El Bus Colombia llegó en su recorrido al Puerto de Buenaventura para hablar con sus habitantes de las problemáticas que sufren.
Muchos jóvenes tienen sueños, muchos amigos han caído por culpa de la inoperancia.
Las lágrimas del joven artista John Jairo Riascos son el reflejo de la indignación que sienten muchos de los habitantes de Buenaventura.
En las calles de uno de los puertos más importantes del país es inevitable ser indiferente a la pobreza y las necesidades que enfrentan a diario la mayoría de los bonaverenses: postes de luz a punto de caer, viviendas en precarias condiciones con niños en riesgo de contraer graves enfermedades y los malos olores ocasionados, entre otros, por la falta de alcantarillado en por lo menos el 50% de Buenaventura.
Carmen Copete es la muestra de esta realidad. Hoy, cuando vive la tercera edad, lucha por brindar un techo y un futuro a sus nietos. Acaba de salir del hospital y el amor por estos dos pequeños la tiene en pie.
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“Yo acabo de salir del hospital, estuve en diciembre hospitalizada y acá estoy (llora). Yo quiero que mis nietos estudien y trabajen, pero no hay trabajo”, dice Carmen.
A esta problemática se suma el hambre y la falta de empleo. Según el DANE, más del 60% de los habitantes de Buenaventura se encuentran desempleados.
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“Yo llevo días buscando empleo y nada. Habemos (sic) muchas mujeres desempleadas. A veces el desayuno y el almuerzo, a veces solo el desayuno”, dice Yolima Sinisterra, una habitante del puerto.
La inseguridad no se queda atrás. Barrios enteros están hoy confinados y no por la pandemia, sino por la guerra entre bandas que buscan el control del microtráfico, la extorsión y el manejo de armas.
Líderes sociales intentan por medio del arte, el deporte y el baile arrebatar a los niños del crimen. La lucha se libra en la gran mayoría de casos con recursos propios y sin apoyo de los que alguna vez les prometieron ayuda.
"La verdad, falta mucho apoyo del gobierno y de las entidades locales. Para las elecciones presidenciales, Concejo, Senado y Cámara vienen, prometen y prometen y nunca nada de nada”, explica Rodolfo Saab, profesor de la Unión Pacífica.
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Hoy son muchos los compromisos y las promesas, pero pocos los hechos reales. Los elefantes blancos también reinan en Buenaventura. La Casa de la Cultura, escenarios deportivos y la sede del Sena son solamente algunos.
Esta es la realidad de una región del país que para muchos es la puerta de oro, pero para otros una ciudad sepultada, no solo en el cementerio, sino por la indiferencia y la corrupción.