Allí viven aún 42 familias y esperan que el Estado llegue con su programa de sustitución de cultivos ilícitos.
Aquel día El Aro, corregimiento de Ituango, Antioquia, parecía tener hasta sus santos de espaldas, dicen sus habitantes.
Nicolás Zapatas, quien lleva viviendo más de 40 años en este pedazo de tierra, recuerda los tiros y las bombas de los paramilitares. “Recuerdo la gente gritar y llorar”, recuerda.
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