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Al relleno Doña Juana, el segundo más grande de Latinoamérica, llegan alrededor de 6.400 toneladas de basura al día, provenientes de Bogotá y seis municipios aledaños: Cáqueza, Choachí, Chipaque, Fosca y Gutiérrez, Ubaque, Une. A menos de 100 metros se encuentra la vereda de Mochuelo Alto y el barrio Mochuelo Bajo, ubicados en Ciudad Bolívar, sur de Bogotá, quienes por años han denunciado vivir rodeados de moscas, roedores, malos olores, entre otras incomodidades. ¿Qué dicen las autoridades del relleno?
En 'A La Calle', de Noticias Caracol, varios de los habitantes de Mochuelo Alto contaron sus experiencias. "La gente de aquí ya sabe que la sazón es muy rica, pero la verdad la gente de otro lado siempre tiene la desconfianza por lo de los moscos, es muy incómodo. Tener que tomarse un tintico y estar ahí espantando las moscas para poder tomar tranquilo", aseguró Andrés Rodríguez, quien junto con su madre administran el restaurante El Rubí, el cual lleva en la zona 50 años, llegando a ser muy querido por sus habitantes.
"En tiempo de verano, las moscas afectan más, y en tiempo de invierno, son los ratones", añadió, mientras sostenía uno de los platos amarillos que les dan a los habitantes para reducir la cantidad de moscos, pues en estos artefactos se pegan hasta 45 de estos insectos. Andrés denuncia que, además de los moscos, le molesta el constante ruido de la maquinaria y los camiones de basura que llegan al relleno, el cual tiene una operación de 24 horas los siete días de la semana.
De hecho, CGR, el operador de este lugar, le dijo a Noticias Caracol que la operación allí para recibir los residuos se debe planear con meses, e incluso años, de anticipación, por lo que en este momento ya está prácticamente todo adecuado para las toneladas que llegarán en 2026.
El relleno Doña Juana se inauguró en 1988, hace ya casi 40 años, con el propósito de terminar con el problema de basuras que tenía Bogotá, ya que en ese entonces se cerraron algunos de los botaderos que existían. Uno de los propósitos del relleno fue reducir el impacto ambiental de los residuos al enterrarlos unos 40 metros, y en la superficie llenar de vegetación. Asimismo, se creó una zona que trata los lixiviados, que son el líquido que se desprende de la basura.
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A los habitantes de la vereda Mochuelo Alto, según le mencionaron a este diario, las autoridades de ese entonces les prometieron que el relleno iba a ser de desarrollo para la vereda, por lo que de 30 familias que existían pasaron a ser 250, es decir, alrededor de mil personas. Estas se suman a los miles de habitantes de Mochuelo Bajo, que hoy en día en el mapa se ven mucho más cerca a Doña Juana y que se consolidaron como barrio a pesar de las incomodidades del sector.
"Por las malas decisiones tal vez, o de pronto nuestros padres por dejarse convencer de lo que significaba el relleno, o lo que iba a traer el relleno para estas veredas, pues ellos vieron que esto iba a ser próspero para este territorio. Pero no se dieron de cuenta de que al pasar de los años nos iba a afectar de tal manera como lo estamos viendo ahora", indicó Yesid Fonseca, uno de los líderes de la vereda Mochuelo Alto. Añadió que en estas tierras tenían "cultivos de avena, de papa, de criolla, se sembraba mucho, teníamos también todo el tema de la ganadería., pero que "hoy en día, como el relleno se se ha ido expandiendo, ha sido un poco complejo y todos estos cultivos han bajado".
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Los habitantes, sin embargo, sostienen que no se quieren ir del territorio por su campo y su tranquilidad, pero insisten en que requieren de más apoyo. "Vivir acá es una contradicción también porque es muy hermoso vivir en el campo, pero también es muy complejo vivir al lado del relleno, donde hay muchas implicaciones en términos de la salud. Vivimos al lado de un relleno, pero no tenemos cubiertas las necesidades que deberíamos tener como habitantes y como campesinos", indicó Marcela García, otra de las habitantes de la vereda.
Con respecto al control de moscas, Andrea Pérez, la gerente de CGR, le dijo a Noticias Caracol que "desde el área ambiental hacemos fumigaciones diarias y aplicamos cal. Esto lo hacemos para controlar la larva. Asimismo, ponemos unas vallas amarillas que nos ayudan a controlar con pegante las moscas. Hacemos actividades allá en la comunidad, hacemos fumigaciones a las personas que nos permiten ingresar a sus casas, y les entregamos dispositivos, platos, pegamentos, para controlar las moscas. (...) Es el control más efectivo que hemos encontrado cuando se incrementan o cuando tenemos las mediciones, porque tenemos este control diario de moscas".
También, indicó que desde el operador le han brindado ayuda a la comunidad. "Nosotros tenemos proyectos de responsabilidad social empresarial. Apoyamos la comunidad en salud, educación. También es importante indicar que el 80 % de nuestros colaboradores de mano de obra no calificada y calificada es de la comunidad de Mochuelo Alto y de Mochuelo Bajo", dijo.
Indicó, además, que los habitantes de estas zonas entran al relleno una vez al mes a hacer veeduría. "El relleno es mucho más que un frente de disposición. No nos basamos solamente en una base de datos, sino que también nos damos el tiempo de poder venir a hacer un trabajo, de visitar, de verificar, de hacer recomendaciones y para poder mirar que se puede solucionar de las cosas que que trae una operación de un relleno", afirmó Yuri Vidal, líder de la comunidad.
LAURA VALENTINA MERCADO
NOTICIAS CARACOL DIGITAL
lmercado@caracoltv.com.co