Los habitantes de calle en el centro de Bogotá no olvidan a Frayñero, el sacerdote franciscano que durante años fue su padre y cuidador. Este cura, de sotana desgastada y corazón gigante, literalmente dio la vida por los más sencillos y humildes. En plena pandemia del COVID-19, salió a alimentarlos y se contagió. Aunque falleció, su legado no se detiene y muchos aseguran que, desde el cielo, él continúa haciendo posible el milagro del pan y el abrigo para los necesitados. Este domingo, en la Jornada Mundial de los Pobres, Noticias Caracol recuerda su historia. >> Vea acá la crónica que este noticiero publicó en el primer año de la partida de FrayñeroCuando fray Gabriel Gutiérrez Ramírez murió, el 2 de abril de 2021, un Viernes Santo casualmente, algunos llegaron a pensar que era el fin de su obra. Estaban equivocados. De hecho, de cierta manera, hubo una multiplicación del pan y el chocolate caliente. Sí, su fundación, Callejeros de la Misericordia, permaneció de pie y se propuso extender aún más aquella misión de atender a los mendigos, cachivacheros, vendedores ambulantes, migrantes, trabajadoras sexuales, indígenas e integrantes de la comunidad LGBTI discriminados."Callejeros de la Misericordia continúa con todos los proyectos que formuló Frayñero. Seguimos llevando diariamente desayunos a los habitantes de calle. Los lunes servimos en Facatativá, los miércoles vamos al Parque Tercer Milenio, los jueves estamos en los alrededores de la carrera Décima y los sábados nos encontramos en el Parque de Las Cruces", explica Gloria Inés Gutiérrez, hermana del religioso y una de las líderes de la fundación. Los discípulos de FrayñeroFrayñero trascendió. Ya no está físicamente, y eso lo lamentan de forma profunda quienes no tienen un techo donde dormir ni un amigo con quien llorar, pero su espíritu no se ha ido. En los cambuches, debajo de los puentes y en los andenes fríos, sus parceros no dejan de hablarle, orarle y amarle. Se sienten acompañados por él, en medio de semejante soledad.Y es allí cuando dicen que este cura eterno intercede ante Dios por un milagro constante. No revive muertos ni quita enfermedades, pero sí hace posible lo imposible: que jamás falte un pedacito de comida en la boca de los más hambrientos. En un mundo donde escasea la bondad, decenas se dejan tocar por su ejemplo y les tienden la mano a los marginados de la sociedad. Es mucho, aunque parezca poco. "Gracias al apoyo de nuestros benefactores y voluntarios, mantenemos viva la obra de Frayñero, que sin lugar a duda nos acompaña todos los días con su entusiasmo y sus enseñanzas. Definitivamente, Frayñero sigue vivo en esta misión de estar en la calle con los más necesitados, los más pobres de los pobres", reflexiona Gloria Inés, en diálogo con Noticias Caracol en vivo.Callejeros de la Misericordia no solo da alimentos, también tiene otros programas. "Hay un proyecto de procesos de rehabilitación, donde conseguimos padrinos para quienes quieran salir de la calle. Cuando ya están rehabilitados, entran al plan despertar, por medio del cual los apoyamos en todo su camino de resocialización para que puedan salir a ganarse la vida. Al que vende mango, le ayudamos a conseguir la carreta. Al que recicla, su carretilla. Y al de los tintos le damos su carrito, el pan y el café", concluye la hermana del sacerdote. La fundación, que beneficia semanalmente a cerca de 500 personas, desarrolla actividades culturales para hijos de mujeres en condición de prostitución y extranjeras sin oportunidades. A quienes residen en pagadiarios y se quedan sin una moneda, también los auxilian para que no terminen durmiendo en una esquina. >> Le puede interesar: hijo encuentra a su madre habitante de calle, después de 20 años, en un parque de Cúcuta Frayñero, ángel de los olvidadosOrlando Beltrán, director del Banquete del Bronx, fundación que atiende cada semana a unos 3.500 habitantes de calle en seis ciudades de Colombia, le agradece a Frayñero. "Él es un ángel que me indujo a mí a darme cuenta de que debemos llegar a todos los lugares donde esté la pobreza y la miseria, y que no hay sitio al que no podamos llegar. Por eso, con mucho amor y Dios en el corazón, entramos a las ollas y huecos del país, a la Colombia subterránea", subraya. Y, convencido porque vio de frente a este santo sin aureola, agrega: "Frayñero nos dejó un ejemplo de humildad y amor. Él se quitaba el pan de la boca por darle a otros. Es el ángel que vigila las calles y los caños, que ilumina los rincones más oscuros". ¿Quién era Frayñero?De 63 años, nacido en Bogotá y criado en Villavicencio, fray Gabriel Gutiérrez Ramírez creció en una familia que desde pequeño le enseñó que, más que acaparar, lo importante era compartir. Motivado por esa conciencia social, y luego de ser ordenado presbítero, decidió ingresar al convento de los padres franciscanos, los hijos de San Francisco de Asís. La pobreza se convirtió, entonces, en uno de sus votos perpetuos.Fue misionero en la golpeada África, en lugares inhóspitos a los que nadie se asoma pero en los que todo falta. Allí terminó de convencerse, aunque nunca lo dudó, de su preferencia por los despreciados. Luego viajó a Guapi, en el Cauca. Eran épocas difíciles, de guerra y asesinatos, pero también de hambruna y desilusión. Frayñero jamás salió corriendo, siempre se quedó al lado de quienes sufrían. En aquel municipio levantó una casa para dar de comer a niños y jóvenes, y enterró a guerrilleros y paramilitares, pues no le gustaba clasificar a la gente entre buenos y malos. Para él, toda vida era digna y cada muerte dolía.Este cura extraordinario, porque lo fue, prometió y cumplió seguir los pasos de Jesús e ir tras los pobres. Caminó con ellos, se puso en sus zapatos y se preocupó por sus pies cansados. Así, con el hábito roído pero el alma entera, arribó a Bogotá e inició su obra más memorable: abrazar a quienes nadie quería tocar, a los habitantes de calle. "Me dicen Frayñero porque entre ellos se tratan de ñeros y es una palabra hermosa, pues significa compañero. Y que me tengan como compañero para mí es un orgullo muy grande", afirmó en una de las varias entrevistas que le concedió a Noticias Caracol.Y murió en su ley, sin esconderse durante el COVID-19, pues afirmaba que afuera había una pandemia más cruel, la del hambre y la indiferencia.¿Qué es la Jornada Mundial de los Pobres? Instaurada por el Vaticano, se conmemora en noviembre para generar conciencia sobre los pobres. Solo en Colombia, según el DANE, la llamada pobreza monetaria alcanzó un 33% en 2023, lo que se traduce en que 16,7 millones de personas la padecían. En cuanto a la pobreza extrema, rondaba el 11,4%. “En 2023, en el total nacional, 5.785.529 personas estaban en situación de pobreza monetaria extrema y en 2022 había 6.904.501 personas en dicha situación", reseñó la entidad oficial. Este domingo, 17 de noviembre de 2024, el papa Francisco envió un mensaje, a propósito de la fecha: "La Jornada Mundial de los Pobres es ya una cita obligada para toda la comunidad eclesial. Es una oportunidad pastoral que no hay que subestimar, porque incita a todos los creyentes a escuchar la oración de los pobres, tomando conciencia de su presencia y su necesidad. Es una ocasión propicia para llevar a cabo iniciativas que ayuden concretamente a los pobres, y también para reconocer y apoyar a tantos voluntarios que se dedican con pasión a los más necesitados. Debemos agradecer al Señor por las personas que se ponen a disposición para escuchar y sostener a los más pobres".>> Siga leyendo: Karina, la exmodelo que resultó en las calles, ya está en rehabilitación
Gloria Inés Gutiérrez, hermana de Frayñero y quien asumió la dirección de la Fundación Callejeros de la Misericordia, habló en Noticias Caracol Ahora sobre el legado de este sacerdote que transformó la vida de muchos habitantes de calle.Gloria dijo, sobre la partida del religioso, que “el primer sentimiento de todos los que tuvimos la oportunidad de estar cercar de él es de indefensión, de quedarse sin padre, de quedarnos sin ese inspirador que teníamos”.El año pasado fueron asesinados en la capital colombiana 48 habitantes de calle. Frayñero insistía en la necesidad de acabar con los estigmas alrededor de esta población, pues existen palabras como "desechables" y "rateros" que incentivan la violencia contra ellos.Por eso, para dar de comer al hambriento y acompañar a los olvidados, el sacerdote construyó la fundación, la cual hasta el día de hoy mantiene su hermana con la ayuda de benefactores: “seguimos apoyando los 13 proyectos que él creó, seguimos humanizando las calles, seguimos acompañando a los más necesitados".Así apoyan a habitantes de calle, vendedores ambulantes, personas que viven en pagadiarios, migrantes, artistas callejeros y, también, trabajadores sexuales. Ellos esperan tener de nuevo a una persona como Frayñero, que no los juzgue y en cambio les brinde amor. Vea la entrevista completa en el video que encabeza este artículo.
Hay lágrimas que nunca se secan. Que lo digan los habitantes de calle y vendedores ambulantes que, un año después, siguen llorando a su querido Frayñero. "Cuando murió, todo el mundo lloraba por él. Se escuchaba cómo lloraban los indigentes de calle, porque él no ignoraba a la gente, era el padre de nosotros", recuerda Vicky, quien trabaja vendiendo tintos en el centro de Bogotá.Vicky le debe la vida a este cura de sotana desgastada: fue él quien la rescató de un infierno en el que estuvo metida 20 años. "Me sacó de la calle, porque yo también era indigente, fumaba. Me dijo eso no es vida y sí, eso no es vida para mí. Hoy soy otra persona".Vea, también: así fue la partida de FrayñeroFrayñero caminó con los pobres, no de lejos, sino a su lado. Convencido de que el peor pecado es la indiferencia, se puso en los zapatos de los olvidados y sobó muchos pies cansados. "Hay gente que le da asco acercarse y él se sentaba en el cambuche, no tenía asco para nada", dice La Chilindrina, una habitante de calle a la que el sacerdote defendió cuando quisieron destruirle la casa de madera que construyó para ella, sus once gatos y cinco perros."Él nunca nos abandonó. Entre más mal estuvimos, más estaba él al lado de nosotros", recalca, entre lágrimas.Conozca aquí la historia de La Chilindrina y sus mascotasFrayñero, el amigo de los pobresA Gacela, que lleva a cuestas una pesada carreta, le ayudó a cargar tristezas y desilusiones. "El gueto somos todos, el padre era el gueto. Él nos escuchaba nos daba consejos", asegura este reciclador.En los andenes, las alcantarillas y debajo de los puentes, miles recibieron pan y también amor de Frayñero. A Arnold Castillo, por ejemplo, lo salvó de las drogas y lo metió a estudiar. “Es un vacío muy grande que dejó porque, prácticamente, lo que no hizo mi familia lo hizo él por mí. Es algo que duele", relata.Este franciscano les devolvió el nombre y la dignidad a sus compañeros, los "ñeros". Les celebró sus cumpleaños, les limpió las heridas y los sepultó cuando murieron como NN."La compasión me acerca, la compasión me quita el miedo, la compasión me hace sentir que el otro es un igual, que hay mucha hambre, mucho dolor. Sin compasión, sin sensibilidad, es imposible. Se vuelve una sociedad dura, violenta, que asesina, que masacra al que no le interesa, al que es diferente", afirmaba fray Gabriel Gutiérrez Ramírez en una entrevista que sostuvo con Mauricio Naranjo, periodista de Noticias Caracol, en agosto de 2018, cuando festejaron la vida del General Sandúa, el habitante de calle más viejo de Bogotá."Cuando demos, demos con el corazón"Hoy su " parche", con flores, pero sobre todo con el corazón en la mano, quiso ir a la tumba del ángel de los habitantes de calle para confesarle que lo extrañan."Era un ser humano excepcional, como de otro mundo. Él vivía por los más pobres. Todo lo que se le regalaba, él lo regalaba. Si llevaba una chaqueta puesta e iba por la calle y había alguien que tenía frío, se la quitaba y se la ponía", rememora Gloria Inés Gutiérrez Ramírez, hermana de Frayñero.No solo Bogotá fue testigo de su inmensa bondad. Este sacerdote extraordinario creó escuelas en África y en Guapi, Cauca, levantó hasta un centro cultural. ¿Cuál fue su gran enseñanza? “Que cuando demos y nos entreguemos a alguien, nunca esperemos nada a cambio; que cuando demos, demos con el corazón, con amor", reflexiona Diana Granados, la mejor amiga del religioso.Frayñero murió, curiosamente un Viernes Santo, pero de alguna manera sigue vivo en su obra, la Fundación Callejeros de la Misericordia, y en cada persona que abraza a aquellos que nadie quiere tocar."Frayñero, te veremos muy pronto en el cielo y gracias", concluye Gacela.