Xi Jinping abrió así el congreso del Partido Comunista Chino (PCC), donde espera ser ratificado para otro periodo de cinco años en el poder.
"La apertura trae progreso, el cierre nos lleva hacia atrás. China no cerrará sus puertas sino que se abrirá más", prometió Xi en su largo discurso.
Retomó el tono de sus discursos en el foro de Davos a principios de este año, cuando defendió la globalización y el libre comercio.
"Vamos a flexibilizar considerablemente las condiciones de acceso al mercado (...), protegeremos los derechos e intereses legítimos de los inversores extranjeros. Todas las empresas registradas en China serán tratadas por igual", prometió Xi en el lujoso Palacio del Pueblo de Pekín.
El líder chino, aclamado por los cerca de 2.300 delegados del partido que participan en el congreso, también se comprometió, pero sin dar fechas, a liberalizar el mercado de divisas, donde la convertibilidad del yuan sigue estando muy controlada.
El objetivo es pasar de un "crecimiento rápido" a un desarrollo económico "basado en la calidad" y en la reducción de las desigualdades, según Xi.
La promesa de tratar por igual a empresarios chinos y extranjeros es un "discurso bienvenido", aseguró Peter Fuhrman, de la consultora China Capital First, que sin embargo se mostró prudente. "Hay que confiar en que los funcionarios menos visionarios y los más propicios a la obstrucción sigan estas directivas al pie de la letra", indicó.
El discurso de Xi contrasta, sin embargo, con la realidad y tanto la Unión Europea como Estados Unidos, principales socios comerciales de China, no cesan en denunciar el proteccionismo.
La economía china también está en el punto de mira de Washington. En agosto, la administración de Donald Trump abrió una investigación sobre las prácticas de China en materia de propiedad intelectual, aunque esta semana reconoció que China no manipula su moneda, otras de las cuestiones de desacuerdo entre ambas potencias.
Discriminación frente a los grandes grupos
Las empresas extranjeras se quejan en particular de estar discriminadas frente a las compañías chinas y a los grandes grupos estatales.
Muchos sectores de la economía china siguen están vedados a las inversiones extranjeras y en otros las compañías tienen que asociarse obligatoriamente con socios locales, en algunos casos con transferencia forzosa de tecnología.
Por eso la cámara de comercio europea en Pekín se felicitó del discurso de Xi Jinping aunque aseguró que las empresas están "cansadas de promesas" incumplidas. "El único remedio es ejecutar las promesas", insistió el organismo.
En paralelo a las promesas de apertura, las autoridades chinas continúan apoyando a sus grandes empresas públicas y reforzando su control sobre el sector privado, restringiendo por ejemplo las inversiones de grandes conglomerados como Wanda o Fosun, muy endeudados.
El problema de la enorme deuda china y del riesgo que supone para la economía también está en el punto de mira de Pekín, así como el problema de la burbuja inmobiliaria. "Un apartamento sirve para vivir, no para especular", dijo Xi Jinping en su discurso del miércoles.
"Los dirigentes del Partido quieren transmitir claramente el mensaje de que el crecimiento económico sigue siendo importante pero que no es suficiente", indicó por su parte Larry Hu, un analista de Macquarie.
Prueba de ello es que, a diferencia de su predecesor Hu Jintao hace cinco años, Xi Jinping no anunció este miércoles ningún objetivo de crecimiento a largo plazo.
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Updated: octubre 18, 2017 08:50 a. m.