El oficialista de izquierda Lenín Moreno y el opositor de derecha Guillermo Lasso pasarán a la segunda vuelta presidencial de Ecuador al encabezar las votaciones del domingo, según la proyección de datos parciales del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Moreno, del movimiento socialista Alianza País, obtenía un 38,82% de los sufragios válidos y Lasso, exbanquero conservador, un 28,60% tras el conteo del 78,1% de las actas electorales.
El balotaje está previsto para el próximo 2 de abril y su resultado puede dar un nuevo golpe a la izquierda latinoamericana.
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Los ecuatorianos acudieron a las urnas este domingo para definir si continúan con la orientación socialista del presidente saliente Rafael Correa o dan una giro a la derecha, tendencia que se está imponiendo en la región.
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Moreno instó al pueblo ecuatoriano a "disfrutar de la fiesta democrática", tras sufragar en una universidad del norte de Quito.
Poco antes, al votar también en Quito, Correa, quien desistió por motivos personales de aspirar a la reelección, apostó por una victoria de Moreno en primera vuelta.
El conservador Guillermo Lasso por su parte se vio confiado en el balotaje. "Iremos a la segunda vuelta, claro que sí, y el lunes empezaremos la campaña electoral", declaró frente a su colegio electoral.
En una consulta popular simultánea, los ecuatorianos debieron responder Sí o No a una iniciativa del gobernante saliente para prohibir a los políticos tener capitales en paraísos fiscales, so pena de ser destituidos si están desempeñando cargos públicos.
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Una golpeada economía
Marcadas por la delicada situación económica y una campaña electoral inusualmente insípida, ensombrecida con acusaciones de corrupción, estas elecciones son, según los sondeos, las más reñidas y con mayor número de indecisos de los últimos años en el país andino.
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La ausencia de Correa, un carismático y polémico economista que desde 2007 ha liderado el período más estable de la historia reciente ecuatoriana, y la golpeada economía tras el fin de la bonanza petrolera, que le sirvió para modernizar el país y elevar sus índices de desarrollo, dejan al correísmo desgastado.
Los ecuatorianos votaron condicionados por el deterioro económico, producto según el gobierno de factores externos como la debacle petrolera, la devaluación de monedas vecinas, el fortalecimiento del dólar o los costos del terremoto del pasado abril.
La oposición, en cambio, ve una posibilidad de atizar el descontento de las clases medias y bajas, que hablan de derroche y mala gestión.
Moreno, cuyo estilo conciliador contrasta con el temperamental Correa, representa el continuismo de un sistema que combina un disparado gasto social con altos impuestos y elevado endeudamiento.
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¿Más "restauración conservadora"?
Esta elección también supone un nuevo test para la izquierda latinoamericana, tras el giro en Argentina, Brasil y Perú.
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Los ecuatorianos podrían frenar lo que Correa define como la "restauración conservadora" en la región. Pero si no lo hacen, dejarán sola a la Venezuela de Nicolás Maduro y a la Bolivia de Evo Morales.
La corrupción, que está salpicando a políticos de la región, también se fue instalando poco a poco como tema en la campaña.
Son casos como el de la petrolera estatal Petroecuador, que implicó a un exministro de Correa, y el de los supuestos sobornos de la firma brasileña Odebrecht a funcionarios ecuatorianos, por unos 33,5 millones de dólares.
Los electores dirán si son "distorsiones" de la campaña, como afirma Correa.
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"Corrupción ha habido en este y en muchísimos gobiernos, quizá en anteriores mucho más corrupción que ahora, pero en este momento estamos viendo que ha habido desarrollo", comenta resignada la funcionaria Nora Molina tras ejercer el voto también en el norte de Quito.