La italiana era también llamada ‘la decana de la humanidad’ y última superviviente conocida del siglo XIX, falleció a la edad de 117 años y 137 días.
"Tuvo una vida extraordinaria y recordaremos siempre su fuerza para seguir adelante", declaró Silvia Marchionini, la alcaldesa de Verbania, la pequeña localidad del norte de Italia donde residía la mujer que conoció tres siglos y dos milenios.
Según el Gerontology Research Group (GRG), un grupo estadounidense que busca y certifica a las personas más ancianas del mundo, la nueva decana de la humanidad es una jamaicana, Violet Brown, nacida el 10 de marzo de 1900.
El mismo grupo afirma que Emma Morano, nacida el 29 de noviembre de 1899, era la última persona conocida en el mundo nacida antes de 1900.
Morano, una mujer obstinada e independiente que conservó su autonomía hasta los 115 años, atribuía su longevidad a décadas de celibato y a su improbable régimen: tres huevos diarios durante casi un siglo.
A lo largo de su vida, vio pasar 11 papas, tres reyes de Italia y 12 presidentes de la República, pero no alcanzó a superar el récord absoluto de la francesa Jeanne Calment, que vivió hasta los 122 años.
Perdió a su primer amor durante la Primera Guerra Mundial. Antes de la Segunda, se separó de un marido violento tras la muerte de su único hijo con solo meses. Corría el año 1938 y faltaban 30 para que se aprobara la ley del divorcio en Italia.
A partir de ese momento vivió sola, en una época en la que eso no se hacía, y trabajó hasta los 75 años en una fábrica de bolsas de arpillera.
Por fin a los 115 años se decidió a aceptar la ayuda de una enfermera a tiempo completo.
Pocos médicos y nutricionistas recomendarían el régimen de Emma Morano.
Aquejada de anemia a los 20 años, siguió el consejo de un médico que le recomendó comer tres huevos diarios, dos crudos por la mañana y uno en tortilla al mediodía.
Más de 100.000 huevos
Siguió escrupulosamente ese régimen, llegando a consumir con el tiempo más de 100.000 huevos, antes de sucumbir en los últimos años una pasión por las galletas.
"Emma siempre comió muy poca verdura y muy poca fruta", contaba el doctor Bava, que la siguió durante 30 años y atribuía su larga vida a la genética. Su madre vivió hasta los 91 años y dos de sus hermanas fueron también centenarias.
Su régimen, muy alejado de la tan alabada dieta Mediterránea, debería haberle destrozado el hígado y el polvo de la fábrica de arpilla, los pulmones. "Pero con Emma, creo que habría podido comer gravilla y vivir mucho tiempo", bromeaba el médico.
La regularidad de su vida y su fuerte carácter también ayudaron. Emma Morano nunca quiso poner un pie en un hospital, ni siquiera para operarse de cataratas.
Veía y oía muy mal, se expresaba con dificultad y pasaba gran parte del día durmiendo. Pero su mente se mantenía ágil y tenía mucho sentido del humor.
"¿Cómo me queda el cabello, estoy bien?", preguntó antes de posar para la fotografía de su cumpleaños número 117 en noviembre de 2016.
"Lo que más me sorprende es su memoria. No olvida nada", contaba Yamile Vergara, la enfermera colombiana que la cuidaba desde mediados de 2015.
"El buen humor es su terapia. Yo la hago reír y ella me hace reír", sostenía Vergara. "Cuando la llamo "mi bambina" (mi niña), me responde a veces que 'nada de niña, no ve que soy más vieja que Matusalén'".
Updated: abril 15, 2017 04:49 p. m.