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FBC: Firebreak | RESEÑA: Caos cooperativo en la Casa Más Antigua

Explosiones paranormales, kits locos y oficinas embrujadas se mezclan en un FPS cooperativo que no siempre logra controlar su propio caos.

FBC: Firebreak | RESEÑA
FBC: Firebreak | RESEÑA
Cortesía: Remedy Entertainment

FBC: Firebreak es una apuesta extraña y ambiciosa por parte de Remedy Entertainment. Esta vez no estamos frente al horror psicológico de Alan Wake 2, ni al combate psíquico de Control. Lo que tenemos entre manos es un shooter cooperativo para tres jugadores ambientado en el mismo universo, pero con un tono completamente distinto. Firebreak convierte lo que antes era un thriller oscuro en una comedia paranormal de oficina, donde tus enemigos no solo son entidades interdimensionales, sino tareas de mantenimiento y gnomos eléctricos con ganas de matar.

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Situado nuevamente en la Casa Más Antigua —la sede laberíntica del Buró Federal de Control—, los jugadores se ponen en la piel de Firebreakers: empleados rasos convertidos en improvisados agentes de campo que deben enfrentarse al Hiss, la amenaza de siempre, pero ahora con recursos aún más básicos que antes. Sin poderes telequinéticos, sin historia profunda, sin Jesse Faden. Solo herramientas oxidadas, kits absurdos y una cuota enorme de caos.

Jugabilidad entre el desorden y la rutina

Firebreak es, ante todo, un juego cooperativo. Cada partida —llamada “Job”— te enfrenta a una serie de objetivos dentro de diferentes secciones de la Casa Más Antigua. Las misiones varían entre apagar incendios, reparar ventiladores, lanzar basura espacial o contener artefactos alterados. Todo esto mientras hordas de enemigos intentan acabar contigo. Lo interesante está en cómo lo haces, gracias a los “Crisis Kits”, clases personalizadas que definen tu rol dentro del equipo.
Cada Kit tiene un arma especial, una herramienta útil y una “Altered Augment” —una especie de habilidad definitiva. Por ejemplo, el Splash Kit te da acceso a un cañón de agua que puede apagar incendios o mojar enemigos, haciéndolos vulnerables a ataques eléctricos. Si combinas eso con el Jump Kit, que invoca rayos desde un gnomo psicópata, podés electrocutar grupos enteros en un solo combo. La sinergia entre Kits funciona bien y permite jugadas creativas, aunque es evidente que la coordinación por voz hace la diferencia. El juego no tiene chat de voz integrado, lo cual es una omisión difícil de justificar en pleno 2025.

Escenarios bien logrados
Escenarios bien logrados
Cortesía: Remedy Entertainment

A pesar de ese potencial, muchas de las tareas se sienten repetitivas muy rápido. Los trabajos de menor nivel de “Clearance” —la dificultad de cada Job— están centrados en tareas básicas y poco inspiradas: mover cajas, reparar generadores, etc. Solo en los niveles más altos se desbloquean eventos realmente interesantes como bosses de notas adhesivas o artefactos musicales corruptos. Y eso genera una curva de progreso muy desigual: el inicio es aburrido, la mitad es brillante, y luego llega la fatiga por repetición.

Progresión que pide mucho para dar poco

Una de las críticas más grandes a Firebreak está en su sistema de progresión. Para desbloquear armas, kits, perks y mejoras, necesitás recolectar una moneda llamada “samples”, que se consiguen en Jobs o recolectando “Lost Assets”. El problema no es solo la necesidad de grindear para desbloquear habilidades básicas, sino que muchas mejoras están bloqueadas detrás de páginas de progresión tipo pase de batalla. Si querés llegar a cierto arma, a veces te toca gastar recursos en objetos que ni siquiera querés, solo para avanzar.

Ayuda a tus compañeros
Ayuda a tus compañeros
Cortesía: Remedy Entertainment

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Esto castiga a los jugadores casuales, que tal vez solo quieran entrar un par de horas por semana, pero se ven obligados a lidiar con un set limitado de herramientas por mucho tiempo. Para un juego que supuestamente busca ofrecer sesiones cortas y dinámicas, la estructura de progresión contradice ese objetivo desde la base.

Técnica sólida, dirección cuestionable

Desde el punto de vista técnico, Firebreak funciona bastante bien. El matchmaking público es estable, especialmente en Quick Play, y el rendimiento general en consolas y PC es sólido. La dirección artística mantiene parte del estilo brutalista de Control, aunque sin la misma profundidad o atmósfera. Se nota que la prioridad aquí fue el caos colorido y caricaturesco, más que la tensión paranormal que caracterizaba a su antecesor.

Juega en cooperativo
Juega en cooperativo
Cortesía: Remedy Entertainment

Los efectos especiales son llamativos, con explosiones absurdas y enemigos que flotan en sillas lanzándote archivadores, pero hay una sensación general de que todo está contenido, limitado. La música rock sureña que acompaña algunas misiones no encaja del todo con el espíritu de la saga, y aunque los personajes tienen líneas graciosas y momentos absurdos (como las duchas en grupo entre compañeros), a veces la broma se vuelve más irritante que divertida.

¿Y la historia?

La narrativa en Firebreak es mínima. No hay una campaña ni una progresión argumental clara. Cada Job tiene un pequeño contexto: limpiar un brote de slime rosa, detener una invasión de notas malditas, recuperar un artefacto corrompido… pero no hay un hilo conductor. Esto puede ser una ventaja para quienes solo quieren acción sin compromiso, pero para los fans de Remedy que esperaban otra historia enredada al estilo Twin Peaks, esto será una gran decepción.
Eso sí, el juego tiene buen guion a nivel micro. Los diálogos de los personajes, tanto los controlables como los NPCs como Hank y Jerry, están llenos de humor absurdo y toques de sátira corporativa. Se siente como una serie animada de Adult Swim en formato FPS.

Repetición sin recompensa

Uno de los mayores problemas de Firebreak es que después de unas cinco o seis horas, ya lo viste todo. Solo hay cinco tipos de Jobs actualmente, con más anunciados para el futuro, pero nada que justifique una sesión prolongada. La falta de variedad en los objetivos y la ausencia de eventos impredecibles fuera de los Jobs de nivel alto hace que la experiencia se vuelva rutinaria muy pronto.

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Además, el sistema de mini-juegos QTE para reparar objetos o completar tareas pierde gracia rápido. Presionar botones alternadamente mientras te atacan puede ser emocionante las primeras veces, pero cuando tenés que hacerlo en cadena durante Jobs más complejos, se vuelve tedioso.

Conclusión

Si tenés dos amigos con quienes jugar y buscás un juego raro para reírte un rato, Firebreak puede darte unas buenas tardes. Es accesible, no exige una curva de aprendizaje compleja, y tiene momentos memorables gracias a su tono excéntrico. Pero si estás buscando un shooter cooperativo que te enganche por semanas, con variedad real y una progresión gratificante, este no es el lugar.

Firebreak es una mezcla de ideas interesantes empaquetadas en un sistema que no les da suficiente espacio para brillar. Con algo de trabajo post-lanzamiento, podría encontrar su forma ideal. Por ahora, es una experiencia irregular: caóticamente divertida, sí… pero también frustrantemente superficial.

Calificación FBC Firebreak.png
Calificación FBC Firebreak
VolkGames

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