Desde el sábado se han realizado 356.000 pruebas de ácido nucleico, dijo hoy Zhang Qiang, responsable del equipo de prevención municipal, que anunció que se harán además test a los trabajadores sanitarios, a quienes viven en complejos residenciales donde haya casos confirmados, a funcionarios y a profesores y estudiantes que hayan reanudado las clases.
También se harán pruebas a otras 355.000 personas relacionadas de alguna forma con el mercado mayorista de Xinfadi, el foco del nuevo brote, que ha causado en seis días 137 contagios en la ciudad, 31 en las últimas 24 horas, cuatro más que el día anterior.
Capacidad de Pekín para pruebas diarias
Según Zhang, Pekín puede realizar 400.000 test cada día, una capacidad que se incrementará aún más para atender la demanda, a lo que se unirá la llegada a la ciudad de un laboratorio de bioseguridad móvil de nivel 3 instalado en un gran camión.
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Estos laboratorios móviles, de los que China cuenta con una veintena, están especializados en el diagnóstico y la investigación de patógenos especialmente virulentos y de fácil y rápida transmisión.
Uno de ellos, con capacidad para realizar mil análisis al día y que se ha desplazado a otras provincias chinas durante la pandemia, se ha asignado al distrito de Fengtai, donde se encuentra el mercado de Xingfai.
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Un total de 98 hospitales y centros designados se han habilitado en toda la metrópolis -de 22 millones de habitantes- para poder realizar esos cientos de miles de test.
La ciudad elevó el martes su nivel de alerta sanitaria del 3 al 2 (en una escala del 1 al 4) pero ha puesto en marcha medidas que van mucho más allá de ese nivel 2, en el que se encontraba hace apenas dos semanas.
Suspendidos los vuelos interprovinciales con la capital
Entre esas medidas inéditas hasta ahora, se han suspendido los vuelos interprovinciales para evitar la propagación a otras provincias -al menos cuatro ya se han visto afectadas- y se han cancelado las clases en todos los niveles, que se habían ido reanudando desde hace más de un mes.
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Un total de 1.255 vuelos de entrada y salida a Pekín han sido cancelados desde el martes.
Pekín ha desinfectado ya 276 mercados de productos agrícolas y cerrado 11 mercados subterráneos y semi-subterráneos, además de inspeccionar 33.173 servicios de reparto de comida a domicilio.
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Las bibliotecas, museos y parques abrirán a partir de hoy durante un tiempo limitado y con un aforo no superior al 30 % de su capacidad.
Algunas zonas de la capital han elevado su alerta al nivel 1, como el barrio como el distrito de Fengtai, mientras que en algunos complejos residenciales se ha decretado el confinamiento de todos los vecinos, tanto en ese distrito del suroeste de la ciudad como en otros donde han surgido casos.
A las personas que viven en "áreas clave", donde se han detectado nuevos contagios -que son ya nueve distritos de la capital- se les ha prohibido salir de Pekín.
También se ha suspendido la celebración de bodas, banquetes y otro tipo de actividades que congreguen a grandes grupos de personas.
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Por lo demás, se han retomado las restricciones del nivel 2 de alerta, de las que los pequineses se habían despedido el pasado 6 de junio: controles de temperatura e identidad a la entrada de viviendas y locales, obligación de llevar mascarilla y restricciones para salir de Pekín si no es con causa justificada.
La inmensa mayoría de los casos del nuevo brote son leves
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Entre los 137 contagiados que ha dejado el nuevo brote, solo uno se encuentra en estado crítico, cuatro en estado grave y el resto están leves. El más joven de los nuevos infectados tiene solo ocho años.
El vicedirector del Centro Municipal de Prevención de Enfermedades de Pekin, Pang Xinghuo, consideró "posible" que en los próximos días aumente el número de casos, antes de comenzar a reducirse, ya que el mercado de Xinfadi era el mayor de la capital y el más grande de su tipo en Asia por lo que existe un "alto riesgo de transmisión".
Por el estado de los pacientes y otros indicios, algunos científicos chinos estiman que el virus del nuevo brote no parece especialmente grave o al menos no tan letal como el que ha afectado a Europa y a otros países occidentales.
La principal hipótesis sobre su origen con la que trabajan los expertos sigue siendo la del salmón, al haberse encontrado trazas del virus en unas tablas de cortar pescado de un vendedor de ese producto en el mercado de Xinfadi.
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Con todo, advierten de que esa vía no está confirmada y algunos científicos consideran "improbable" que ese pescado, que China importa mayormente congelado, pueda ser portador de la enfermedad.
Los comerciantes chinos han dejado de importar salmón desde países como Noruega u otros como Australia o Chile, mientras que los supermercados del país lo han retirado de sus estanterías.
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Muchos restaurantes japoneses de Pekín han visto canceladas sus reservas y reducido considerablemente su número de clientes debido a esa relación entre el salmón y el brote, pese a que en Xinfadi se encontraron hasta 40 trazas del patógeno en otros productos y objetos, según los medios locales.
El director del Centro de Prevención y Control de Enfermedades chino, Gao Fu, aseguró que el nuevo brote podría haber comenzado en mayo y que es posible que hubiese "muchos portadores asintomáticos o leves ese mes" lo que explicaría que haya "una alta concentración del virus en el entorno" del mercado.
"Es nuestra estimación y necesita ser todavía verificada", afirmó Gao en una reunión con oficiales de salud pública en Shanghái, según el portal de información privado Caixin.
El científico explicó que el SARS-CoV-2 "puede incubarse en entornos oscuros, húmedos y contaminados, lo que nadie puede prever".
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"Luego se expone a mucha gente tras un cierto período de incubación. Creo que eso es lo que ha pasado en Pekín", dijo.
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