
En la historia del arte colonial latinoamericano, pocas piezas han recorrido un camino tan simbólico y contradictorio como la Corona de los Andes, una joya de orfebrería religiosa elaborada en Colombia que, tras siglos de devoción, fue vendida por intereses particulares, convertida en objeto decorativo en Estados Unidos y, finalmente, rescatada como patrimonio artístico en uno de los museos más prestigiosos del mundo: el Metropolitan Museum of Art (MET) de Nueva York.
Corona de los Andes, un encargo de fe en tiempos de epidemia
La Corona de los Andes, también conocida como la Corona de Nuestra Señora de la Asunción de Popayán, fue creada en el siglo XVI como un acto de agradecimiento a la Virgen María por su supuesta intervención milagrosa durante una epidemia de peste bubónica y viruela que azotó la región de Popayán. El encargo fue realizado en 1592 por el entonces obispo de la ciudad, quien ordenó que la pieza superara en esplendor a cualquier corona monárquica terrestre, como expresión de devoción y gratitud.
Durante seis años, 24 artesanos trabajaron en la confección de esta joya monumental, que fue financiada por donaciones de la élite local y limosnas de los fieles. El resultado fue una obra de arte: más de dos kilogramos de oro y 453 esmeraldas —algunas de ellas de gran tamaño— que suman aproximadamente 1.500 quilates. La piedra central, según versiones históricas, habría pertenecido al tesoro del último emperador inca, Atahualpa, confiscado por Francisco Pizarro tras la emboscada en Cajamarca.
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Durante más de tres siglos, la corona fue custodiada por distintas familias vinculadas a la cofradía religiosa de Popayán. Para facilitar su conservación, la pieza era dividida en tres partes y ensamblada nuevamente cada año durante las procesiones en honor a la Virgen de la Asunción. Esta tradición se mantuvo hasta inicios del siglo XX, cuando comenzaron a surgir disputas sobre su propiedad y utilidad.
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Fue entonces cuando la familia Olano, que había tenido la custodia de la corona por generaciones, propuso su venta. Alegaron que los recursos obtenidos serían destinados a obras sociales en Popayán, como la construcción de un hospital y un asilo. Sin embargo, la realidad fue muy distinta.
¿Cómo salió la Corona de los Andes de Colombia?
En 1936, tras obtener el permiso del Vaticano, la corona fue vendida por 125.000 dólares al empresario estadounidense Warren J. Piper, quien tenía la intención de desarmarla y vender sus partes por separado. La operación fue altamente controvertida. La familia Olano se quedó con la mayor parte del dinero, la Iglesia apenas recibió fondos para terminar el Palacio Arzobispal, y los proyectos sociales prometidos nunca se concretaron.
La corona fue transportada fuera del país en una caja de sombrero de copa, un detalle que ilustra el carácter casi clandestino de su salida. Durante décadas, la pieza permaneció en manos privadas en Estados Unidos, utilizada incluso como centro de mesa decorativo, despojada de su valor simbólico y espiritual.
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Afortunadamente, la historia de la corona no terminó en el olvido. En 2015, el Metropolitan Museum of Art de Nueva York adquirió la pieza y la incorporó a su colección permanente. Hoy se exhibe en la Galería 626 del museo, bajo el nombre oficial de “Crown of the Virgin of the Immaculate Conception, known as the Crown of the Andes”.
La corona es descrita por el MET como una de las obras más destacadas del arte colonial americano. Su diseño incluye una diadema elaborada hacia 1660 y arcos imperiales añadidos alrededor de 1770, con una cruz en la parte superior que simboliza el dominio de Cristo sobre el mundo. Las esmeraldas están dispuestas en forma de racimos florales, en alusión a la pureza de la Virgen María.
ÁNGELA URREA PARRA
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