atención y/o envidia. Lo peor es que, a la vez, cada una de las regiones cree que esa Colombia gloriosa que nos hemos inventado históricamente (y que es una tremenda mentira) corresponde sólo a su terruño. Como si las que quedaran mal frente a esa mirada internacional que tanto nos importa fueran Cali, Barranquilla, Medellín, Pereira, Bogotá o Choachí, y no toda Colombia. Después de que los aficionados presentes en El Campín se lanzaran al terreno de juego para abrazar a James Rodríguez en un gesto tan emotivo como desafortunado, producido por su gol frente a Malí, escribí en Twitter que aún no teníamos la cultura para vivir el fútbol sin mallas. Inmediatamente me replicaron de todas las regiones del país diciendo que "eso en Medellín no pasa", "eso es impensable Pereira", "eso en Armenia, ¡jamás!", etc. ¿Cuándo entederemos que este Mundial no se trata de qué ciudad es más "del putas" sino que los que quedamos bien o mal somos todos? Pero bueno, asumo que por eso también es "nuestro" Mundial: porque la lechona cuesta $10.000, toca tomar Coca Cola y sólo importa lo que pase en la ciudad de cada uno. Lo de los otros, pareciera, no es Colombia... Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad

  • Gol Caracol

    http://www.youtube.com/watch?v=x6zMHdAioo0 Diez años pasaron para volver a tener tanta unidad por la selección Colombia. Desde la final de la Copa América 2001, no recuerdo un ambiente así de emotivo por el conjunto nacional. El diluvio que cayó en Bogotá fue incapaz de ahogar el positivismo del hincha y, en cambio, creó literales olas en las tribunas. El gol de Francia calló a todos, pero solo un instante. El respaldo se demostró con los gritos de los aficionados pocos segundos después. El equipo se contagió de esa energía y evidenció capacidad de reacción. Empató, se fue al descanso entre abrazos y logró remontar el resultado con muchísima categoría. Fue un 4-1 histórico, con un penalti desperdiciado y con el “ole” retumbando en los oídos. Al final, un epílogo lleno de alegría y aplausos. El Campín así provoca como sede de la selección mayor. A pesar de las ruidosas vuvuzelas. PD: Lamento si el video no encuadra como debe en la página. En algunos navegadores presenta problemas. En Twitter: @javieraborda

  • Gol Caracol

    Hay varios videos circulando en Internet que no enseñan lo mejor del país. Son aquellos que al final nos representan falsamente. Como al Perú aquellos de Wendy Sulca o la Tigresa del Oriente, nosotros hemos organizado unos recibimientos patéticos a las selecciones que llegan. Uno es especial y muestra la vergonzosa bienvenida que se le hizo a Inglaterra en Medellín. Mujeres policías escenifican una pésima coreografía, al son de la “Checumbia” del Checo Acosta, y sacan a bailar a los jugadores, que, sorprendidos, ríen tratando de entender lo que pasa. Algunos, vale la pena decirlo, siguen los pasos. Otros, sin embargo, se quedan absortos. El video fue publicado por la asociación de fútbol de ese país, The FA, y luego reproducido por la BBC. Es decir, lo ha visto todo el mundo. El primero tituló “A crazy Colombian welcome!” y el segundo: “England U20 footballers party with parrot in Colombia”. La traducción la omito, para no caer en problemas tipo Carolina Cruz. Nosotros ya habíamos mostrado al guacamayo “Bambuco” como mascota oficial del torneo. Y tratamos de hacer lo mejor, creo. Pero en lugar de aprovechar estos días de Mundial para demostrar que tenemos cultura para envidiar, estamos cayendo en el ridículo, en un folclorismo arrabalero. El país se está jugando su imagen en el campeonato y es innegable que también se pone sobre la mesa el pundonor deportivo y el cargo de Eduardo Lara. Aun así, más allá de los goles, que son muy importantes, también es buena la ocasión para pensar que podemos mejorar lo que otros piensan de nosotros, sin narcisismo. Colombia no es una bomba de tiempo, aunque sí explotan granadas. Este es un país con muchos corruptos, pero no todos son narcotraficantes. El fútbol, el Mundial, debe diezmar ese estereotipo y proveer a los extranjeros de nuevas imágenes, unas menos violentas. Unas que disimulen la triste realidad. Recibir a las delegaciones mundialistas con shows precarios no es desde luego la solución. La intención no es lo único que cuenta. Y no se trata de esconder tampoco lo que somos. “Hay que cuidar el lenguaje, los adjetivos, para los extranjeros y para los nacionales… que les dé gusto venir a Colombia”, advirtió, creo que con acierto, Darío Fernando Patiño, director de noticias del Canal Caracol, en el consejo de redacción realizado un día antes de comenzar el certamen. La responsabilidad de hacer un buen Mundial es de la Selección y de todos los colombianos. De los hinchas, que se comporten en los estadios. De los taxistas y meseros, que no timen a los extranjeros. De la organización y las autoridades, que propendan por la seguridad. De nuestra sonrisa, que algo puede ayudar. Porque sí es valioso tratar de resaltar nuestra cultura, pero también muy detestable caer en un criollismo que provoca algunos de los peores sentimientos: la pena ajena. En Twitter: @javieraborda

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