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Quienes escuchan a Saúl Zárate creen que están ante una gran injusticia de la ley colombiana. Este hombre de 64 años lleva 17 privado de la libertad por un crimen que él y todo un pueblo aseguran que no cometió. Gracias a un trabajo de la Fundación Acción Interna, de Johana Bahamón, su caso podría ser revisado próximamente por la Corte Suprema de Justicia.
El campesino fue condenado a 47 años de prisión en la cárcel La Picota por una masacre en la que asesinaron a cuatro personas. Lo llamativo del caso es que Saúl no estaba en el lugar de los hechos en ese momento y tiene a todo un pueblo de testigo. A pesar de eso fue condenado y ha pasado 17 años tras las rejas, esperando que alguien lo escuche.
"Esta situación no se la deseo ni a mi peor enemigo, porque esto es un cementerio pequeño. En los cementerios fallece la persona y la visitan por ahí los primeros meses, así pasa acá, una persona es privada de la libertad y los primeros meses tiene uno atención, después se van olvidando", señaló Zárate en diálogo con Los Informantes.
Saúl habla con tranquilidad y con profundo agradecimiento porque, después de 17 años, por fin su historia se está escuchando. Primero por Johana Bahamón y su Fundación Acción Interna, que se han apropiado de su caso, y ahora por los medios. Tampoco ha perdido la fe en Dios, a quien eventualmente le hace algunos reclamos por la injusticia que vive. “Yo le digo a mi Dios, 'pero si usted es el testigo presencial de que yo no fui. Está como demorado, ¿qué pasa, cuál es la demora?’”.
Saúl recuerda con muchos detalles ese fatídico 16 de agosto del 2007, lleva 17 años recordándolo y contándolo para demostrar su inocencia. Es específico con las horas, los lugares y las personas con las que estuvo.
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“Ese día se celebraba la feria en La Palma, que la celebran todos los meses de agosto. Yo estoy en la finca, me levantó a las 5:00 de la mañana, voy al potrero y saco un macho que tenía para la feria, salgo a la carretera y venían unos muchachos con un viaje de ganado. Eran Genaro Quijano, José Fabián Quijano (Lucas), Enrique Guzmán y don Armando Vega. Yo le digo a Lucas que me haga el favor de llevarme el macho mientras yo voy a la casa me baño y me cambio, les caigo en La Palma las 8:00 o 8:30 de la mañana".
Recuerda que a lo largo del día hizo negocios en la feria, en la que estaba todo el pueblo, y se vio con amigos de toda la vida como "Arteodoro León, Enrique Guzmán, el doctor Bernardo Neira, don Alfonso Bolaños, don Alberto, estaban todos". En la tarde, detalla, se encontró con "don Amadeo Vega, la señora Blanca y la niña Valentina" en los toldos donde estaba buscando algo de comer y más tarde Alberto Bolaños lo buscó para venderle una yegua.
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“A eso de las 5:00 o 5:30 de la tarde viene don Alberto Bolaños y me dice: ‘Saulito, camine que le tengo un ejemplar allí’. Era una yegua, y yo se la compro. En ese momento estaban ocurriendo los hechos, estaban matando a esa gente por allá, porque en el proceso dice que entre las 5:00 o 6:00 de la tarde entraron los tipos a matarlos”.
Efectivamente, lo que dice el expediente de la masacre es que ese 16 de agosto del 2007 varios hombres armados con armas de fuego llegaron a la Finca Mari, ubicada en la vereda Otumbe, jurisdicción del municipio de Caparrapí, Cundinamarca, y asesinaron a sangre fría a cuatro personas. "Yo no tengo nada que ver porque yo no podía estar en dos lugares al mismo tiempo y hay una distancia de tres horas desde el sitio de donde yo estaba".
La historia de Saúl Zárate se escuchó por primera vez en el podcast Cárceles de la Fundación Acción Interna. Al escuchar ese capítulo, Johana Bahamón aseguró sentir "una conexión especial" con el campesino y decidió ayudarlo. "Yo sí creo en su inocencia, hemos hecho toda una investigación, hemos estado con su abogado, todo el equipo de la fundación, hemos ido al sitio de los hechos y confiamos en que es inocente y queremos que se haga justicia".
Junto a Juan Pablo Uribe, el abogado de Saúl, el equipo de la Fundación ha realizado lo que hace 17 años no hicieron las autoridades: ir a La Palma y a Caparrapí para escuchar los testimonios de quienes estuvieron ese día con Saúl Zárate.
"Él tiene una coartada respaldada por un pueblo entero”, señaló el abogado que ha escuchado las voces de las personas mencionadas por Zárate en su relato quebrarse cuando les preguntan por el campesino, pues consideran que está viviendo una fatal injusticia. "Yo los escucho y ellos se quiebran”.
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Pero eso no es todo, Saúl no solo tiene a su favor los testimonios de las personas que aseguran haberlo visto todo el día en la feria de La Palma. Incluso familiares de las personas asesinadas en Caparrapí le han dicho al abogado: "A mi mamá me la mataron, pero Saúl no fue porque él y yo estábamos en la feria". De la misma forma, otro hombre privado de la libertad por la misma masacre le aseguró a la Fundación que Zárate no participó en el crimen. “Yo sé toda la verdad, yo lo puedo afirmar, eso es así”, les dijo.
La pretensión del abogado Juan Pablo Uribe y la Fundación Acción Interna es apelar a la Corte Suprema de Justicia para que revise el caso. En diciembre el equipo presentará la solicitud de revisión y esperan tener buenos resultados.
“Saúl desde el primer instante te da esa energía de esos valores del campo, la honradez, la bondad. Saúl no puede haber hecho eso, mira la edad que tiene Saúl, mira los años que le faltan, ese señor se va a morir en prisión, si no pasa nada ese señor se va a morir en prisión”, agregó el abogado.
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Por su parte, a pesar de los 17 años privado de la libertad, Saúl no pierde la esperanza y la acción de este equipo se ha convertido en esa pequeña luz que lo ilumina. “Ante la ley de Dios no pierdo la esperanza, con toda esta oportunidad que me están dando no la pierdo, yo tengo mi conciencia limpia, no pierdo las esperanzas porque yo no soy el del problema”.
También ha aprovechado el tiempo, aunque no pudo ver crecer a sus tres hijos, en la cárcel La Picota ha buscado oportunidades.”Cuando yo caí en la cárcel tenía hasta tercero de primaria, pero con la ayuda de Dios y del Inpec aquí terminé mi bachillerato, he aprendido mucho, esto para mí ha sido una universidad. Aquí hay dos caminos, el bueno y el malo, aquí ve uno cosas feas, gente con costumbres que no deben ser, pero yo no, yo sigo el camino de Dios”.