Cuando tenía tan solo 12 años de edad, Mariana Pérez comenzó, en medio de su inocencia, a idear un proyecto que sirviera para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en el mundo, al mismo tiempo que cuidara el medioambiente. De esta manera nace Ecolair, una planta de tratamiento de aire inspirada en el proceso humano de respirar.
Motivada por la curiosidad y el apoyo de su padre, la joven, oriunda del municipio de Itagüí, en Antioquia, comenzó consolidar su idea para presentarla como proyecto de investigación en su colegio. Según Mariana Pérez, su proceso de formación cumplió un papel fundamental para llevar a cabo plan de vida.
“Tuve la fortuna de estudiar en un colegio donde la metodología de enseñanza era realizando proyectos de investigación, así que cuando nació esta idea comencé a ejecutarla hasta llegar al grado doce”, cuenta.
El aprendizaje basado en proyectos es una metodología de educación innovadora que consiste en aplicar los conocimientos adquiridos de las diferentes asignaturas académicas en un mismo objetivo, definido por cada alumno. Al final del ciclo, cada estudiante tiene todo un proyecto armado y listo para ser aplicado.
Así fue como Mariana presentó su primer prototipo estando en primaria y que fue fortaleciendo a medida que pasaron los años hasta que comenzó a participar en ferias internacionales, con la idea de empezar a implementar su máquina en grandes empresas.
La joven, que ahora tiene 25 años, se graduó de la universidad como médica veterinaria zootecnista y como ingeniera mecánica. Para esta doble titulación, que ante la mirada externa puede parecer disímil, Mariana Pérez señala que tuvo que lograr una sinergia entre ambas carreras.
Con la metodología aprendida desde el colegio, la profesional empezó a aplicar los conocimientos que adquiría en una carrera en la otra. Por eso, su máquina tiene un diseño interno basado en la morfología de los seres humanos, ya que, detalla, por dentro tiene un corazón, pulmones y estómago con el que Ecolair simula el proceso humano de respirar. “Es una máquina pensada como un ser vivo”, asegura.
Para Mariana, su padre ha representado un pilar fundamental para el desarrollo del proyecto, ya que desde un principio se mantuvo firme en apoyar la idea que, para algunos, podría sonar descabellada. Con el propósito claro de contribuir a los sueños de su hija, el padre, que también es ingeniero mecánico, decidió enfocar su energía en el proyecto, llegando a sacrificar incluso posibilidades de trabajo que le iban surgiendo.
“Él fue el primer inversionista de esta idea”, comenta orgullosa la joven. Con el tiempo, su padre renunció al trabajo que tenía para dedicarle su atención a Ecolair. “Él fue el primero en creer y, por él, estoy aquí”, puntualiza Mariana.
Bajo la premisa de conseguir inversores para ampliar su planta de tratamiento y contribuir al medioambiente, la emprendedora se inscribió en una convocatoria que realizó Microsoft para apoyar ideas que redujeran la huella de carbono en el planeta y para las que ofrecía una suma significativa de dinero.
Ecolair llamó la atención de la Fundación de Bill Gates y, luego de una reunión, le propusieron comprar la planta de tratamiento que había desarrollado. Sin embargo, Mariana Pérez y su equipo de socios decidieron rechazar la oferta. “Nos presentamos para buscar inversores, no para vender la planta”, asevera.
De acuerdo con la joven, de las 22 plantas de aire que corresponden a la tecnología de captura directa de aire, en las que está incluida Ecolair, 18 o 19 pertenecen al multimillonario, así que decidieron hacerse a un lado.
Actualmente, Ecolair opera en el municipio de Guarne y limpia hasta 70 toneladas diarias de aire. Por ahora, Mariana Pérez y su equipo, conformado por más de 20 personas, se encuentran en la búsqueda de otros inversores, con el fin de poder implementar el proyecto en los rellenos sanitarios del país.
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